Que tal!, bueno me he animado a subir algo de estos dos personajes, espero le guste tanto como a mi me ha gustado escribirlo, si hay algun error, mil disculpas, apesar de haberlo leido como muchas veces probablemente se me escapo alguna falta de ortografía. sin mas los dejo continuar.
Era un día precioso, se encontraba barriendo en la entrada principal de la enorme casa. Era muy grande y tenía ese aire tradicionalista del Japón antiguo, rodeada de una basta vegetación; árboles, flores, bambúes, helechos, musgos y esculturas hacían una magnifica composición; un hermoso jardín en cual residía una pequeña casa de té que al igual tenia el mismo estilo arquitectónico.
Ahí vivía un hombre cuyo carácter era severo y frío, cosa que su única hija resentía todo el tiempo. Naturalmente él siempre le evitaba, había días en los que solo se lo pasaba encerrado, alegando que meditaba o que simplemente leía algunos libros.
Ella sabia que desde la muerte de su madre había sufrido un cambio radical, sin embargo eso no justificaba el mal trato que le daba.
Seguía con su labor y vio a lo lejos una silueta que se acercaba, era extraño que alguien fuese hasta aquel recóndito lugar, la casa estaba ubicada en las faldas de las montañas. Curiosa dejo sus tareas y observo al sujeto.
-buen día señorita Tu Odelschwanck- aquel hombre mantenía un gesto inexpresivo.
Un escalofrió recorrió su cuerpo al escuchar su voz aguda, aquel hombre no le daba confianza.-buenos días…-
-tengo una cita con su padre, ¿puede avisarle que estoy aquí?-
Con un ademán le invito a pasar, lo guío hasta la sala de meditación de su padre y corrió el shoji.
-te he dicho miles de veces que no me molestes- hablo sin ni siquiera voltear
-padre el señor te busca- su rostro denotaba nostalgia.
Enseguida se volvió, rápidamente le reconoció y mostró una sonrisa, poco habitual en él.
-prepara bocadillos y té, en seguida vamos-
Hacia mucho que no veía una sonrisa en el rostro de su padre, ni siquiera a ella le dedicaba ese tipo de gestos, sin decir palabra alguna salió de la estancia y apresurada fue a la cocina aun extrañada.
Esa era su vida monótona y sin sentido, siguiendo al pie de la letra todo lo que se le exigía. Como le había ordenado dejo todo listo sobre la mesita que daba vista a una pequeña fuente, fue a su habitación y busco entre su ropa intima un bañador.
Salió hacia el jardín, dejando la casa para ellos dos solos, seguramente tendrían una charla sobre negocios o algo por el estilo. Disfrutaba del panorama y la frescura del lugar, el cantar de los pájaros y el aroma de las flores, se quedo mirando el profundo bosque y sin pensarlo dos veces se adentro en el.
