1º Capítulo
Corrió lo más rápido que le dieron sus pies. No quería llegar tarde y por culpa de su hermano no había podido salir antes de la casa.
Vio que su objetivo se encontraba a sólo unas cuadras y apuró sus pasos.
El campanario le anunció que estaba muy atrasado y eso sólo lo angustió más de lo que estaba.
-¡Naruto!
Dio la vuelta mientras no dejaba de trotar para atrás, casi cayendo de lo impredecible de su movimiento. Vio que su mejor amigo corría a su encuentro y le iba a decir algo, pero no alcanzó, por que el otro lo agarró del brazo y lo hizo voltear para seguir corriendo.
-Te llamé para que me vieras, pero no te dije que te detuvieras -seguían corriendo y ya casi llegaban-. El padre nos regañara por haber llegado tarde.
-¡Yo iba a tiempo, Kiba! -le gritó molesto y ya sin aire por el esfuerzo- Ahora sí que llegaré tarde ¡Y será por tu culpa!
Siguieron corriendo y casi fueron atropellados al cruzar la calle sin notar un auto que se aproximaba, pero el hombre que conducía alcanzó a detenerse a tiempo y no pasó a mayores. Entraron al lugar en silencio y con un poco más de calma. Caminaron por el pasillo y con la mano derecha, se hicieron la señal de la cruz en el pecho, mientras miraban el altar. Se sentaron junto a sus amigos y sonrieron nerviosos antes las miradas de reproche.
-Sean bienvenidos.
La voz grave del hombre frente a ellos llamó la atención de todos los presentes.
Naruto miró al párroco y sintió terror de repente. Se sentía horrible al sentir lo que sentía, valga la redundancia. Y parecía que de un momento a otro todos los cuadros e imágenes que abundaban en el lugar lo miraban con reproche y desconsuelo.
-Eh, Naruto -lo llamó Sai, el chico que estaba sentado a su lado- ¿Te encuentras bien? De repente te pusiste muy blanco.
-No te preocupes, Sai, no me pasa nada -le sonrió, aunque fuera sólo superficial-. Sólo estoy cansado por la carrera, me estoy oxigenando de nuevo.
-Sai, pon atención adelante -la voz irritada del chico pelirrojo sentado a su lado, logró que ambos se voltearan y pusieran atención a las palabras del diacono.
Naruto sintió una inmensa gratitud por Gaara, ya que pretendía mentirle a Sai si seguía preguntando, pero si así lo hacía, cosas muy malas podrían llegar a pasar.
Al terminar de hablar el padre, todos los jóvenes y adultos que había en el interior del templo fueron saliendo con tranquilidad y en orden.
Naruto y sus amigos se fueron a sentar junto al parrón que acostumbraban a acaparar para pasar un poco el tiempo y no tener que volver enseguida a sus casas.
-¿Por qué te tardaste tanto, Naruto?
Sakura se sentó a su lado y se recargó contra el hombro de Sai que estaba a su lado.
-Lo que pasa es que Deidara empezó a molestarme nuevamente con "ese" asunto -dijo cansado, ya que no había domingo en el que Deidara no lo fastidiara por ir a la iglesia-, y no me lo pude sacar de encima hasta que llagó Itachi -dejó salir el aire y bajó la cabeza, resignado. Detestaba cuando su hermano se ponía en ese plan.
-Eso significa que nos iremos juntos hoy.
Los chicos se voltearon y vieron al joven que se acercaba a ellos por el pasillo que daba a la administración.
El rostro de Naruto se puso de un color escarlata que no pudo evitar, pero si tratar de disimular.
-¿Te encuentras bien? -le preguntó el joven, por el obvio color de sus mejillas.
-Sí, padre, no me pasa nada -le sonrió un tanto intranquilo.
-Ya te he dicho que aun no soy padre, Naruto -se sentó junto a los chicos que se habían corrido para hacerle un espacio al hombre-, aun estoy en el seminario y faltan unos meses para que me nombren.
"Y espero que eso no pase" pensaba Naruto con tristeza.
Conversaron entre todos por casi una hora, hasta que el campanario les indicó que ya era hora de volver a sus hogares. Naruto empezó a caminar junto a su sueño prohibido, ya que sabía que no podía pensar en él de la manera en que lo hacía.
Sasuke era mayor que él, por más de 7 años, tomando en cuenta que estaba a punto de cumplir 25 años. Era un diacono y pronto se convertiría en cura y por si eso no fuera poco, era hombre.
Sabía que estaba mal. Toda su vida fue criado sobre las bases de la iglesia.
Él no podía amar a un hombre.
Él no debía amar a un cura.
Él no amaría a Sasuke.
Llegaron a la casa de Namikase y ya desde afuera se podía escuchar la estridente música que venía desde el interior. Naruto suspiró abatido y vio como Sasuke le sonreía para que se tranquilizara, cosa que no hizo más que perturbarlo. Aun así, abrió la puerta y el sonido, que ya de por si era fuerte, se hizo realmente insoportable.
Entraron con premura para cerrar la puerta y no dejar salir el bullicio.
Naruto fue hasta la sala para poder bajar el volumen de la música, pero al entrar se quedó congelado al dar el primer paso.
Itachi y Deidara bailaban en el centro de la sala, habían corrido los muebles y dejado un pequeño desastre por eso. Lo que perturbó a Naruto fue el hecho de que Itachi parecía querer fundirse con su hermano. Tenía las manos en las caderas de Deidara y se movía a sus espaldas restregando todo su cuerpo, cosa que parecía fascinarle a su hermano, que con los ojos cerrados dejaba que la música lo envolviera y meneaba su cuerpo entre los brazos del moreno.
-¡Itachi, Deidara! -Les gritó Sasuke, obviamente enojado por el descaro de los "adultos" en la sala.
-¡Oh, hermanito! -Saludó Deidara a su hermanito- Y veo que vienes bien acompañado.
-Dei, por favor -le pidió Naruto y fue entonces que lo notó y eso sólo hizo que se irritara- ¿Estuvieron bebiendo?
-Oh, vamos, peque -le dijo Itachi, por fin soltándose de su pareja de baile- ¿Por qué no te nos unes?
-Creo que mejor me llevó a mi hermano -le dijo Sasuke.
-Oh no, eso sí que no -Itachi se acercó nuevamente a Deidara y lo abrazó por la espalda -Dei-chan me prometió mostrarme lo que envuelve la ropa, y no me voy de aquí hasta devorarlo completito.
-¡Itachi!
-Vamos, hermanos -le dijo acercándose a ellos-, no me puedes negar que los Namikase son hermosos -su mirada se paseó por el cuerpo de Naruto que se removió incomodo por eso-. Y te apuesto que Naruto esta tan bueno como Deidara.
-No sé a qué te refieres -le retó Naruto, molesto por el espectáculo que estaban dando.
-¿Qué me dices, Sasuke? -se acercó a Naruto y acaricio su rostro- El ir tanto a la iglesia lo está transformando poco a poco en un ángel -de repente lo abrazó posesivamente-, y estoy seguro de que debe ser tan bueno en la cama como lo es su hermano.
-¡Basta! -de un jalón le quitó a Naruto de los brazos, que se había quedado en shock por los dichos del mayor- ¡Eres un inmoral!
-¡Y tú, un idiota! -se cruzó de brazos y lo miró fijamente- No puedo creer que después de pasar tanto tiempo juntos nunca se te haya puesto dura mirándolo.
-Deja tus comentarios sucios lejos de él -se giró y vio que Naruto estaba a punto de soltar el llanto-, ve a tu habitación y no salgas de ahí.
Naruto no lo pensó dos veces y corrió al segundo piso, cerró la puerta de un azote y empezó a caminar al rededor de la habitación como león enjaulado. No podía creer que Itachi hubiera dicho todas esas cosas sobre él. Además de la revelación de lo que hacían su hermano y el de Sasuke. Sabía que ellos dos se traían algo, pero de ahí a que mantuvieran relaciones sexuales era otra cosa.
Unos golpes en la puerta lo hicieron reaccionar y preguntó de quien se trataba.
-Soy Sasuke, Naruto. Abre la puerta -rápidamente se dirigió a la puerta y dejó que el hombre entrara-. Me llevaré a Itachi, pero te tendrás que hacer cargo de Deidara.
-Sí -le dijo seguro, seguridad que perdió de un momento al otro, al recordar lo que había pasado-. Padre yo...
-No digas nada, Naruto -le sonrió y lo atrajo para abrazarlo-, tú no tuviste la culpa de lo que pasó allá abajo, de hecho, sólo fuiste la victima de los comentarios subidos de tono de Itachi.
-Yo no sabía que ellos... bueno, usted sabe.
-Ellos eligieron un camino diferente, como tú elegiste el de la parroquia y yo el ser cura, pero no puedo juzgarlos, porque uno de ellos es mi hermano.
-Sí, no se les puede repudiar "Porque siento lo mismo que ellos, porque me gusta un hombre, porque me gusta usted"
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Cuando Sasuke se fue y se llevó a Itachi con él, Naruto bajó para ver como arreglaba el tremendo destrozo que habían dejado los mayores en la casa. Se le hacía incomprensible que los dos se hubieran emborrachado siendo pleno día. Él había salido de la casa pasado las diez de la mañana y llegó sólo tres horas después, no era como para encontrarlos en un estado tan deplorable.
Todo había estado mal, además de haber pasado una vergüenza semejante en presencia de Sasuke.
¿Cómo se pe ocurría a Itachi insinuar que era bueno en la cama?
Naruto ni siquiera había tenido relaciones sexuales con alguna chica, mucho menos con un hombre, eso era… impensable.
Sintió como su hermano irrumpía en la sala, luego de haber salido del baño y prefirió por el momento no hablar del tema, cosa que evidentemente su hermano no pretendía hacer.
-Vamos, Naruto -le dijo en tono de broma-, Itachi sólo estaba jugando.
-Dijo cosas horribles de mí, cosas que yo jamás haría -lo miró a los ojos-, y tú no hiciste nada para defenderme -su voz sonó triste-. Tú sabes que no lo haría.
-De eso no estoy seguro, hermanito.
Naruto lo miró enarcando una ceja, hasta que por fin entendió las palabras del mayor.
-No empieces con lo mismo, Deidara -tomó los vasos que le cabían en las manos, porque eran demasiados para llevarlos de una sola vez, y se dirigió a la cocina-. Lo que dices es una completa locura -comenzó a limpiar para evitar el tema.
-No sacas nada con negarlo, Naruto -no dejó que se alejara demasiado, por lo que apagó el grifo del agua, para llamar completamente la atención del menor-. Te veo, hermano. He visto infinidad de veces como miras al "padre" Sasuke.
-No te burles de él -le dijo completamente ofuscado por las palabras del mayor, pero al ver la sonrisa ladeada que tenía el rubio entendió enseguida. Había caído en su trampa.
-Vez -le dijo sentándose a su lado, sobre el fregadero-. Estas enamorado de ese hombre.
-¡Mentira!
-¿Eso crees? -le dijo socarrón- Te conozco demasiado, Naruto. Sé que te gusta Sasuke y no puedes negar que esta como quiere.
-Eres imposible -caminó hacia la salida y luego subió rápidamente por la escalera en dirección a su habitación, donde se encerró para dejar de escuchar lo que su hermano tenía para decirle, pero poco pudo hacer cuando lo vio entrando por la puerta- ¿Qué quieres ahora?
-Sólo recordaba un poco -le dijo mirando al alrededor-. Fue aquí mismo donde me dijiste que no le temías a enamorarte.
-No sé a dónde quieres llegar.
-Soy tu hermano, te conozco más que tú mismo a veces, hemos vivido juntos por dieciocho años y siempre te he dicho lo que veo.
-Deliras.
-No lo hago y tú lo sabes -se dejó caer en la cama del menor-. Estás enamorado de Sasuke y por eso vas tan seguido a la iglesia.
-¡No es cierto!
-Oh, claro que lo es y ya no puedes negarlo -se puso de pie y se acercó a su hermano que estaba apoyado en la ventana-. Quizás antes no lo notabas, pero ahora eres lo suficientemente adulto como para darte cuenta de la verdad. No puedes negar lo evidente.
-Aun estás ebrio, Deidara -le dijo cerrando los ojos y dejando salir el aire.
-Aun mejor -se encaminó a la salida y cuando estaba a punto de cerrar la puerta le volvió a hablar- ¿No has escuchado que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad?
Naruto sólo vio desaparecer a su hermano mayor por la puerta y se dirigió a su cama, sentándose cerca de la cabecera y abriendo el cajón del velador que había al lado de esta. Sacó un cuaderno con tapa verde y lo abrió buscando en su interior a través de las páginas. Buscaba una fotografía. Una fotografía en la que aparecía sus amigos y Sasuke al lado de él.
"¿Qué puedo hacer para olvidarte, Sasuke?"
Su mente era un mar de dudas y no creía que pudiera encontrar una respuesta ese día. Por lo qué guardando la fotografía en el cuaderno, se acostó apretándolo contra su cuerpo y tratando de que un rato de sueño se llevara sus pesadillas personales.
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Sasuke por fin llegó a su casa. Había tenido que conducir el auto de Itachi, mientras éste dormía en el asiento del copiloto.
-Llegamos.
El mayor dio un bote al escuchar la voz irritada de Sasuke. No dijo nada, sólo salió del auto para seguidamente meterse a la casa.
Sasuke sólo negaba al verlo tambalearse de un lado al otro para tratar de llegar a la puerta de la casa y luego de unas cuantas maniobras logró abrir la puerta y entrar. Simplemente resopló y entró también.
-Date una buena ducha y después baja a comer algo.
-¿Ahora si me dejaras comer? -le dijo aun con la vista un poco desviada.
-¿Cómo?
-Que yo quería comerme a un hermoso rubio de ojazos azules y tú no me dejaste.
-Modula el vocabulario, Itachi -se metió molesto a la cocina y fue hasta el refrigerador para ver que podía utilizar para cocinar-. No puedo creer que hayas humillado así a Naruto.
-¡Aja! Eso es lo que más te molesta ¿Verdad?
-Sabes muy bien que quiero mucho a Naruto y tú te empeñas en molestarlo. Sólo para fastidiarme.
-Yo sólo lo hago por tu bien.
-No seas ridículo, Itachi -le dio un vaso de agua con hielo-. Todo lo que dijiste fue para molestarlo.
-Quiero que admita la verdad -vio como negaba con la cabeza-. Ese niño está enamorado de ti.
-Eso es ridículo -dijo volteándose.
-No lo es -se rió un poco-. Ese chiquillo te sigue como la abeja a la miel. Si no fuera así ¿Por qué creer que va tanto a la iglesia?
-¿Quizás porque es creyente? -le dijo un poco irónico.
-No te hagas el tonto, Sasuke -de un momento al otro adquirió una postura seria-. Sabes perfectamente que la mayoría de las chicas van a la iglesia por ti.
-Posiblemente ellas, pero saben que eso es imposible.
-¿Al igual que Naruto? -se sentó en la mesa a la que había en la cocina y bebió el vaso de agua hasta el fondo- ¿Él también sabe que eres un imposible?
-Naruto sólo tiene un gran aprecio por mí. Me conoce desde que era sólo un bebé.
-Por lo mismo, siempre te ha visto, te conoce… te ama.
-Me quiere, que es muy diferente.
-No es así. Lo veo en su mirada.
-Deja de decir tonterías.
-Cree lo que quieras -le dijo poniéndose de pie-. Lo único que te digo es que tengas cuidado, si lo que digo es cierto, ese niño morirá de dolor el día que te nombren cura y sus ilusiones mueran en ese instante.
Sasuke se quedó solo en la cocina y no quiso darle más vueltas al asunto. Tenía sus ideas muy claras. En unos meses consagraría su vida a Dios, definitivamente, y no lo cambiaría por nada.
A demás Itachi estaba mal de la cabeza.
¿Cómo podía pensar que Naruto lo miraba de una manera diferente a lo que él pensaba?
No se le ocurría ninguna manera de sacarle la idea de la cabeza a Itachi. Él conocía muy bien a sus chicos. No todos eran tan aplicados como quisiera, pero ninguno tenía dobles intenciones al asistir a la casa de Dios. Porque eso era simplemente ridículo y él no tomaría en cuenta las palabras de Itachi.
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Había pasado un mes desde que tuviera que soportar el bochorno que le había hecho pasar Itachi y desde ese día no había podido volver a ver a Sasuke.
No podía extrañarle por el hecho, ya que aun debía terminar su último año escolar y las cosas no se podían poner mejor.
-¿Vas a ir ver a tu amor? -le preguntó su hermano desde la puerta.
-Deja de fastidiarme, Deidara -respondió tomando las llaves que estaban en la mesita al lado de la puerta-, y no me sigas.
-¿Me amenazas, hermanito?
-No. Sólo te lo pido -se volteó y fue hasta su hermano para acariciar su rostro-. No me martirices más, por favor.
-Nunca haría algo que fuera malo para ti, mocoso -le dijo bromeando-, pero no quiero que sufras más de lo que vas a sufrir cuando lo nombren cura.
-No tengo nada por que sufrir -le dijo apartándose y caminando hacia la puerta-. Al contrario, estaré feliz ese día.
-No mientas.
Negó con la cabeza y salió de la casa. Era sábado y se juntaría con sus amigos para planear el cumpleaños de Gaara.
Llegó a la plaza cercana a casa y esperó hasta que aparecieran los demás.
-¡Te dije que no!
Escuchó una voz familiar y se giró para ver quien más venía. Como siempre, Sai y Gaara venían discutiendo. Tras ellos Temari, la hermana de Gaara, caminaba de la mano con su novio, Shikamaru. Hinata venía del brazo de su primo Neji, mientras este le hablaba a Ten-Ten y Lee corría junto a Sakura desde un poco más atrás para darles alcance.
-¡Hola!
-¡Kiba no hagas eso! -tuvo que retorcerse en su lugar para no caer por el susto que le dio al escuchar el grito en su oído.
-Eso fue muy infantil -le regañó Hinata, pero dejó que le abrazara por la cintura-. Te encanta molestarlo ¿Verdad?
-Sí, es verdad -le dijo sonriendo-. Naruto siempre cae.
-Eres malo -le dijo molesto, tratando de calmar el palpitar de su corazón.
-Bien, debemos ver como celebraremos el cumpleaños de mi hermanito -dijo Temari.
-¿Y por qué no hacemos lo que yo dije?
-Por que tus propuestas rayan en la perversión, Sai.
-Oh, vamos, Gaara. No es para tanto.
-¡Quieres llevar nudistas a mi casa!
-¡Sai! -le gritaron entre todos.
-¿Qué? -les preguntó como si nada- Yo sólo di una de tantas ideas.
-Las cosas que propones son, muy extravagantes o muy pervertidas.
-Claro que no -le refutó a Gaara-, sólo quiero que te diviertas.
-Entonces deja esas cosas de lado -le dijo Sakura más que molesta-. Lo que sería bueno es que alguien pudiera prestar su casa.
-Creo que en eso les puedo ayudar -les dijo Naruto-. No creo que Deidara le moleste.
-Bien, entonces así será.
-Espera, Sakura, Naruto aun no le ha preguntado a su hermano.
-No te preocupes, Hinata -le dijo el rubio-, no tendré problemas con él.
-Bien, entonces vamos andando, porque si no llegamos tarde.
Hicieron caso a Gaara y se encaminamos a la parroquia para invitar a Sasuke. Una idea exclusiva de Sai y ahora ya ni sabían porque lo seguían en sus locuras.
Llegaron a la parroquia, pero no pudieron encontrarlo por ningún lado. De repente divisaron al párroco y Naruto corrió a su encuentro.
-¡Padre Sarutobi! -el pobre anciano casi ya no escuchaba, pero aun así les pudo dedicar una dulce sonrisa- ¡Queremos saber si ha visto al padre Sasuke!
-En realidad no, Naruto -le dijo sonriendo-, pero si mal no recuerdo, a Sasuke no le gusta ser llamado "Padre" si aun no lo es.
-Bueno -Naruto se sonrojó ante su propio descuido y sin quererlo, recordó lo que siempre le decía Deidara.
-Hola, muchachos.
Se voltearon y vieron a Sasuke llegar por un pasillo.
Por un momento sintió que la sangre se le iba del cuerpo y es que la impresión fue demasiada. Ya no recordaba hace cuanto lo había visto con ropa de calle.
Sasuke llevaba un pantalón de tela negro, acompañado con una polera a rayas de color blanco y azul.
-Naruto -sintió como me llamaba Sai y se acerqué a su lado-. Tu cara era demasiado obvia -le dijo en un susurro.
-¿Cómo? -sinceramente no sabía, o más bien no quería saber a qué se refería. Ni siquiera quería preguntar, porque eso le daría alas para hablar más del tema.
-Sé que me odiaras luego de que te lo diga, pero… -miró que nadie estuviera cerca y Naruto ya sabía que no me iba a gustar nada de nada-, pero tenías cara de enamorado.
-No sé de que hablas -sabía exactamente lo que quería decir, de hecho, es lo que siempre le decía Deidara.
-No quiero que te molestes conmigo -le dijo poniendo cara de niño bueno.
-No lo hago -le dijo para que dejáramos el tema-. Sai, es mejor que vayamos con los demás -le sonrió y golpeó su hombro, todo con tal de que nos desistiéramos de darle vueltas al tema.
-Bien, pero tú dijiste que no te enojarías.
-Y no lo haré. Ahora vamos.
Caminaron en dirección a los chicos y Naruto se sintió mejor al ver que no preguntaron nada. Estuvieron hablando por un buen rato y después jugaron al aire libre. Fue agradable.
Llegó la noche y con ella, la vendita fiesta en honor a Gaara.
Deidara no puso ningún problema en pasarles la casa. Era la primera vez que la usaban de las ciento de veces que él se las había ofrecido. Naruto suponía que lo hacía para que se sintiera normal. Para que no extrañara a sus padres.
Tenía cerca de diez años y Deidara diecinueve, Sasuke debía tener algo así como diecisiete e Itachi tenía veintitrés o veinticuatro años. Sus padres y los de Sasuke decidieron realizar un viaje a las Bahamas para celebrar su aniversario. Siempre fueron amigos, desde que eran casi unos niños. Hacían todo junto. Se casaron el mismo año, los criaron a todos juntos, viajaron juntos y finalmente, murieron juntos.
Cuatro chicos quedaron huérfanos y fue terriblemente doloroso.
Deidara se hizo cargo de Naruto, pero no alcanzaba la mayoría de edad y casi lo pierde. Hasta que Itachi tomó a Naruto bajo su tutela. Tenía la edad, el dinero y las influencias necesarias para detener el proceso legal. Aun así, se quedó viviendo con su hermano y él consiguió un trabajo en la empresa de los Uchiha. Pudo quedarse con él sin que esas personas que los querían alejar se pudieran meter. Todo fue bien, hasta que cumplió los veintiún años e Itachi le cedió la tutela de Naruto y obtuvo la presidencia de Namikase Corp.
Nunca dejaron de estar en contacto con los hermanos Uchiha, pero tenía que admitir que los lazos se fueron distanciados un poco.
Naruto entró al colegio.
Deidara se hizo cargo de la empresa Namikase
Itachi se encargaba como siempre de Uchiha Intex.
Sasuke entró al seminario.
No supo en qué momento fue, pero de un día para el otro estaba metido en la iglesia hasta los días de escuela y sólo por ver a su amigo Sasuke.
-Naruto -le llamó su hermano-, tus amigos ya empezaron a llegar.
-Ya voy -le dijo desde la pieza y luego de ver que estuviera presentable para poder bajar.
Bailó por mucho rato, tomando una que otra bebida y riendo con sus amigos. Necesitaba liberarse, dejar de pensar, dejar de sentir. Todo a su alrededor le estaba ahogando. La incertidumbre, el cargo de conciencia, la pena y el miedo al rechazo. A demás agregándole lo que estaba sintiendo por Sasuke.
-¿Estás bien?
-Genial -le dijo a Sasuke.
Lo que le faltaba, él queriendo dejar de pensarlo y Sasuke apareciéndose junto a él. Ya no podía negarlo. La verdad lo golpeaba en la cara. Estaba perdidamente enamorado de un hombre. De su amigo de infancia. De aquel hombre maravilloso que consagraría su vida a Dios en unos meses y él, un simple y escueto mortal que lo seguía desde su adolescencia.
Bailó toda la noche, rió hasta la madrugada, habló con todos, menor con él. Esta noche lo veía como un hombre más, pero aun así no podía ir a él. No podía correr a su lado y decirle que lo quería más de lo moralmente permitido. Porque eso es algo prohibido, porque estaba mal y porque simplemente… él no podía contra Dios.
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Sasuke notaba que Naruto estaba actuando diferente desde hace unos meses, desde el cumpleaños de Gaara, para ser más preciso. No es que hubiera dejado de verlo, pero pasaba cada vez más poco tiempo con ellos, como si se estuviera escondiendo de algo o alguien. No creía que fuera por causa de los chicos, los había visto conversar animadamente en los jardines de la parroquia, pero sólo hacía falta que él apareciera, para que la apatía de Naruto se mostrara.
El asunto lo estaba poniendo nervioso. Adoraba a ese mocoso que vio casi nacer y esta situación lo confundía.
Recordó el momento en que Naruto llegó al mundo. Se había quedado con su tía Kushina ese día. Sus padres estaban en la empresa y su madre de compras con Itachi, pero él no había tenido ganas de salir ese día. Las cosas fueron bien, pero de un momento al otro su tía comenzó a sentirse mal y le pidió que llamara a su tío Minato a la empresa para que fuera por ella, que Naruto estaba por nacer. En ese tiempo Sasuke tenía sólo siete años y le era muy difícil para él entender muchas cosas, pero la cara sufrida de su querida tía le hizo moverse rápido. Como pudo llamó a su tío Minato y este no se demoró nada en llegar a casa. No habían mandado ni siquiera a un empleado de la empresa, porque querían que eso se tratara de algo privado. Cuando el rubio se llevó a su esposa al hospital, Mikoto con Itachi ya habían llegado y Kushina agradeció con un beso en la mejilla a Sasuke por cuidarla. Luego de eso llegó su padre y los llevó a todos a la clínica para ver al menor de los herederos del consorcio Namikase, cuando lo hicieron Kushina estaba con Naruto en los brazos, y Sasuke fue el único que le pudo tomar en brazos.
Ahora, diecisiete años después, aun sentía cierta adoración por esa pequeña cosita rubia que le sonrió siendo un bebé. Por eso mismo le dolía la indiferencia del pequeño.
Caminaba por los terrenos de la parroquia pensando en todo lo que estaba pasando y entonces lo vio, rezando frente a la imagen de la virgen. Respetaría su intimidad y le dejaría por ahora, pero entonces vio que estaba llorando, y eso si que no lo podía dejar pasar.
Naruto estaba demasiado absorto en sus ruegos, lo único que quería era dejar de sufrir, amaba cada día más a Sasuke y le dolía el ignorarlo, pero no podía seguir así, no podía dejar que su gran amor creyera que estaba molesto con él y por cómo le miraba, estaba seguro de que creía algo por el estilo.
-¿Qué sucede, Naruto?
El joven se dio vuelta, parándose enseguida al reconocer la voz de Sasuke, no podía tener tanta mala suerte.
-Nada… ya me voy -dijo dándose la vuelta.
-Eso sí que no, Naruto -le dijo sosteniéndolo del brazo- ¿Por qué ya no quieres hablar conmigo? ¿O porque me esquivas? ¿He hecho algo malo en tu contra?
-No, no se trata de eso -le dijo sin mirarlo a la cara-, me tengo que ir, de verdad.
Sasuke lo soltó, pero ahora sí que sabía que las cosas estaban mal con él y no se detendría hasta que su pequeño amigo le respondiera.
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Naruto llegó a su casa con la respiración agitada. El encuentro con Sasuke había sido la cúspide en sus colapsos emocionales. Se había enterado, de muy mala manera, que Deidara e Itachi sí mantenían relaciones sexuales. Los habían encontrado en su casa, en la sala de su casa. No habían tenido ningún pudor a la hora de tener sexo, sabiendo que él podía llegar en cualquier momento.
Lo malo de todo esto, aparte de haber visto todo desde la primera fila, es que sus sueños se habían ido transformando. Antes soñaba con que estaba con Sasuke, paseando, comiendo un helado, hablando. Ahora sus sueños eran demasiado subidos de tono, siquiera para recordarlos.
-Naruto.
Su corazón saltó desbocado cuando escucho la voz tras la puerta.
-No puede ser -dijo en un susurro, mientras se metía bajo la cama infantilmente.
-Sé que estas ahí, Naruto -decía golpeando la puerta- ¿Por qué no quieres hablar conmigo?
Naruto no salió de su escondite, no podía permitir que Sasuke lo encontrara. Fue entonces que vio como la puerta se abría. Veía los pies de Sasuke pasearse por la habitación.
-Vete, por favor -susurraba para que el moreno no lo escuchara.
-Veamos -dijo Sasuke-, recuerdo que cuando eras pequeño te gustaba jugar mucho a las escondidas -Naruto sudaba bajo la cama-, pero nunca fuiste muy bueno-dijo Sasuke agachándose y encontrándolo enseguida.
Naruto salió de debajo de la cama, completamente derrotado ante el mayor.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó sentándose sobre la cama, con los pies recogidos y abrasándose a sí mismo, se sentía expuesto ante Sasuke, cuando este le miraba con tanta intensidad.
-Saber qué es lo que pasa contigo -le dijo con seriedad-, no entiendo, Naruto -le dijo cruzándose de brazos mientras se sentaba a su lado- ¿Por qué de un momento al otro te escapas de mí? ¿Por qué me ignoras y me dejas de lado?
-No lo hago -dijo el menor, pero la mirada de Sasuke le perturbaba-. Es mejor que te vayas, Sasuke, te deben estar buscando en la congregación.
-No lo hacen, así que no busques de que me vaya por qué no lo haré hasta saber qué es lo que pasa de verdad.
-No pasa nada.
-Creo que sabes muy bien que mentir es un pecado.
Naruto se quedó atónito ante las palabras del hombre. Lo sabía y por eso mismo no quería que Sasuke le interrogaba, se sentía incomodo ante la situación.
-Por favor… no quiero mentir.
-Lo haces al decirme que no pasa nada -suspiró y miró por la ventana - ¿Sabes? Desde que eres un niño nunca te tuve que sacar la verdad a la fuerza, siempre venías a mí y me contabas lo que te preocupaba y todo… pero ahora -dijo negando con la cabeza.
-Por favor…
-¡Sólo busco que me digas la verdad!
-No puedo.
-¡¿Por qué?!
-¡Porque es malo!
-¡¿Qué es lo malo, Naruto?! ¡¿Qué lo es?!
-¡No puedo!
-¡¿Mataste a alguien?!
-¡¿Claro que no?!
-¡¿Rompiste alguno de los mandamientos?!
-¡No!
-¡¿Entonces qué?! ¡¿Qué es eso tan malo que no puedes decírmelo?!
-¡Que te amo! -gritó colapsado, mientras las lágrimas caían por sus ojos. Pero sabía perfectamente, por la cara de Sasuke en ese momento, que sus lagrimas no arreglarían esto.
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TBC
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N/A:Aquí un nuevo fic. no será muy largo, son cuatro capítulos, por que preferí acortar los 12 capítulos cortos que tenía en 4 medianamente un poco más larguitos.
Cada lunes una nueva actualización.
Estaré atenta a sus comentarios.
Un beso
Majo
