The Crying for Edward Contest
Nombre del mini-fic: El Amanecer de la Luna
Autor: Cris as Bella Cullen
Categoría: M (¿Cómo no?)
Summary: Cada año, una sola noche de verano, en Forks ocurre lo más mágico y hermoso que puede ocurrir en aquel aburrido pueblo: una lluvia de estrellas ¿Qué ocurrirá cuando Edward la lleve a ver aquel precio fenómeno? Para Bella será la el mejor día de toda su vida.
Número total de palabras: 1,837
Sinceramente, espero que os guste a todos... siento mucho que os tenga que hacer llorar en alguna parte de este mini-fic.
Con un enorme beso, se despide esta tímida pero risueña chica.
Nunca fui normal. Para empezar era una chica que, a pesar de haber vivido en Phoenix, era muy pálida y común, de ojos chocolates y cabello del mismo color, era extremadamente patosa con demasiadas experiencias cercanas a la muerte –o como yo las llamaba: NDE (near-death experience)- la última fue no hace mucho, cuando un vampiro loco sediento de sangre intentó cazarme, pero gracias a Dios, mi querido novio, Edward, lo mató y me salvó de él.
Por cierto ¿he mencionado que Edward es vampiro? Bueno, pues sí, Edward es un vampiro y no solo él si no también su familia adoptiva: los Cullen. Ellos no son vampiros salvajes o malvados. Ellos son vegetarianos, es decir, se alimentan de la sangre de animales y conviven entre nosotros. Si vives en algún lugar donde el cielo esté encapotado la mayor parte del año y tienes un amigo, compañero o vecino que es extremadamente pálido, atractivo, con ojos que cambian de dorado a negro y que desaparece los días de sol, puede que estés conviviendo junto a un vampiro, pero tranquilízate, si tiene los ojos dorados significa que es vegetariano, si los tiene rojos… ¡CORRE!
Se podría decir que estar con Edward es una de mis NDE diarias ya que mi sangre le atrae más que cualquier otra, se podría decir que soy como su marca de heroína personal.
Gracias al cielo, estamos de vacaciones de verano, aunque aquí, en Forks, parece que estamos en primavera ya que raramente sale el sol y no hace calor… bueno el suficiente como para salir a la calle con una camisa de tirantes y una chaqueta fina.
Hoy era un sábado como otro cualquiera, hoy Charlie saldría de pesca y no vendría hasta el domingo por la tarde-noche y mientras yo estaría en casa viendo una película o estaría visitando a los Cullen o Edward me llevaría a nuestro prado… bueno, al menos eso era lo que yo pensaba.
Me levanté temprano, me duché y cuando bajé a desayunar me encontré con que Charlie ya se había ido de pesca y no solo eso. Al entrar en la cocina, reprimí un grito al ver a Edward cocinando para mí. Sonrió al verme entrar por la puerta de la cocina, bajó el calor de los fuegos y se acercó a donde yo me encontraba.
-Buenos días, preciosa –dijo rodeándome con sus brazos y depositando un casto beso en mis labios.
-Buenos días ¿cuándo te convertiste en cocinero? –dije envolviendo su cuello con mis brazos y alzándome sobre las puntas de mis pies para dejarle castos besos por toda su cara hasta fundir nuestros labios en un apasionado beso.
-Cuando me enamoré de una hermosa chica de pelo castaño y supe que daría todo por ella –respondió apoyando su frente en la mía, separando sus labios de los míos para que pudiese respirar.
-Umm ¿debería sentir envidia? –pregunté fingiendo enfado.
-Nunca –respondió mientras se dirigía a los fuegos-. Siéntate.
Me senté en la silla de la cocina y esperé a que mi cocinero/vampiro/novio/dios-griego personal terminase mi desayuno. Olfateé el delicioso aroma del muy apetecible desayuno y pude deducir por el aroma que lo que mí adorado novio estaba preparando eran tortitas, tostadas, huevos, beicon… y por las jarras que se veían sobre la encimera de al lado de los fuegos: zumo de naranja, leche, café…
-Hey, que solo soy una humana en esta habitación, ten en cuenta que mi estómago no es como el de un Emmett humano –comenté al ver la cantidad de comida que había preparado.
-No sabía lo que ibas a querer para desayunar así que hice un poco de todo –sonrió.
-Pues menos mal que solo hiciste un poco de todo –comenté por lo bajini, sarcásticamente.
-Te he oído –canturreó.
-Vampiro fanfarrón –gruñí en broma.
-Así me quieres –suspiró.
-No, eso es mentira. En realidad así te amo –sonreí al ver su cara de preocupación ante mi primera frase.
-Bueno, pero sabes que yo te amo más –comentó.
-Eso no lo puedes comparar –dije tranquila.
Había servido todo el desayuno en la mesa y ahora me disponía a comer una tortita, un trozo de beicon, un vaso de zumo y otro de café.
-Está delicioso, muchas gracias –dije al acabar, me bajé de mi silla y me dirigí hacia donde él se encontraba, sentado en la silla de Charlie en frete de mi, rodeé su cuello con mis brazos y lo besé demostrándole todo mi amor en aquel beso.
-Bella –susurró con la voz ¿ronca? separándose de mí-. Ve a prepararte, te tengo una sorpresa, ya recojo yo esto –me sonrió.
Corrí al baño y me cepillé los dientes, me peiné el cabello en una coleta alta y me puse mis converse negras (ya que había salido en calcetines) a juego con los vaqueros y la camisa azul oscura que llevaba.
-Ya estoy –respondí sonriendo mientras bajaba los escalones a saltos con cuidado de no tropezarme.
-Bien, vamos –dijo después de besarme. Cogió mi mano y me arrastró al Volvo, que se encontraba aparcado enfrente de casa, me abrió la puerta y rápidamente dio la vuelta al coche, se sentó y arrancó.
-Estás radiante –dije-. ¿A qué se debe?
-Es una sorpresa –dijo sonriendo al ver mi mueca de desagrado.
-Sabes que odio las sorpresas Edward –me quejé.
-Odias las sorpresas que te hacen los demás, las mías no –aseguró.
-Fanfarrón…
Rió y encendió el stereo de coche, cogió un disco de la guantera y lo introdujo en el aparato, giró la ruedecilla del volumen y después de tocar algunos botones, las hermosas notas musicales de mi nana comenzaron a flotar en el ambiente. Nos miramos y nos sonreímos el uno al otro.
Llegamos al comienzo del camino, Edward salió y corrió a abrirme la puerta. Tomó mi mano y me ayudó a salir, una vez fuera me rodeó la cintura con sus fuertes brazos y me atrajo hacía él. Nuestros labios se juntaron y no pude contener el gemido que salió de mis labios cuando sentí su fría lengua rozando mi labio inferior, pidiendo permiso.
Permiso concedido, pensé mientras abría mi boca y dejaba pasar su lengua. Exploramos el uno la boca del otro con nuestras lenguas, al mismo tiempo que luchábamos por obtener el control del beso, pero desgraciadamente aun soy una humana y eso significa que mi cuerpo tiene una sería de necesidades, como la de respirar o como la de que el corazón no se pare.
Nunca habíamos llegado tan lejos en un beso, nunca me había besado de esta manera. Me había encantado, había sido un beso único. Nuestras frentes estaban juntas y nuestros alientos mezclados debido a la velocidad de nuestras respiraciones. El único sonido: el de mi corazón y el cantar de los pájaros por el bosque.
Me dio un casto beso en los labios, cogió mi mano y comenzó a guiarme por el bosque. Estuvimos caminando hasta el mediodía, dando un paseo tranquilo, haciendo descansos y paradas y de vez en cuando montando en Edward-veloz-móvil, es decir, montando en la espalda de Edward y corriendo por el bosque a velocidad vampírica entre risas con tropiezos fingidos y caídas nada dolorosas ya que caía encima de Edward, nos besábamos y continuábamos con nuestro paseo...
Al mediodía llegamos a un hermoso lago, y sobre el pasto una manta a cuadros rojos y blancos de picnic y una cesta con comida, o eso supuse. Edward me dirigió a la manta y ambos nos sentamos en ella.
-¿Tienes hambre? –preguntó-. ¿O prefieres esperar un rato?
-No, tengo hambre, la caminata me ha dejado hambrienta –dije sonriendo.
Edward empezó a sacar cosas de la cesta, sándwiches, refrescos, agua, fruta… e incluso un pedazo de tarta.
-No preguntará dónde has comprado todo esto –dije alucinada mientras cogía un par de sándwiches, una manzana y un refresco de cola.
-Se ir de compras ¿sabes? –dijo riendo
-¿Me he perdido a un Edward Cullen comprando comida? –pregunté en broma.
-Anda, cállate ya y comete la comida –ordenó.
-¿Qué pasa si no me como la comida? –pregunté juguetona
Pareció pensárselo un momento.
-Te quedaras sin tarta –dijo después de un rato.
-¿Solo eso? Bueno, ya compraré yo una entera para mí –me encogí de hombros.
-Bueno, pues entonces… -sonrió y al segundo siguiente los dos estábamos tumbados en el suelo, en sobre mi-. Tú te convertirás en mi postre.
-Ya te dije una vez que no te tengo miedo –dije posando mis manos en su pecho-. Eso no ha cambiado –dije alzando mi rostro para besarlo.
El beso fue igual al que habíamos tenido al salir del coche, creo que incluso mejor, ya que Edward se tuvo que apartar bruscamente y se sentó de espaldas a mí. Lo observé en silencio, observé como inspiraba y expiraba profundamente intentando… ¿relajarse?
-Ahora vuelvo, tú sigue comiendo ¿de acuerdo Bella? –dijo aun sin girarse.
-Va… vale –fue lo único que susurré y él desapareció de mi vista.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y bajaron por mis mejillas. Me sentí mal en aquel momento, sentí que lo había estropeado todo. Continué comiendo, cunado acabé, recogí todo, sacudí el mantel, lo doblé y lo usé como almohada para poder tumbarme en el pasto fresco.
Hoy era uno de esos días que empiezan nublados pero que acaban siendo convertidos en un precioso día de sol. Cerré mis ojos y retiré los rastros de lágrimas de mi cara.
No se cuanto tiempo estuve ahí tumbada tomando el sol, solo sé que al cabo de un rato sentí sus fríos dedos acariciar mis mejillas.
-Lo siento –oí su voz arrepentida y preocupada-. No quería que te sintieras mal por mí –dijo averiguando el motivo de mis lágrimas.
-No, ha sido culpa mía, no debí de convertir ese beso en otro…
-Shh, shh. No es tu culpa, ha sido mía, me dejé llevar, estuve apunto de lanzarme sobre ti –no pude evitar pensar en el doble sentido de sus palabras, abrí un ojo.
-¿Nos perdonamos? –pregunté
-Ouh, sí –sonrió.
Alcé la cabeza para darle un casto beso en los labios.
-Te perdono –dije sonriendo.
Agachó la cabeza, sus labios se juntaron con los míos en un nada casto beso, pero sin llegar a más. Se separó para dejarme respirar.
-Perdonada –susurró en mi oído-. Bueno ahora ¿por qué no duermes una siesta? Necesitas reponer las energías gastadas en la caminata, además la sorpresa es por la noche, no quiero que te duermas –dijo tumbándose a mi lado y abrazándome a él.
-Está bien –dije y me acurruqué junto a él. Estaba medio dormida cuando pregunté-: ¿No me vas a decir de que trata la sorpresa?
-Duérmete, Bella –susurró y continuó tarareando mi nana hasta que se me cerraron los ojos…
¿Es alguien capaz de sospechar lo que ocurrirá en el siguiente capítulo?
Sinceramente, espero que no.
Dejarme vuestros reviews, por favor.
Besitos,
Cris
