Hola a todos. Se que llevo meses sin actualizar mi otro fanfic (Sword Art Online: Los Dragones de fuego.) pero sinceramente me quedé sin ideas. Veré si se me ocurre algo lo antes posible, pero, por ahora disfruten este nuevo fanfic, inspirado en una historia que inventé con un amigo hace años cuando eramos pequeños, y decidí corregir algunos errores, muchas de las inmadureces xD y publicarlo para que uds. también lo disfruten.

Capitulo 1

"¡Por fin se cumplió mi sueño!"

Partes de trama y argumento son de mi creación, a excepción de algunas que hacen alusión al anime o a los videojuego.

Todos los derechos corresponden a sus respectivos dueños.

*Tic tic tic* Se oye de la nada.

Al abrir mis ojos veo un Pidgey picoteando la ventana de mi habitación. Me levanté para abrirla y en cuanto lo hice, el Pidgey se fue volando hacia el mar de la ruta 27 hacia Kanto. Me restregué los ojos y me quedé apoyado en la ventana admirando el amanecer que aparecía en la dirección que había tomado el Pidgey, hasta que vi un barco acercándose a la costa, un ferry, para ser mas precisos. Era aquel que hacia la típica ruta entre Kanto y Johto todos los lunes. Veía a las personas bajar. Todos eran empresarios o ancianos, a excepción de uno. Un chico, aparentemente de mi edad (10 años) con un Squirtle en su cabeza. En ese momento deje de ver por la ventana ya que oí a mi mamá llamarme.

- ¡Fran! ¡Es hora de desayunar!

Lentamente fui hasta mi armario, me cambié el pijama, revisé el pokegear y luego de ver los mensajes, aceleré el paso y bajé las escaleras a toda prisa.

- Buenos días - Le dije a mamá mientras me sentaba en la mesa.

No respondió de inmediato, pero, en cuanto tomé la primera de las tostadas que había preparado, me quitó la gorra de la cabeza diciendo.

- ¿Para que te pones esto estando bajo techo?

- Porque - Dije yo con la tostada en la boca mientras me ponía la gorra nuevamente -Voy a salir ahora. -Y terminé de darle aquel mordisco.

- ¿A donde? -Preguntó desconcertada

- Al laboratorio del Prof. Elm. Mas temprano me llegó un mensaje suyo al pokegear diciendo que podía ir a buscar mi Pokémon inicial hoy,

- Ah, es eso - Dijo mientras cortaba alguna verdura. - Quiero que me prometas algo. Si de verdad empiezas un viaje con tu Pokémon, quiero que tengas mucho cuidado.

Me levante de mi silla, fui hasta donde estaba ella y le di un beso en la mejilla.

-Lo prometo - Le dije. Tomé otra tostada, me puse la mochila y abrí la puerta mientras me despedía de ella. - Empiezo el viaje mañana. -Fuelo ultimo que dije antes de irme.

Cerré la puerta y corrí lo mas rápido que pude hasta el laboratorio del Prof. Elm para poder escoger a aquel Pokémon que se convertiría en mi compañero de viaje. Justo cuando iba a llegar a la puerta tropecé con alguien y ambos caímos al piso. Mientras me limpiaba la tierra de los pantalones y me disculpaba con aquel extraño -aún sin haberle visto la cara-, un potente chorro de agua me golpeó en la cara haciéndome caer nuevamente al suelo. Levanté la mirada y vi a aquel chico que había bajado del barco y al Squirtle que estaba sobre su cabeza - ahora parado a su lado-.

- Ve por donde andas. - Dijo mientras abría la puerta del laboratorio.

- Deberías educar mejor a tu Squirtle. - Le dije yo mientras me levantaba.

- Esta mas que educado. - Dijo mientras entraba al laboratorio con una sonrisa cínica, al igual que Squirtle.

Lo único que pude hacer fue levantarme y poner una mueca de rabia. Estiré el brazo para evitar que la puerta se cerrara y entré detrás de él.

El laboratorio era fascinante. Había muchas personas trabajando en distintos aparatos y computadoras. Detrás de toda esa sección tecnológica, se alzaban cuatro repisas gigantescas llenas con todo tipo de libros sobre los Pokémon. Y al fondo de la habitación, vi a el Prof. Elm hablando con el chico del Squirtle - que se me había adelantado por quedarme viendo el laboratorio. - y entregándole un pequeño aparato rojo - La PokéDex-. Cuando iba llegando a donde estaba el Profesor - que se había vuelto a sentar en su silla sin percatarse de que yo había llegado -, aquel chico ya iba de salida. Me di la vuelta solo para ver a su Squirtle sacándome la lengua justo antes de cerrar la puerta. En fin... Terminé de llegar al escritorio del Prof. Elm y él levantó la mirada.

- ¡Fran! ¡Por fin llegaste! - Dijo el profesor sumamente entusiasmado.

- Hola profesor - Le dije mientras le daba la mano.

- Ven conmigo - Me dijo y me llevo frente a un aparato que tenía tres PokéBalls, dos botones de izquierda y derecha, y una pantalla en la parte superior. - Uno de estos tres será tu primer Pokémon. Presiona cualquiera de los botones.

Con una sonrisa en mi rostro, presioné el botón de la izquierda y las PokéBalls rotaron en esa dirección. Acto seguido, el monitor se encendió y apareció la información de Chikorita en la pantalla - ya que era aquel que ahora estaba en el medio.

- Este estoy seguro que no. - Dije mientras volvía a presionar el botón. Esta vez apareció la información de Totodile. - Este tampoco - Dije de nuevo, pero no porque fuera muy selectivo, si no, porque yo ya sabía a quien estaba buscando. Volví a presionar el botón y apareció la imagen de un precioso Cyndaquil en la pantalla. - Este. Este es el que quiero. - Le dije al Prof. Elm mientras tomaba su PokéBall.

- De acuerdo. - Dijo él mientras buscaba algo entre sus cosas. Sacó 5 PokéBalls vacías y una PokéDex. - Supongo que no tengo que explicarte como usar estos ¿o si? - Dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.

- Por supuesto que no.

- Cuida mucho de Cyndaquil.

- Claro profesor. - Dije y salí del laboratorio mientras me despedía del Prof Elm.

En cuanto salí, guardé la PokéDex en uno de mis bolsillos y coloqué todas las PokéBalls en mi cinturon, excepto una. Tomé la PokéBall de Cyndaquil y la lancé al aire mientras gritaba algo que siempre había querido decir:

- ¡Cyndaquil! ¡Yo te elijo!

La PokéBall se abrió y dejó salir un rayo de luz que tomaría después la forma de Cyndaquil frente a mí y regresó a mi mano.

- Hola Cyndaquil. - Le dije mientras el pequeño se rascaba los ojos y yo me agachaba. Me miró con una cara de desconcierto, pero luego una sonrisa iluminó su cara y decidí cargarlo un momento. - Tu y yo vamos a tener muchas aventuras - Le dije y lo volví a poner en el piso. - Vamos a ver a mamá. - Y ambos empezamos a caminar a mi casa, pues mañana, empezaba el viaje de nuestras vidas.