Los personajes de esta historia no me pertenecen, solo el argumento…Si me pertenecieran más de uno estaría vivo ¬¬
ROJO
Rojo. Siempre te gusto el rojo. La mayoría de la gente se reiría si contestara que tu color favorito es el rojo, puesto que tus vestimentas son completamente negras. Pero yo lo se, rojo. Rojo como tu rosario, ese que llevas siempre colgado del cuello, rojo como el atardecer, rojo como las prohibiciones que te tientan a incumplirlas, rojo como el envoltorio de tu chocolate preferido.
Rojo, rojo como mi pelo, siempre he supuesto que el color de mi pelo es el que te llamo, igual que te llama el olor del chocolate, como una adicción insaciable. Gracias a tu obsesión por el color rojo, pase de ser Mail Jeevas a ser el perro de Mello. Nunca me importó, desde la primera vez que te vi supe que nada sería igual.
Si, Mihael me enamore de ti. Pero a pesar de todos mis esfuerzos por hacerte feliz, tú necesitabas ser libre y romper con las reglas, demostrar que ibas más allá.
Porque amabas el rojo, pero odiabas el blanco, Near no podía ser superior a ti, eso no entraba en el esquema de tu vida, en el que tú eras tu propio dios y mandabas sobre los demás, siempre tenías lo que querías sin importar las consecuencias que trajera.
Entonces, el rojo volvió a llamarte. Hacer explotar un edificio contigo dentro. No me sorprendió realmente cuando lo oí, el fuego es rojo. Al igual que las heridas que cubrían tu cuerpo en esos momentos. A pesar de todo sobreviviste o yo te salve (jamás admitirás eso). Volvía a estar en tu vida, otra vez a tu lado apoyándote en todo momento y humillándome por ti.
Sabía que el plan no saldría bien, lo supe desde el principio, pero eso tú también lo sabías. Siempre supiste que no saldría bien, pero el rojo no puede perder contra el blanco.
Paro el coche, estoy rodeado, no me sorprende, el plan no podía salir bien. A pesar de ello levanto las manos… no me dejan terminar de hablar. Yazco en el suelo, las cenizas de mi último cigarrillo, adicción hasta el último momento, vuelan con el viento, mis cabellos rojos ondean, ahora debo parecerte hermoso Mello, a pesar de los múltiples disparos de bala, rojo, el rojo predomina por todo mi cuerpo, como siempre soñaste ¿no es así?
Mello iba en la furgoneta, realmente lo iban a conseguir, esperaba que en cualquier momento aparcara el pelirrojo a su lado, y se bajara del coche con sus andares despreocupados y una sonrisa distraída que sujetaba uno de sus múltiples cigarros, esos orbes verdes mirándole con diversión… pero no aparece delante suya, si no en la pantalla del televisor, su cuerpo inerte que no volverá a abrazarle, sus orbes verdes cerrados en una despedida y todo rojo… completamente rojo, como una pesadilla interminable, como el mismísimo infierno cerniéndose sobre su alma , cabello rojo, su cuerpo cubierto de sangre… rojo, en ese momento se dio cuenta de que no era el blanco el color que más odiaba, si no el rojo.
-Lo siento Matt.
Unas últimas palabras que lo condujeron al fin en manos de Takada. Al encuentro de la única persona que le había dedicado una sonrisa de verdad, la única persona que guardaba en su corazón un pedacito de él, la única persona, que jamás se perdono que muriera.
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