¡Hola a todos! Una vez más...

Feliz de haber regresado con otr fic de Inuyasha.

¡Espero no decepcionarlos! Y gracias a todos los que me han dejado reviews.

¡Seguiré contando con ellos!

¡LOS REVIEWS SON GRATIS, PUEDEN DEJARME UNO!

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El Esposo Perfecto

Llevaba 1 año trabajando como columnista del New York Times, su especialidad. Cosas de mujeres.

Kagome Higurashi era una de las joyas más preciadas del diario, su capacidad para envolver a la población femenina era indiscutible ante los reyes del raiting. Pero no estaba segura de poder llevar un reto como el que ahora se le imponía.

En 30 días debía encontrarle el esposo perfecto a la soltera más codiciada de todos los Estados Unidos; Sango Nakamura. Modelo estrella de revistas y pasarelas a nivel mundial.

¡Joder, ella no era una casamentera! Solo una pequeña columnista. Y en cosas del amor no debatía, era inteligente para escribir e intrigar, pero amar se le volvía complicado y desastroso.

- ¡Kagome! - gritó su jefe regordete desde la puerta de su oficina. - ¡Sango Nakamura a las 2 en el Central Park! Más te vale que llegues a tiempo y no faltes - el hombre regresó a su oficina y Kagome suspiró cansada.

¡Odiaba a ese hombre! Y el lo sabía tan bien, que buscaba las formas más hostiles y dolorosas para hacerla sentir realmente perdida.

Cogió su bolso Hermes Birkin, el abrigo y las llaves de su auto. Debía estar en media hora exacto si no quería tener problemas con su jefe y su columna. Gracias a Dios, las calles estaban algo despejadas y el tráfico avanzaba rápido. Llegó con 5 minutos de retraso y calmándose los nervios, bajó del auto. Se puso los lentes de diamantes falsos y se sacudió un poco el cabello negro, miró a los lados y luego caminó apretando el bolso. ¡Estaba jodidamente nerviosa!

Vio a Sango a lo lejos y aguantó la respiración. Sin duda que esa mujer era muy hermosa.

- ¿Sango Nakamura? - su voz le traicionó, mostrándose más nerviosa de lo que estaba.

- Si - la miró de arriba abajo y luego abrió los ojos apenada - ¡Eres Kagome! - se levantó y la abrazó efusivamente, Kagome no sabía si corresponder o quitársela de encima. Nunca se le habían lanzado de esa forma.

- ¿Me conoce? - la alejó algo nerviosa.

- ¡Eres la mejor columnista que he leído! -

- Gracias Sango - sonrió y luego la miró confundida - ¿Por qué deseas que te encuentre esposo? Debes tener a muchos detrás de ti. Eres hermosa y exitosa -

- Ven siéntate - le palmeó a un lado y Kagome se sentó - Eso es lo que pasa, no quiero a alguien para una noche caliente, quiero amor. - soltó el aire algo brusco - El esposo perfecto y sé que ese sería un buen tema para tu columna. ¿Me ayudarás? -

- Es algo difícil, soy columnista no casamentera. - Sango la miró alarmada.

- ¡No hay problema Kagome! Ya tengo el candidato. -

- Si es así, no necesitas mi ayuda - se paró decidida a irse pero Sango la agarró por un brazo deteniéndola.

- ¡La necesito! Estoy desesperada Kagome. -

- ¿Por qué? No creo que ningún hombre se te resista. -

- Ese es el problema - bajó la cabeza deprimida - Él si lo hace - la levantó agitadamente clavando sus profundos ojos negros sobre ella. - ¡Por favor! -

Kagome la miraba preocupada, nunca había estado en una situación como esa, y Sango se le presentaba amable y gentil, hasta la confundiría con una gran y vieja amiga. ¡La ayudaría! Como sea, las dos saldrían ganando.

Sango el esposo perfecto, y Kagome una excelente columna.

- Cuenta conmigo - le susurró y Sango saltó a abrazarla extasiada de felicidad - Pero debes decirme a quien debo atrapar para ti - la modelo se calmó y serenamente pronunció las dos palabras, que pondrían el mundo de Kagome en un dilema existencial.

- Quiero a - respiró profundamente. - Inuyasha Taisho. -

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Llevaba una semana tratando de hacer cita con el corredor de autos. No fue sino hasta ayer en la noche que pudo contactarlo y éste aceptó. ¡En la playa!

Maldición.

Odiaba los trajes de baños más que el calor del verano, pero ella no iría a disfrutar así que optó por unos shorts blancos, y una playera negra, se recogió el cabello en una cola alta dejando caer varios mechones juguetonamente, en su frente, y luego salió.

Aparcó el auto a las afueras de la playa y luego bajó decidida a entrevistarlo. Solo esperaba que fuese amable.

Con dificultad caminó en la arena y luego miró a los lados. No había mucha gente en la playa así que sería fácil encontrar el sitio donde se quedaba.

- ¿Kagome Higurashi? - escuchó a su espalda y algo nerviosa volteó.

- Soy yo. - lo miró de arriba abajo, era un poco más alto que ella y tenía una encantadora mirada café, el pelo recogido y una dulce sonrisa. No era muy guapo pero tampoco dejaba de ser extremadamente lindo. - ¿Inuyasha Taisho? -

- ¡Oh no! Querida - rió bajito. - Miroku Yoshida, soy el manager. - giró la cabeza y le señaló al frente. - Ese es Inuyasha - Kagome giró la vista y lo vio.

¡Dios mío que estas en los cielos! Ese hombre parecía el propio adonis de la mitología griega. Lo escrutó con los ojos lentamente y siguiendo las pequeñas gotas de agua, le recorrió el cuerpo. El ejercicio sin duda que parecía la rutina de su vida, unos pectorales bien formados y ese abdomen lleno de cuadros. Sus brazos eran perfectos. Pasó una mano desde la raíz hasta la mitad de sus largos cabellos negros.

Un molesto revoloteo apareció en su estómago, el corazón le bombeo con fuerza y tuvo que tragar saliva para calmar la sed que empezaba a sentir. ¡Ese hombre era perfecto! Pero unos pequeños chasquidos en el frente de sus ojos la trajo de vuelta a la tierra.

- Sé que Inuyasha es irresistible ante el sexo femenino, pero deberías disimular un poco ¡eh! - Miroku estaba realmente divertido que no resistió el reírse de ella.

- ¡No sé de que hablas! - avergonzada se cruzó de brazos y miró al otro lado.

- Lo siento, pero debiste haber visto tu cara - calmó su risa y un poco más serio habló. - Inuyasha no es un hombre fácil, Kagome. Debes saberlo antes de que lo entrevistes. -

- No vine a una entrevista -

- ¿Y si no es a eso, entonces a qué has venido? - la observó algo intrigado, esto no le traía buena espina.

- ¡Señor Taisho! - se zafó de la pregunta de Miroku en lo que vio a Inuyasha más cerca, y ¡Dios mio! Ese hombre la ponía más nerviosa de lo normal.

- ¿Quien es usted? -

¡Sus ojos! No eran normales, eran dorados y penetrantes. Sin duda que era perfecto.

- Kagome Higurashi - le tendió la mano pero el la ignoró pasando por su lado y cogiendo una botella de agua.

- Eres la mujer que molestó toda la maldita semana - Kagome lo miró molesta.

¡El título de perfecto se lo podía meter por el culo!

- Es necesaria esta conversación. - Inuyasha se sentó en una de las amplias sillas y la vio.

Le pareció muy hermosa, demasiado para su condición de macho dominante. Pero al fin y al cabo era una estúpida que solo molestaba para que se casara. Y el matrimonio no iba con él.

- No estoy interesado en lo que me vende - giró el cuerpo y se acostó apoyando la cabeza en sus manos.

- Ni siquiera le he dicho. - ¡ese hombre empezaba a molestarla! - No sea grosero y míreme cuando le hablo. -

- Kagome Higurashi, columnista del New York Times, especialista en temas de mujeres y próxima a conseguirle el esposo perfecto a Sango. - se sacó las manos y se sentó de nuevo mirándole fijamente. - No estoy interesado en casarme, busque a alguien mejor. - vio por encima del hombro de ella y se dio cuenta de la mirada atónita de Miroku. - Él estará, sin duda alguna, más interesado en ese tema. Todo lo que tenga que ver con Sango es de su maldito interés. A mi déjeme en paz señorita Higurashi -

Se volvió a acostar y Kagome resopló indignada. Era un maldito grosero irritante creyéndose el macho alfa de la manada. ¡Pero con ella no se metian de esa forma!

- Sólo déle una oportunidad, Sango es hermosa y...-

- ¿Que parte de "no estoy interesado", no entendiste? Vete a molestar a otro lado. - cerró los ojos levemente molesto.

- Seños Taisho, por favor -

¡Odiaba suplicar! Pero lo que más odiaba es que, su trabajo dependía de ese hombre horripilantemente atractivo.

- Bien, gatita - giró la vista y con una mano se bajó los lentes negros - Hagamos un trato, te doy tu estúpida cita y tú me das algo a cambio -

Kagome sintió una pequeña esperanza en su interior y decidió responder sin vacilar. ¡Era una oportunidad irrepetible!

- ¿Que desea de mí? - pero la sonrisa pícara de él la hizo temblar. Nada bueno vendría de ahora en adelante.

- Digamos que serás - la miró de arriba abajo - Mi acompañante personal, harás todo lo que yo diga. Y entonces te daré cuantas citas quieras. Tú decides -

Kagome sintió que todo le daba vueltas, y la bilis le subió a la garganta. Pero debía aceptar, no perdería su trabajo por nada ni por nadie. ¡Maldición!

¿Qué hizo para meterse en este gran lío? Dios debía odiarla.

- Acepto. - dijo algo nerviosa y dispuesta a salir de ahí.

- Hasta mañana - volvió a su posición inicial y respiró algo ¿feliz? - Kagome - susurró y Miroku no pudo evitar verlo extrañado y confundido.

Inuyasha iba a divertirse mucho ese mes, y Kagome se empezaba a sentir perdida.

En ese cuerpo y esos ojos que sin duda alguna; eran perfectos.