TODOS MIS DESEOS
Disclaimer: Ni los personajes ni la serie bleach me pertenecen… aunque sería bueno que así fuese!
No era casual, pero una vez al año, el séptimo día del séptimo mes, el seireitei se vestía de fiesta para celebrar el tanabata o festividad de las estrellas. Hacía siglos que esta -entre otras escasas festividades- era celebrada en el seireitei. Nadie sabía explicar cómo ni cuándo comenzó aquella tradición, pero fielmente la seguían.
El lugar de celebración eran los enormes jardines del primer escuadrón, tan grandes como para albergar a tres veces la población del lugar. El enorme lago que allí se encontraba era el centro del tanabata. Su alrededor era adornado con cañas de bambú y faroles de estilo japonés.
Ese día todos los escuadrones–o casi todos, con excepción del número 12, a quien no le interesaban tales festividades- daban el día libre para que sus miembros pudiesen prepararse para aquella maravillosa futura velada que comenzaría aproximadamente a las 7.
A pesar de la reciente traición de Aizen, Ichimaru y Tousen se vivía un clima de suma distención, muy agradable por cierto. Todos se encontraban eligiendo sus yukatas y pensando sus deseos, todos con excepción de un joven alto de atlética figura y cabellos oscuros, que se encontraba trabajando arduamente en su escuadrón, porque ahora debía asumir todas las funciones de un capitán, a pesar de ser él un teniente.
Jamás hubiese imaginado que las tareas de un capitán fuesen tantas, después de todo cuando Kaname Tousen aún era capitán del 9º escuadrón, él tenía todo el trabajo y dejaba a sus subordinados muy tranquilos, de cualquier manera eso era historia pasada.
-¿Todavía aquí, Hisagi?-preguntó abriendo la puerta un joven rubio que lucía una yukata color verde oscuro. Era el teniente del tercer escuadrón, Kira Izuru.
-Los quehaceres parecen no terminar jamás-comentó observando con poco interés un papel que tenía sobre el escritorio.
-Deberías dejarlo, se suponía que teníamos el día libre para poder prepararnos, y poco tiempo te queda para hacerlo-recordó-No querrás perderte la celebración, ¿Verdad?
Realmente no estaba con ánimos como para celebrar nada, no le parecía el momento adecuado para distraerse de tal manera. Pero por otro lado, había una cosa que realmente le agradaba de esa noche, y era poder verla y pasar tiempo con ella, sin preocupación alguna, y sin estar ebrios.
-Yo creo que deberías ir. No puedes perderte una oportunidad así-comentó refiriéndose a aquella rubia y hermosa mujer que inundaba sus pensamientos día tras día-El trabajo podrás hacerlo mañana, pero esto no. De todos modos no tendrás menos trabajo por eso-agregó serio. Kira, al ser el teniente del 3º escuadrón, también había tenido que asumir todas las labores de capitán, comprendía el trabajo que Shuuhei tenía.
Se puso de pie y apoyó las manos sobre la mesa, mirándola fijamente. Es cierto, debía ir, necesitaba distenderse, y además necesitaba verla. Hacía tiempo había decidido que la noche del tanabata sería cuando finalmente revelaría sus sentimientos a la mujer que amaba.
Siguiendo el consejo de su amigo y compañero de copas se retiró para poder elegir su yukata. Honestamente, jamás habían sido de su agrado, pero era tradición el tener que usar una en esta fecha. Se decidió por una color azul oscuro, con pequeñas e imperceptibles rayas en un tono más claro, y la personalizó: le arrancó las mangas, quedando así sus fuertes brazos al descubierto.
Era una cálida tarde de verano y el sol comenzaba a caer dando inicio a la celebración.
Sabiendo que el joven podría desistir –por temor a tener que enfrentar sus sentimientos- sus amigos Abarai Renji e Izuru Kira irrumpieron en su habitación pocos minutos después de las siete de la tarde.
-Vamos, se nos hace tarde-Renji, luciendo una yukata negra, tomó del brazo a Shuuhei quien no tuvo tiempo de reaccionar y se dejo arrastrar por él hasta los jardines del 1º escuadrón.
Para cuando ellos tres llegaron, todos se encontraban en el lugar. La busco disimuladamente con la mirada, y finalmente, a lo lejos, la encontró hablando alegremente con Isane y Nanao, las tenientes del 4º y 8º escuadrón, respectivamente: Jamás había visto mujer más hermosa que ella. Sus dorados y largos cabellos, que caían como una cascada por su espalda, se encontraban adornados por un mono rojo de gran tamaño y lucía una preciosa yukata color lavanda adornada con rosadas sakuras. Su iluminado rostro, su hermosa sonrisa, todo aquello logró derretir al joven, quien no tardó en sonrojarse al oír los comentarios de sus amigos.
-Creo que hoy es tu día de suerte, Hisagi-tras decir eso, Renji le dio un golpecito con el codo, para llamar su atención.
-Matsumoto se ve realmente hermosa hoy- "Ella es siempre hermosa" pensó Shuuhei sin apartar sus ojos de ella-No deberías desaprovechar esta oportunidad-añadió Kira.
Ella volteó, los vio y saludó agitando su mano con una gran sonrisa. El joven no pudo evitar ponerse aún más rojo, un fuerte calor recorría su cuerpo.
-Parece que ya nos ha visto-comentó Renji en tono picarón a su amigo y luego tomó nuevamente su brazo para acercarse a ella-Buenas noches, Rangiku-san-saludó cuando por fin estuvieron a su lado.
-Buenas noches muchachos-saludó efusivamente-Es bueno por fin verlos, por un momento creí que no iban a venir.
-Difícilmente podríamos perdernos esto. Por cierto ¿Has visto a Rukia?
-Oh si, Kuchiki-san se encontraba con Kuchiki Taichou cerca del lago-señaló hacia una dirección.
-Muchas gracias Rangiku-san, con permiso-tras decir eso se retiró, cuando se encontró de espaldas a Matsumoto guiñó un ojo a Shuuhei sin disimulación alguna, sonrió alegremente y continuó haciendo muecas hasta que estuvo suficientemente lejos.
Por todos los medios evitó mirar a aquel pelirrojo, para evitar el sonrojarse aún más, desvió la vista, luciendo una mirada dura con la que intentaba disimular el nerviosismo que le producía el estar cerca de aquella mujer.
-Matsumoto ¿Sabes si Hinamori vendrá hoy?
-¡Claro que vendrá! No se encuentra en las mejores condiciones, pero jamás se perdería el festival, Kira-sonrió amablemente-Todavía debe estar vistiéndose.
-Entonces, creo que iré a ver si puedo encontrarla. Con permiso, que se diviertan-y con la primera excusa que vino a su mente se retiró para dejar a aquellos dos solos, no sin antes darle una palmada en la espalda a Shuuhei en señal de apoyo y aliento.
Isane y Nanao hacía tiempo que se habían retirado, estaban oficialmente solos.
Se hizo un minuto de incómodo silencio para Shuuhei. Ella se encontraba mirando maravillada todo lo relativo a aquella celebración, el ánimo que tenían todos la ponía muy feliz. Él no podía hacer otra cosa que admirar su belleza, embobado, imposibilitado de decir alguna cosa a causa de sus nervios.
-Creo que el seireitei realmente necesitaba un día como este-comentó rompiendo el silencio la rubia mujer-Es como si los problemas no existiesen, hoy todos están felices.
Él sonrió, ella era tan cálida. Le sorprendía el verla así tras la reciente traición de Ichimaru. Hacía tiempo que junto con ella y Kira trataban de superar el haber sido engañados, rezaba porque ella ya hubiese superado a aquel tipo, que jamás la había merecido.
-Es una noche muy hermosa ¿No lo crees Hisagi?
"Nada es tan hermoso como tú, Rangiku"
-Sí, realmente hermosa-comentó casi de manera automática.
-¿Sabes la historia detrás del tanabata?-le sorprendió que le hiciera esa pregunta. Negó con la cabeza esperando oír su respuesta-Es una famosa leyenda, de la princesa y el pastor. La , Princesa Tejedora era la hija del Rey Celestial. Ella tejía telas espléndidas a orillas de la Vía Láctea. A su padre le encantaban sus telas, y ella trabajaba duro día tras día para tenerlas listas. Pero algo afligía a la princesa, porque a causa de su trabajo nunca podía conocer a alguien de quien enamorarse. Preocupada por su hija, el rey celestial concertó un encuentro entre ella y el , Pastor de las Estrellas, quien vivía al otro lado del río Amanogawa. Cuando los dos se conocieron, se enamoraron al instante el uno del otro, y poco después se casaron. Sin embargo, una vez casados la princesa descuidó sus tareas y dejó de tejer para su padre, al tiempo que el pastor descuidó su rebaño y dejó que las estrellas se desperdigaran por el Cielo. Furioso, el rey celestial separó a los amantes, uno a cada lado del Amanogawa, prohibiendo que se vieran. La princesa sintió la pérdida de su marido, y le pidió a su padre el poder verse una vez más. El rey, conmovido por las lágrimas de su hija, permitió que los amantes se vieran el séptimo día del séptimo mes, siempre que ella tuviera terminado su trabajo. Sin embargo, la primera vez que intentaron verse se dieron cuenta de que no podían cruzar el río, dado que no había puente alguno. La princesa lloró tanto que una bandada de urracas vino en su ayuda y le prometieron que harían un puente con sus alas para que pudiera cruzar el río. Si un año ese día está lloviendo, las urracas no pueden venir y los dos amantes tienen que esperar hasta el año siguiente.
Se hicieron unos instantes de silencio en los que Shuuhei pensó en aquella historia.
-¿Te imaginas únicamente poder ver a la persona que amas una vez al año? Eso sería terrible.
Shuuhei sabía que había algo peor que no ver a la persona que amaba: Y era el verla siempre, y no poder tocarla ni permanecer a su lado.
-Sería una verdadera tortura-comentó escueto. No comprendía que le pasaba, se encontraba con aquella mujer y lo único que podía decir eran frases cortas y duras, jamás le había pasado eso, ni siquiera cuando se reunían a beber.
-¿Ya sabes cuales serán tus deseos?
Perfectamente lo sabía, los mismos de siempre. Todos tenían el nombre "Rangiku Matsumoto" inscrito en ellos. Él asintió.
-Creo que si-mintió-¿Y tú?
-Aún me falta uno… No se me ocurre nada más que pueda pedir.
Ella seguía mirando hacia el horizonte, con una hermosa sonrisa en su rostro. Él solo pudo admirarla.
-Todavía tienes tiempo para encontrar uno más-comentó ella volteó y lo miró fijamente a los ojos, sorprendiéndolo.
Le dedicó su más hermosa sonrisa, logrando que Shuuhei se derritiese.
-Te ves hermosa hoy, Matsumoto-dijo antes de que pudiese entender lo que esas palabras significaban. Al notar lo que había dicho se puso rojo como un tomate y no apartó ni por un segundo la vista de aquel hermoso y, ahora, sonrojado rostro. Ella rió.
-Muchas gracias.
Redujo un poco la distancia entre ambos. El contacto visual entre ellos no se perdió ni por un segundo, aquellos ojos de cielo lo habían hipnotizado. Con delicadeza rozó una de las manos de la mujer con la suya, intentando tomarla.
"Su piel es muy suave" fue su primer pensamiento, jamás la había siquiera rozado.
-Vamos a disfrutar del festival juntos, ¿Quieres?-se acercó a él y lo tomó por el brazo, apoyando su rostro en el fuerte brazo del pelinegro. Esta actitud lo sorprendió, no supo cómo reaccionar. Sentía que su piel quemaba en donde ella lo había tocado.
-Sería un placer-respondió sonriente y sonrojado, sintiendo nuevamente aquel calor recorrer todo su cuerpo.
Aquella fue la mejor noche de la vida de Shuuhei Hisagi. Ni por un momento se alejó de ella, y en ese momento, era únicamente suya. Todos se sorprendieron al notar la cercanía con la que aquellos dos se trataban, si bien eran compañeros de tragos, jamás se los había visto tan cerca.
Esa noche había sido suya, como siempre debió haberlo sido. Aquellos ojos de cielo parecían mirarlo solo a él, y esa hermosa sonrisa que tanto le gustaba sonreía por y para él, estaba seguro de ello.
Finalmente la hora de escribir los deseos había llegado. Todos alegremente comenzaron a colgar los papeles que contenían sus deseos en las ramas de bambú.
-¿Ahora tienes el deseo que te faltaba?-preguntó, ella asintió sonriente.
-Los tengo todos-dicho esto colgó el papel que los contenía a una rama de bambú. Lo miró sonriente-¿Ya los has escrito?-extendió la mano para que le diese el papel, sin embargo él no le dio el papel, sino que tomó una de sus manos, y de una manera rápida pero delicada la acercó a él.
Las manos de la chica habían quedado sobre su fuerte y marcado pecho, y las de él, alrededor de su pequeña cintura. Ella no pudo evitar sonrojarse ni dejar de sonreír por un minuto.
Shuuhei no sabía lo que estaba haciendo exactamente, pero consideró que esa era una buena noche para comenzar a cumplir con todos y cada uno de sus deseos.
-Eres realmente hermosa-repitió antes de acercarse y juntar sus labios con los de ella. No encontró oposición alguna, rápidamente correspondió a aquel dulce y esperado beso. Coloco sus brazos alrededor de su cuello, reduciendo así la distancia entre ambos. Se besaron tierna y apasionadamente por unos minutos.
Finalmente Shuuhei se sentía pleno, feliz. El sentir aquellos hermosos y perfectos labios que tanto había deseado era una sensación mágica, una sensación indescriptible. Luego de unos minutos sus labios se separaron, no así sus cuerpos.
-Pensé que nunca lo harías-sus palabras sorprendieron a Shuuhei.
-¿Cómo?-preguntó no dando crédito a sus oídos sobre lo que había oído.
-Pensé que jamás me besarías-nuevamente sus labios se juntaron en un largo y prolongado beso-Gracias por cumplir uno de mis deseos-susurró al separarse.
-Gracias por cumplir todos los míos-respondió y la volvió a besar.
Gracias por tomarse el tiempo de leer mi historia. Pronto subiré unos cuantos oneshot más :).
Sus comentarios y sugerencias son siempre aceptados, gracias nuevamente y hasta la próxima!
