Disclaimer: el universo ficticio de Los Juegos del Hambre pertenece a la escritora Suzanne Collins.

Esta viñeta está inspirada en el "Duelo 2º ronda", para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera".

Advertencia: What if...? ¿Qué pasaría si Prim y Rory hubieran sobrevivido a la guerra? ¿Y si Rory estuviera trastornado mentalmente?


Paranoia


—Si un pájaro te dice que estás loco, debes estarlo, porque los pájaros no hablan; y es que ni viviendo cien vidas, llegarías a merecerte a Prim. Ella es esperanza y cordura, tú simplemente eres un pedazo de desilusión y locura. ¿No lo crees, Rory? Sólo mírate, eres un monstruo. Sólo mírame, soy un ave, la consciencia de ese monstruo. Pero no intentes escudarte conmigo, muchacho. Aquí el único loco eres tú.

Rory negó con la cabeza cuando el viento hizo crepitar las hojas de los árboles. Erigió la mirada hasta encontrarse con el pájaro de plumaje oscuro y pico escarlata, cuyos ojos flamígeros le sonrieron. Pero volvió a negar, bajo el espectro taciturno del atardecer, inyectándose las últimas gotas de morfina en las venas.

—¡No estoy loco! —Exclamó, sintiendo cómo el oleaje de morfina le adormecía las entrañas. Se aferró a un corquete y dibujó una prímula en su piel con él.

—No te engañes, Rory. Te drogas para escapar de quién eres en realidad —el ave profirió una gutural carcajada, sepultando el silencio lúgubre del bosque—. Lo haces para olvidar el hecho de que Prim te dejó. No la mereces; no te quiere. Y nunca te ha querido.

—¡Calla! —Rory, tembloroso e irascible, le arrojó el frasco que contenía la morfina.

El pájaro se pulverizó en una estela de cenizas y vapor negro, mientras sus ojos de fuego rodaron hacia los dedos oliváceos de Rory. Éste observó cómo se convertían en dos relucientes piedras preciosas, en circón y citrino. Y entonces cuando los débiles rayos del sol se asomaron entre las ramas, el citrino brilló en su aura ambarina, robándole la mirada grisácea al joven Hawthorne.

—Soy tu pasado, Rory —le susurró la pequeña gema. El moreno advirtió el rostro de Gale en ella, quien le sonrió como lo hacía todas aquellas mañanas. Y después se esfumó como un soplo de aire para dar cabida a Hazelle, Vick y Posy—. No los olvidas. Ellos murieron por culpa de la guerra, por culpa de Katniss Everdeen.

—No —Rory dijo—. Ella también murió defendiéndonos.

—Katniss lo provocó todo… por Prim —entonó el citrino.

—Prim no es culpable.

—Lo es —le susurró ahora el circón, brillando en su color azul, materializando a Prim con un chico en su interior—. Te engañó, te desechó, ya no le importas.

Las hojas crujieron de nuevo con el rugido del viento.

—Mátala —musitaron las dos gemas.

Y Rory sintió la furia quemarle los huesos. Empuñó el corquete y se encaminó hacia la casa de la joven Everdeen, viendo cómo en las piedras preciosas aparecían todas esas veces en las que Prim le reprochó su adicción a la morfina y la manía de marcarse flores en la piel. Así que en cuanto lamió el rostro horrorizado de ella, pintándose otra prímula con su sangre a través del corquete, le murmuró muy cerca del oído:

—Lo siento, amor. Pero uno de los dos debe ser accesible; drogarse y pintarse flores en el cuerpo no está tan mal.