Primeras Impresiones
Capítulo 1
El principio
La vida no era sencilla, Eggsy lo sabía de primera mano, más en este mundo donde si eres un omega debes cuidarte, no es que los omegas fueran atacados por todas partes o discriminados, o por lo menos lo último no del mismo modo que antes, más bien el mundo en el que él vivía.
Después de la muerte de su padre nunca más se sintió a salvo, su madre se desmorono al perder el vínculo que la unía a él, ahora se enfrentaba aún difícil panorama, el de proteger a su hijo y a ella misma.
Sobra decir las formas en que Deán había terminado con su madre, al principio era amable, pero solo cuando los tenía en sus manos demostró su verdadera forma de ser, para entonces era muy tarde para alejarse, Deán era un alfa, uno peligroso.
Quizá lo único bueno que su madre pudo hacer después de su gran error, fue darle desde su niñez los supresores, era una suerte que su padre, al nacer Eggsy, insistiera en hacerle las pruebas debidas y así proteger a su hijo.
Así, nadie más que su madre sabia de su condición. Dejo la mayoría de las cosas que amaba, lo que pudo amar.
El paso de los años le mostró un mundo que el jamás deseo para sí mismo, pero aun queriendo, no podía huir, ya no, no podía dejar sola a su madre y a su hermana con el monstruo de su padrastro, su pequeña hermana era beta, eso ayudaba, por lo menos.
Algo le decía que ese día era diferente, tenía una mala espina, combinado con una corazonada, decidió ignorarlo.
Al salir de su habitación saludo a su madre y su Daisy, Deán le busco pelea y prefirió irse instado por su madre.
Paso toda la tarde con sus amigos en el bar al que solían ir siempre, que también era frecuentado por los matones de Deán que no tardaron en buscarle pelea.
Robar sus llaves fue fácil, años de práctica, disfruto tanto de ver la cara de ese idiota, que en más de una ocasión sospecho del estado de Eggsy, pero las cosas no salieron tan bien como pensó, chocar no estaba en sus planes.
No tenía a quien recurrir, Deán no dejaría ir a su madre a ayudarlo y el se encargaría de mover uno o dos hilos dentro para que le fuera peor, así que no perdía nada con intentar usar ese "favor", llamo al número de la medalla, dijo las palabras y estaba libre.
Ni el mismo se lo creía, pensaba que lo de la medalla eran alucinaciones creadas por el trauma de perder a su padre a tan temprana edad, pero ahí estaba, era verdad.
-Eggsy _ escucho una vos desconocida llamándolo detrás de el.
Y ahí estaba el, con su elegante traje, esperándolo en las escaleras de la estación de policías, un alfa, lo supo nada más verlo, imponente, se le erizo toda la piel, de suerte no se sonrojo.
-Quieres que te lleve a casa? _ casi se le cae la mandíbula, lo admite, gesticula cada palabra con tanta propiedad que le deja aturdido momentáneamente.
-Quién eres?_ pregunta extrañado atinando a decir.
-El hombre que te acaba de liberar…
