¡Y regresé! Un poco más tarde de lo que pensaba, pero regresé n.n
Pienso hacer de este un fic un poco errático, asi es que espero que no me odien...
¿Cómo han estado? Estoy maravillada con las obras de arte de varios autores y autoras. Me encanta que hayan empezado a hacer modificaciones en la historia adaptando ideas que jamás se me habrían ocurrido... Eso es lo maravilloso de la Literatura en todas sus formas.
A varias les había comentado que me hallaba inmersa en un par de proyectos que nada tienen que ver con ellos, pero considerando que nos preparamos para su Película definitivamente mi alma de Fan venció al de la Escritora Fujoshi, ¡jajajaja!
De modo que aquí los tienen... una vez más colándose a través de mis pensamientos y uniendo mi vida diaria con mi verdadera pasión...
Y empezamos!
Los Trifecta no son míos... Si lo fueran definitivamente habría un trío nada recomendable para Hiyo y Sorata...
Espero les guste, y les ruego paciencia... Zryvanierkic estuvo un poco guardada en el baúl de mi corazón, pero ya está tomando las riendas de Melina n.n
Letras en cursivas son pensamientos... o recuerdos...
Suficiente
- ¡YA NO QUIERO MÁS DE ESTO, MALDITA SEA! ¡DÉJAME EN PAZ!
Usualmente me habría reído con ganas y lo habría arrastrado con alguna excusa laboral fuera de casa, lejos de Hiyori, para hacerle el amor… Pero en estos momentos simplemente me queda reprocharme el haber permanecido impávido, silencioso, con los ojos a punto de salírseme y con un instinto suicida que dolía… Que me dolía en el alma…
- …basta… Basta… ¡¿QUÉ DERECHO TIENES A HACERME ESTO?! ¿CON QUÉ DERECHO TE ATREVES A INTENTAR METERTE EN MI CORAZÓN, MALDITO BASTARDO?
Lo reconozco… Soy un maldito cobarde… Viví feliz durante este año de relación, a la sombra de un recuerdo que creía vencido, aniquilado, sepultado en el fondo de ese cerebro privilegiado que dirigía todas y cada una de las acciones de ese par de hermosos ojos grises, casi azules… que ahora me muestran todo…
Todo…
…no… no me dejes…
Yokozawa empezó a llorar… A llorar con un sentimiento mil veces superior al de la ocasión en que Takano Masamune lo había rechazado… Mil veces peor a la vez en que creyó que perdería a Sorata…
Porque en esos momentos estaba en peligro algo que nada ni nadie estaba permitido a robarle…
Pero ese hombre… ese hombre arrogante y desgraciado… Ese hombre…
- …quisiera saber por qué… por qué vienes a intentar destruir mi corazón…
…no me dejes…
- El que se hiere a si mismo eres tú… - el hombre frente a Yokozawa tentó una tímida sonrisa – Aferrado a alguien que probablemente sólo te ha usado como un consuelo todo este tiempo…
- ¡CÁLLATE!
…no me dejes…
- ¿Las verdades duelen? Sorata ha pasado a ser uno más de la familia porque Hiyori así lo quiso… No por ti…
Se me fue la vida. Esas palabras… esas malditas palabras…
Cerré mis puños…
Al diablo la editorial y todo…
Si no es contigo, yo
- De modo que fue así… - Yokozawa le sonrió con tristeza. Pese a sus ojos húmedos, su personalidad aún podía percibirse como un velo de superioridad mal dirigido… pero nunca mejor usado. Lo encaró – De modo que… soy menos que un gato… incluso para ti…
- Yo… yo no dije eso… - pasos se escucharon cerca a ambos, pero ninguno le hizo caso al intruso.
- Lo dijiste… Y lo triste del caso es que
- Takafumi… - el hombre que acababa de llegar susurró su nombre con dolor y súplica. Pero él lo miró, y por primera vez en todo ese rato de dolor, sonrió…
Por primera vez delante de alguien que no era de su familia, con dulzura, sorprendiéndolos a ambos…
- …Sé muy bien que en realidad ese pensamiento es tuyo… Masamune… No de este hombre que me ama como si yo fuera lo más importante para él…
Te oí… y mi parálisis cerebral se me extendió a todo el cuerpo…
No lo podía creer…
- ¿…cómo? – Takano-san se sonrojó hasta las orejas y miró al ruborizado Kirishima Zen, quien en esos momentos se miraba las manos casi sin saber para qué demonios se había acercado si no tenía un plan específico – De modo que…
- De modo que… deja de andar usándome para generar celos en tu lagartija insoportable… Deja de acercarte proponiendo una segunda oportunidad cuando yo ya tengo lo que siempre busqué…
- Yokozawa…
- Óyeme bien, Masamune… - se acercó a él y casi pegó su nariz a la suya. Era aproximadamente tres centímetros más alto que el otro, pero en esos momentos Takano lo sintió de dos metros – Si tu vida se destruye a causa de ese idiota es tu problema… Será únicamente tu responsabilidad, y aunque me afectará verte mal porque fuiste alguien en mi vida… lamento decir que ahora me vale poco lo que puede ocurrirte por imbécil… Ya encontré a mi primer amor… ¡Y lo pregonaré el día en el que Kirishima-san me lo pida, así que no te metas entre nosotros, baka! – luego de gritarle, intentó alejarse lo más pronto posible, con el rostro a punto de incendiarse, guardando la poca compostura que le quedaba, y subiéndose al primer ascensor que tenía las puertas abiertas, huyendo de la futura reacción de su fascinado y extremadamente eufórico novio, y su estupefacto y perfectamente rechazado mejor amigo.
No lo podía creer… y él menos… Lo observé de reojo y se había quedado con la cara proyectada hacia ti… Me dio pena… porque por idiota había perdido a un hombre que es un diamante… No tengo nada contra Onodera-kun, pero… Dios… ¡estoy tan feliz que hasta lo besaría en los labios antes de tirarlo desde el décimo piso!
Suspiré, intentando regular mi respiración y luego me incliné ante él… asustándolo, intentando de alguna manera… aligerar el ambiente.
- Te ruego disculpes a Takafumi… Hoy… es su primer día del mes y se pone demasiado histérico…
Escuché que reía y me enderecé. Al menos había logrado arrancarlo de sus pensamientos pesimistas…
- Se le pasará el enojo en cuanto se haga responsable de sus palabras irresponsables… Te prometo que mañana lo tendrás en Esmeralda, gritando como siempre… y quejándose de la manera en que pienso tratarlo…
- Eso no lo dudo… Son más de diez años conociendo a ese idiota… - rieron – Pero… debo confesar que… lo envidio, Kirishima-san – el otro se sorprendió.
- …no voy a decir que me tomas de sorpresa, porque eso ya lo sé. Pero… sospecho que hay algo que deseas decirme…
- Así es. Si Takafumi fue capaz de decir todo esto… es porque está listo… - no le entendió – ¿Sabe? El plateado combina mejor con los ojos grises…
Y dejándolo aún en plena meditación, Takano caminó rumbo a su oficina, feliz de haber ideado ese plan con Ritsu para lograr que el Oso admitiese por fin lo que ya toda la Editorial sabía en secreto.
OwO
Suspiró resignado. Una vuelta alrededor del edificio era comprensible para lograr calmarse, pero… veinte eran ya una cuestión de incapacidad para autocontrolarse…
Pero es que… en verdad… ¿Cómo podía haber dicho semejantes cosas vergonzosas?
"…sé muy bien que en realidad ese pensamiento es tuyo… Masamune… No de este hombre que me ama como si yo fuera lo más importante para él…"
- Soy hombre muerto… - se sonrojó hasta las patillas – Pero… pero… - su cuerpo se estremeció, delatándolo. Anhelaba estar con él cada vez más, cada vez más lo quería – Supongo que un hombre debe enfrentar incluso esto…
Caminé hacia el departamento y preferí usar las escaleras. Cada paso me parecía más y más lento… Quería verte, ver tus ojos miel… ver que estabas feliz al haber presenciado mi muerte social… Feliz al saber que… si, maldito idiota…
Te amo.
Tiemblo al pensar que serás tú quien abra, porque Hiyo me dijo que ella se iría hoy donde su abuela…
¿Qué haré…?
Sacó las llaves, pero tuvo que inclinarse para recogerlas, ya que le temblaban tanto las manos que usarlas era casi imposible.
Mientras, dentro del departamento… otro lío existencial se estaba acabando…
¿Y si no te gusta…? ¿Y si lo hice mal…? Seguí las instrucciones, pero soy un desastre…
¡Y ya llegaste!
¡Mierda!
Limpiar, limpiar… ¡Sorata, no te cruces!
Logró abrir la puerta, en el momento justo y preciso en el que el sonido de vidrio rompiéndose se dejaba oír desde la cocina.
- ¡KIRISHIMA! - al menos no olvidó cerrar la puerta, pero su maletín fue lanzado contra cualquier parte de la casa. Corrió, y casi sufre un infarto al verlo tendido en el suelo – Oye… ¿qué pasó? – cayó de rodillas junto a él, pero se quejó dolorosamente en el instante en el que su cuerpo tocó el suelo - ¡Auch!
- Maldita sea… - afortunadamente él sólo tenía pequeños cortes en sus manos, así es que se levantó como pudo y lo abrazó por la cintura – No te muevas, yo te llevo a la sala…
- Estás herido… y Sorata… va a pisarlos… - el rubio no pudo evitar mirarlo con amor. Sangrante debido al minúsculo trocito de vidrio que había entrado en la piel de su rodilla, asustado por saberlo posiblemente herido, y muy probablemente afectado por lo de horas antes, prefería ocuparse de ellos dos que de él mismo.
- Sorata no es tan tonto como alguien que conozco que ve a alguien tirado rodeado de fragmentos de vidrio y se lanza al suelo misma princesa asustada por la muerte de su príncipe…
- ¿Qué? – lo miró con rabia, pero completamente rojo – Yo… ¿quién dice que me preocupé por ti?
- Vaya… me alegra saber que me consideras un príncipe… Y tú eres entonces mi hermosa princesa, ¿cierto…?
- Yo… - se sonrojó más.
- No… Eres mi osito… - aprovechó para cobrar un adelanto de todo lo que pensaba hacerle… Aplicó en él su mega super archi célebre beso quita oxígeno versión "Hoy te me declaraste… Estás condenado a muerte".
El pobre Yokozawa tuvo que dejarse sentar en sus piernas al sentir que de repente ya su cuerpo no le respondía. Pero no le reprochó nada. Sólo miró el piso, en silencio, con una expresión atípica en ese rostro permanentemente fruncido, arrancándole un nuevo suspiro.
- Lo siento… Quería darte una sorpresa, pero terminaste herido… Creo que soy un peligro público…
- Público lo dudo… Eres una amenaza de muerte horaria, para mí…
- Jajaja… Eso es muy cierto… Sin embargo, en esta ocasión, creo que no enfermarás. Hiyo me explicó todo antes de irse y luego yo leí su libro de cocina…
- Pues… si eres tan bueno leyendo como editando… creo que me atreveré a comer lo que hayas preparado… - rieron. Esa rara sensación de complicidad era un tanto nueva.
- En ese caso ven… te llevaré a la habitación para curar esa rodilla – intentó cargarlo, pero apretó los ojos al tocarlo con sus manos heridas.
- Creo que el caso es al revés… Baka…
- ¿Me cargarás, entonces? – lo miró ilusionado.
- Disminuye tu altura y baja de peso y quizás… pueda… planteármelo, como alternativa…
- Ah… qué triste… Mi esposa no quiere cargarme… - gimoteó.
- "Tu esposa" te dará un puntapié si no me sueltas y me dejas ponerme de pie – el otro lo soltó. Con cuidado, logró incorporarse. La herida no era profunda, pero sangraba – Ven… - le extendió la mano.
Al ver tu mano extendida hacia a mí, mi primera idea traviesa fue la de atraerte y besarte de nuevo. Pero cuando me alistaba para lanzarte una mirada de esas que te derriten… vi tus ojos. Parecían dos joyas empotradas en un retrato de marfil.
Me volví a enamorar… Estúpido y sensual oso gruñón…
- Cásate conmigo…
- ¿…per…dón?
Me sentí una princesa…
Estúpido…
Pensé que bromeabas y ya te iba a decir una grosería, como siempre, pero… Te miré. Tus ojos miel lucían aún más dulces de lo habitual y supe que esto era en serio. Me dieron ganas de gritar… de bailar… de correr…
Diablos, soy un hombre, pero…
Pero…
Oírte…
- ¿Lo harás…?
- …primero probaré lo que hayas cocinado… - intentó ocultar sus emociones. Se inclinó y lo puso de pie casi en medio segundo, tan nervioso se encontraba que su fuerza se había incrementado – Si te vas a casar conmigo debo saber si cocinas bien… o si puedes al menos intentarlo…
- Lo haré... Todos los días…
- Y deberás lavar los servicios…
- Lavé todo antes de que llegaras excepto el vaso… Me asusté cuando llegaste…
- Ya veo… Per
- Además – Kirishima puso un dedo en sus labios - …no tiene que ser una ceremonia pomposa… No quiero que te sientas incómodo…
- …creo que… oíste que eso… ya… no me importa… - la sonrisa de Kirishima casi ocupó todo su rostro – Pero por Hiyo… yo…
- Eres la única persona en el mundo, además de su familia directa… a quien ella le cuenta todo… Por favor, Takafumi… - apoyó su frente en la suya. Ambos estaban sonrojados – Di que sí…
Maldito cuerpo… Ojos miel del…
- …primero probaré tu comida… No vaya a ser que no me guste y después me arrepienta de por vida…
- ¿Eso quiere decir… que yo puedo probar el postre…? – lo atrajo hacia él por la cintura – Bueno, ya sé que me lo comeré todas las mañanas y noches, pero siempre es bueno saber si puedo mejorar algo del proceso de preparación ante de la aplicación del relleno…
- Chst… ¡SUÉLTAME, IDIOTA, ES UN NOOO! – forcejeó con brazos y piernas, consciente de que si no lo soltaba en ese instante… "el postre" iba a empezar a derretirse.
- No – le acomodó el cabello, anulando sus movimientos – Nunca me pidas que te suelte, por favor – lo abrazó, enterrando su cara en su hombro. Yokozawa se asustó.
- …Oye… sabes bien que al final te saldrás con la tuya… Kirishima… - intentó separarse, pero el otro lo apretó más fuerte – Oye… Zen…
- Pensé… que te quejabas… porque te había confundido – no sollozó, pero el otro supo que estaba llorando – Sentí que me dejarías solo… Takafumi, yo… yo sólo te dejé entrar a ti… Si quieres que no sea tan insoportable y egoísta al atacarte, aunque en realidad sea algo imposible de evitar por lo mucho que te amo y me gustas – lo sonrojó - …lo haré. Haré lo que me pidas, pero no me dejes…
Quisiera saber por qué tienes la maldita costumbre de hacerme sentir como si fuera una princesa… y en momento de debilidad como si de mí dependiese tu vida…
- Yo sólo me iré… si tú me lo pides… Si Hiyo me aleja… Si me muero, y
- ¡NO! – lo aferró por los hombros y lo miró, aterrado – Prefiero… prefiero…
Los labios de Yokozawa lo callaron. No era un beso competitivo de los de siempre que luchaba por verse rudo antes de sucumbir ante las caricias del otro. Este era un beso que tranquilizaba, que prometía que aunque el amor se acabase quedaría un "nosotros" indestructible.
El instinto "maternal" de Yokozawa, antes usado en Takano, afloró en una dimensión mucho más sublime hacia Zen. El rubio era más alto, por casi una cabeza, que su antiguo amor, pero ni por ello sus ojos grises dejaron de sentirse fuertes y protectores frente a los miel, que en esos momentos denotaban miedo.
Cuando dejó de besarlo, cuando sus manos acariciaron su rostro de terciopelo y le sonrió, en medio de sus mejillas rosadas y su corazón latiendo a mil por hora, sabiendo que pronto terminarían unidos en la cama del mayor, él siendo dulcemente doblegado y poseído con una ternura que cada día se hacía más y más perfecta y adorablemente inoportuna, Yokozawa no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, arrancando la tristeza de raíz.
- …sí quiero…
Usualmente me habría reído con ganas y te habría arrastrado a mi habitación, que ahora era tuya, para poseerte hasta que partiese de ti mismo una segunda o tercera ronda… Pero te abracé, con fuerza.
Y aunque de todas formas terminamos amándonos con la misma intensidad de siempre noté una cosa…
Te comiste mi menjunje sin hacer una sola mueca de asco y en ese momento noté que yo también ya estaba listo… Por primera vez estaba listo para ser algo más que un padre de familia…
