De zorros y monos pelirrojos
Alcanzó a esconderse justo a tiempo. El balón golpeó con fuerza el suelo, dando paso a un hombre de altura considerable y ojos astutos y dormilones.
Él parecía driblar la pelota sin mayor esfuerzo, y ésta, como con voluntad propia, volvía a la mano de su dueño una y otra, y otra vez.
Intentó contener la respiración para que él no notase su presencia, pero el silencioso estacionamiento no hacía más que multiplicar el eco de su agitada voz.
Le siguió por unos momentos hasta que por fin decidió que era el momento para poder expresarle sus sentimientos, aquellos que le venían persiguiendo desde hace mucho tiempo atrás.
Entonces, con determinación, se giró, dispuesta a encararle cualquiera fuese su reacción.
Y él posaba los brazos tras la espalda de ella, y ella acercaba la nuca de él hacia sí misma, entonces, él esparcía besos furtivos en el cuello, mientras ella respondía solo con jadeos suaves y caricias a su cabello. La pelota había quedado olvidada metros atrás.
-te eché de menos –dijo él quedamente
-tu tienes la culpa – rió ella, mientras besaba suavemente los labios de él
Haruko se quedó piedra y sólo pudo esconderse nuevamente tras una pared y dejarse caer, con las imágenes pasando una y otra vez en su mente.
-escuchaste eso?
Ella se giró atenta, pero las manos de él sobre su cara le impidieron seguir prestando atención.
-debió hacer sido una rata, o algo
Ella se acercó peligrosamente a Haruko, pero sólo se detuvo a recoger el balón, volviendo sobre sus pasos y entrando al auto.
-yo manejo – entonces ella le lanzó las llaves, atrapándolas él con sus excelentes reflejos
-veo que aun no pierdes la práctica
-me mantengo en excelente forma – dijo él, pícaro. Ella rió con ganas, rompiendo el silencio del lugar con estruendosas carcajadas.
Finalmente, el auto desapareció tras la boletería, dejando el eco del tubo de escape y las risas de ambos que perduraron durante los siguientes minutos.
Haruko no recordaba haber escuchado tantas palabras juntas salir de la boca del zorro y no pudo evitar llorar de la frustración.
Se cubrió la cara con las manos y recordó lo bella que era su… lo que fuera que sea.
Y el zorro era tan fiel como para obviar a cientos de admiradoras, y ser indiferente a años de devoción hacia su persona.
Cuando dejó de hipar, se secó las lágrimas con la manga de su chaleco – que había comprado especialmente para aquella ocasión – y salió del estacionamiento, entrecerrando los ojos ante el claro panorama.
-hey, Haruko! - ella solo vio como el escandaloso personaje corría hacia ella, con una gran sonrisa en sus labios – tienes la nariz roja – comentó poniendo un dedo sobre su nariz, sonsacando una pequeña sonrisa en los labios de ella.
Él se sonrojó y puso su mano tras su nuca.
-Sakuragi…
-vamos Haruko, te invito un helado.
Él apuntó a uno de los locales cercanos, y ella, suspirando de resignación siguió al mono pelirrojo.
Tal vez Sakuragi pudiese pegar los trocitos de corazón que se habían hecho añicos, con mucho tiempo y dedicación.
-muchas gracias, Sakuragi…
Siempre imaginé que Haruko sería una perra xD en el buen sentido de la palabra, si es que tiene buen sentido :P es decir, siempre creí que ante una eventual confesión de su 'amor' a Rukawa, él le rechazaría y ella buscaría apoyo en Sakuragi. Una vaga impresión, pero bueh… espero que me dejen sus comentarios, críticas, etc. Muchas gracias por leer!!
Saludos!
