'Cause when you unfold me and tell me you love me
And look in my eyes
You are perfection, my only direction
It's fire on fire
Magnus acarició el pelo de Alexander, maravillándose de que solo veinticuatro horas antes hubiese hecho el mismo gesto, sabiendo que podría hacerlo cada mañana durante años. Paró su mano, alejándola con cuidado para no despertarle, pues ese pensamiento le había llevado a algo que había estado tratando de bloquear desde que había salido de Edom.
Años. Un numero determinado pero desconocido. Una cuenta atrás.
Magnus se llevó la mano a su pecho, tratando de controlar su respiración, de recordar que todo eso ya lo sabía, que siempre lo había sabido. Que lo había vivido antes. Pero al mismo tiempo sabía que era distinto que con los demás, había algo dentro de él que le decía que no sobreviviría la muerta de Alec. La muerte de su marido. Su ruptura con Alec le había enseñado que en los pocos meses que había conocido el cazador de sombras, éste se había convertido en una parte integral de su vida, de su ser, de una felicidad hasta antes desconocida. No podía ni imaginarse lo que sería perderle después de décadas de matrimonio. Después de años de despertarse a su lado, de sentir sus brazos reconfortarle cada día, de miles de recuerdos, de miles de momentos vividos juntos. Después de formar una familia con él. Después de criar a sus hijos.
Magnus se levantó con cuidado, cogiendo el bata y saliendo al balcón, necesitando aire, necesitando que todo el futuro que veía delante de él no le ahogase el presente que vivía. Se recostó contra la balaustrada y miró la ciudad que tanto amaba. No podía negar que había echado de menos su apartamento, Brooklyn, el aroma, el ruido continuo de vida. Se giró, mirando al interior y pudiendo ver como si de una proyección se tratase todos los momentos que había vivido con Alec entre esas paredes. Todos los besos, todas las conversaciones, todas las peleas, todos las risas, todos los llantos. Y supo, con total certeza, que el apartamento tenía la misma fecha de caducidad que su marido, que sería incapaz de vivir en él rodeado de fantasmas dentro de sesenta u ochenta años.
Se volvió a girar, queriendo huir de nuevo de esa angustia que había aparecido en él, de esa necesidad de llorar cuando sabía que estaba en su momento más feliz. Su mente le decía que disfrutase el presente, pues era todo lo que tenía asegurado, pero su corazón… Su corazón se encontraba en una guerra continua. En pocos días todo su mundo había cambiado, su ser había cambiado, su magia era distinta ahora, más poderosa desde su visita a Edom, desde su reinado. No se lo había dicho a nadie, pero podía sentir como el poder que le había invadido cuando se había sentado en el trono se había mantenido con él. Se preguntaba si tendría que ver con el exilio de su padre, pero no estaba listo para responder a eso, para enfrentarse a las consecuencias que su decisión podía haber ocasionado en él.
Notó los brazos de Alec abrazarle, devolviéndole a la realidad, tranquilizando su corazón aunque solo fuese de forma momentánea.
'¿No puedes dormir?' Preguntó preocupado el cazador mientras le besaba con cariño el cuello.
'No es nada.' Respondió de forma automática Magnus. Pero luego cerró los ojos, sabiendo que no tenía que mentir, que no tenía que ser ese ser perfecto que siempre había tratado ser con todas sus parejas. Recordando que Alec le amaba por quien era, con sus problemas y sus vulnerabilidades. 'Me preocupa el futuro.' Dijo por fin, dando las gracias porque Alec no le metiese presión, porque le conociese lo suficiente como para darle su tiempo a responder.
'¿Qué te preocupa?'
Magnus se giró, sabiendo que tenía que mirarle a los ojos cuando dijese eso.
'Me preocupa acostumbrarme a esto. A ti, a este felicidad.' Subió sus manos y le acarició el cuello, moviendo sus dedos entre los cortos pelos de su cuero cabelludo. Notó como Alec se acercaba más a él, como podía sentir su respiración contra su cara. 'Me preocupa no ser capaz de vivir sin ella.' Y fue entonces cuando vio el entendimiento en los ojos del joven. Cuando vio preocupación y tristeza aparecer y se sintió peor que antes por haberla puesto ahí.
'Magnus…'
'Lo sé.' Dijo él acallándole, pegando sus labios contra los de su marido, acariciándolos sin besarlos. 'No hay nada que puedas decir que no me haya dicho yo antes.'
Alec le besó, con amor, con suavidad, pero al mismo tiempo con un deje de desesperación. Y Magnus supo que no había nada más que decir, que no había solución a su problema, que esta era la vida que le había tocado. Trató de recordarse que debía dejar de mirar a un futuro desconocido, que esa preocupación siempre había sido más propia de Alec que suya. Aun así no pudo evitar las lágrimas que se escaparon de sus ojos mientras Alec le besaba, mientras le rodeaba con sus brazos, mientras le cogía la cara y le decía lo mucho que lo amaba. Magnus se dejó querer, se dejó amar, tratando de anclarse en el presente, en ese momento. Pero una voz demasiado parecida a su padre le decía disfruta de sus "te amo", pues son también un número finito.
/
Alec dio las gracias al brujo que le abrió el portal y pasó por él, llegando a la calle principal de Alicante. Habían sido unos días especialmente largos y no veía el momento de volver a su casa, pero primero debía pasar por la oficina y acabar el informe sobre el Instituto de Génova. Desde que le habían dado el puesto de Inquisidor hacía ya más de un año había sabido que tendría que viajar. Al principio no había pensado que sería un problema, pues en los últimos meses como Jefe de Instituto había viajado a otros Institutos a ayudar implementar su idea de cooperación con los Subterráneos. No, no había sido un impedimento el tener que viajar y pasar unos días alejado de Magnus. Pero en su último viaje había descubierto que se podía viajar por placer trabajando y se podía viajar por deber. Y eran cosas muy distintas.
Alec había dejado Alicante hacía cuatro días bajo orden directa de la Clave al conocer que habían aprobado su petición de hacer una investigación exhaustiva al Jefe y personal del Instituto de Génova y al trato que daban a los nuevos diputados Subterráneos que allí había. Alec había recibido varios chivatazos anónimos donde se le pedía que fuese, que viese con sus propios ojos cómo se había implementado su medida de co-habitación y colaboración. Y al principio había pensado que no sería más que un día de repetir las nuevas medidas y recordar las nuevas leyes escritas en los Acordes.
Pero no. Había resultado ser una caza de brujas en toda regla donde Alec había acabado encarcelando a Giacomo Petteri, el Jefe del Instituto y averiguando toda la corrupción que se había llevado en ese Instituto desde hacía años. Había sido su primera gran auditoría y rezaba porque la siguiente no llegase en años. No tenía ganas del juicio que sucedería la semana que viene para, si él conseguía hacer ver a la Clave que tenía la razón, quitar las runas a Giacomo y ex-comunicarle.
Entró en su oficina, dejó el maletín y se sentó en su mesa con un suspiro. Sabía que tenía que sacar su tableta y rellenar el informe, pero al mismo tiempo sentía que no tenía energía para más. Había estado cuatro días siendo el Inquisidor veinticuatro horas al día. Había sido agotador y lo único que quería era llegar a casa, abrazar a Magnus y respirar su aroma. Echaba de menos esa versión de él que solo aparecía cuando estaba con su familia, y en concreto, con su marido.
No habían pasado más de diez minutos desde que había empezado a escribir cuando su teléfono sonó. Vio que era Izzy y lo cogió, rezando porque Clary no hubiese causado ninguna catástrofe. Pues, aunque se había alegrado de que la joven empezase a recordar, tenía que reconocer que la pelirroja y problemas siempre iban de la mano.
'Hola Izzy.'
'Hola hermano.' Oyó decir al otro lado de la linea. '¿Ocupado?'
'No, acabo de volver a Alicante. ¿Qué sucede?'
'Nada importante pero… Bueno, digamos que me vendría bien tu ayuda.'
Alec se recostó en la silla y frunció el ceño. '¿Qué ha pasado?'
'¿Puedes venir? Creo que es más fácil si ves el problema en persona.'
Alec se levantó, de camino al estable portal que había instalado Magnus meses atrás y que comunicaba con la oficina de su hermana.
'Voy para allá.' Pues sabía que por muy cansado que estuviese siempre tendría energía para Isabelle.
Llegó a Nueva York y lo primero que vio fue la cara de preocupación de Simon, el cual estaba moviendo sus brazos de un lado a otro sin aparente sentido. Pero Alec había aprendido hacía tiempo a no buscarle el sentido a lo que hacía el novio de su hermana.
'Alec.' Clamó ella al verle llegar y se fue a sus brazos. Alec la abrazó con cariño, sonriendo por primera vez en días. 'Gracias por venir.'
'Por supuesto. ¿Qué sucede?'
'Esto.' Dijo ella haciéndose a un lado y señalando a Simon. Este se acercó con cuidado, enseñándole lo que tenía en los brazos, y comenzando a hablar. Pero Alec no le escuchó, solo se fijo en el bebé, en sus expresivos ojos, en el tinte azulado de su piel.
'¿De dónde ha salido?' Preguntó, parando en seco a Simon.
'Es lo que trababa de decir.' Dijo este sin malicia, sabiendo que se había ido por las ramas. 'Underhill lo encontró cuando estaba comprobando las cámaras de seguridad. Al principio pensamos que sería la bolsa de algún vagabundo pero no.'
'Lo han abandonado Alec.' La voz de Isabelle cargada de tristeza. 'Lo dejaron en la entrada oeste, donde no suele pasar nadie. Si no lo llegamos a encontrar…'
'Pero lo hicimos.' Dijo Simon, parando los pensamientos de Izzy y sonriéndola, haciéndola ver que todo estaba bien. 'Pero no sabemos qué hacer con él.' Dijo este mirando de nuevo a Alec.
'¿Habéis llamado a Lorenzo?'
'Sí, y nos ha dicho que buscará alguien que lo quiera, pero que no sabe cuanto tardará.'
'¿Y estamos seguros de que lo han abandonado?' Preguntó Alec, mirando al bebé y pensando que era imposible que alguien lo abandonase. ¿Cómo podía una madre dejar así a su hijo? A algo tan perfecto, tan puro, tan inocente.
Izzy le dio un trozo de papel y Alec lo cogió.
Perdóname Dios. Decía en una caligrafía un tanto infantil. Y Alec supo que no solo su madre lo había abandonado, sino que había rezado porque el niño muriese, que para ella la iglesia no era más que un edificio deshabitado. Alec volvió a mirar al niño y tuvo una necesidad imperativa de abrazarlo, de tenerlo en sus brazos e impedir que nada malo le pasase.
'No puede quedarse aquí.' Dijo él, dándose cuenta de la situación, comprendiendo el porqué le habían llamado.
'No.' Dijo Izzy. 'Había pensado que quizás tu y Magnus podríais cuidar de él.'
Alec la miró con ojos abiertos. '¿Cómo? Yo me paso el día en la oficina y Magnus esta todo el día yendo de un lado para otro con sus clientes.' Pues aunque algo dentro de él le decía que sí, que quedarse con el bebé era lo correcto, que necesitaba protegerlo, sabía que lógicamente no tenía sentido. 'Quizás mamá pueda…' Pero se paró en seco, viendo la cara de Izzy y sabiendo que no era una opción.
Si algo había hecho que la cordial relación que habían tenido sus padres desde su separación se rompiese, tornándose en odio y resentimiento, había sido la muerte de su hermano Max un par de meses atrás.
Alec nunca olvidaría el día en el que había hecho tostadas francesas para Magnus y habían estado desayunando en su terraza cuando había sentido que algo estaba mal. A los pocos segundos el mensaje de fuego le había llegado con una nota muy clara: ven a LA. Es Max.
Magnus y él habían llegado 5 minutos más tarde y se habían encontrado una escena un tanto conocida. Pero esta vez no había magia ni medicina posible. Esta vez no había más que el cuerpo sin vida de su hermano pequeño tumbado en una tabla y cubierto por una tela blanca. Alec miró a los lados, viendo cómo sus padres estaban al fondo del pasillo discutiendo, viendo como Jace estaba al otro lado mirando al vacío. Y luego se fijó en Izzy, en su llanto, en como no había nada que Simon le estuviese diciendo que la consolase. Y supo en ese momento que él no podía dejarse llevar por la ira y la pena, que no era el momento de gritos y de pedir explicaciones, de luchar por lo imposible. Era el momento de ser el pilar de su familia, de asegurarse que lo que acababa de pasar no les rompiese para siempre. No sería hasta horas más tarde, cuando por fin Magnus y él estaban solos, cuando el shock inicial había pasado, cuando Alec se desmoronó en los brazos de su marido, llorando todas las lágrimas que había estado reprimiendo, haciendo todas esas preguntas que sabía que no tendrían respuesta.
No, su madre no era la mejor opción. Y no podía quedarse con Izzy ni en el Instituto.
Alec dio un paso hacia delante con intención de coger al bebé. Simon lo depositó en sus brazos con cuidado, tratando de no despertarlo. Alec lo llevó contra su pecho y notó como el bebé se movía, siendo consiéntete de que estaba con otra persona, pero no tardó en tranquilizarse en cuando pegó su cabeza al corazón de Alec, volviendo a quedarse dormido.
Alec le miró sin saber que estaba sonriendo, solo sabiendo que tenía que proteger a ese niño, que debía asegurarse que nada malo le pasase.
'Te avisaré en cuanto Lorenzo me diga algo, pero estaría bien que Magnus preguntase también.' Dijo Izzy.
Pero Alec no la respondió, pues estaba fijándose en lo bonita que era la piel del niño, en el intenso azul, casi negro, de su pelo. En lo bien que encajaba en sus brazos. En lo tranquila de su respiración.
'¿Alec?' Dijo Isabelle, devolviéndole al presente.
'Sí.' Contestó él, no sabiendo muy bien lo que le había dicho. 'Te llamo mañana.' Y se dio la vuelta, no molestándose en despedirse de ellos, solo queriendo llegar a casa y pedir a Magnus que apareciese una cuna, que se asegurase de que el bebé estaba sano. Entró en el portal, sin darse cuenta de la sonrisa de Simon, de la expresión de asombro de su hermana.
/
Alec abrió la puerta con cuidado, tratando de no despertar al bebé. Pensando que quizás debería haber llamado a Magnus antes de aceptar cuidar de un infante. Pero ya era demasiado tarde y sabía que su marido tenía un corazón demasiado grande como para haber dicho no.
Miró al apartamento y supo en seguida que Magnus estaba en casa. Se dirigió al boticario y no tardó en verle colocando un frasco en el estante de ingredientes mientras una poción me movía de forma mágica al otro lado de la sala.
'Alexander'. Exclamó este nada más verle y se dirigió a su encuentro con una sonrisa en la cara. Pero Alec vio como el brujo se paraba en seco nada más percatarse del bebé. En seguida se encontró con la mirada inquisitiva de su marido. 'Estaba esperando otra clase de souvenir de Génova.'
Alec sonrió y se acercó a él, besando sus labios con cuidado de dejar espacio entre ambos para el bebé. Magnus no tardó en responderle, pero no era el beso con el que había soñado Alec todos esos días, había amor en él pero también urgencia, y Magnus se separó al poco tiempo y volvió a mirar al niño.
'¿Hay algo que quieras contarme?'
Y Alec le iba a explicar la llamada de Izzy, el cómo la madre había abandonado al bebé, cómo necesitaba de un sitio donde estar hasta que Lorenzo le encontrase una familia, de cómo había pensado que quizás Magnus, con todos sus contactos, supiese de un brujo o bruja que quisiese adoptar. Pero todo lo que pudo decir fue:
'¿Es muy pronto para que tengamos hijos?'
Continuará…..
Canción del capítulo: Fire on Fire de Sam Smith
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