Cuando Eric Cartman se despertó esa mañana, lo hizo suplicando porque la estrella fugaz que vió anoche hubiese cumplido su deseo de ser Hitler, pero cuando fue hacia el baño el espejo pudo darle la típica bofetada de realidad: una estrella fugaz no es más que un cometa: roca, roca, y más roca.

"Bueno, al menos sigo siendo un casanova"

Bajó a la cocina, donde su primera vista fue una mesa llenita de todos los dulces habidos o por haber, pero la casa parecía vacía como un cementerio.

-¡MAMA!

Nadie contestó. Se acercó a la mesa, viendo una nota sobre la mesa:

"Feliz cumpleaños, caramelito, te dejo ahí encima mi regalo y que disfrutes de mi regalo

XX

Mami"

Al lado de la mesa había un gran paquete, el cual no le interesaba lo más mínimo. El quería a su mami ahí, comiendo el desayuno con él. Pero bueno, sino hubiese sido tan tonto quizá su padre sí hubiese estado, ignorando a su otro hijo, ese repugnante pelirrojo. Tan solo echó mano de una tarta de chocolate, mientras subía a su habitación a prepararse. Cuando ya estaba preparado, salió de casa, y se dirigió hacia la estación de autobuses, donde solo Kyle esperaba.

- Feliz cumpleaños, Eric.

Si, ese era el único día del año en que Kyle se dignaba a llamarlo por su nombre, solo como saludo, regalo añadido a la felicitación. Desde lejos se veían las figuras de Stan y Kenny, viniendo.

-Cállate, judío de mierda.

-Jódete, culón.

-¿Ya estais otra vez?-Esa era la irritante voz de Stan, siempre quejándose de sus contantes discusiones.-

-¿Algún problema?, marica

-Vete a la mierda- respondió, siendo coreado por Kenny, que le llamaba de todo he insultaba a todos sus muertos-

Llegó el autobus y fueron hacia el colegio, donde el día transcurrió perfectamente normal. No, nadie le felicitó por su cumpleaños. Ni siquiera creía que pudiesen saberlo, y para ellos era el mismo día en el cual tenían que soportar al cabrón de de Cartman. Pero en realidad eso a él le daba igual. Sólo era un día más, y no es como si los demás fuesen dignos de saber esa fecha. Para cuando acabaron las clases, se había encargado de cambiar el café de Tweek por barro, lo cual le dió mas de un problema a Kenny con Craig (sí, le había echado las culpas al de la parka), de cambiar los amados tacos de Clyde por crepes, cosa de la que no se había dado cuenta y que hizo que acabase vomitando, casi sobre Token, el cual le acompañó a la enfermería. Como siempre.

Tras librarse de los problemas que hubiese podido tener, volvió a casa, ignorando a sus amigos todo el camino. Le asqueaba la miraba del pelirrojo, llena de compasión. Simplemente llegó a su casa, en la cual todavía no estaba su madre, y se tumbó en la cama, ocultando su rostro con la almohada.

Sí, ¿para qué negarlo? Tenía ganas de irse lejos. Lejos de todo, de esa mierda que se había vuelto su vida. Ni siquiera podía cambiar, porque al fin y al cabo, él era Cartman, el culón, cabró, hijo de puta (literalmente), racista, machista, cruel, sociópata e insensible Cartman.

Pero no iba a hacer nada. No se pondría triste, ni intentaría hacer ver a los demás que podía cambiar (solo Kyle le creería, de todas formas). No se quejaría, ni pediría ayuda. Estaba bien en esa soledad, en la cual todos le creían invencible, capaz de todo. Era su imagen, la que tanto le había costado construir, y que debía admitir que se merecía. La imagen de Cartman que le aacompñaría por toda su vida.

Pero no lloraría.

No pediría ayuda.

Estaba bien así.

Porque él era Eric Cartman, ¿no?


El miércoles fue mi cumpleaños, y poniéndome a pensar cómo puede ver algo así un sociópata como Eric, acabó saliendo esto. Realmente creo que tiene su corazoncito. También he añadido un leve Kyle & Eric, el cual me encanta. Y supongo que si en el futuro hago una historia con estos dos haré un pequeño guiño a este fanfic. Corto y cierro :3