Los ojos de Harry se abrieron enormes ante la vista que lo esperaba en su oficina aquella noche invernal. Todos deberían estar durmiendo en sus camas, era tarde aunque él a penas llegaba del trabajo. Pero había una presencia en aquella oficina, alguien que no debería estar allí. En la penumbra reconoció una silueta similar a la propia, a lo que solía ser, sólo que unos ojos color caoba en lugar de verdes lo observaban. Era su padre, el cuerpo desnudo de su padre de 17 sentado en su silla de cuero de dragón.

No, James Potter no estaba vivo, y aquél no era James Potter realmente. No había forma de traer a su padre de la tumba, y Harry lo sabía. Pero cerca de una semana antes había hecho un descubrimiento en su bóveda de Gringotts, entre el oro había una cajita dorada que no había notado en todos los años retirando y metiendo monedas y que contenía las cartas de su padre junto con un mechón de cabello.

'Un hechizo de amor

Algo de mi

Que representa mi todo

Me hace tu propiedad

Tu esclavo eterno'

Muy trillado, no sabía si se trataba de un hechizo verdadero o si era un recurso para seducir a la complicada pelirroja… sea como fuere el cerebro de Harry se puso en marcha enseguida.

Le tomó una hora más o menos conseguir la versión nueva de la poción multijugo, llamada megajugo como estrategia de mercadeo aunque sonaba bastante idiota a decir verdad. Un cabello y… ya, ya podía tener a su padre de nuevo. No a su verdadero padre, claro, pero una copia aún más fiel que la de la poción normal, que además de dar el mismo aspecto copiaba con carbonilla la personalidad del donante. En su oficina de casa miró un buen rato la botellita antes de guardarla en su cajón. No podía pedirle a nadie que la tomara, sabía que no sería su verdadero padre… no era correcto. Sólo Ginny sabía al respecto, sólo a ella se lo había dicho después de una intensa sesión de sexo, intensa y rara a decir verdad.

"Ginny?" preguntó Harry. La figura de su padre negó, tenía una sonrisa en sus labios. ¿No era Ginny? ¿Qué idiota tomaría una poción sin saber lo que era? La sombra de una varita se alzó a la luz de la luna y Harry sintió sus pies pegados al suelo. La figura se acercó, sus labios se posaron sobre los propios y Harry sintió el aroma desconocido de su padre, sus labios secos sobre los propios mientras una mano le rodeaba la cintura. Sentía su cerebro entumecido, nunca le había costado tanto reaccionar pero aunque sabía que lo que estaba sucediendo estaba mal no podía contra él.

"¿T-teddy?" preguntó Harry, su pulso se aceleraba. Sabía que Ted estaba enamorado de él, era posible.

"No…" la voz varonil de su padre sonó en su oído. Sacó su varita para apuntarlo pero James la tomó, ni siquiera usó magia para sacarla de sus dedos.

"Te amo…" le dijo el joven hombre y volvió a posar sus labios sobre los de él.

"Basta papá…" murmuró ya dejando de adivinar quién era, pero ahora la boca del pelinegro estaba en su cuello, mordiéndolo, marcándolo como suyo. Era suyo en cierta forma, era su hijo, su Harry… le pertenecía a James.

"Shhh… te haré sentir bien…" le susurró y abrió con delicadeza los pantalones que se veían por la apertura en su túnica. Los bajó de un tirón hasta las rodillas e hizo presión.

"¡Basta, papá! ¡James! ¡Quiensea!" exclamó aún sumido en una neblina de confusión, su cuerpo reaccionando solo a los roces soltando un gemido. Otra vez y otra más, los dedos torpes de su padre ejercieron presión, sus ojos mirándolo con deseo. Al fin el joven se agachó delante de Harry.

"S-sólo dime quién eres, no es gracioso… Ginny, eres tu ¿no es así?" deseaba que fuera Ginny, aunque sólo en parte. No estaba peleando tanto como podría y lo sabía, y aunque reconocía a aquél extraño como su padre no había crecido con un padre para que fuera realmente la figura paternal que debería. Sólo era un chico de 17 con un cuerpo bastante bien esculpido y condenadamente sexy que trataba de aprovecharse de él. No, Harry no estaba luchando, estaba disfrutando la fantasía.

Gimió fuerte, los labios del joven James ahora rodeaban su miembro, introduciéndolo en su boca hasta lo más profundo. Se interrumpió tosiendo, quienfuera no sabía bien lo que hacía, había metido su miembro muy profundo.

"Sólo… déjame hacértelo si de verdad lo deseas," le dijo, al cuerno con todo, ya lo tenía parado, mejor usarlo para algo. El joven negó.

Con la varita soltó los pies de Harry de su estado de inmovilidad y lo empujó al suelo de bruces,. Se escuchó el sonido de sus anteojos al romperse cuando se atajó y estos cayeron por inercia. Ahora Harry se sostenía con sus antebrazos, de rodillas con los pantalones bajos. El hombre usó el pie para empujarlo contra el suelo, su cara aterrizó sobre el cadáver de sus anteojos lastimándolo un poco con el vidrio y sus manos retiraron en resto de sus pantalones.

"¡Maldito seas, podrías ser un poco más gentil! No voy a huir, sólo-" protestó Harry y su frase fue interrumpida por un sonidito ahogado un poco patético. Uno de los largos dedos de James estaba ahora en su interior. Muchas veces había fantaseado con algo así, mil veces lo había deseado a pesar de tener a Ginny… pero el sexo con Ginny aunque bueno cada vez era más escaso y tenía que recurrir a sus propias manos para confort.

Su miembro pulsaba, dolorosamente erecto, la fantasía de que un extraño lo tenía a su merced era demasiado poderosa. De seguro todo era un sueño de todos modos.

"M-más…" pidió Harry, el dedo de su padre se movía frenéticamente hacia adentro y fuera, pero sabía que podía tener más. Una carcajada inundó la oficina.

"Te daré más," dijo la voz joven y varonil tan parecida a la propia, la que recordaba del pensadero de Snape. Unas manos firmes levantaron su cadera y sintió el miembro ajeno entrar en él, desgarrarlo con el poder del movimiento. Soltó un gritito de dolor, aunque se contuvo. No quería despertar a su familia, no quería que todo terminara. El hombre jadeaba ya y enseguida empezó a embestir a Harry. Era Teddy, no podía ser nadie más. Pero daba igual, ya daba todo igual, los dedos del chico lo rodeaban de forma deliciosa, su miembro se sentía explotar ante las atenciones y el sentimiento de tener a alguien en su interior era insuperable, aquella mezcla tan perfecta de dolor y placer lo tenían gimiendo.

"¡M-más, más!" rogaba, y los golpes hacían que el vidrio en el suelo se clavara más profundo en su mejilla. Volteó un poco la cabeza, a la luz de la luna notó un trapo celeste cerca de su cara. Sus gemidos se hicieron más frecuentes, más desesperados. No se contuvo, con un movimiento repentino fue hacia atrás para clavarse él mismo más profundo el miembro de su padre y soltó un gritito de placer al llegar al orgasmo, haciendo inaudible el sonido del líquido blanco al cubrir la zona del suelo bajo Harry. Casi al mismo tiempo un calor inundó su cuerpo y supo que el otro también había llegado, sus gruñidos de placer un poco más ahogados que los de Harry. Ambos se quedaron inmóviles un momento.

El hombre alargó la mano para tomar el trapo y limpiarse las heridas de su rostro cuando sintió al otro salir de su interior. Enseguida sintió un aroma familiar, le tomó unos instantes darse cuenta de lo que era aquél trapo. Un sollozo detrás de él le causó un escalofrío, no quería voltear, no quería verlo. Pero se dio vuelta.

Su hijo menor, Albus, lloraba, su cuerpo de trece mucho menor desarrollado que el de su padre, totalmente desnudo en la penumbra.

"L-lo siento papá no quise…"

Pero sí quiso. Harry lo sabía. La poción cambiaba la apariencia, cambiaba la personalidad pero no la voluntad.

Ahora iba a tener que lidiar con el hecho de que había sido la primera pareja sexual de su propio hijo.

¿Cómo iba a lograr ser un buen padre después de esto?