Hello!
Acá 777thHeaven con una nueva historia….
Como sabrán aquellos que me leen, ando en depresión por que el fandom ha estado decayendo un poco… Por eso quisiera pedir su ayuda para revivirlo… Afff *pone cara triste*
De la historia puedo decir que se sitúa en un universo alterno (como siempre), quizás tenga un poco de OoC, pero igual espero que la disfruten.
Advertencia: Los personajes de Bleach son propiedad de Tite Kubo. La historia es enteramente de mi persona y puede contener palabras obscenas, escenas fuertes de sexo y/o violencia. Probablemente, aparición de OC.
1
Cabellos
El olor a tierra y humedad se extendía por todo el ambiente inundando las fosas nasales de quién se atreviera a poner un pie en ese lugar. A medida que descendieras en las profundidades de la cueva, notarías el tóxico hedor expedido por criaturas venenosas y la peste de los cuerpos en descomposición.
El sitio en cuestión era una montaña de tipo rocosa que colindaba con el Bosque de Las Noches al que la mayoría de los humanos jamás osaba acercarse. Existía un pequeño camino que desde la parte más oscura del bosque, se alzaba serpenteante hasta la cúspide de la montaña, donde una acumulación de rocas al agrietarse con el paso del tiempo, dio como resultado una cueva siniestra que en su interior contenía una serie de pasadizos laberinticos. Aquel sitio era el escondite perfecto para las criaturas rastreras, las cuales rehuían cualquier atisbo de sol, procurando mantenerse ocultas y trabajar en las sombras.
Los más incrédulos decían que eran cuentos para asustar a los niños. Los más crédulos, con solo escuchar nombrar al sitio llamado "Hueco Mundo" rezaban por protección para sus seres amados y ellos mismos.
Se decía que los demonios y bestias más malignos hicieron de esa montaña su guarida, por lo que nadie se acercaba a ese lugar, ni siquiera los valientes cazadores que se encontraban al servicio de la Reina.
Sin embargo, aquella mañana los pasos apresurados rompían el silencio dentro de la caverna. El lugar estaba sumido en una completa oscuridad, mientras una luz se distinguía en la distancia. Las siluetas de un hombre y una mujer se dibujaron entre las sombras.
El hombre, que llevaba una especie de máscara de metal con forma de calavera, le sacaba algo de ventaja a la mujer que le acompañaba, ya que era de complexión mucho más atlética. Además, la joven parecía cansada en extremo.
Ella se detuvo un momento para que el putrefacto aire entrara en sus pulmones, inclinándose hacia adelante y apoyando sus manos en sus rodillas. Las piernas le temblaban un poco y la vista se le nublaba. Lo único en lo que podía pensar era en que aún tenía tiempo para huir antes de que la criatura se acercara del todo. El hombre ya no estaba. No porque la hubiera abandonado a su suerte. No. La realidad es que no se había percatado de la ausencia de ella hasta que se detuvo por creerse a salvo.
Al notar su ausencia, comenzó una carrera de regreso sobre sus pasos para hallarla. Cualquier otra persona se habría perdido en aquel lugar, pero él no. Lo conocía bastante bien, gracias al entrenamiento que había tenido. Corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas, verificando en los recovecos con los que se encontraba para confirmar que la chica no se hubiese desviado de la ruta planeada.
La localizó pocos minutos después de haber emprendido su búsqueda. Se paró en seco en cuanto la vio.
_ ¡Orihime!_ le llamó para que caminara en dirección a él.
La joven mujer alcanzó a alzar un poco la cara, tenía un leve color purpureo, ojos rojos y por la forma en la que jadeaba, aparentemente no podía respirar. Se acercó hasta ella.
_ Mierda…_ susurró al estar cerca.
Se inclinó para quedar a su altura examinando su cara, mientras se quitaba un pequeño artefacto de su espalda, el cual estaba conectado mediante cables rojos con la máscara que llevaba puesta. También se quitó esta, dejando ver una quemadura leve en la parte derecha de su rostro que se extendía por parte de su cuello.
Colocó la máscara a Orihime y la ajustó a su cara que era un poco más pequeña que la de él.
_ ¿Puedes caminar?_ preguntó apartándole algunos cabellos naranja de la cara, aliviado de que sus glóbulos oculares volvieran a tener el blanquecino color usual.
_ D-Dame unos segundos, por favor_ respondió ella con voz queda.
Él se levantó, dejándola descansar por unos cuantos minutos sin dejar de vigilar el perímetro. Agradecía que su perseguidor era tonto y muy lento. Incluso Orihime había conseguido dejarlo atrás a pesar de que correr definitivamente no era su mayor talento. Aun así, debían estar alerta ante cualquier ruido.
La joven consiguió ponerse de pie.
_ Estoy lista, Ulquiorra_ le informó al chico a su lado, a lo que este asintió.
Continuaron por el camino que habían planeado, mucho más lento de lo que inicialmente se propusieron debido a las dificultades respiratorias de Orihime. El chico seguía vigilante
_ ¿Cómo no te afecta este lugar? Quiero decir, mírate, caminas normalmente y yo casi tengo un ataque_ preguntó Orihime con curiosidad.
_ Cuando era niño venía acá con mi padre. Podría aguantar cinco o seis horas en este lugar antes de empezar a sentirme mal_ respondió Ulquiorra tranquilamente _ Supongo que es una de las pocas cosas que le agradezco sinceramente.
Un silencio incómodo se hizo entre los dos. A Ulquiorra no le agradaba hablar de su padre. Y realmente a ella tampoco.
_ Además, es evidente que tu condición física no es la mejor_ comentó él en tono de reproche. En miles de ocasiones le había instado a entrenar mucho más.
_ Lo siento_ fue la respuesta de ella mientras ponía cara de tristeza.
A la distancia se oyó un ruido, como una de las paredes de la cueva derrumbándose, lo cual causó un sobresalto en Orihime. Ulquiorra se puso alerta oteando el área a fin de encontrar el origen del estruendo. Sin embargo, el eco ocasionado impedía tal tarea.
_ ¿Puedes ver de dónde viene?_ preguntó Ulquiorra. Ella asintió.
Se quitó su guante negro de piel. Respiró. Extendió su brazo hacia el frente, separando sus dedos lo más que pudo, dejando que la fría brisa bailara entre ellos y esperó. Nada. No veía nada. Esperó unos cuantos segundos más, hasta que la imagen se dibujó antes sus ojos tan claro como si estuviera sucediendo en ese mismo instante. Una criatura infernal impactaba contra la pared de escombros de su derecha.
_ ¡En cinco segundos aparecerá un bicho raro por la derecha!_ le gritó Orihime a Ulquiorra avisándole del breve futuro que vaticinó, con el rostro crispado por el horror.
Ulquiorra alcanzó a apartar a Orihime del camino justo antes de que la criatura, que ahora identificaban como un troll, colisionara con la pared de escombros que no tardó mucho en ceder hacia el suelo, justo como había visto la joven en su predicción.
Tras caer ambos jóvenes al suelo, el chico se levantó rápidamente y arrojó una pequeña esfera de color grisáceo que al chocar con el duro suelo a los pies de la bestia, comenzó a expedir un espeso humo negro.
_ ¡No respires!_ le ordenó a Orihime a la par que la levantaba del suelo, la ponía sobre sus hombros y corría, alejándose lo más posible del humo.
Con la caída se había lastimado un poco la pierna, y llevar a la mujer cargada lo hacía moverse más lento. El efecto de la bomba de humo no duraría mucho y dadas las condiciones en las que se encontraban, no llegarían muy lejos antes de que el troll los alcanzara.
Zigzagueó. Derecha. Izquierda. Y repitió estos movimientos hasta vislumbrar un poco de luz. Corrió a toda velocidad hasta salir completamente de la cueva. Lo que no esperaban era encontrarse de frente con una pendiente y una caída de al menos 200 metros.
_ ¡Mira!_ exclamó Orihime señalando a unos cuantos metros sobre sus cabezas una especie de madriguera o cueva. La superficie parecía escalable.
Se apresuraron hacia la caverna procurando no tomar rocas que se pudieran desprender fácilmente o lastimarse con cualquiera de las salientes filosas que iban hallando por su camino a la madriguera. A los pocos minutos ya se encontraban en la "seguridad" del refugio.
_ ¡Qué asco….! Huele como a popo de algo…_ expresó Orihime arrugando la nariz bajo la máscara.
Inspeccionaron el pequeño lugar, y en efecto, se toparon con el origen del olor. Una sustancia verde de aspecto gomoso en una esquina con lo que parecía ser un cadáver de un animal a medio descomponer.
Ulquiorra se inclinó para examinar la sustancia, tomando un poco de la misma con su dedo índice y observándola detalladamente con sus oscuros ojos.
_ Vómito de troll_ dijo mientras estudiaba la elasticidad de la sustancia entre sus dedos.
_ Eso es asqueroso_ declaró Orihime acercándose a la salida de la caverna, procurando alejarse lo más posible de Ulquiorra y el repugnante hedor. Él en cambio, tomó más del concentrado vómito de troll en sus manos.
Orihime no lo vio venir ya que estaba mirando distraídamente hacia la inmensidad del Bosque de Las Noches. Ulquiorra se acercó a ella tan silente como un gato, y a continuación vertió el contenido de sus manos en la cabeza de la pelinaranja, procurando que el vómito empapara todo su cabello.
La babosa sustancia se dispersó hacia su frente y cara, dejando una sensación desagradable a su paso y un olor mucho peor. Orihime tuvo que hacer un esfuerzo por no vomitar.
_ ¡Ugh! ¡Ulquiorra! ¡Qué asco!_ le espetó la chica al borde del desmayo.
_ ¡Shh! _ le calló Ulquiorra poniendo un dedo a una distancia prudente de sus labios para no llenarse de vómito_ Esto nos funcionará como camuflaje. Escucha. _ volvió a hablar viendo que ella estaba más calmada pero aún cara de que se iba a desmayar en cualquier momento_ La bomba que le lancé está diseñada para atrofiar el olfato y la vista de las criaturas, de esta forma será mucho más fácil ocultarnos de él para cortar su cabeza y conseguir el bendito pelo.
_ ¿No escuchaste lo que dijo la señora Unohana? Debe ser un pelo de reina troll, de lo contrario, la poción atrapasueños no funcionará_ replicó Orihime a pesar de estar asqueada por el nauseabundo hedor
_ Yo nunca he visto una "reina troll"_ comentó Ulquiorra tomando vómito y esparciéndolo cuidadosamente por su largo cabello negro, brazos y cuello.
Orihime se distrajo por unos segundos al ver la pronunciada cicatriz de su cuello. Esa marca la perturbaba siempre que la veía. Parpadeó velozmente y prosiguió.
_ Se dice que solo nace una hembra troll cada 100 años, y básicamente hace lo mismo que una abeja reina. Es decir, se dedica a reproducirse y criar a los… ¿bebés trolls?_ culminó en tono de pregunta
_ Un sueño hecho realidad. Debiste haber nacido troll…_ mencionó Ulquiorra sarcásticamente. La chica rio un poco ante el comentario.
_ Muy gracioso. En fin… cuando una reina troll tiene una hembra, es símbolo de que su reinado ha llegado a su término y cuando esta alcanza la madurez, la antigua reina es comida viva por todos los miembros de su tribu. Lindo ¿no?
_ Hermoso_ respondió sarcásticamente el chico algo impactado por la historia.
_ Creo que tiene que ver con algo de "traspasar la sabiduría de la reina al pueblo" o algo así_ comentó Orihime encogiéndose de hombros_ ¡Que estupidez!
_ Bueno, los trolls no son exactamente las criaturas más inteligentes… es de esperar. Lo que me preocupa es ¿dónde encontrarla?_ dirigió su mirada a Orihime y agregó_ tu no vas a resistir mucho tiempo en este ambiente tan tóxico, incluso si llevas mi máscara puesta.
_ Evaluemos nuestras opciones, aunque deberíamos enfocarnos en salir vivos de acá y luego buscar a la reina troll_ dijo Orihime sentándose en el sucio suelo de la caverna, cerca de la salida donde la corriente de aire lograba disimular el fuerte olor a vómito que ahora expedía.
El hombre se situó al lado de ella en la entrada de la guarida, escaneando el terreno con la finalidad de detectar algún posible enemigo. No vio nada.
_ Deberíamos bajar_ dijo Ulquiorra a Orihime.
_ Deberíamos separarnos, de esa forma cubriríamos más terreno…_ Orihime no pudo terminar la frase ya que su joven acompañante la cortó tajantemente.
_ No.
_ ¿Por qué?_ replicó ella.
_ Porque no y no lo voy a discutir.
Orihime frunció el ceño. En ocasiones, él se portaba demasiado sobreprotector. Era eso o la creía una completa inútil. Le molestaba su actitud. Abrió la boca para comenzar a exponer su punto cuando fue interrumpida nuevamente por él.
_ Escúchame bien_ situó sus ojos negros sobre ella y continuó_ Kurosaki en condiciones normales quiere asesinarme, no imagino que hará si te llegase a pasar algo. No hagas las cosas más difíciles para mí_ evaluó la reacción de Orihime, quién no se había inmutado ni un poco con sus palabras_. Piensa que me estás evitando un problema.
Con estas palabras ambos comenzaron a descender por la rocosa superficie, tal como habían subido, solo que ahora debían tener más cuidado debido a la sustancia viscosa y maloliente que los cubría.
Una vez abajo, Ulquiorra examinó el suelo tratando de encontrar huellas u anomalías que le indicaran que algo más había pasado por allí en el corto plazo, pero además de sus propias huellas, no pudo identificar nada extraño.
_ ¿Puedes ver el futuro?_ preguntó el joven.
Ella, hizo lo mismo que tiempo atrás, y espero que la fría brisa bailara entre sus dedos, con la diferencia de que esta vez ninguna visión vino a ella.
_ No veo nada. Aquí todo está muerto… excepto tú_ Orihime dudó por un momento y decidió seguir_ Podría ver en tu futuro, si así lo quisieras_
_ Detesto que intentes hurgar en mi mente. Especialmente cuando en vez de mi futuro, te metes en mi pasado_ dijo esto echando una mirada de reproche a la joven.
_ ¡Solo fue una vez y no fue adrede!_ se defendió, a pesar del escalofrío que recorrió su cuerpo al recordar lo que había visto en el pasado de él.
_ Igual detesto que estés en mi mente. Vamos.
Retomaron la búsqueda en silencio, tratando de hacer el menor ruido posible, porque mientras más se adentraban en las oscuras paredes que cubrían la caverna, el aire se volvía cada vez más pesado, casi putrefacto, mientras que las lagartijas y ratones que abundaban por el lugar, hacía rato que habían desaparecido.
A pesar de que Ulquiorra había caminado por allí cuando era un niño, en ese tiempo, aún no estaba ocupado por los trolls, motivo por el cual no sabía a ciencia cierta donde podía estar ubicada su guarida. Lo mejor era buscar en los lugares más oscuros y profundos, el problema radicaba en que en ese sitio todo estaba oscuro.
Finalmente, llegaron a un remanso mucho más espacioso e iluminado gracias a ciertas aberturas que poseía el techo. Podría decirse que era exactamente igual que el resto de la caverna, en otras palabras, paredes de roca caliza y piso algo pantanoso. No obstante, a diferencia de los otros partes que habían visitado, este sitio tenía cinco caminos que seguir. A estas alturas, ambos ya estaban visiblemente cansados.
_ Dejémoslo por hoy… Volvamos mañana. Ichika deberá permanecer despierta esta noche, pero así no correremos riesgos_ habló Ulquiorra deteniéndose.
_ Eso no será posible. Nos tienen rodeados. Atacaran en un minuto o tal vez dos_ respondió Orihime crispada de miedo.
Inmediatamente, el chico se situó al lado de ella. Desenfundó la pistola que tenía asegurada en el cinto y la chica hizo lo mismo pero tomando un arma más pequeña que la del hombre.
Posicionó sus ojos castaños en la pistola entre sus manos, y vio como estas temblaban ligeramente. Un suave gemido de terror escapó de sus labios aún cubiertos por la máscara.
_ Lo harás bien_ dijo Ulquiorra con un tono mucho más amable y suave que de costumbre.
Orihime asintió. El ruido de la horda de trolls acercándose los puso aún más alerta.
Desde la izquierda aparecieron varios trolls, algunos todavía se encontraban ocultos entre las sombras. El primero en llegar trato de abalanzarse sobre Orihime dejando ver sus grandes dientes amarillentos, hasta que una bala puntiaguda atravesó su cerebro. Cayó unos pasos alejado de la chica.
Ambos disparaban a diestra y siniestra, parándose solamente para recargar las balas, en cuyo caso, su espalda era cubierta por el otro que no estuviera recargando.
El lugar se había tornado en un mar de viseras, sangres y aullidos, pero no por eso dejaban de aparecer esos bichejos. Ulquiorra agradecía mentalmente, que los enemigos con los que se enfrentaban actualmente fueran mucho más pequeños que aquel que los perseguía tiempo atrás. El problema es que ellos parecían ser infinitos y las balas que tenían en su poder no lo eran, de hecho, Orihime ya no tenía y retrocedía lentamente mientras un troll se acercaba a la mujer. Una lucha cuerpo a cuerpo con esas criaturas sería mucho más peligroso para ella que dispararles. Debían ser más precavidos.
Guardó el arma en el cinto, justo en el mismo lugar de donde la había sacado, y entregó a la pelinaranja los peines donde se hallaban las últimas balas que le quedaban. Los trolls comenzaban a estar cada vez más cerca. A estas alturas ya no había ningún sitio donde escapar.
Ulquiorra pateaba con destreza a cada monstruo que se le acercaba. Mientras que Orihime disparaba en ocasiones, y en otras hacía lo mismo que su acompañante, un poco más torpe, pero igual de efectivo. Súbitamente se escuchó un estruendo, y los pequeños trolls dejaron de atacar, retrocediendo lentamente. Entre las sombras, se podían distinguir varias siluetas de al menos 2 metros, más corpulentas que las que les hicieron frente inicialmente. Una de las figuras, lanzó una cadena hacia ellos con una enorme bola de metal con púas en la punta.
Un golpe seco y un dolor penetrante sintió Orihime, a la par que se veía a si misma volando hasta chocar contra una pared.
_ ¡Orihime!_ exclamó Ulquiorra corriendo a su ayuda. Respiraba con dificultad y tenía una mueca de dolor en el rostro, pero aún se encontraba viva.
Sacó el cuchillo de su cinto y arremetió contra las bestias que se interponían entre él y su objetivo, es decir, el enorme troll con la bola de púas que había atacado a la mujer. Esquivaba con facilidad a quienes lo atacaban y en retorno desgarraba el cuello de sus oponentes, separando sus cabezas de sus cuerpos.
Cuando estuvo frente a frente al troll, tomó su cuchillo por la parte metálica y lo arrojó justo al ojo de la bestia. La criatura chilló de dolor, mientras se retorcía y accidentalmente lastimaba a sus camaradas, salpicando de espesa sangre negruzca a todos. El barullo de la troll era la distracción perfecta para escapar. Tomó a la chica cuidadosamente para no lastimarle más sus costillas rotas, y emprendió el camino de regreso. Pero su escape fue frustrado cuando súbitamente sintió algo que se enroscaba en su cuello y con la llegada de esta sensación, sus fuerzas comenzaron a desfallecer.
…
El agua fría mojando su cuerpo fue lo que la despertó, e inmediatamente un dolor punzante y agudo en su costado izquierdo. Tenía la visión borrosa, pero poco a poco se fue aclarando. Estaba atada, al igual que Ulquiorra. Dirigió su mirada hacia arriba y pudo observar que estaban rodeados de trolls, pero que no parecían tener interés en atacarlos o comérselos, sino que más bien se encontraban expectantes.
Cuando miró hacia al frente entendió por qué. Se encontraban en la sala del trono y justo frente a ellos la mismísima Reina Troll, con su corona hecha de huesos humanos, su piel verde, áspera y verrugosa, sus dientes torcidos y amarillentos, ojos grandes y desorbitados y el cabello castaño más ridículamente hermoso que Orihime había visto en su vida cayéndole como una cascada y ocultando lo que parecían ser sus senos desnudos.
_ ¿Vhar quir domaze et Gruzula, Querr da Hawar Drokk?_ bramó la reina troll con gruñidos inentendibles para los humanos, pero que Orihime entendió perfectamente… "¿Quién osa molestar a Gruzula, Reina de Las Noches?"
Orihime vaciló por un momento. Ulquiorra estaba más pálido que de costumbre.
_ Q-Qhaer O-O-Orihime_ tartamudeó dudando de lo que estaba por decir_ e Ulquiorra… qha v-virzhoner.
_ ¿Virzhoner?_ preguntó la Reina emitiendo un gruñido que podría confundirse con curiosidad o ansía.
_ ¿Qué le estás diciendo?_ preguntó Ulquiorra por lo bajo.
_ Le dije que soy una adivinadora… estoy pensando como escapar.
La Reina troll se levantó con pesadez de su asiento y comenzó a dar un discurso a sus súbditos, los cuales respondían golpeando las paredes y gruñendo.
_ Ha llegado al fin a nuestro reino el poder de la magia, desvanecido… no tengo idea de que más dice_ traducía con voz baja Orihime para que Ulquiorra estuviera al tanto de la situación _ sigo sin tener idea de lo que dice… ¡Ah! Con esto seremos capaces de invadir el reino de los hombres…
Mientras la reina continuaba con su discurso, un troll se acercó a cortar las ataduras que la aprisionaban. Logró ponerse en pie con dificultad, sintiendo aún el escozor de la herida que tenía.
_ ¡Calé!_ ordenó la reina troll para que Orihime se posicionara en frente de ella_ Wae… virzhae, virzhoner.
_ ¿Adivina, adivinadora?_ pensó la mujer_ Como si fuera tan fácil, bestia asquerosa y descerebrada…
_ ¿Dhar reerns saer, Gruzula Querr da Hawar Drokk?_ le preguntaba que deseaba saber, mientras se arrodillaba en señal de servicio a ella. La troll sonrió mostrando sus dientes chuecos.
_Qha reernsi saer, ganzeret hooman_ contestó la reina con una sonrisa malvada en su rostro.
_ ¿Cómo acabar con la raza humana?_ pensó nuevamente…_
Se frotó las manos tratando de ganar tiempo. Respiró, inhalando y exhalando, relajándose para que sus poderes fluyeran con mayor rapidez. Extendió ambos brazos a los lados, como si estuviera tocando una pared invisible. Nada venía a ella…
_ En un apuro estás y solo con una muerte te salvarás_ escuchó en su cabeza esa suave voz femenina que conocía tan bien, mientras las imágenes venían a su mente tan claro como si estuviera sucediendo en ese mismo instante.
Dudó. Tragó saliva y habló.
_ Ganzaret hooman… Qhaer reernsino dothrisu sangra magicalle_ dirigió su mirada a Ulquiorra, tratando que de alguna forma lograra entender cuál era su plan.
Los bramidos y gritos de excitación de los trolls que se encontraban presentes, inundaron la sala del trono, dejando a la joven mujer aturdida. No sabía que hacer exactamente. Su visión había sido tétrica y realmente no encontraba en su cabeza una solución que no terminara en desastre.
Uno de los trolls que era guardia de la reina, por lo que pudo ver, le gruñía y enseñaba los dientes en señal de desagrado y se acercaba lentamente a ella como para alentarla o amedrentarla.
No estaba muy segura de lo que iba a hacer a continuación, pero solo había dos opciones. O salían juntos o no salían.
Con mucho cuidado, se aproximó a Ulquiorra y dibujó aleatoriamente símbolos que podrían pasar por pentagramas mágicos. Ignoraba cuanto sabía la Reina Gruzula de magia, pero consideraba que lo mejor era ser lo más convincente posible. Si todo salía como ahora lo veía en su cabeza, no solo iban a salir vivos de esa, sino que también obtendrían aquello que buscaban con ansias.
_ Vas a tener que sangrar _ le dijo casi en un susurro a Ulquiorra.
El hombre asintió levemente.
_ Mae, Querr Gruzula… Qhazir be zooler. Sangra magicalle ducol er gedaroka. Reernsi a fine_ Debemos quedarnos solos. La Magia de Sangre puede ser peligrosa. Necesito una daga, era lo que decía Orihime.
La reina dudó por un segundo, pero finalmente ordenó a todos salir del recinto, no sin antes hacer que uno de sus guardias entregara a la pelinaranja un pequeño cuchillo oxidado.
Los trolls se esfumaron rápidamente, como cucarachas entrando en las pequeñas cuevas que rodeaban la sala de trono.
Con el pulso temblando, tomó el cuchillo y rasgó las ataduras de su compañero y posteriormente clavó el mismo en el pectoral derecho del joven. Esperaba no haber lastimado demasiado sus pulmones. Ulquiorra estaba en silencio, aguantando el dolor mientras ella bramaba a viva voz "sangra magicalle" varias veces. Durante el segundo que sus miradas entraron en contacto, lograron entenderse.
_ Vize, ma Querr_ dijo situándose al lado de Ulquiorra mientras invitaba a la reina a beber la sangre del humano.
Orihime temblaba en su sitio, mientras la reina troll se hincaba ante el herido hombre, quién rápidamente sacó el cuchillo de su brazo, tomo el cabello de la troll entre sus dedos y cortó antes de que ella pudiera reaccionar, y con esa misma agilidad desgarró un costado de su grasoso cuello.
Tan rápido como la Reina Gruzula empezó a gritar, la sala del trono se llenó con los pequeños trolls que la habían inundado antes y de aquellos gigantes con bolas de púas que los atraparon tiempo atrás.
La pelinaranja prácticamente llevó a rastras a Ulquiorra en dirección a la que sería su única salida. Se situaron estratégicamente tras la silla real y aguardaron.
Dos trolls gigantes corrieron lo más rápido que pudieron para embestirlos, pero ellos fueron más veloces y lograron esquivar el ataque, trayendo como resultado que el trono real y la pared de rocas detrás del mismo fueran destrozados. Sus atacantes cayeron por el acantilado que habían creado.
Ulquiorra y Orihime miraron el torrente de agua que pasaba justo enfrente de ellos. Con suerte, se arrojarían a la cascada y vivirían.
El pelinegro le dio a Orihime los cabellos de la Reina Troll. Ella los tomó y aseguró con prisa. Los trolls comenzaban la arremetida contra ellos…
Sus miradas se encontraron por un momento. El asintió. Ella asintió y ambos saltaron hacia al cascada
Fin del capítulo 1
N/A: Hola pequeñines… espero les haya gustado este capítulo. Es un poco raro, pero luego iré explicando mejor las cosas.
Recuerden que para mí es muy importante saber sus opiniones y críticas, así que dejen un review con sus dudas y comentarios, que con mucho gusto les responderé
Besos!
