Este fic participa en el Reto: "A ciegas", del foro "Hasta el final de la pradera".

No soy Suzanne Collins, por lo que los personajes y el mundo donde se desarrolla la historia no son míos. Escribo por diversión.

Ganando confianza

Dormir en una cama que no es la tuya no es recomendable si quieres descansar bien. Sin embargo, ella se seguía levantando cada noche, deambulaba por el pasillo y llamaba a la puerta dando golpes cuidadosos con el puño cerrado.

La primera vez que lo hizo tenía un propósito: Quería darle las gracias por haberla rescatado. Gale las aceptó sin dudar e, incluso, pudo ver que una pequeña sonrisa se mezclaba con el desconcierto de sus ojos. Toda su cara cambió cuando se fijó que en el pliegue de sus codos había sangre. Johanna se había vuelto a arrancar las vías venosas... Otra vez. Nada más llegar al Distrito 13, mientras aún estaba tumbada en la camilla, le colocaron las primeras, pero al pasarla a una cama en la zona del hospital se las extirpó.

— Siéntate en la cama que voy a llamar a alguien que esté en la sala de urgencias.

— Está bien —Dijo mientras avanzaba por la habitación y se sentaba en la cama deshecha—. Yo volveré a quitármela.

— No estoy para juegos. Es tarde, así que deberías irte ya —Johanna negó con la cabeza—. ¿Qué quieres?

— Pues quiero muchas cosas.

Después de una lista que a Gale le pareció innecesaria, el chico entendió que, al igual que él no estaba de humor para aguantarla, ella no quería soportar un minuto más rodeada de las paredes blancas de la zona del hospital. El objetivo de Johanna no incluía quedarse a dormir en esa cama, pero lo hizo.

Después de ese momento, tanto Gale como Johanna intentaban coincidir en el mismo sitio y no hacían nada para disimularlo. Gale visitaba con regularidad las salas del hospital porque había una fuerza en los ojos de la chica que nunca había visto en los de nadie. Johanna, cuando no se podía dormir, se daba una vuelta por el Distrito 13 y, casi siempre, acababa en el cuarto de él.

Las primeras veces que se duerme con alguien en la misma cama suele ser extraño. El cuerpo se despierta al rozar lo desconocido por lo que se termina durmiendo mucho menos de lo esperado. Cada vez que se despertaba, Johanna se volvía a alejar de Gale, pero él parecía notarlo. Mientras que a ella le molestaba el roce, él lo buscaba.

Solamente había un momento de la noche en el que a Johanna no le importaba que él le atrapara con sus brazos. Las pesadillas de la chica no eran nunca iguales y había noches en las que no la visitaban, pero, cuando lo hacían, Johanna temblaba y, en algunas ocasiones, lloraba en sueños. Desde que dormía en la misma cama que Gale, el tiempo que permanecía despierta había pasado de horas a instantes. En el momento en el que se despertaba y notaba su olor alrededor de ella, sabía que había tenido una pesadilla, sabía que ya no estaba en la arena y sabía que era seguro volver a dormirse.

Sin embargo los brazos apresándola le molestaban cuando amanecía. Él era demasiado fuerte y ella estaba débil, al menos es lo que se decía a ella misma al principio. Cuando el tiempo pasó, ella se recuperó, pero las visitas no pararon. Johanna desistió ante la situación que Gale le planteaba por las mañanas y se atrevió a disfrutar en sus brazos. Era hora de tener a alguien.

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Espero que os haya gustado (especialmente a Paulys, que fue la que me retó). Los comentarios son siempre bienvenidos. Se puede hacer feliz a alguien con unas cuantas palabras