Disclamer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto-sama
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- ¡Abre la puerta Sakura, maldita sea!.
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- ¡Tks! escúchame maldición.
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- Por favorr...
Cuando todo está mal aprendes a aferrarte a lo poco que te da la vida, pero ¿Cómo saber en qué punto la única luz de tu existencia se vuelve sin más la razón del martirio?.
Era ya casi la media noche, en el momento en que logramos abordar la embarcación con dirección Japón, mi madre se encontraba aliviada de regresar a su tierra natal. No me sorprende desde que era muy pequeña siempre me contaba maravillas de Konoha.
Mi dulce niña algún día caminaras por los jardines de cerezo en el templo del abuelo y te sentirás orgullosa de ser una Haruno.
Yo solo reía de sus ocurrencias, mi abuelo era un alcohólico que lo había perdido todo.
Kaede no lo aceptaba, ciertamente no parecía feliz de la vida que llevaba en casa, nunca lo demostró sin embargo la tristeza que transmitían sus ojos no era difícil de descifrar, después de todo dicen que son las ventanas del alma no? eso escuche.
- Sakura que esperas sube de una jodida vez.
- Si padre, lo siento exclame avergonzada
Mientras tomaba la caja con mis pertenencias para emprender el largo camino. Sabia que mi padre no se encontraba del todo contento con nuestro traslado, así que era mejor no hacerlo enojar.
De inmediato recordé a las gemelas cho esa misma mañana, jactándose de nuestro infortunio. "Los señores Kim habían caído en estado de necesidad ¡pobres!, sus vástagos se comerán unos a otros". clones perversos, eso no es lindo les recrimine antes de arrojar sus muñecas al tejado.
Realmente no me producía nostalgia la partida, creo que es algo que comparto con mi madre, inmediatamente me detuve a observarla cargaba a mi pequeño hermano, su mandíbula se encontraba tensa, en su mirar había decisión, definitivamente no era la misma mujer que escuchaba llorar desde la pieza que compartía con los chicos, exigiéndole a papá abandonar Corea del Norte.
-¡SILENCIO TODOS!. Anuncio un hombre que se encontraba en la entrada de la cabina, mientras recibía dinero de los pasajeros.- permanezcan callados se los advierto.
Tenía 11 años, 3/4. pero no era estúpida lo que hacíamos no era legal ni correcto, no obstante carecíamos de opciones; engaños, extorsión conocía la verdad detrás de la súbita aprobación a las suplicas de mi madre de iniciar de nuevo, en otro lugar.
- Iniciar de nuevo Suspire.
Mi pierna hormigueaba, era gracioso hasta que se torno molesto y doloroso teníamos horas esperando en aquella fila, o tal vez era arrepentimiento subiendo a mi cuerpo, no me había detenido a pensar que seria obligada a tratar a nuevas personas ¡por Kami! me paralizaba.
No tenia amigos allá, y no los necesitaba tampoco creo, debía mantener la dinámica que había conseguido, funcionaba. Ayudaba a mis hermanos a pescar, entrenaba artes marciales con ellos, haría todo lo que estuviera en mis manos para hacer que mi padre estuviera tan orgulloso de mi como de ellos y como consecuencia me admitiera en su equipo.
Me negaba a vivir el mismo sentimiento de rechazo tanto de su parte como de cualquier otro. Seria la chica fuerte que me prometí ser. Aunque una parte de mi se mofara de ello.
- Ey! Chiquilla si no tienes dinero no entras. Proclamo el hombre del barco.
- ¡Sakura!, Escuche el alarido a mi madre que se encontraba a cinco personas de mí. no espere que dijera más, rápidamente le entregue el dinero que llevaba al señor para luego encaminarme a la entrada.
