- Mamá...

- Arthur...

- No lo hagas, por favor - le dijo él con un par de lágrimas en sus ojos.

- Lo siento, pero no tengo otra opción - le contestó ella con una sonrisa.

- No, no puede ser la única opción - Arthur estaba al borde el llanto. La mujer que le había dado la vida estaba a punto de saltar hacia el abismo.

- Lo lamento - le dijo con un par de lágrimas en sus ojos saltando, Arthur intentó tomar su muñeca, pero ya era tarde. Cayó al suelo ocultando sus ojos con sus manos comenzando a llorar. De pronto el atardecer desapareció y todo se volvió oscuridad.

Arthur despertó sudado y con su corazón latiendo rápidamente, y con algunas lágrimas en sus ojos que no cesaron hasta que las limpio con sus manos.

Respiro hondo e intentó calmar su respiración, no era la primera vez que ocurría eso, hace ya algunas semanas que estaba teniendo este tipo de pesadillas.

- Días después -

- ¿Desde hace cuánto comenzaste a tenerlas? - preguntó su psicólogo.

- Hace... - vaciló intentando recordar - ...3 meses, creo.

- ¿Siempre son con la misma persona? - Arthur asintió - ¿Puedo preguntar quién es? Si no te incomoda.

- Mi madre... - dijo en voz baja.

- ¿Le sucedió algo a ella?

Arthur solo bajó su cabeza mirando al suelo y no contesto.

- Arthur - el psicólogo, que se llamaba Francis, le llamo con su voz suave - Si algo te incomoda de esto, házmelo saber, pero necesito que hables para poder solucionar tus problemas ¿Sí? - Arthur asintió - Si no quieres contestar esa pregunta está bien, no te forzare a hacerlo.

El ojiverde respiro hondo y decidió hablar - Ella murió, hace unos meses.

Francis lo miró dejando en su escritorio la libreta que estaba utilizando para anotar todo lo importante que decía Arthur - ¿Quieres hablar de esto?

Arthur vaciló sin responder, un nudo se formó en su garganta, realmente no quería hablar de ese tema, pero sabía que tenía que enfrentarlo a toda costa. Francis luego de unos minutos decidió romper el silencio.

- ¿Cómo murió? - le pregunto.

Arthur lo miró y mordió su labio inferior - Ella...se suicidó.

- Flashback -

- Mamá, ya llegué - dijo Arthur cerrando la puerta de su hogar, pero no obtuvo ninguna respuesta - ¿Mama? - volvió a preguntar, pero nuevamente no tuvo respuesta.

Camino hasta el segundo piso donde estaban los dormitorios y no la encontró. Siguió caminando hasta el baño y se encontró con una de las imágenes más traumáticas que pudo haber visto en su vida. Su madre, estaba sentada en el suelo, con su espalda sobre la tina, y a su alrededor había un gran charco de sangre que provenía de sus dos muñecas.

Arthur en ese momento corrió hacia ella para tomarla entre sus brazos sin importar que su ropa se manchada.

- ¿Por qué...? - Le pregunto con lágrimas en sus ojos - ¿Por qué lo hiciste...? - temblando saco su teléfono y marco el número de su celular, sabía que ya era tarde porque al intentar tomar su pulso no lo lograba encontrar.

- Buenas noches ¿Cuál es su emergencia? - le respondieron detrás de la línea.

Arthur tardó unos segundos en contestar - Mi madre...

- ¿Que le sucedió a su madre?

- Ella...está muerta - dijo rompiendo en llanto, no podía creer que esto le estaba sucediendo.

- Señor tranquilícese ¿Que le sucedió a ella?

- De sus brazos - trago en seco - Se está desangrando.

- Lo entiendo, en unos minutos una ambulancia llegará a su casa, sólo aguarde unos minutos.

- Esta bien - Arthur corto dejando caer su teléfono al suelo, abrazo el cuerpo de ella y sollozo aún más. No podía creer que la mujer que le había dado la vida había muerto, y de esa forma.

Unos minutos más tardes, aun llorando, miro para su lado y había, por así decir, una carta. Soltó con una de sus manos el cuerpo y agarro el papel, algo tembloroso comenzó a leerlo.

"Arthur:

Mi pequeño bebe, sé que cuando leas esto yo ya voy a estar en un mejor lugar, pero de alguna manera necesitaba despedirme. Lo sé, no fue la mejor manera de terminar todo esto, pero lo necesitaba. Todos sufrimos de alguna manera, ¿No? Muchos esconden eso para no preocupar a sus seres queridos, y me incluyo en eso, pero ya no podía aguantarlo más, tener que mostrar una sonrisa falsa y decir que "estaba bien" cuando realmente no lo estaba, ya no funcionaba. Las pastillas antidepresivas no funcionaban más y los pensamientos suicidadas cada día iban aumentando aún más.

Por favor sigue sin mí, que sé que tu vida mejorara así, que esto no te afecte en el futuro y sigue siendo la hermosa y cariñosa personita que yo crie. Sabes que te amo demasiado y espero que algún día encuentres alguna persona que te amé como yo lo hago.

Mamá"

- Fin del Flashback -

- Lo siento mucho, no debí haber preguntado eso - se retractó Francis.

- Descuide, ya no importa - dijo sobándose una de sus muñecas, llamando la atención de Francis.

- Arthur - le llamo - Sé que no debería preguntar esto, pero por el gran puntaje que obtuviste en tu test de depresión lo deduje ¿Tu llegaste a cortarte?

Arthur abrió sus ojos aún más, no quería responderle tal vez lo iba a tratar de loco o de alguna manera lo podría internar en algún hospital. Pero dudo por unos minutos y resignado decidió asentir.

- ¿Podrías mostrármelas si es que no te molesta? - Arthur volvió a asentir y subió las mangas de su camisa, mostrando 6 cortes del brazo izquierdo y 7 del derecho - ¿Cada cuánto las haces? - se atrevió a preguntarle.

Arthur vaciló y respondió - 4 veces por... - decidió callar.

- ¿Por...?

- Semana.

Ambos se quedaron en completo silencio, mientras Francis volvía a tomar su libreta y anotaba un par de cosas en ella.

- ¿Desde hace cuánto te las haces?

- Desde que ella murió.

- Ya veo, bueno Arthur - miró su reloj - Ya paso una hora - la sesión del día había concluido - Quisiera verte la próxima semana, ¿Sí? - Arthur asintió, tomó su abrigo y salió del consultorio.

La sala de espera estaba vacía - Creo que fui el último - pensó. Camino hacia la entrada y el guardia lo despidió con un cálido adiós con su voz potente, Arthur sólo asintió y salió a la fría calle. El invierno estaba cerca y ya se podían sentir las heladas que se aproximaban.

Con su bufanda se cubrió hasta por encima de su nariz del viento que le golpeaba la cara. Y caminaba tranquilamente escuchando música con sus audífonos, una canción de Green Day se reproducía en ese momento. Cerró sus ojos comenzando a tararear la canción, y sin darse cuenta había chocado con alguien, cayendo torpemente al suelo.