Hola, es un gusto saludarlos a todos. Espero que les gusten mis historias y que podamos empezar con el pie derecho. Podran notar que mi estilo en particular es bastante... Diferente al resto, las pequeñas historias que les voy a presentar no tienen orden alguno. Aunque si poseen similitudes.

Esta historia se trata sobre Fairy Tail. Sin embargo, sus personajes y universo son propiedad de Hiro Mashima. Y yo le doy gracias por haberlos creado.

Sin más preámbulos, aquí el primer Oneshot:


Hazlo Latir

Continuo entonando la suave canción que llevaba tarareando desde hace unos momentos, mientras mecía el pequeño bulto que cargaba en sus brazos.

Miro fijamente a la pequeña criaturita que dormía plácidamente entre las sabanas que sostenía, ¿había acaso algo más lindo que eso? Seguramente sí, pero para ella. Aquello era lo más tierno y hermoso del planeta.

En otra parte, no muy lejana a esa. El Dragneel la veía con el sigilo propio de un gato, la había visto desde que, tiempo atrás, ella se había levantado al escuchar el llanto proveniente de la habitación en la que ahora se encontraba. El marco de la puerta le parecía una distancia prudente para observarla, había llegado con intención de "alegrar el ambiente" tal vez habría hecho una broma o dos. Pero cuando se fijo bien en el cuadro frente a sus ojos, no pudo evitar el prácticamente sellar su boca y admirar el acontecimiento. La chica rubia tenía los ojos suavemente cerrados tal vez, sin darse cuenta, daba pequeños saltitos para mecer al no tan recién nacido, hasta podría jurar que estaba regulando su respiración para que esta acompasara el delicado momento.

Junto un poco más el bulto a su pecho, utilizando la suavidad de sus pechos, valga la redundancia, para acomodarlo mejor, volvió a abrir sus ojos y un brillo especial emanaba de ellos. Mientras caminaba, no pudo evitar identificar al hombre que permanecía de pie a una corta distancia de ella.

-Ya se durmió –Susurro la chica segura de que el peli rosa la escucharía sin problema por la sensibilidad de sus oídos.

Él no dijo nada. Simplemente sonrío, sonrío como tantas veces lo hacía. Pero las sonrisas que le daba a ella, eran diferente; esas sonrisas sí que eran especiales, porque no sonreía él, sino su corazón.

Se acerco a pasos cortos justo al lado de ella. Estiro ligeramente el cuello para observarlo mejor. Ese pequeño que podía hacer de sus vidas un infierno y a la vez el mismísimo paraíso, y más para un dragón Slayer, sí que lo sabía. Cabe recordar que por la sensibilidad auditiva que él poseía, escuchar a su hijo por las noches era un verdadero martirio, el niño tenía unos increíblemente potentes pulmones, igual que él… Pero eso lo hacía sentir grande, llenaba su pecho de orgullo cada vez que le decían que su hijo se parecía a él. Y había otras tantas veces, que aunque muy pequeños fuesen los momentos, él sentía que podía morir en paz; Como ese, por ejemplo, el simple hecho de ver a Lucy, la madre de su hijo, cargando a ese pequeño que era la perfecta mezcla de ambos. Era lo que realmente se podía llamar felicidad. Cuando había nacido y lo había sostenido por primera vez en brazos, cuando había visto a Lucy darle de comer por primera vez y por fin había entendido la verdadera importancia que tiene un madre, cuando salieron juntos celebrando al nuevo miembro de la pequeña familia que tenían; para que lo conociera su no tan pequeña familia: Fairy Tail, cuando había peleado realmente por primera vez con Lucy porque esta se encontraba desmesuradamente fatigada por las noches en vela, cuando llorando le había pedido perdón por haberle gritado, cuando había entendido lo importante que eran las peleas en un matrimonio ya que con estas luego viene la calma y se solucionan los problemas, cuando dos meses después del nacimiento había habido un huracán y se había "refugiado" todos en el mismo cuarto que el Dragneel había construido específicamente para la seguridad de su familia, cuando lo había llevado a conocer a su abuelo: Igneel, por el cual poseía su nombre. Porque el bebé también se llamaba Igneel. Por todas esas cosas, Natsu podía dar gracias, se sentía feliz de ser quien era. Y no lo cambiaría por nada.

Porque por fin algo, había hecho a su corazón latir.

Cerró sus ojos recordando cada uno de aquellos momentos… Y muchos, muchos más que seguramente recordaría cuando más distraído se encontrara. Abrió sus ojos nuevamente cuando escucho ciertas palabras salir de los labios de su primogénito, otra experiencia bellísima que recordaría por el resto de su vida, porque esa noche. Esa mismísima noche, su hijo lo había llamado por primera vez: "papá".

Fin


Ok, espero que les haya gustado. Sé que puede ser un poco cursi, pero, así como yo, hay muchas personas que disfrutan de este tipo de lectura. :)