Disclaimer
Highschool DxD y sus personajes son propiedad de Ichiei Ishibumi y de toda la sarta de empresas niponas a la que este asociado, este fic es escrito sin ánimo de lucro y con la mera intención de entretener… Con eso tienen esos tarados.
PROLOGO "UN TIRANO ENTRE NOSOTROS"
Mientras me ajusto el yelmo en la cabeza, cierro los ojos y doy un profundo suspiro antes de seguir preparando mi equipo, es muy probable que la próxima vez que los cierre sea para ya no volverlos a abrir, trato de no pensar mucho en ello, en la situación en la que estoy eso es lo peor que se puede hacer, pero a pesar de que trato de evitarlo con todas mis fuerzas, es imposible ignorar el sonido atronador de los impactos de las armas de asedio junto con los gritos de los guerreros de ambos bandos que están luchando allí fuera, mezclándose en una melodía que está a punto de llevarme a la locura.
Sin embargo no puedo dejarme llevar por mis miedos, esta es nuestra batalla decisiva, nuestra hora solemne, si nos rendimos ahora será nuestro fin, bueno, quizás ya lo sea, aún así, si está realmente será mi última pelea, no pienso dar el brazo a torcer, victoria o muerte, no hay otra opción.
Mi armadura ya esta lista en su lugar, muevo mis brazos y piernas acostumbrándome a su peso, mientras lo hago, miro hacia a mi alrededor encontrándome sola en medio de las barracas, ya todos salieron hacia las murallas, no vi ningún rastro de temor en sus rostros al salir, ellos ya hace tiempo que aceptaron lo que yo acabo de comprender.
Supongo que simplemente lo pienso demasiado, al fin y al cabo, este tipo de cosas no se resuelven parándose a pensarlas, tomo mi espada y mi escudo completando de esa forma mi indumentaria de guerra, recuerdo lo orgullosa que me sentí cuando me las entregaron la primera vez, es irónico como jamás hubiera podido pensar en sentirlas como la prisión que eran para mí en este momento.
Al subir las escaleras me encuentro con las fuerzas del cielo moviéndose por todos lados, posicionándose mientras aún nos quede un mínimo margen de tiempo para prepararnos, el frente de la batalla aún está a un par de kilómetros, sin embargo, grupo tras grupo de soldados de la vanguardia llegan muy malheridos en el mejor de los casos augurando una batalla que muchos de nosotros empezamos a querer que nunca suceda.
Despliego mis alas y parto hacia lo alto de los muros, viendo hacia el horizonte presencio el inmenso ejercito que se dirige hacia aquí chocando contra la finísima línea de soldados en la que se ha transformado nuestra vanguardia sin poder evitar sentir una horrible presión en el pecho.
Meneo la cabeza de un lado hacia otro, no debo de perder el enfoque, batiendo mis alas con fuerza, vuelo velozmente hacia uno de los tantos torreones donde uno de los cañones mágicos que componen nuestro sistema de defensa está siendo preparado por varios soldados angelicales.
Tratando de estorbar lo menos posible me posiciono en la línea de defensa, es impresionante la cantidad de energía mágica que todos mis compañeros están haciendo circular a mi alrededor, puedo ver sus ansias de lucha en sus ojos, como apretan sus puños ante la ira contenida, creo que las lanzas de luz que se arrojen en este día serán aquellas cuya furia y ganas de revancha impregnadas en ellas jamás en la historia de este mundo volverán a ser repetidas.
Un cuerno de batalla se oye a mis espaldas, sin embargo no suena como el de nuestros enemigos, de hecho, suena muy similar a uno de los nuestros, instintivamente todos los que estamos en línea de defensa volteamos hacia atrás presenciado algo que, aunque sea apenas un poco, calienta nuestros contraídos corazones.
Un enorme círculo mágico purpura se abre justo en la parte interior de la muralla y desde dentro surgen centenares de guerreros ángeles caídos liderados por el mismísimo líder de su facción.
Gritos de júbilo se oyen en toda la muralla mientras los caballeros caídos en sus armaduras negras saludan desde el suelo a sus hermanos de armaduras plateadas en las alturas, es curioso, pero si no fuera por el monstruo que nos tiene en esta maldita situación, jamás hubiésemos podido tener un lazo tan fuerte como el que hoy nos une a ambas razas.
Rápidamente nuestro comandante salió a su encuentro, ambos líderes vistiendo sus armaduras pesadas no dejando ver más que sus tres pares de alas se fundieron en un abrazo fraternal a modo de saludo mientras que una parte de nuestros hermanos caídos se unían a los pocos valientes que mantenían su formación frente a las puertas los cuales no pudieron evitar sonreír al tener a su lado a las famosas vanguardias de ébano con sus enormes escudos cual torres y sus poderosas lanzas dispuestos a empalar a cualquier insensato que se atrevieran a ponérseles enfrente.
La otra parte extendió sus alas negras y se unieron a los que estábamos sobre el muro comenzando a preparar sus lanzas de luz compartiendo nuestras ansias de por fin ajustar cuentas, una vez posicionados, nuestros líderes levantaron vuelo supervisando el desarrollo de la batalla desde las alturas sin poder hacer más que esperar a que los pocos hombres que quedaban en el frente se replegaran y la marcha de aquel ejército invasor contra las murallas se viera truncada por nuestra defensa.
Los cuernos de batalla enemigos empezaron su gutural canto cuando el último grupo de nuestra vanguardia ingreso en la ciudad, el eco de su marcha se oía como si sus pies estuviesen justo al lado nuestro a pesar de la distancia que nos separaba.
– ¡Preparen!
Fue el grito de los capitanes y cuya respuesta fue una multitud de lanzas de luz tanto negras como doradas siendo creadas al perfecto unisonó mientras la marcha de nuestros enemigos empezaba a apretar el paso.
– ¡Apunten!
A pesar de estar a más de un kilometro de distancia, todos aquí somos capaces de poner nuestras lanzas a cualquiera de esos adefesios entre ceja y ceja, sin embargo aún no es el momento oportuno, esta es una batalla donde fácilmente somos superados diez a uno, es crucial que demos el primer golpe y que lo demos bien.
Al ver que a pesar de seguir avanzando nosotros no atacamos, la emoción absorbe por completo a aquellas estúpidas criaturas quienes se lanzan como locos hacia las murallas perdiendo cualquier tipo de orden en su formación.
Muertos vivientes de todo tipo, abominaciones producto de la pura magia arcana o las fabricaciones tecmaturgicas, demonios salvajes cuya apariencia dista mucho de aquellos de sangre pura y su nobleza y multitud de criaturas y bestias más componen el titánico ejercito que carga hacia nosotros, sin embargo, el miedo que sentía hasta hacía unos momentos ha desaparecido por completo, mi pecho se enciende con el calor de la batalla y mi mano se cierra con fuerza alrededor de la lanza que sostengo sobre mi cabeza, ha llegado la hora de que saldemos cuentas.
– ¡FUEGO!
Infinidad de de lanzas cual relámpagos surcan los cielos cayendo con demoledora precisión sobre las estúpidas bestias quienes se han condenado a sí mismas al romper su formación y dejar de lado los escudos para lanzarse a lo que pensaron era un ataque sencillo.
Pronto la explosión de los furiosos cañones disparando sin compasión alguna se suma a los silbidos de nuestras armas las cuales lanzamos sin detenernos ni por un solo momento, descargando nuestra ira celestial sobre el enemigo en la ruidosa y estrepitosa sinfonía que es la guerra.
Miles de adefesios caen a cada minuto de nuestro fuego, sin embargo, su ridículo número hace que a pesar de todo, sus fuerzas choquen con nuestra vanguardia estrellándose de lleno contra los enormes escudos de los caídos para luego ser apuñalados sin contemplación alguna oleada tras oleada.
Nuestro ahincó y valentía crecen al ver como nuestros generales se unen al combate, desde los cielos, el líder de los caídos crea una infinidad de círculos mágicos que parecen cubrir el cielo sobre nuestras cabezas desde donde salen incontables cantidades de lanzas de luz a cada segundo, acabando en apenas unos segundos con la misma cantidad de enemigos que los defensores matamos en todo este tiempo, mientras que nuestro comandante se lanza al ataque en medio de las hordas enemigas con su plateada armadura brillando bajo la luz de nuestros rayos, con una mano en su excalibur segando sus vidas de manera tan simple como lo hace la hoz con el trigo y con la otra portando el estandarte del cielo, quemando por completo a cualquier enemigo que toque.
Los minutos pasan y lenta, pero inexorablemente, nuestros enemigos se ven apabullados ante nuestra férrea defensa, aunque varios de los nuestros han caído ya, estos no son ni una decima parte de los que nosotros ya hemos matado.
No podemos evitar carcajearnos junto con los artilleros al ver como sus proyectiles destrozan en pedazos las torres de asedio que con tanta obstinación nuestros enemigos tratan de acercar a las murallas a pesar de ser claramente un suicidio.
¡GUARGH!
Una flecha perdida impacta en la garganta del soldado que tenía a mi lado, rápidamente desisto de mi ataque y me arrodillo para tratar su herida, lamentablemente ya es demasiado tarde, el pobre no puede hacer más que ahogarse en su propia sangre mientras me observa con suplica en sus ojos durante unos segundos antes de morir irremediablemente.
El silencio exprime nuestros corazones, a pesar de que el bullicio de la batalla no ha bajado ni un poco, el hecho de que ninguna palabra salga de nuestros labios nos parte el alma, sin nada más que hacer, me pongo de pie nuevamente y comienzo arrojar con muchas más fuerza y velocidad mis lanzas al punto de sentir que mi brazo estuviese a punto de salirse de su lugar.
–Los hare pagar a todos.
Mascullo por lo bajo mientras mis rayos perforan con precisión quirúrgica las cabezas de cualquier desgraciado que se me cruza por mis ojos, no quepo en mi ira, sin embargo no son mis labios lo que la liberan, sino cada una de las lanzas que surgen de mis manos.
Al ver por el rabillo del ojo, observo cómo tanto los artilleros cómo los soldados que me acompañan también parecen a ver aumentado la fuerza y fiereza de sus ataques producto de años y años de estar presenciado la misma escena una y otra vez.
El correr de los minutos pasa tan rápidamente que apenas me doy cuenta que ya ha pasado una hora desde que iniciamos la defensa, puedo sentir como la energía mágica se me está agotando y como el esfuerzo físico constante está empezando a hacerse sentir en el cuerpo, aún así me niego a detenerme, menos al dejar de lado mi ira y ver que, en efecto, ya hemos acabado con más de la mitad de las fuerzas que nos asediaban percatándome de cómo los campos alrededor de las puertas del cielo estaban totalmente regados por los cuerpos exánimes de aquellos monstruos.
Desde la primera línea, nuestro comandante deja salir un poderoso grito de guerra haciendo que la vanguardia de ébano pasase al instante a la ofensiva avanzado sobre las mermadas fuerzas enemigas con tal facilidad que pareciera que estas ni siquiera ofreciesen resistencia.
Gritos de júbilo y valor comienzan a surgir desde nuestras gargantas, la victoria está al alcance de nuestra mano, solo un esfuerzo más y habremos rechazado un asedio al que a primera vista parecía imposible el siquiera sobrevivir, y viendo como nuestros enemigos comienzan a emprender una retirada de lo más patética, corriendo los uno sobre los otros sin más interés en sus mentes que el de escapar de nuestro castigo divino, no es difícil darse cuenta de que ellos también lo saben.
–VAMOS, VAMOS, MUCHACHOS ¿ACASO LOS ANGELES ERISAN UN POCO SUS PLUMAS Y YA SE ME ACOBARDAN? ESE NO ES EL EJERCITO QUE YO FORME.
Escuchándose por todo el campo de batalla, aquello voz despreocupada resuena en las cabezas de todos, deteniendo la retirada desbocada de algunos y obligándonos a otros a deformar nuestros rostros en una mueca de desagrado por el asco y odio que nos genera su portador.
– ¡Tú ejercito ha sido derrotado, criatura sin honor, acepta las consecuencias de tu arrogancia y admite tu derrota ante las fuerzas de Dios!
Grita nuestro comandante desde la primera línea mientras los rugidos de guerra de todos nosotros lo secundan en su afirmación, sin embargo, lejos de verse siquiera intimidado, aquel odioso ser comienza a reírse como si aquel hecho no fuese más que una simple broma, negándose a aceptar su situación.
–OH CHICOS, SU SENTIDO DEL HUMOR SIGUE SIENDO GENIAL, SIEMPRE LOGRAN SACARME UNAS BUENAS CARCAJADAS, AÚN ASÍ, NO CREO QUE ESTE SEA UN MOMENTO PARA BROMAS, A FIN DE CUENTAS… TODOS USTEDES ESTAN A PUNTO DE MORIR.
– ¿Y se puede saber a manos de quién? Que yo sepa, tu ejército está acabado, de hecho, mientras hablamos, mi vanguardia de ébano esta masacrando a los últimos sobrevivientes, aunque debo de aplaudir tu capacidad para alentar a tus tropas, al menos no se han defecado encima mientras mis soldados los apuñalaban uno por uno.
Dijo el comandante de los ángeles caídos respondiéndole a tal asqueroso ser y haciendo que varios de nosotros no pudiésemos evitar estallar en risas ante la sutil escupida en la cara que le había dado con ese comentario.
–No olvidemos del hecho de que eres incapaz de entrar en tierras divinas, no importa que tan fuerte seas, ese es algo que ni siquiera tú eres capaz de ignorar.
Agrego nuestro comandante apuntando hacia el infinito desde donde parecía venir aquella condenada voz.
–SI, ES CIERTO, ENTRAR EN ESTE MOMENTO AL CIELO SERIA UN SUICIDIO PARA MI, Y SI, MIS TROPAS HAN SIDO DERROTADOS, SIN EMBARGO, TENGO QUE ADMITIR QUE SOY UN PESIMO PERDEDOR…
Dragon Shoot
De la nada, una bala hecha de una descomunal cantidad de energía aparece, impactando con brutal fuerza sobre uno de los muros adyacentes al lado opuesto donde yo me encontraba, pulverizando en un parpadeo las defensas junto con los valientes soldados que allí estaban.
Ni siquiera tenemos tiempo para lamentarnos de la muerte de nuestros compañeros ya que una gran grieta dimensional se abre ante nosotros, y desde su interior, ese bastardo sale vistiendo aquella armadura casi completamente negra a excepción de unos pocos detalles en rojo como vestigios de su antigua bondad perdida hace ya mucho tiempo.
Frente a nosotros esta aquel monstruo que inició esta pesadilla hace ya quince años, flotando en el aire haciendo que todo soldado presente en la batalla se ponga en guardia, seguramente observándonos detrás de su yelmo con una sonrisa de superioridad, a sabiendas de que un simple movimiento de su mano bastaba para acabar con todos nosotros.
– ¡TODO EL MUNDO RETIRESE A LAS PUERTAS!
Gritan ambos comandantes al unisonó, inmediatamente todo soldado tanto en los muros como en las afueras de estos comienzan a retroceder lo más rápido posible, no es cuestión de cobardía, de hecho, más de uno aquí querría luchar mano a mano con ese sujeto si por lo menos había una posibilidad en un millón de darle un puñetazo en la cara antes de que acabase con nosotros.
Sin embargo, es sabido por todos el poder inconmensurable que ese monstruo posee, el hecho de quedarse a luchar, más que un acto heroico, sería la forma más estúpida que existe en este mundo para desperdiciar tu vida.
– ¡Oh no, de eso nada!
Boost Boost Boost Boost Explosion. Tyrannical Dragon Shoot.
Una bola de energía oscura comienza a emerger de su mano derecha fulgurando inestable al mismo tiempo que varios haces de luz oscura comienzan a surgir desde allí, para luego apretar su puño haciéndola añicos, mientras la última mitad de la vanguardia está llegando a las puertas, con total malicia extiende su mano hacia ellos haciendo que cinco ráfagas de una titánica energía pura saliesen disparados hacia la puerta.
TROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOMP
Silencio es lo único que mi cuerpo es capaz de perceptir, frente a mis ojos no hay más que una oscuridad absoluta, mi garganta está completamente reseca y he perdido toda sensación en mis brazos y piernas.
Aquellas imágenes aún siguen en mi cabeza, recuerdo como fui capaz de levantar el vuelo justo a tiempo para evitar que aquel ataque me destruyese por completo, sin embargo, ni mis compañeros, ni los soldados que volaban con rapidez hacia las puertas, maldición, aún varios de los muchachos en muchas otras partes de la muralla no tuvieron la suerte de reaccionar siquiera a maldecir por lo bajo ante su inminente muerte.
Poco a poco voy regresando en mis sentidos, puedo oír como el repiqueteo de las llamas comienza a adquirir fuerza en los alrededores, el movimiento de las tropas sobrevivientes quienes acuden en ayuda de los centenares de heridos que ahora están arrojados en todas direcciones me da la tranquilidad de que al menos no todo está perdido, aún así, no hace falta ser un genio para darse cuenta de que la situación se ha vuelto demasiado grave.
De a poco voy recuperando la fuerza en mis extremidades como para poder ponerme de pie por mí misma, afortunadamente no sufrí más daño que unos cuantos fuertes golpes, pero a pesar de todo, el paisaje que se yergue ante mi es desolador.
Lo que hasta hace un par de horas era una impoluta muralla blanca enorme y orgullosa, ahora se veía en varios de sus tramos con unos impresionantes agujeros que bien podría decirse que habían pulverizado la estructura por completo, si es que ya no lo era así.
Cuerpos tanto de ángeles caídos como de ángeles comunes se veían desparramados por todo el lugar, algunos examines, otros con heridas que iban desde la laceración de extremidades hasta desapariciones completas de alguna parte del cuerpo y por último, unos cuantos desafortunados de lo cual lo único que quedaba de ellos eran sus partes desperdigadas por todos lados.
Aún así, a pesar de la dantesca imagen, el daño había sido mínimo teniendo en cuenta su verdadera capacidad destructiva, ya que sobre nuestras cabezas, ambos comandantes mantienen en alto un impresionante escudo mágico, que de no ser por él, bien todo lo que me rodea en este momento habría desaparecido de la faz de la existencia misma.
Ambos comandantes respiraban pesadamente, el esfuerzo para detener semejante ataque de seguro debió de haber sido demasiado, pero a pesar de todo, ellos siguen firmes frente a aquel monstruo de armadura oscura quien simplemente se limitaba a aplaudir con una sonora carcajada saliendo de su cubierta boca mientras lentamente baja al suelo comenzando a caminar con firmeza hacia las castigadas puertas celestiales.
–Magnifico, sencillamente magnifico, ciertamente no han podido elegir mejores reemplazantes para Azazel y Mikael que ustedes dos, jamás me voy a cansar de repetirlo.
Terminando con el conjuro, ambos generales imitaron al sujeto comenzando a caminar hasta terminar los tres frente a frente, mientras el de armadura negra tronaba sus dedos despreocupadamente, ambos ángeles apretaban sus puños con inusitada fuerza ante la mención de los antiguos ocupantes de sus respectivos puestos.
–Oh vamos ¿Qué paso con toda esa fanfarronería de hace unos momentos? no me digan que el dragón les ha cortado la lengua… Bueno, no sé si la lengua, pero sí que con lo de recién acabo de romperles un par de cosas a ambas.
–Maldito ¿A caso nunca te cansas de pisotear la vida de los demás y afanarte de ello?
–Emmmm nop, ni un poquito.
Ante esa respuesta, el líder del cielo lanzó un rayo a quemarropa que de ser cualquier otro, hubiera acabado con su objetivo en el acto, lamentablemente, a aquel sujeto simplemente le basto con detener el ataque con su mano y destruirlo en pedazos con un leve apretón de esta.
–Por favor, nos conocemos desde casi toda la vida, no hay necesidad de ser así de agresivos entre amigos de la infancia ¿No te parece? Venga, que hace tiempo que ninguno de los tres nos vemos el rostro, quitémonos los cascos, si tanto quieren insultarme al menos tengan los ovarios de hacerlo cara a cara.
Un silencio incomodo se formo entre aquellos poderosos seres, observándose el uno al otro, ambos ángeles asintieron con la cabeza para luego quitarse al mismo tiempo sus finamente ornamentados yelmos dejando caer sus largos cabellos por detrás de sus espaldas.
–Bien, bien, por esto sí que vale la pena meterme en todo este lio, chicas jamás me canso de ver sus hermosos rostros.
Como si el sufrimiento que él les había causado a ambas nunca hubiese pasado, el muy maldito les hacía cumplidos así sin más, aún así, el rostro repleto de ira de la líder del cielo junto con la cara de póker absoluto de la líder de Grigory dejaban bien en claro lo que ambas pensaban del monstruo que está frente a ellas.
Sin siquiera mover un musculo, el casco que cubre el rostro de aquel malnacido se va retrayendo poco a poco por si solo hasta dejarlo al descubierto por completo, revelando una melena castaña un tanto larga y unos ojos ambarinos los cuales parecían petrificarte con tan solo enfocarse en ti como si de la más terrorífica de las criaturas se tratase, aunque pensándolo bien, este sujeto no está muy lejos de eso.
Una sonrisa sínica se esboza en su rostro mientras observa los enormes destrozos que causo sin ningún reparo de mostrar que está totalmente satisfecho consigo mismo por tal tremenda masacre causando que a ambas comandantes les resultase cada vez más y más complicado contener sus emociones.
–Issei Hyodo… Presentándose a su servicio señoritas.
Su actitud relajada me enferma, sonriendo sutilmente y haciendo una leve reverencia, ese malnacido se burla de todos nosotros y no se digna siquiera a disimularlo.
–Retira lo que has dicho Sekiryutei, hace quince años que tus acciones mataron ese nombre, en lo que a nosotras respecta, Issei Hyodo hace tiempo que ha dejado de existir, tú no eres más que un cascaron vacio con su forma.
La voz gélida con la que aquellas palabras salieron me crispó los nervios, a nosotros los ángeles siempre nos es un tanto chocante ver a nuestra amorosa líder expresar algún tipo de enojo, sin embargo, jamás pude imaginar presenciar tal odio surgiendo de sus ojos y labios, como tampoco nunca pensé que mi odio hacia ese sujeto pudiera aumentar como lo está haciendo en este momento, nuestra señora es un ser puro y devoto de las enseñanzas de Dios, el ser más compasivo que cualquiera de nosotros hubiera conocido, podría decir que incluso más que los difuntos Mikael-sama y Gabriel-sama, el hecho de que alguien tenga la osadía de manchar su persona generándole tales sentimientos, fácilmente lo convierte en el ser más aborrecible de todos.
–Oh por favor Irina, el hecho de que desconozcas así a tu querido amigo de la infancia hace que se me parta el corazón.
Irina Shidou-sama, antigua humana ascendida a ángel y la única serafín que Mikael-sama fue capaz de crear antes de morir utilizando remanentes del poder de Dios, y por ende, la única capaz de comandar la facción del cielo ante la ausencia de todos los serafines originales, nuestra líder en esta hora final y aquella por la que todos nosotros seriamos capaces de morir gustosos en su nombre.
Sin embargo, este maldito con sus palabras ponzoñosas lastima sin contemplaciones a mi señora, llevándola al punto de que la líder de los ángeles caídos tiene que detener el brazo con el cual empuña su excalibur por miedo a no ser capaz de controlarse mucho más tiempo.
–Déjate de estupideces, dragón caído, y escupe de una buena vez lo que sea que tengas que decir.
–Oi, oi, no hay por qué ser tan agresiva… Akeno-san.
Akeno Himejima-sama, el ángel caído vivo más poderoso y la gobernante de Grigory junto con los pocos cadres supervivientes en reemplazo de los difuntos Azazel y Barakiel, además de ser uno de los pilares de la coalición formada para acabar con el Sekiryutei, en sencillas palabras, uno de los seres más poderosos que habita este mundo.
Sin embargo, a pesar del grado de importancia que alguien como ella ocupa, a pesar de todo el poder que es capaz de crear con tan solo la palma de su mano, cada palabra que sale de la boca de aquel monstruo parece afectarla en gran medida, aunque pareciera que su rostro inexpresivo no pareciera tener mayor cambio, si incluso con un poco de esfuerzo alguien como yo es capaz de notar esos pequeños gestos como el hecho de apretar los dientes o cerrar sus puños con fuerza ante su presencia, para aquel dragón debe de ser más que evidente lo que causa en ambas, y por la sonrisa de satisfacción que tiene en su rostro, diría que lo disfruta a sobremanera, no solo conforme con ser tremendamente poderoso, también es un maestro de la guerra psicológica.
–Tú hace mucho que has perdido el derecho a pronunciar mi nombre, monstruo, no cruces la barrera si no quieres que esto termine en un combate mucho más rápido de lo que planeas, te lo repito Sekiryutei, di lo que tengas que decir o prepárate para luchar en este mismo instante.
–Está bien, está bien, ya me he echado unas cuantas risas con ambas, no hay necesidad de ser tan aguafiestas, en serio ¿Qué les ha pasado en estos últimos años que las dos se han vuelto tan amargadas?
– ¡SEKIRYUTEI!
–Perdón, perdón, no lo pude evitar, tienes razón, hay que ponerse rigurosos con esto…
Dejando a un lado su cinismo, el rostro del dragón pasó de ser una sonrisa burlona a un gesto completamente serio, extendiendo fuertemente el brazo apuntando hacia los despojos de las puertas celestiales, un silencio sepulcral se forma en el lugar, ninguno de nosotros sabe que es lo que está a punto de hacer, si aquel mero gesto no es más que eso mismo o si por el contrario es la advertencia de un nuevo ataque.
–Este es un anuncio, yo soy el dragón emperador rojo Issei Hyodo, todos ustedes acaban de presenciar como mi mera fuerza fue capaz de destruir las puertas celestiales, la defensa principal del bastión de Dios, evidentemente la coalición de Grigory y el Cielo no tiene el poder para oponerse a mí, pero en caso de que quieran hacerlo, entonces conocerán todo mi poder, ya no queda nadie que se interponga en mi conquista ¡Sí! ¡En este día, en este momento, el Cielo está a mi merced!
Todos estamos atónitos al oír aquellas palabras, el miedo nos embarga, porque sabemos que todo lo que dijo es verdad, nadie aquí es capaz de plantarle cara, ni siquiera mi señora o la líder de los ángeles caídos, de hecho, ni siquiera luchando absolutamente todos los que estamos aquí sea siquiera probable el hacerle un daño importante, la impotencia y la resignación nos inundan, ya no queda esperanza alguna.
–El Sekiryutei se los ordena, fuerzas del cielo… ¡OBEDEZCANME!
Su potente grito nos sobrecoge y aterroriza, ahora lo entiendo, ahora puedo comprender como fue que más de la mitad del mundo humano cayó bajo su yugo, no por nada es el dragón de la dominación, no solo es lo que dijo ni como lo dijo, sino que también el aura que expele o su mera mirada, todo lo que lo forma no es más que un instrumento de control, siento como me falta el aire con tan solo observarlo, esto… Creo que de verdad es el fin.
Sí, definitivamente este es el fin, porque…
– ¡PREFERIMOS MORIR ANTES QUE RENDIRNOS ANTE TI MALDITO MONSTRUO!
Es el grito a modo de respuesta que sale desde el fondo de nuestros corazones, sí, puede ser el dragón de la dominación, y sí, él es capaz de acabar con cada uno de nosotros sin ningún esfuerzo, aún así, eso no podría importarnos menos, nosotros somos ángeles, estamos en este mundo para defender la creación de Dios y sus ideales, y este ser es la antítesis de todo eso, nuestro orgullo, nuestra esencia misma nos obliga a luchar contra él con una pasión que casi parece arder, no importa cuánto trate de asustarnos, sin importar lo que él haga o diga, jamás nos rendiremos.
–Ya los has oído Sekiryutei, a no ser que implique que tú des media vuelta y desaparezcas de aquí, una negociación está totalmente fuera de discusión.
Dice la líder de Grigory con una sonrisa de suficiencia en sus labios, tanto ella como nuestra señora en ningún momento dudaron de nuestra fidelidad, sin embargo, aunque un tanto fastidiado, el dragón no parece mayormente afectado.
–Maldición, siempre tienen que terminar complicándolo todo, en fin, si lo quieren así, no tengo más remedio que complacerlos.
Con desgana, el Sekiryutei cubrió su rostro nuevamente bajo su yelmo y extendió sus alas dispuesto a reanudar el combate, imitándolo, ambas lideres angelicales retomaron nuevamente sus cascos mientras que los pocos que aun somos capaces de movernos y combatir nos preparamos para dar cualquier asistencia de ser necesario.
Levantando vuelo, los tres comenzaron el feroz combate, sin ningún tipo de ceremonia, Irina-sama se lanzó al ataque con su excalibur en mano arremetiendo con gran furia a pesar de que el Sekiryutei no parecía tener mayor problema a la hora de esquivar cada uno de estos, mientras tanto, Akeno-sama comenzaba preparar una gran cantidad de círculos mágicos en lo que parecía ser el verdadero ataque.
Sin embargo, tanto ellas como él saben que jamás caería en una trampa así, su guantelete derecho comienza a emitir una potente luz de la cual sale una hoja, Ascalon, la espada asesina de dragones, aún sigo sin comprender como fue que se le confió semejante reliquia a un mismísimo dragón.
Empezando a chocar sus filos, ambos guerreros se enfrascan en lo que parece ser un constante ataque y contraataque, en su forma de mandoble, la Excalibur Mimic de mi señora se mueve en un pesado vaivén de estocadas y giros con los cuales ella logra atacar constantemente sin descuidar la defensa, mientras tanto, el dragón utiliza un estilo de pelea más oportunista, analizando los momentos más propicios para atacar y defender, dando estocadas dirigidas a los puntos vitales y desviando los ataques con precisos con contundentes sablazos.
Mientras tanto, el ángel caído analiza la situación con frialdad, pareciera como si no quisiera utilizar todo su poder en un solo ataque, sin embargo, tampoco puede arriesgarse a usar poca fuerza, el rival que tenemos frente a nosotros no es precisamente del tipo que perdona los errores.
Continuando con el feroz combate, el Sekiryutei poco a poco se veía reducido por los ataques de Irina-sama, a pesar de que es el ser más poderoso del mundo, su nivel de esgrima ciertamente es inferior al de mi señora.
Con una enorme furia, la serafín ataca sin parar al dragón caído avasallándolo en el campo de batalla, obligándolo a retroceder a cada nuevo embate de su espada, aún así, a sabiendas de este hecho, este sigue sonriendo con suficiencia como si aquello no fuese más que un mero entretenimiento.
Por otro lado, al parecer el ataque de la líder de Grigory ya está listo, haciendo aparecer una gran cantidad de círculos mágicos en apenas un parpadeo, desatando con apenas un solo movimiento de su mano una impresionante andanada de relámpagos concentrados en un mismo punto.
– ¡Holy Lighthing!
A pesar de ser un ángel caído, su luz tiene una pureza que nada debe de envidiarle a la de un ángel que se encuentra bajo la gracia del señor, Irina-sama no tiene que hacer más que cubrirse bajo sus alas para protegerse del poderoso ataque, sin embargo, el Sekiryutei no es capaz de reaccionar a tiempo y termina por recibir el impacto de lleno.
–Tsk, maldición.
Desde la densa humareda, la figura del dragón emperador rojo se yergue sin más daño que unas pocas marcas de quemaduras en la superficie de su armadura, riendo a carcajada limpia mientras mi señora extiende nuevamente sus alas y la líder de Grigory no puede evitar fruncir el ceño por la molestia y frustración de no poder haber causado siquiera el mas mínimo daño.
– ¿Acaso eso es todo lo que puedes hacer, líder de Grigory?
–No te confíes Sekiryutei, aquello tan solo fue el calentamiento.
–Espero que haya sido así, si aquello último realmente fuera el máximo potencial de las dos líderes angelicales, eso sería una completa decepción.
Haciéndola surgir desde la palma de su mano, Akeno-sama forma una lanza de luz y observa con decisión a mi señora, no hace falta más que un segundo para que esta asienta y retomase su postura de combate.
–No te preocupes, aquella no fue ni una fracción de nuestro verdadero poder.
Dice para luego lanzar su arma de luz con una potencia inusitada para alguien tan adepta a la magia como lo es ella, confiado, el Sekiryutei coloca su palma abierta frente a él dispuesto a detener aquella lanza de la misma forma que lo había hecho antes con Irina-sama.
SLASH
Sus ojos se abren de par en par al igual que los de todo aquel que haya presenciado aquella escena, incluida yo misma, nadie es capaz de creerlo, pero sí, allí esta, frente a todos nosotros, la prueba irrefutable de que el dragón emperador rojo realmente puede ser dañado.
Empalada de lado a lado, su mano derecha tiembla mientras la lanza de luz se mantiene resplandeciente con su sangre escurriéndose lentamente a través de ella, por como observa detenidamente la herida sin poder decir palabra alguna, se puedo decir que es más que obvio que esta impactado por lo que está viendo.
La cadre principal de Grigory es la única que sonríe con suficiencia ante la casi inexplicable situación, incluso mi señora es incapaz de comprender lo que acaba de suceder, poniendo su brazo derecho delante de sí misma, el ángel caído exhibe con orgullo lo que en un primer momento parece un guantelete negro al igual que el resto de su armadura, sin embargo, de la nada la pieza de armadura comienza a brillar mostrando su verdadera forma.
De un blanco puro y pareciendo irradiar su propia luz, la pieza cambia por completo su forma y color haciendo que el Sekiryutei de un paso hacia atrás por la sorpresa.
– ¡¿Una reliquia del vaticano?!
–Efectivamente, lo que tienes ante ti es conocida como la "Santa Diestra", una vez fue la mano derecha de San Esteban I de Hungría, sin embargo, el sistema de milagros del cielo la transformo en una pieza de proporciones divinas a la hora del combate, para resumírtelo en pocas palabras, toda arma empuñada con este guante será imparable no importa quien trate de detenerla.
Con furia, el dragón quita el arma de su mano haciendo que un grueso chorro de sangre comenzara a surgir de ella mientras que Akeno-sama prepara una nueva lanza de luz.
–Así que yo que tú, voy tomándome realmente en serio este asunto.
Escurriéndose lentamente en pequeños hilos, el líquido vital del dragón cae hacia el suelo desde varios metros de altura, quizás esta sea la primera vez en años que su sangre fluye a fuera de su cuerpo, o al menos eso da entender por la forma en que su posición de combate se torna en una mucho más a la defensiva.
Viendo su oportunidad, nuestra líder se lanza nuevamente al combate, un tanto impactado por la situación, el Sekiryutei se ve incapaz de defenderse a toda capacidad recibiendo de lleno los ataques de esta más de una vez, sin embargo, la armadura que lo protege sigue siendo demasiado y gruesa al punto de que, aún tratándose de una excalibur, no sufrir mayor daño que unas grandes abolladuras en cada lugar donde esta impactaba.
El dragón parece desconcertado, casi como si hubiese olvidado lo que es perder el total control de una batalla, no puede reaccionar de forma eficiente y nuestras dos líderes están explotando esa debilidad momentánea al máximo.
Mientras Irina-sama mantiene su furiosa andanada de ataques contra el enemigo, Akeno-sama comienza a arrojar lanza tras lanza tratando de golpear alguna parte vital, la santa diestra, su carta de triunfo, fulgura con una luz casi enceguecedora a cada nueva arma que empuña.
De pronto, cada vez más lanzas se unen al combate, envalentonados por la incipiente ventaja, decenas y decenas de ángeles y ángeles caídos comienzan a atacar sin misericordia al tirano que tanto les ha arrebatado a lo largo de los años, su hora de revancha ha llegado.
Sin embargo, me veo incapaz de reaccionar, al igual que los demás, mi sed de venganza contra aquel monstruo también es alta, pero a pesar de esto, no puedo evitar que me tiemblen las rodillas con tan solo verlo, el terror me sigue invadiendo a pesar de lo patético que se ve tratando inútilmente de cubrir la multitud de ataques que se yerguen sobre él, de hecho, si no fuera por su armadura, probablemente la muerte lo hubiese alcanzado hace ya varios minutos.
Ya falta poco, pronto ese malnacido morirá y este infierno de más de una década llegara a su fin, este maldito miedo desparecerá por fin, esa época de prosperidad que tanto ansiamos llegara, basta de tanta guerra, basta de tanto sufrimiento, con la muerte del Sekiryutei caído y la unión de las tres facciones la paz al fin será un hecho.
De pronto, entre medio de la lluvia de lanzas de luz, un rayo solitario sigue su curso, puedo verlo casi en cámara lenta como avanza sin problemas por el aire sin perder su fuerza en ningún momento, pasando por entre decenas y decenas de soldados que se lanzan al ataque, pasando a centímetros del cuerpo de Irina-sama, para luego de un segundo, enterrarse con fuerza en la coraza negra del que alguna vez fue conocido como Hyodo Issei, atravesándolo limpiamente de lado a lado, no dejando mas testimonio de su aparición que un agujero pequeño en su pecho seguido de un potente chorro de sangre surgiendo desde su mismo corazón.
Un silencio sepulcral se forma en el ambiente, los ataques cesan y los gritos callan, lo único que se oye es el sonido del viento silbante que corre alrededor del cuerpo exánime del Sekiryutei al caer desde el cielo a toda velocidad por su propio peso muerto.
Todo acaba con el simple y burdo sonido de algo metálico cayendo al suelo de los campos elíseos que rodean las puertas del cielo, quienes alguna vez rebosantes de vida vegetal y animal, ahora no son más que mera tierra yerma producto de los constantes asedios del ejercito corrupto de aquel tirano caído.
En un pedazo de tierra seca y polvo, rodeado por un charco de su propia sangre que poco a poco sigue creciendo, el dragón imperial rojo, aquel que destruyo las tres facciones y azoto sus cenizas por largos quince años, deja salir su último suspiro, el cual no es más que una patética vomitada de sangre.
Ninguno de nosotros puede creerlo, se acabó, realmente se acabó, las emociones son demasiadas para describirlas, más de uno no sabe si quiera que cara poner, más de una vez creímos que esto nunca tendría un final, y ahora que el momento está aquí, sencillamente no sabemos qué hacer.
Volteo a ver a la autora de aquel magistral disparo, unos cuantos metros por sobre mí, Akeno-sama jadea pesadamente, aparentemente aquella reliquia consume bastante la energía de su portador, su brazo derecho cuelga cual peso muerto, sin embargo, aquel artefacto poco a poco comienza a dejar de brillar, su trabajo ya ha sido cumplido satisfactoriamente.
Ambas generales se quitan sus yelmos para poder observar mejor el escenario frente a ellas, a diferencia de lo que todos hubiéramos creído, no hay alegría o paz en sus rostros, sino cierta tristeza más bien, supongo que a pesar de todo lo que les ha hecho a ambas no quita el hecho de que, en su momento, el dragón haya sido una persona importante para ambas, no comparto para nada ese pensamiento, ese sujeto merecía eso y mucho más, aún así, respeto su duelo.
Con ojos cerrados, mi señora deja salir un suspiro de cansancio, retomando la voz tranquila y pausada que usualmente utiliza con nosotros, expresa en apenas un par de palabras los pensamientos de todos en este momento.
–Terminó, finalmente terminó.
CRACK… CRACK… CRACK…
Multitud de crujidos comienzan a oírse provenientes del cuerpo exánime del Sekiryutei, bajando la vista hasta allí, observo cómo este empieza a convulsionar de formas extrañas a medida que la gruesa armadura negra que lo protegía en vida comienza a agrietarse rápidamente.
Se supone que el cuerpo de este, a pesar de hace tiempo haber alcanzado el status de dragón completo, seguía teniendo apariencia humana, bueno, en cierta forma era así, tanto su complexión, cabello y rasgos faciales eran tal cual siempre se los había descrito, pero para confusión de todos, este tenía un color totalmente grisáceo, con lo que parecían ser escamas en lugar de piel y cuya sangre era tan negra como el petróleo, aunque con la particularidad de cambiar de color a roja inmediatamente después de entrar en contacto con el exterior.
Al cabo de unos segundos, aquel cuerpo también comenzó a resquebrajarse, secándose en un parpadeo para luego no ser más que un montón de polvo, todo esto en menos de un minuto, supongo que al final, la corrupción que dominaba su mente y alma termino por abrazar su cuerpo también, quizás el rostro humano que había enseñado hacía unos momentos no fue más que mera magia para ocultar su maltrecho estado.
Que idiota de mi parte por pensar algo como eso.
En ese mismo instante una risa incontrolable hace eco por todo el lugar, esa voz, esa maldita voz, no puede ser posible, me niego rotundamente a creerlo, me niego a creer que todos los sacrificios ocurridos hoy no han servido de nada, ese monstruo, ese ser maldito desde su mismo nacimiento no puedo estar vivo, el destino no puede permitir tal injusticia.
– ¿EN SERIO? NO, NO, NO, POR FAVOR ¿EN SERIO CREYERON QUE ME HABÍAN MATADO?
Su odiosa risa sigue resonando, incluso tiene que tomar aire para poder seguir haciéndolo, nosotros no podemos creerlo, aquellos que tienen sus rostros al descubierto tienen señales del más profundo y evidente shock en ellos mientras los que aún están completamente armados no dan más señal que el contundente temblor de sus cuerpos dominados por el terror.
Tanto mi señora como Akeno-sama están pasmadas en su sitio sin poder creer lo que está ocurriendo, pareciera como si el alma se les estuviese a punto de escapar con tan solo un mero suspiro, contienen la respiración como si no fuese más que una horrible pesadilla de la cual pronto despertaran, lamentablemente para nosotros esta pesadilla no es para nada un sueño.
–OH NO PONGAN ESAS CARAS, ES LOGICO SI LO PIENSAN AUNQUE SEA UN POCO, SE SUPONE QUE SOY AQUEL A QUIEN TODOS QUIEREN MATAR, LO NORMAL SERIA TENER ALGUNA QUE OTRA MEDIDA EN CASO DE EMERGENCIA.
Surgiendo de una grieta dimensional justo al lado del cuerpo caído de lo que quiera que haya sido aquel señuelo, el Sekiryutei aparece totalmente indemne, con su rostro descubierto observándonos con la que seguramente sea la más sínica de sus sonrisas.
– ¿Cómo es posible? ¿Cuando fue que tú?
A pesar de no poder salir del todo de su terror, Akeno-sama es capaz de dejar escapar aquellas palabras de su boca casi inconscientemente.
–Mi querida Akeno-san, el poder de los dragones es demasiado basto y complejo para la mayoría de los demás seres de este mundo, pero para ponerlos en términos simples, digamos que aquello fue el equivalente a la cola que dejan atrás las lagartijas al estar en peligro, una parte de mí ser de la cual no tengo problema de deshacerme.
–Pero ¿Cómo es eso posible? Aquella cosa luchaba de la misma forma que tú.
Ahora la que hablaba era mi señora quien se observa ambas manos incrédula al recordar cómo había sido el combate entre ambos hacia apenas unos cuantos minutos, a lo que el Sekiryutei no hizo más que señalar con un dedo su propia cabeza.
–Todo controlado desde aquí, aunque debo admitir que me falta practica, ese clon lucho del asco.
Tronándose sus dedos y estirando ligeramente su cuerpo, el dragón se prepara para retomar nuevamente el combate, con Ascalon liberada y las alas en su espalda comenzando a silbar cual motor de avión a punto de despegar, causa como reacción automática la puesta en guardia de todo aquel fuera de las puertas que fuese capaz de luchar, no podemos ni ocultarnos ni cubrirnos dentro de las murallas, ha jugado con inteligencia sus cartas y ahora nos tiene donde nos quiere, de ahora en más la suerte está echada.
–En fin ¿Dónde nos quedamos?
Lo único que puedo percibir luego de esas palabras es un haz negro recorriendo todo el campo de batalla a una velocidad increíble dejando tras de sí la sangre de todo aquel que se cruce en su camino.
Cabezas, brazos, piernas, alas, todo aquello sale volando frente al filo de Ascalon, que a pesar de ser muy poco efectiva contra seres que no sean dragones, demuestra seguir siendo digna de respeto a la hora de la verdad.
Poco a poco el lugar se va transformando en una sangría, la mayoría de los guerreros se ven incapaces de reaccionar terminando con sus vidas segadas por la mano del Sekiryutei, algunos otros terminan por optar huir hacia las puertas, muriendo casi todos en el intento a excepción de unos pocos afortunados.
Ambas lideres intentan detener la masacre, pero la fiera lucha en la que se habían enfrascado minutos antes les había consumido demasiada energía siendo tan solo capaces de cuidarse a sí mismas ante los reiterados embates del dragón antes de que este volviese a sumergirse en su carnicería.
Estoy aterrada, soy incapaz de reaccionar, ni mi escudo ni mi espada han salido de su lugar en todo este tiempo, mis piernas pierden toda su fuerza, me encuentro de rodillas en el suelo temblando de terror desde la cabeza hasta los pies, las lagrimas salen de mis ojos mientras mis manos se aferran a mi cabeza en un acto reflejo por protegerme en medio de mi histeria.
Por alguna razón aquel dragón no parece notarme, sin embargo soy incapaz de ponerme a salvo, ninguna parte de mi cuerpo es capaz de hacer otra cosa que no sea temblar, estoy aterrada hasta mi alma misma, incluso la idea de la muerte empieza a hacérseme atractiva si con ello puedo quitar esta inaguantable presión en mi pecho.
Puedo observarlo todo con lujo de detalles, como a cada nuevo movimiento de su cuerpo un otro ser pierde su vida, nuestras lideres están destrozadas, al igual que yo, solo pueden presenciar el festín de sangre y sufrimiento con el que el Sekiryutei alimenta su incansable sed de guerra.
Esto tiene que parar, no puedo soportarlo, siento como mi cabeza fuese explotar a cada segundo que pasa, me siento morir desde lo más profundo de mí ser, es una tortura inimaginable incluso para la mente mas retorcida.
De pronto, los gritos callan, al parecer, al menos tuvo la amabilidad de darles una muerte rápida, pues ni siquiera se oye el mas mínimo quejido de algún moribundo, las lagrimas recorren los rostros de las únicas dos guerreras que se mantienen en pie plantándole cara a ese monstruo, pero a pesar de todo, la decisión no desaparece de su rostro, saben que es el fin, pero si han de dejar de existir al menos lo harán con el orgullo y la fortaleza que las caracterizo en vida.
–Bien chicas, hay que admitir que ha sido divertido ¿No?
Dice el dragón observando a ambas con la misma sonrisa sínica que tuvo durante todo el combate, ninguna de las dos dice nada, las emociones del momento son demasiadas como para pensar en algún insulto, aún así, sus miradas son más que suficiente para que cualquier palabras fuese innecesaria.
–Venga ya, quiten esas caras largas, solo son un par de segundos más y jamás volverán a verme de nuevo, y bien ¿Quién quiere ir primero?
Vuelve a hablar con un profundo sadismo surgiendo desde sus ojos, la respiración pesada de Akeno-sama es lo único que se escucha a modo de respuesta, al ser la que está en mejor estado, Irina-sama se planta entre ambos con su excalibur en mano para defender a la líder de Grigory con su vida, sin embargo, a ella tampoco le quedan fuerzas, para alguien como él no habrá problema alguno para despacharla en un simple movimiento.
–Mi bella Irina, una digna y devota hija del señor incluso en sus últimos momentos, yo te daré la mejor muerte que puedes pedir, caerás defendiendo a los desvalidos ¿Qué mejor final que ese para un ángel como tú?
Ascalon vuelve a esconderse dentro de su guantelete, al parecer piensa acabar con ella con su propia mano, me detengo a observar por última vez el rostro de mi señora, ese que tantas veces me ha devuelto la paz, en realidad, yo siempre creí que bajo su mando podríamos pasar por estos tiempos difíciles y algún día alcanzar la tan ansiada paz, sin embargo, al verla a punto de caer frente a tan odioso ser, no puedo evitar sentir como todo mi mundo se viene abajo.
De pronto siento como la escena empieza a hacérseme cada vez más cercana, ahora puedo ver de más claramente cada rasgo del bello rostro de mi señora, tengo que admitir siempre sentí una sana envidia hacia ella en ese sentido, me hubiera encantado ser tan hermosa como lo es ella o haber tenido la capacidad de llevar la tranquilidad hacia los corazón de los demás con apenas unas pocas palabras.
La mano del Sekiryutei comienza su recorrido, los pocos metros que los separan parecen reducirse a cámara lenta mientras yo sigo acercándome más y más a los tres.
Siento una llama arder con furia dentro de mi pecho, no puedo dejar que ella muera, aún tiene que haber una esperanza, esta derrota ha sido muy dolorosa para todos nosotros, si nuestra señora no está ahí para consolarnos ¿Quién más lo hará? No, definitivamente ella no debe morir, ella es lo único que nos mantiene firmes, es nuestra única razón para no haber bajado los brazos hace tiempo ya.
Aun recuerdo lo destrozada que ella estaba cuando la desgracia nos alcanzo, cuando todos los serafines vieron son bondadosa misión truncada por la mano de este monstruo, pero a pesar de la pena que sentía, ella volvió a ponerse de pie y fue nuestra guía para que podamos hacer lo mismo.
Fue aquella que se hizo cargo de nosotros y nos cuido como sus hijos en nuestro peor momento, si no fuera por ella, seguramente muchos no seriamos nada en este momento.
Ella no puede morir, no merece morir, y juro ante todo lo que es divino en este mundo… Que ella NO va a morir.
– ¡SEKIRYUTEI!
Pongo toda mi energía mágica en mi escudo, con fuerza me planto entre el puño de aquel dragón y el cuerpo de mi señora, por la mueca de sorpresa que tiene Issei Hyodo en su rostro puedo decir que me moví a una velocidad que ni él fue capaz de percibir.
Un enorme escudo de energía divina se yergue frente a mí, sin importar lo que cueste, yo protegeré la vida de mi señora, aún así, el puño del Sekiryutei sigue su camino rompiendo cada una de las placas que componen mi defensa, pero a pesar de este hecho, no pienso dar el brazo a torcer, yo mantendré este escudo en alto aún si la vida se me va en ello.
En cuestión de segundos todas las placas de mi escudo mágico caen rendidas ante la fuerza de aquel golpe, aún así puedo sentir como la fuerza de este ha decaído exponencialmente con mi defensa, el sonido del metal de mi escudo con el del guantelete del dragón sirve como preludio al inconmensurable dolor que siento cuando mi brazo se quiebra en pedazos al recibir la onda de choque.
El metal forjado en las mismísimas fraguas del cielo que compone mi escudo apenas soporta una fracción de segundos antes de ceder por completo dando vía libre a que aquel puño siga su recorrido.
Al entrar en contacto con mi coraza, siento retumbar mi cuerpo por completo antes de que esta sufra el mismo destino que el de mi escudo.
Siento un frío helado en mi abdomen a medida que el puño sigue su curso por entre mis entrañas, sin embargo sonrío, cuando este atraviesa todo mi ser para en última instancia destrozar la parte posterior de mi armadura, ya no le quedan fuerzas para continuar.
El calor de mi sangre escurriéndose por aquel agujero calienta todo mi ser dejando a un lado el frio de aquel guantelete dentro de mi cuerpo, completamente asombrado, el Sekiryutei procede a retirarme mi yelmo antes de arrojarlo hacia a un lado.
Su desconcierto no puede ser mayor al ver mi sonrisa, para ser un monstruo prácticamente carente de sentimientos, la expresión de impacto que tiene en este momento es ciertamente muy humana, es extraño, pero todo el temor que sentí durante toda esta batalla acaba de desaparecer por completo.
–Y-Ya nnn… Ya no te… Ya no te temo.
Digo con las pocas fuerzas que me quedan sin deshacer mi sonrisa haciendo que el dragón abriese sus ojos como platos al oírme, sin ningún tipo de contemplación, quita de con un rápido movimiento su brazo de mi interior para luego ver mi sangre escurriendo de él totalmente impactado, caigo al suelo de forma pesada, aún así ya no me duele.
Sin embargo, antes de que mi cabeza golpee con fuerza la tierra, un par de manos me sostienen con gentileza, muevo mis ojos hacia arriba encontrándome con la dulce mirada de mi señora la cual me regala la más hermosa de las sonrisas que le haya visto esbozar nunca.
–Gracias.
Me dice con su melodiosa voz mientras un par de lágrimas rebeldes se escurren de sus ojos haciendo que involuntariamente una sonrisa más grande que la anterior se formase en mi rostro.
Estoy muy cansada, aún así, sé que todavía estoy sonriendo, mientras lentamente mis ojos se van cerrando sigo observando el rostro tranquilizador de Irina-sama, sé que esta será la última vez que los cierre, sin embargo, jamás se me hubiera ocurrido una última imagen para despedirme de este mundo más bella que la que estoy viendo en estos momentos, me alegro de que haya sido así.
–Cuídese… Irina-sama.
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–Y-Ya nnn… Ya no te… Ya no te temo.
¿Quién demonios es este ángel y cómo diablos fue que pudo acercarse tanto a mí sin que yo siquiera lo notara? De hecho, sabía desde el principio que ella estaba aquí, sin embargo no le di importancia, hasta hacia unos segundos estaba tan aterrorizada que parecía que en cualquier momento se cagaría dentro de su armadura.
Y lo más importante de todo ¿Cómo fue que pudo detener por completo mi ataque? Ese era un puñetazo con todo mi fuerza, se supone que alguien con un poder tan común como el de ella debería de haber explotado ante el más mínimo contacto.
Esto huele demasiado raro, quizás se trate de alguna especie de homúnculo creado en el cielo, puede que de una bomba viviente incluso.
No puedo seguir arriesgándome, con un fuerte movimiento libero mi brazo de su interior haciendo que un gran chorro de sangre saliera desde ella en el proceso, observo mi mano preocupado, quizás su sangre estuviera compuesta por alguna especie de veneno como el de Samael o algo así.
Por más que lo analice una y otra vez parece que no hay daño alguno, al parecer mi mente me acaba de jugar una mala pasada, ella no es más que uno de los soldados del cielo que utilizo todo su poder para proteger a Irina, he de admitir que su esfuerzo fue admirable, muy pocas cosas en este mundo son capaces de detener el camino de mi puño a toda potencia.
Observo como yace muerta en el suelo entre los brazos de una dolida Irina, cabello largo y liso completamente rubio, rostro agraciado y un cuerpo de que a pesar de estar cubierto por las gruesas armaduras angelicales se puede apreciar que es bastante atractivo, no muy dotado pero aún así no le resta en absoluto a su belleza, una verdadera lástima, alguien con un poder así hubiera sido un interesante subordinado.
Aún siento como su sangre se escurre por entre mis dedos, ahora que salgo de mi desconcierto inicial puedo apreciar este hecho, a pesar de haber aniquilado a casi todo lo que tuviera enfrente aún tengo ganas de más y esta sensación no hace más que recordármelo.
Frente a mi yacen una Akeno al borde del colapso por el drenaje mágico que aquella reliquia del vaticano le produjo y una Irina llorando desconsoladamente mientras se aferra con todas sus fuerzas al cuerpo de esa muchacha.
–Interesante lo de esa chica, debo decir que me sorprendió más que la carta del triunfo de Akeno-san ¿Tienes idea de quién era? Porque por como la abrasas parece que la conocías bastante bien.
Pregunto con sorna, siempre me ha parecido estúpida esa tendencia que tiene Irina a sentir empatía con todo, al escucharme deja de lado su llanto además de depositar con delicadeza el cuerpo muerto del ángel femenino en el suelo, con pesadez vuelve a ponerse de pie retomando su guardia con Excalibur Mimic en mano.
–En lo absoluto, sin embargo se supone que yo soy la que debe proteger a mi gente, no al revés, que algo como esto pase no es más que una tragedia… Al igual que todas las que vienes causando desde hace quince años.
Esto es lo genial de estas chicas, sin importar que tanto las tengas acorraladas siguen mostrándose desafiantes al igual que un perro al final de un callejón, sin embargo, este asunto ya ha durado demasiado y está comenzando a aburrirme, será mejor que lo termine de una vez.
–Gracias, el desatar el caos en el mundo es un trabajo agotador, creo que lo único que permite seguir haciéndolo es el enorme placer que me genera.
Me gustaría a ver estrujado su corazón con mis propias manos, lamentablemente mi tiempo es demasiado valioso y no puede perderlo con otro infeliz con ganas de un sacrificio final.
Boost Boost Boost Boost Explosion.
– ¿Alguna última palabra querida amiga?
Le digo mientras la energía de la Boosted Gear comienza a hacerse cada vez más y más grande, no pienso arriesgarme esta vez, un solo Dragon Shoot y esto se acabara.
–Sí, Hyodo Issei, espero que Dios sea capaz de perdonar tus pecados, porque te aseguro que este mundo jamás lo hará.
No puedo evitar reírme ante eso, cada vez me confirmo más a mi mismo de que nadie es capaz de entender el nivel de pensamiento de un dragón.
–Irina, este mundo es mi patio de juegos, lo que un juguete piense sobre quien lo usa no podría importar menos.
Estoy a punto de disparar cuando un pequeño círculo mágico aparece a la altura de mi oreja interrumpiéndome en el último maldito segundo, no puedo creerlo, de entre todos los segundos que tiene el día tenía que elegir precisamente este para enviarme un mensaje.
– ¡OH POR FAVOR! ¿En serio? Más te vale que sea algo importante.
–Se acercan tropas infernales hacia Kuoh.
– ¡¿Y qué con eso?! ¿Acaso no puedes hacerte cargo de ellos tu sola?
–Por supuesto que sí, aún así, fuiste tú el que me dijo que te llamase inmediatamente en una situación como esta, a fin de cuentas se trata de tu capital, según tus palabras "Aquel que ose atacar mi hogar tendrá que vérselas personalmente conmigo".
Maldición, es una cabeza hueca en toda la extensión de la palabra y así todo parece que su cerebro es una puta grabadora cuando se trata de mi, pero a pesar de todo no podría pedir una general más fiel y devota que ella.
–Bien, bien, ya entendí, infórmame de la situación.
–Se trata de las legiones carmesí decima y novena acompañados por el cuarto batallón de ingenieros infernales, todas provenientes desde Lilith, supongo que ya te harás una idea de quien las envía.
–Está bien, no hace falta que digas más nada, enseguida estaré allí para comandar la defensa, apenes llegue quiero que me informes de todos los pormenores que deba de saber.
–Entendido.
El círculo mágico desaparece, aún tengo la mano extendida con mi poder a toda potencia, sin embargo tengo que desistir de mi ataque, me esperan asuntos más importantes que una mera ejecución, además, si acabara con ellas ahora, un poco de mi entretenimiento terminaría por irse al caño, aunque no deja de ser una lástima.
–Serás zorra Rias, siempre tienes que encontrar la forma de cagarme los mejores momentos.
No puedo evitar mascullar por lo bajo mientras deshago mi ataque por completo ganándome la atención de las dos ángeles.
–Bien chicas, parece que las ha salvado la campana, me molesta mucho dejar esto inconcluso, pero surgieron temas que requieren de mi completa atención, supongo que sabrán disculpar.
Un leve movimiento de mi brazo y una pequeña entrada a la grieta dimensional se abre ante mí, solo me bastaran un par de minutos para llegar a Kuoh yendo a través de ella, antes de partir, observo por última vez hacía atrás antes de sonreír.
Fuego y sangre por todos lados, los campos elíseos se ven inundados en un sinfín de cuerpos exánimes tanto de ángeles como de mis propios soldados, todo coronado por las puertas celestiales, otrora de las defensas más solidas del mundo, reducidas a un despojo cubierto de agujeros que a duras penas aún se mantiene de pie, y en el centro, Akeno e Irina rendidas en el suelo, derrotadas tanto física como mentalmente, respirando pesadamente mientras me ven partir con sus ojos vomitando odio a raudales a cada segundo que se posan en mi… Haciendo que mi sonrisa aumente un tanto más antes de perderme por completo dentro de la grieta dimensional.
–Adoro mi trabajo.
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Camino entre los pasillos del palacio principal de Lilith a paso rápido para atender las ordenes del que fácilmente podría ser llamado como el señor absoluto del inframundo, a pesar de la década y media de guerra absoluta que nos azota a todos, la capital del infierno sigue siendo tan opulenta y elegante como siempre.
Mis sandalias pisan si hacer sonido alguno por sobre las finas alfombras de terciopelo carmesí que cubren el suelo, a medida que voy caminando la multitud de guardias que protegen la entrada al salón principal van presentándome sus respetos.
–Capitana, el Maou Lucifer la espera.
Me dice el último de ellos haciendo el saludo de rigor antes de cederme el paso y abrirme la gran puerta finamente ornamentada que separa la sala del concejo del resto del enorme palacio.
El vaivén de mis caderas al caminar firmemente hace que mi kimono blanco se mueva de un lado a otro, golpeando una y otra vez contra las placas de acero que se ajustan a mi hakama negro y que protegen las partes más comprometidas de mis piernas.
Frente a mí, sentada en el trono principal y siendo la única de los Maous presente, se encuentra la comandante en jefe de la coalición para destruir al Sekiryutei y la que es mi rey, Rias Gremory.
–Maou Lucifer, me presento ante usted ¿Para qué se me es solicitada?
Digo mientras pongo una rodilla en tierra y agacho mi cabeza en señal de respeto, un leve gesto con su mano es suficiente para que me ponga inmediatamente de pie y firme en espera de órdenes.
–No lo sé Koneko, me han informado de que no estás del todo contenta con mis decisiones, te he llamado para que tengas la oportunidad de expresarte y de paso aclarar tus dudas.
Dice en tono casi completamente frio mientras agita entre sus dedos una delicada copa de vino, no puedo evitar fruncir un poco el ceño al escuchar eso, supongo que esta clase de conflictos son inevitables.
–En efecto mi señora, ciertamente sus últimas ordenes se han contrapuesto bastante con mi forma de pensar.
–Exponme esas contraposiciones entonces.
A pesar de ciertamente estar dándome la oportunidad de decir lo que pienso, no puedo evitar sentir como si esto fuese alguna especie de castigo, entre su voz casi carente de emoción y su actitud prácticamente desinteresada en lo que yo crea correcto están comenzando a poner todos mis nervios de punta.
–Para ser breve, diría que me parece innecesario enviar a una muerte segura a dos legiones enteras y a un cuerpo de ingenieros solo para distraer al Sekiryutei, utilizar a soldados que juraron defender nuestra facción con su vida como mera carne de cañón es un despropósito absoluto.
– ¿Entonces me estás diciendo que debería haber dejado a Akeno e Irina a su suerte? Si mal no recuerdo, ellas y sus facciones también juraron ayudarnos en todo lo posible para combatir al Sekiryutei, abandonar así a un aliado me parece igual de cruel que enviar soldados a la muerte.
–Pero señora ¿De verdad le parece correcto sacrificar millares de vidas para solamente salvar a dos?
Una sonrisa sínica se formo en su rostro, seguramente debe de estar pensando que soy una idiota al completo.
–Mi querida Koneko, tanto Akeno como Irina valen por un millar cada una, no puedo permitir que nuestra organización pierda tales agentes, quizás pienses que mi deber con el inframundo y su gente está por arriba de todo, si es así estas absolutamente equivocada, para mí no hay nada más importante que hacer que el corazón del Sekiryutei deje de latir, aquello es para lo único que vivo.
Aprieto los puños con furia, no puedo soportar ese tipo de pensamientos, por supuesto que no me sentiría cómoda dejando que tanto Akeno-san como Irina-san muriesen sin más, pero de seguro debe de haber cientos de métodos distintos para evitarlo, no hace falta enviar a nuestros soldados a la muerte tan solo para salvar dos vidas en pos de su venganza, se supone que es una Maou, debe vivir por y para el pueblo, no utilizarlo para sus propios intereses.
–Cada batalla aquí debe contarse como derrota desde el principio, cada plan de contención debe de tener su propio plan de contención, se debe de tomar las medidas y sacrificios necesarios para cada uno, a fin de cuentas, nuestro enemigo es el más peligroso que haya existido alguna vez, y lo peor de todo, es que su guerra es contra todo el mundo, en una situación así, cosas tan individuales como los dogmas, las creencias, incluso el sentido del bien o el mal, no significan nada, espero que tengas eso en mente siempre que te sientas así.
Intento dar algún tipo argumento contra esa lógica, pero me es imposible hacerlo, al igual que ella, he vivido en carne propia estos quince años de guerras constantes, sé de primera mano la razón que hay detrás de cada una de aquellas palabras, odio admitirlo, pero aún con su pensamiento carente de cualquier emoción superficial, ella está en lo correcto, como siempre.
–De acuerdo Lucifer-sama, lamento haber hablado de más.
–No te preocupes, solo trata de no volverlo a hacer, si mis subordinados más cercanos de pronto empiezan a cuestionar mis órdenes ¿Qué puedo esperar de los soldados en el frente? Así que, por favor, cuida tus palabras de ahora en más… De lo contrario me veré obligada a castigarte por insubordinación, y eso es algo que ni a ti ni a mí nos gustaría.
Me dice con un tono de voz que hace que un escalofrío recorra mi columna, ahora entiendo porque esa sensación de incomodidad de hace unos momentos, debí de habérmelo esperado, a pesar de seguir siendo benevolente en cierta forma, hace mucho tiempo que la cariñosa Rias buchou ha dejado de ser nuestra rey.
–A sus órdenes mi señora, si me lo permite, procedo a retirarme a retomar mis funciones.
–Espera un poco Koneko, hay algo que quiero que te enteres antes de irte.
Como si hubiese estado milimétricamente orquestado, apenas dijo esas palabras un par de círculos mágicos aparecen en el medio del salón, en uno de ellos, Asia Argento aparece utilizando una indumentaria bastante informal para alguien quien se supone un cargo tan importante como el de ella, mientras que en el otro, Rossweisse hace acto de presencia portando su usual armadura asgardiana.
–Chicas, llegan justo a tiempo, estaba a punto de comentarle a Koneko sobre nuestro pequeño proyecto.
Poniendo una rodilla en tierra, la valquiria presenta sus respetos mientras la antigua monja hace lo mismo con una leve avenía, totalmente seria pero con un deje de satisfacción en su rostro, Rossweisse comienza a hablar tan claro como sus cuerdas bocales se lo permiten.
–Rias-sama, los preparativos están listos, hemos podido recalibrar el enlace con las líneas ley y el problema con el sustento de energía ha sido resuelto, además de que ya hemos hecho varios ensayos de prueba, aunque por cuestiones técnicas no han podido ser del calibre real de la operación en cuestión, todos han sido satisfactorios, podemos empezar cuando usted lo ordene.
–Oh, así que era por eso que andas en esas pintas ¿Verdad Asia?
–En efecto, aunque debo decir que extrañaba utilizar algo como esto, no puedo evitar que salgan a flote viejas memorias.
–Mejor si es así, mientras más frescos tengas tus recuerdos más fácil podrás cumplir con tu misión.
Estoy confundida, de hecho, no tengo la más mínima idea de lo que están hablando, solo puedo arriesgarme a decir que por lo entusiasmadas que están las tres, se trata de algo realmente grande, como si cayeran en cuenta de que estoy aquí, Rias-sama me observa antes de esbozar una de esas sonrisas que hace tiempo no veía en ella, sin embargo, puedo sentir como hay cierta malicia oculta tres ella, no contra alguna de nosotras, sino más bien, esa malicia implícita que siento provenir de ella cada vez que la idea de acabar con el Sekiryutei se vuelve posible, parece que su sed de venganza a despertado de nuevo, y al parecer, con más fuerza de la usual.
–Dime Koneko ¿Qué piensas de los viajes en el tiempo?
PROLOGO "UN TIRANO ENTRE NOSOTROS" FIN
Notas de Autor
Bien, probablemente como lectores se encuentren un tanto confundidos con esto, pues bien, esa es precisamente la idea, lo que tienen acá es un experimento de mi parte en cuanto a la narrativa, como verán, un tema central en este fic serán las distintas líneas temporales/dimensionales, haciendo que la trama tenga unos saltos de tiempo casi constantes y obligándolos en un principio a hacer un poco el detective para darse la idea que fue lo que hizo que el Sekiryutei en estos quince años para transformarse de un prospecto de rey del harem a un tiránico emperador en guerra contra lo poco que queda del mundo que se resiste a él, sumándole al hecho de que es la primera vez que me lanzo de lleno a la narrativa en primera persona, esto lo hace un tanto nuevo incluso para mí también, por ende esto puede llegar a ser un tanto extraño para mí como para ustedes.
Me veo en la obligación de aclarar que la base de esta historia surgió con una de mis tantas charlas con mi buen amigo BUSTERCALL con el que ya hace un par de años mantenemos contacto, sobrecargado con su gran cantidad de proyectos, básicamente me delego esta idea inicial y me dijo que la desarrollara a gusto, así que como pueden ver, ya sean aplausos o tomatazos, un poco del crédito también es para él joder.
Antes de dar por cerrada esta primera entrega me gustaría aclarar un par de cosas:
Primero: No esperen un harem, para empezar no son precisamente de mi gusto y además ya de por si la trama se vuelve un tanto sobrecargada por momentos, no pienso agregarle veinte tipas semi en pelotas orbitando en torno a la acorazada entrepierna de Issei a la mezcla, para eso ya está el original… Y no, DxD no se basa en su harem, no sé si lo hayan notado, pero debajo de todas las tetas y el culo de loli de Koneko, esta serie tiene una de las mejores tramas base que se puede pedir, estamos hablando de una historia donde cualquier mitología puede cruzarse la una con la otra, por una vez en su vida imagínense las posibilidades con algo así aparte de meter puro fanservice.
Segundo: Ciertamente todo comentario es bienvenido, pero como se dice por ahí, el que avisa no traiciona, no tengo intensión alguna de tomarme en serio (Más que como un impulso para seguir escribiendo) cualquier petición de meter a X chica en un harem o hacer una escena lemon con X otra, de hecho, ni siquiera escribo lemon, para eso ya está el Dragón del Génesis que bien que ahí el maestro Boobie trabaja este aspecto como los mejores.
Tercero: No habrá cross de ningún tipo, así es señores, puro y duro DxD.
Cuarto: Si fue de su gusto lo que acaban de leer, no se contengan en decirlo, al igual que con las críticas, la regularidad de este fic dependerá de ustedes, a fin de cuentas y como siempre digo, sus concejos me hacen mejor escritor y sus ánimos las ganas para seguir haciéndolo.
Dejando esto en claro, espero que hayan disfrutado leyendo mi trabajo y ¿Por qué no? Nos embarquemos juntos en este nuevo proyecto.
Saludos, Suerte y Nos Leemos.
