El Ave del Paraíso

Capitulo I

La imagen a través del lente de la filmadora; apuntaba a la copa de un alerce visto desde abajo; mas precisamente a un metro noventa del suelo. Los rayos del sol del mediodía se filtraban a través de los recovecos que las verdes hojas dejaban unas de otras formando haces luz que brillaban afectando ligeramente la definición de la película que la cámara filmaba.

"Seto..." Se escucho una voz suave.

De pronto, un pequeño cono cayó de la copa del árbol con intensión de golpear al que estaba filmando.

"Yami, deja de hacer eso." -Se quejó el camarógrafo sin dejar de grabar.-

Un joven apareció de entre las ramas del árbol y lo miraba divertido mientras el de abajo seguia y captaba sus movimientos con la cámara. El joven de cabellos tricolores y peculiares, y atrayentes ojos rubíes parecía un sueño a los ojos de la cámara; sonrió de nuevo y escaló aun mas queriendo llegar a la máxima altura que el alerce podía darle.

"Ya llegaste a lo mas alto; ahora ¿como piensas bajar?" -gritó el camarógrafo mientras buscaba un angulo para captar al joven que hacia un instante había desaparecido de la toma.-

"Ya encontrare la forma, Seto." -respondió el joven.-

"¿Acaso hay algo que no puedas hacer?"

"Por supuesto."

El camarógrafo se mostró sorprendido ante esta declaración; ¿acaso su orgulloso novio estaba a punto de admitir que existía algo que no podía hacer? Ajustó la lente de modo de captarlo, no podía perder la oportunidad de grabar este estamento.

"Volar..." -declaró el joven al tiempo que cerraba sus ojos y abría sus brazos al suave y tibio viento de verano.-

1 y medio año después...

Era una tormentosa noche en la ciudad Domino; el viento azotaba los rascacielos; la lluvia golpeaba contra el concreto y los vidrios de los ventanales y tragaluces explotando sobre estos, formando irregulares caminos de cause vertical que buscaban su ruta de regreso a la tierra. El relámpago partió el cielo nocturno seguido por su hermano trueno que constató, con un gran estruendo, la anterior llegada silenciosa de la luz en la noche.

Las calles del área central y comercial de la ciudad estaban totalmente desiertas. Los ejecutivos que trabajaban en los edificios se habían retirado a sus hogares hacia horas atrás; todos salvo uno. En uno de los rascacielos una luz era visible a través de una de las ventanas.

Un joven empresario aun no se había retirado a su lujosa mansión; se había quedado trabajando unas horas extra para adelantar un proyecto cuando la lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Sus dedos iban y venían sobre el teclado de su computadora portátil cuyo resultado se veía reflejado en la luminosa pantalla frente a él. Se detuvo y moviendo un poco sus orbes azules dio una rápida mirada al reloj de madera que se encontraba colgado en la pared: "las ocho". El joven suspiro, era la hora, recordaba que a esa hora exactamente recibía una llamada, no una llamada cualquiera, recordaba levantar el tubo del teléfono y escuchar del otro lado la voz que le recordaba volver a casa, la voz que le recordaba que estaba trabajando de mas, la voz que le recordaba que había una persona muy especial para él, que lo esperaba para salir, para cenar, para contarle su día, para compartir la cama en las noches; una persona con la que hubiera querido unirse el resto de su vida; pero desde hacia ya un año... la llamada había cesado. Hizo una pausa y llevo sus manos hasta su rostro; los recuerdos lo afectaban; a él, que siempre había sido la fiel imagen del frio empresario que no sentía empatia por nada ni nadie, a excepción de su pequeño hermano, añoraba a esa persona y estaba dispuesto a dar o hacer lo que sea por volver a verlo; aunque sea escuchar su voz que le dijera: "Regresé...", pero... ya había pasado un año, él no volvería.

Un sonido invadió la habitación sacando al empresario de sus pensamientos; miro el teléfono, ¿podía ser? el joven tomó el teléfono y apretó una tecla comenzar la comunicación.

"Hola." -habló el ejecutivo.-

"Seto, ¿Donde estas?" -la voz de un chico de corta edad al otro lado de la linea.-

El empresario suspiro, esperanzas vanas lo hacían sentir estúpido. "Estoy en la oficina, Mokuba."

"¿Cuando piensas venir? Esta horrible afuera."

"Si, ya sé. Esperare que se apacigüe un poco la tormenta e iré para allá"

"Seto, sabes dejé mi libro allí en tu oficina. ¿Podrías traerlo por favor? Tengo que hacer un informe sobre el."

"Claro, ¿donde lo dejaste?"

"Eh, mejor no vayas. Esta en el mirador."

"¿Que tiene de malo el mirador?"

"Sabes las historias que cuentan respecto a ese piso."

"Mokuba, no creerás esas ridículas historias."

"No, pero quizás tu si."

"Muy gracioso ¿quieres que te lleve tu libro o no?"

"Si, si, si."

"Bien, te veré en media hora."

"Adiós, Seto."

El empresario colgó el teléfono y lo guardó.

Abrió su maletín y comenzó a guardar sus papeles y su portátil en este. Una vez que hubo terminado, cerró el maletín y se dirigió a la puerta de su oficina y salio de esta. Se dirigió al elevador, el aparato ya estaba en el piso indicado y las hojas de la puerta abiertas de par en par, así que solo avanzó e indico el piso del mirador. El ascensor cerró su puerta y se elevo entre sus cuatro estrechas paredes hasta que por fin se detuvo.

"Piso 45." -la voz femenina del ascensor habló y luego plegó las hojas de la puerta para dejar salir a su ocupante.-

El ejecutivo salio cuando un trueno irrumpió en el ambiente. Llevó su mano hacia el interruptor de la luz del piso, que se encontraba en la pared al lado suyo, y lo apretó pero la oscuridad siguió reinando. Miró al ascensor, las luces de este, que hace un instante estaban prendidas, ahora se encontraban apagadas; el trueno había cortado el suministro eléctrico

"Fantástico" -dijo con ironía-

Caminó a través del pasillo central que separaba las 2 lineas de cubículos formados por paneles; al final de este se encontraba la entrada al mirador; se paro frente a la puerta, giro el picaporte y entró al despacho principal.

Como no podía ser de otro modo, estaba oscuro; la única luz entraba a través del gran ventanal frente a él, que apuntaba hacia el oeste y daba una vista panorámica de toda la ciudad a quien se parara frente a él, dando una sensación de dominio sobre la ciudad. Si, ese era el estilo de su padre. El mirador, era la antigua oficina de su padre, Gozaburo Kaiba, creador del imperio industrial del cual él ahora era jefe. Su padre era un hombre de fuerte personalidad, egocéntrico, maquinador, que no le molestaba destruir a la competencia o a quien sea con tal de obtener sus objetivos. Aquí era donde pasaba la mayor parte del tiempo, en esta habitación, que había sido su oficina, entre estas paredes que lo vieron con vida por ultima vez. Recordaba ese día, él tenia 12 años, había ido a la oficina su padre; el hombre lo atendió, como siempre, como si fuera un extraño, mas no su propio hijo; después de hablar con él por asuntos, que ahora no venia al caso recordar, salió de la habitación cerró la puerta y tan solo segundos después, un estrepitoso ruido de vidrios estallando se escuchó provenir del despacho que hacia segundos había abandonado. Regresó a la habitación junto con algunos de los empleados que estaban allí, que también habían escuchado el estruendo; entraron y descubrieron que el cuarto estaba vacío y el ventanal, el gigantesco ventanal que daba al sol poniente, estaba hecho añicos. Un suicidio, sin lugar a dudas, pero claro, muchos pensaron y especularon que él, el joven heredero, había sido quien empujo a su padre al pavimento aquel día. Era una teoría ridícula; ¿cómo un niño podía empujar a un hombre de la contextura de su padre?; era imposible, pero los rumores circularon y a la vez fueron desmentidos por lo empleados que estuvieron en el lugar y vieron al joven Kaiba salir de la oficina momentos antes de escucharse el estruendo.

Desde ese entonces, la imaginación de los empleados creó los mitos que día a día se escuchaban en el edificio; un ascensor vacío que subía hasta el último piso, al mirador, sin que nadie lo hubiera solicitado; el ruido de papeles moviéndose, chocando unos con otros provenientes del despacho; el reflejo de unas luces a veces perceptibles través de la rendija de la puerta pasado el horario de trabajo y a veces también, el sonido de los cristales rompiéndose como aquel día. Varios empleados habían pedido un cambio de piso para evitar aquel lugar lo mas posible. Era increíble de lo que la imaginación era capaz; dio unos cuantos pasos hasta estar frente al escritorio, no tuvo que buscar mucho, el libro de Mokuba era lo único que había sobre ese escritorio, ademas de polvo. ¿Que haría Mokuba leyendo en ese lugar? Tomó el libro y vio el titulo en la tapa: "El Cuervo". El joven castaño se sonrió; lindo lugar para leer un libro de suspenso. Dio una nueva mirada al ventanal frente a el; una idea cruzo su cabeza pero fue desechada, no era la salida; esa estúpida esperanza, por estúpida e ínfima que fuera, lo mantenía lo suficientemente cuerdo para no cometer una locura. Dio media vuelta y salio del lugar. Fue cuando cerró la puerta tras él que un nuevo estruendo resonó en el cielo seguido por otro que nunca hubiera esperado escuchar: un ruido de cristales... rompiéndose, proveniente de la oficina tras él. No podía ser. Miles de posibles explicaciones razonables comenzaron a cruzar por su cabeza: tal vez el sonido del trueno produjo una vibración lo suficientemente fuerte para romper el vidrio; eso era la mas probable. Sin darse cuenta, llevó su mano de nuevo al picaporte de la puerta con intensión de abrirla; la duda lo asaltó, podía irse y resolver el misterio mañana por la mañana pero... una parte de él quería saber. Giró el picaporte y empujó la puerta frente a él; una fría ráfaga de viento escapó de la habitación, señal que el ventanal efectivamente había sido destruido. Se aventuró a ver dentro del lugar. La lluvia se había filtrado por el tragaluz faltante creando charcos de agua en el piso; nada parecía estar fuera de lugar, otra ráfaga de viento entró empujando un poco a él y a todo lo que había dentro de la habitación: vio algo moverse al son del viento detrás del escritorio que estaba en el centro de la oficina. Se acercó con cautela; una vez que estuvo junto al escritorio miró al suelo, y vio, una figura negra inmóvil yacía sobre el suelo, parecía cubierta por una capa negra, eran... ¿plumas? Plumas negras; ¿un ave? Un ave de gran tamaño al parecer. ¿Un halcón, un águila tal vez? Era imposible, pero no podía dejar al ave allí. Se agachó para recoger al animal caído; plegó un poco las alas del ave para poder alzarla pero lo que vio al dejar al descubierto el cuerpo del animal lo paralizó totalmente por la sorpresa: un joven, un hermoso joven humano de cabellos tricolores, tenia los ojos cerrados, al parecer estaba inconsciente. Pero eso no era lo que mas lo había sorprendido, sino que él conocía a ese joven, o al menos, a la parte humana de ese híbrido de humano con alas de ave.

"¿Yami?" -hablo sorprendido.-

¿Acaso su Yami, su amado Yami había regresado? Con mas razón, pasó sus brazos por debajo del cuerpo del joven intruso cuando sintió algo húmedo en su mano, lo cual era sensato ya que el joven-ave estaba empapado por la lluvia, pero el liquido era mas viscoso que el agua, miró y vio el liquido rojo en su mano: sangre, el joven estaba lastimado. Con cuidado, lo alzó para luego salir de la habitación.

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Holas a todos! Bueno este fic lo había subido hace unos días, después lo bajé porque no me gustaba mucho como había encarado la historia; ahora lo corregí un poco.

Dejen reviews plis y díganme que opinan.

Nos leemos,

Saludos!