Hay veces…que las cosas salen completamente diferentes a como lo tienes planeado. Un minuto, un simple instante puede cambiar tu vida para siempre, de la manera más radical que jamás pudiste imaginar. Yo soy bastante experto en eso. No sólo porque pasé de ser educado en el orfanato Wammy's House a convertirme en el gran detective del mundo, sino porque en cada caso al que le dedicaba todo mi esfuerzo, mi vida cambiaba. Contando además, con que no soy una persona para nada sedentaria, ya que tengo que cambiar de ubicación cada cierto tiempo. Cosas del trabajo…creo. En ese tiempo en el que sostenía esa teoría estaba enfrascado en un caso de importancia casi a nivel mundial, de vital importancia. Seguro que muchos ya sabrán de qué hablo, sí, el caso Kira. Siempre manteniendo vigente mi hipótesis de que Light Yagami era el famoso asesino de masas, aumentando poco a poco los porcentajes que le declaraban culpable. Todas mis actividades se vieron reducidas a eso, a investigar sobre el caso para desenmascarar a Yagami, comer mis preciados dulces y sacar más y más conclusiones. Mi teoría sobre que las cosas podían cambiar considerablemente estaba presente en ese tiempo, como ya he dicho anteriormente. Pero también diré, que jamás pensé que fuera de manera tan drástica cómo pasó.
Verán, para que se hagan una idea les describiré todo lo que pasa ahora mismo a mi alrededor. Estoy encerrado en un edificio bastante nuevo y resistente, que contará con unas treinta plantas y con las más altas tecnologías, como no, digno de mi. Pero en este caso, no ha sido encargado por mi ni yo contaba con estar en este lugar, en Los Ángeles. Una de las grandes ciudades de América del Norte. Yo hace meses estaba en Japón, enfrascado en el caso Kira. Y ahora estoy aquí. Pensarán que algo muy grave y grande ha debido de pasar para que yo haya abandonado el lugar en el que residía con mi principal sospechoso y ahora esté aquí encerrado. Encerrado, porque no pienso salir del lugar a no ser que la situación así lo requiera. No es nada personal, ni mucho menos…simplemente me apetece seguir vivo un poco más, al menos hasta aclarar el problema con Light Yagami. La razón por la que no puedo salir, es porque el aire está altamente contaminado. Los niveles de azufre y de metano son bastante elevados, más de lo normal. En este edificio por suerte estamos a salvo, ya que esa concentración de niveles elevados de gases se encuentra en ciertas zonas de la ciudad nada más. Lo que hay que hacer es identificar zonas catalogadas con niveles normales de esos gases, y conducir la gente hacia ellos. Bueno…eso era bastante fácil al principio. Aunque claro, tampoco es que fuera robarle el caramelo a un niño, el desconcierto general era bastante patente. Nadie encontraba una explicación certera que diera los datos adecuados sobre el por qué de ese fenómeno. En seguida grupos de los mejores científicos del país se empezaron a reunir, químicos, ambientalistas, biólogos y demás. Acudían a esas zonas, anotando la concentración de los gases. Investigando un poco, llegaron a la conclusión de que precisamente eran metano y sulfuro de hidrógeno. Eso les desconcertó un poco. Esos gases no advertían de que un volcán pudiera estar bajo la ciudad como muchos pensaron. Si estuvieran un poco más culturizados, sabrían el por qué del desconcierto de los científicos.
Como todos saben, cuando el cuerpo humano ha muerto, éste sufre un proceso de descomposición en el que las células van muriendo poco a poco. Algunas se alimentan de sí mismas, otras mueren al no recibir el oxígeno necesario para la vida, pudiendo aguantar vivas casi veinticuatro horas. Una de las grandes características de la descomposición de las células de un cuerpo humano es que al morir, al pudrirse, expulsan los gases acumulados. Esos gases son los que provocan el mar olor de los cadáveres y los que atraen a los gusanos que terminan por devorar los cuerpos ya inertes y carentes de vida. Esos gases son metano y sulfuro de hidrógeno.
Supongo que ahora entenderán el desconcierto de estas personas tan cualificadas al encontrarse con que en ciertas partes de la ciudad los niveles de estos gases son elevados. Podría achacarse a un problema de contaminación, pero eso involucraría la concentración de otros gases producidos por fábricas y demás. Pero sólo eran esos. Como si en ese lugar hubiera bajo el suelo una concentración enorme de cadáveres, tan enorme que los gases llegaban a ser nocivos. Tan nocivos que ya había provocado intoxicaciones y muertes. La gente empezó a caer en seguida los primeros días, mareos, asfixia y una subida de temperatura brutal en las zonas catalogadas como peligrosas.
Justo cuando yo estaba con Light Yagami y los demás intentando averiguar quién era ese tercer Kira, fui avisado de ese problema. No le di demasiada importancia, cosa de la que ahora me arrepiento, pero a fin de cuentas, he terminado igual que si hubiera decidido investigar en el mismo momento en el que me dieron el aviso. Un problema ambiental no era algo de lo que yo estuviera demasiado pendiente, ni siquiera conocía todo a cerca de ese tema, lo mío son los asesinatos y robos.
Pero como iba diciendo…aquí estoy, en la vigésima planta, evitando las zonas con esos gases. A cada persona del equipo le ha sido dada una mascarilla en caso de que las circunstancias nos obligaran a adentrarnos en una situación peligrosa. El equipo…sí, Yagami está conmigo, padre e hijo. Aizawa, Mogi y Matsuda también. Como no, Watari. Y Misa Amane. Todos nos trasladamos, ya que cuando me informaron de cómo evolucionaban las cosas, tuve que dejar de lado la investigación del caso Kira y trasladarme en seguida aquí a pesar de que era una locura. Y como no, Light insistió en acompañarme, ya que ahora éramos un equipo y quería ayudarme a solucionar las cosas, sobre todo para que pudiéramos regresar al caso principal. Caso que ahora…me parece de lo más ameno comparado con esto. ¿Y por qué digo todas estas cosas? Claro…los gases no son el gran problema. Al principio parecía eso, al principio no le di importancia. Pero las cosas no se quedaron ahí. Unas semanas después de que los científicos se concentraran en esta gran ciudad para intentar encontrar una solución al problema, en Glendale, una ciudad del Condado de Los Ángeles en el estado estadounidense de California, se dio un caso bastante curioso. Resulta que una persona había sido acusada de canibalismo al devorar a uno de sus vecinos. Esa persona, un hombre de mediana edad y que vivía solo, parecía estar bastante enfermo. Enfermo o poseído, como muchos lanzados se atrevieron a decir. Su conducta dejaba bastante que desear en cuanto a racionalidad nos referimos. Estaba completamente loco, deseoso de poder comerse a otro ser humano o animal. Hizo falta un cuerpo de policías para detenerlo, ya que mordió a uno de ellos que resultó bastante herido. Fue trasladado al hospital bajo arresto, y la noticia no se dio a conocer. Más que nada por el que gobierno entró en pánico, ya tenía bastante con lo de los gases para lo que ahora le estaban planteando los médicos. Ese hombre estaba muerto. Sí, sus células se mantenían vivas gracias a que había consumido carne humana anteriormente, pero sus órganos apenas funcionaban, el corazón no bombeaba sangre. Las neuronas estaban muertas según los resultados obtenidos en el electroencefalograma realizado. La única parte que parecía que tenía algo de actividad del cerebro era el bulbo raquídeo, zona que permite que los movimientos sean realizados. Eso hacía que ese hombre pudiera moverse. Lo llevaron a cuarentena, bajo estricta vigilancia por una de las asociaciones científicas más famosas en los Estados Unidos, siendo sometido a múltiples pruebas. La idea de una posesión se descartó al instante, era algo irreal. Pero lo que se les planteaba era más irreal aún. Un muerto viviente, como les suelen llamar en el cine y las novelas, un zombie. El gobierno sí que no sabía qué hacer ya, así que dio la orden de que la asociación lo mantuviera oculto, lo investigara. Sin embargo, el problema se extendió. El agente de policía que había sido mordido empeoró en el hospital, murió a las pocas horas, creo que eran apenas unas cuatro horas. Cuando estaba siendo trasladado con urgencia para practicarle la autopsia, la enfermera encargada de llevarlo resulto gravemente herida, muerta en el acto. El hombre que acababa de morir le había mordido en el cuello. El hombre que estaba muerto, estaba andando. Esta noticia no tardó en hacer eco en los medios, no se pudo hacer nada para evitar tal cosa. Un cuerpo del ejército fue trasladado al hospital para detener a las personas con este problema, ya que parecía una epidemia, se iba transmitiendo con extrema rapidez. Un mordisco…y parecía que ese era tu fin, que terminabas como ellos.
Eso fue el principio de todo…Primero los gases, después los casos de las personas muertas. Ya que está epidemia se fue extendiendo desde Glendale a las demás ciudades de Los Ángeles, traspasando las fronteras y llegando a otros lugares de Los Estados Unidos. La calle no es sólo peligrosa por las concentraciones de gases, es peligrosa porque esas criaturas ahora la pueblan. Fue casi imposible detener la extensión del problema, la gente se encierra en las casas y hace lo que puede para sobrevivir. Todo es cómo una cruel pesadilla. No, yo no acepto nada de lo que está pasando. Supongo que soy un obstinado que sólo se aferra a las cosas más racionales, a las explicaciones científicas empíricas, con pruebas. Sin embargo esto se escapa de mis posibilidades de razonamiento científico. No hay manera de que se entienda una cosa así. Los científicos no encuentran una explicación, y la asociación que posee al primer hombre en este caso, no da señales de vida. Las fronteras del país han sido cerradas para evitar que esta contaminación llegue a los demás lugares del mundo. Han dejado encerradas a muchas personas en las ciudades, claramente las han condenado a muerte. Puedo parecer cruel, pero lo veo completamente lógico, cerrar las fronteras de esa forma para evitar una catástrofe mundial. Sin embargo…apenas se había intentado salvar a la gente sana. Cada vez habían más muertos y menos vivos.
Hacía tiempo que yo no sostenía una pistola en mis manos, y sin embargo ahora no puedo separarme de esta. Al final, el equipo japonés que tanto se negaba al uso de armas había terminado aprendiendo a defenderse con estas, no les quedaba otro remedio. En este edificio no estamos sólo nosotros, sino algunos científicos que disponen de gran material altamente cualificado para investigar este caso, y algunos militares que quedaron encerrados al sufrir un ataque en la calle de abajo. Las puertas están cerradas herméticamente, por lo que estamos a salvo, pero los alimentos se acabarán en unas semanas posiblemente. Sí, y mis dulces se terminarán mucho antes, no sé cómo me las averiguaré para salir de esta.
Estaba sentado en uno de los cómodos sofás, que yo mismo había orientado hacia una de las ventanas para disfrutar del poco sol que a las diez de la mañana ofrecía esta ciudad. En mi postura habitual, en cuclillas, aunque no descalzo, ya que Light había insistido en que utilizara al menos calcetines ante la presencia de tanta gente importante y dadas las circunstancias, que mantuviera unas zapatillas de deporte cerca por si necesitaba salir a la calle. Estaba degustando un azucarado café, nada del otro mundo. No dejaba de mirar el cielo, las azoteas de los edificios que en estos meses estaban completamente descuidadas. Para qué mirar abajo. Sabía lo que iba a encontrar. Sin embargo no puedo evitarlo, y mi mirada se dirige sola hacia la superficie, el suelo. Había sangre por doquier, los coches estaban hechos un desastre, estrellados unos contra otros. La alarma de uno de ellos llevaba unos días sonando sin parar, me estaba poniendo nervioso, pero por ahora ninguno habíamos querido bajar a hacerla explotar como mínimo. No, porque en esa superficie no sólo había eso. Había muerte. Todo estaba lleno de personas muertas. Y no estaban precisamente tiradas en el suelo como un muerto normal y corriente. No. Estaban andando, buscando a cualquier despistado desgraciado, buscando carne que morder y tragar. Sus pasos eran torpes, monótonos, moviéndose y caminando sin rumbo alguno, sólo deseando encontrar carne fresca. No me daba miedo bajar, no soy muy asustadizo…o eso creo, ya no sé bien ni lo que pienso.
De repente noto una presión en el hombro derecho, lo que hace que me sobresalte un poco y gire la cabeza con gran rapidez y con los ojos bastante abiertos al no esperarme tal cosa, ya que estaba perdido en pensamientos nada agradables. Era Light, con una suave sonrisa que había empezado a mostrar en los últimos días. Como si con eso quisiera relajar un poco el ambiente, como si quisiera que los que estábamos aquí adentro, le respondiéramos de la misma manera. Desde que habíamos llegado aquí, no había hablado mucho con él. Las palabras que habíamos intercambiado eran acerca de qué medidas tomar y cómo protegernos. Ni siquiera sé qué opina del tema, no sé nada de lo que piensa, aunque supongo que será algo similar a lo que pienso yo. Se sienta con tranquilidad en uno de los reposabrazos del sofá en el que estoy sentado, retirando la mano de mi hombro. A decir verdad, si antes no era muy dado al contacto con los demás, ahora con todo lo que está ocurriendo lo soy aún menos. No dice nada, sino que se queda callado y deja las manos sobre sus muslos, frotando con las yemas de los dedos la tela de sus pantalones, con la mirada perdida en una de las plantas del edificio del frente. Yo tampoco digo nada, a decir verdad no tengo ni idea de qué decir. Vuelvo a dejar la mirada perdida, entrecerrando los ojos y pensando en nada ahora, dejar la mente en blanco me vendrá bien seguro. Escucho un pequeño suspiro, lo que hace que vuelva en sí y lo mire de reojo, atento. Pero se tira otro rato sin decir nada. Me estaba empezando a exasperar un poco, pero bueno, debo tener paciencia, supongo que los demás estarán casi peor que yo.
-Ryuzaki…-Dice mi nombre de forma muy suave, aún con la mirada perdida en el edificio del frente. Frunzo un poco el ceño, mirándolo ahora de forma directa para escuchar lo que quisiera decirme. A lo mejor quería hablar un poco, aunque yo no era que tuviera muchas ganas de ello en estos momentos.
-¿Sucede algo, Yagami-kun? –Le pregunto de forma monótona, dándole a entender mi estado de ánimo. Pero no hace como otras veces que se va sin más, diciéndome un simple "Nada, olvídalo" cosa que yo era incapaz de comprender. Tampoco le daba muchas vueltas. Esta vez se queda, mirándome también de forma directa. Parecía dispuesto a hablar más. Noto sus ojos avellana clavados en los míos negros, mirándome con esa profundidad tan característica de él.
-Bueno…-Se muerde el labio inferior, dudando en lo que iba a decirme. Últimamente lo veía muy indeciso, cosa que me extrañaba de él, ya que era una persona bastante segura de sí misma o eso me había demostrado en el tiempo en el que habíamos estado conviviendo.- Verás…no sé qué opinas de este tema. Y tampoco vengo a pedirte tu opinión, creo que en estos momentos no es relevante algo así. Más bien…hay algo que no me deja tranquilo. Creo que todos pensamos en lo mismo pero nadie se atreve por el momento a exponer el tema. Dime, ¿Qué vamos a hacer cuando se termine la comida? Supongo que tendremos que estar saliendo a buscarla, lo que es una locura. Pero no queda de otra opción…-
-Tú mismo te has contestado a lo que supuestamente has formulado como una pregunta, Yagami-kun. No entiendo a qué punto quieres llegar. Cuando nos quedemos sin comida, tendremos que turnarnos cada día para ir a buscarla. –Me mordisqueo un poco uno de los pulgares, no estaba nada nervioso. Al fin y al cabo, parece que me iba a hacer bien hablar un poco con alguien. Aunque tampoco es que estos temas me agradaran demasiado.
- Bueno, lo que quiero decir es que está muy bien eso de turnarnos a ir a buscar comida. Eso nos mantendría vivos hasta que el problema se solucionara…-Noto claramente que dice eso último con algo de indecisión, como si dudara de que todo esto se llegara a solucionar. En realidad…creo que tengo la misma duda. – Pero…dime qué pasará cuando se terminen las municiones para las armas. Es verdad que aquí tenemos plantas enteras llenas de municiones y demás, que los militares están bien preparados. Pero al igual que la comida, no son eternas, y se agotan. Día a día, al salir a buscar comida y utilizar las balas y demás, se terminarán agotando. Y no creo que sea igual de fácil conseguir balas, que conseguir comida, no creo que en una casa normal y corriente guarden eso.
Termino quedándome callado. Yo había pensado exactamente lo mismo que él hacía unos días. Qué haríamos cuando todo lo que teníamos se agotara. Tendríamos que trasladarnos a buscar más, a buscar un lugar seguro. Había escuchado de campamentos de gente que se reunían y que iban en caravanas, pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, recogiendo supervivientes y buscando provisiones para sobrevivir. Sinceramente, no quiero terminar así. Jamás lo habría imaginado. Además…debíamos continuar aquí con los científicos de esta zona, que aún intentaban ponerse en contacto con la asociación que investigaba al primer hombre. No sé lo que íbamos a hacer. Debía tener en cuenta que esta vez no decido yo sólo, tengo que tener presentes a los demás.
-Lo sé, Yagami-kun, yo también he pensado eso. Creo que va siendo hora de que todos los que estamos aquí tratemos un poco el tema. No podemos evitarlo más, debemos de tomar nuevas medidas…-Bebo un poco del café, terminándomelo ya que le quedaba bastante poco. Se me hacía imposible la idea de estar un día sin azúcar, no sé qué iba a ser de mi.
-¿Estás bien, Ryuzaki? –Lo pregunta sin rodeos, algo que me deja bastante sorprendido. No esperaba una cosa así. Dejo la taza completamente vacía en el suelo sin molestarme demasiado y lo miro, observando como esos ojos avellana están de nuevo clavados en mi persona, expectante y atento de mi respuesta. Que situación más tensa y rara.
-¿Estás tú bien, Yagami-kun? –Le respondo con las mismas, ladeando un poco la cabeza y mordisqueándome de nuevo uno de los pulgares-
-Bueno, llevo días que no duermo demasiado bien. Y no soy el único. –Sonríe de lado, como si intentara picarme como hacía normalmente.
-Ya sabes que yo no soy de dormir mucho, con dos o tres horas me basta. Si lo dices por mi, claro. –Hago una pequeña mueca y entrecierro los ojos, ahora un poco más tranquilo, pero atento.
-Claro que lo digo por ti. Y sé perfectamente tu horario suicida para cualquier persona normal. Pero estos días no has dormido ni siquiera tres horas como dices. –Se cruza de brazos, dejándolos a la altura del pecho aún sentado sobre el reposabrazos del sofá, con esos aires de prepotencia que siempre destilaba casi inconscientemente ya.
-¿Acaso me espías, me controlas? –Chasqueo con la lengua algo incómodo, removiéndome un poco en mi asiento. No me hacía gracia que me controlaran, yo era una persona bastante libre que hacía lo que quería, y sentirme vigilado de esa forma no me agradaba para nada.
-Sólo me preocupo por ti, quiero que estés bien listo para cuando esto termine y tengamos que detener a Kira. Sólo es eso. No quiero que te descuides. –Alza una ceja y me sigue mirando de esa misma manera. Pero yo no me achanto, sino que vuelvo a mirarlo de forma fija, casi desafiante. Estos temas de cómo cuidarme o qué debo hacer para estar bien me tocan un poco la moral, soy así.
-Vaya, es un detalle por tu parte, Yagami-kun. Pero no hace falta que te preocupes, ya que yo sé lo que hacer conmigo y conozco mis límites. No te preocupes, que cuando todo esto termine y los dos salgamos vivos, atraparemos a Kira. –Sin decir nada más y sin darle tiempo siquiera a responder, me levanto con rapidez del sofá en el que estaba. Meto las manos en los bolsillos y remuevo los dedos un poco nervioso, dirigiéndome a la otra zona de la estancia en la que estaban los demás del equipo mirando unos papeles e intentando sincronizar algún canal en la televisión.
No había girado la cabeza siquiera para mirara a Light. Lo que no sabía es que el castaño se había quedado sentado en el mismo lugar, con una extraña sonrisa en el rostro. Casi una sonrisa de alivio. Por su cabeza pasaban unas de las últimas palabras del detective. "Cuando todo esto termine y los dos salgamos vivos, atraparemos a Kira." Eso había dicho el moreno. Había hablado en plural, había contado con él sin apenas darse cuenta. Estaba bastante satisfecho con eso. Y es que últimamente andaba bastante pendiente de todos los movimientos de Ryuzaki, por eso le dijo que apenas dormía. No se lo podía quitar de la cabeza, ni entendía por qué, pero tampoco iba a buscar una razón lógica en todo esto que estaba pasando. Sólo quería mirarlo, asegurarse de que estaba bien y seguía vivo. Eran…"amigos" después de todo, ¿No? Los amigos se cuidan entre sí y se preocupan uno por el otro. Light haría eso. Aunque el detective estuviera menos receptivo que antes. Pero no era típico del castaño rendirse ante cualquier reto.
