SOLO UNA SANGRE SUCIA MÁS
Cada día, de cada hora, de cada minuto y de cada segundo, se había convertido en una terrible obsesión de verla caer, de hacer que se arrepintiera de sus palabras, de querer eliminar del camino todo rastro de esa sensación tan extraña. Scorpius Malfoy no se tentaba en corazón por nadie ni por nada, odiaba a los magos nacidos de padres muggles, a los mestizos, a los squibs.A el daba igual que hubiera una sangre sucia más, o menos en Hogwarts. Tenía una peculiar relación con los Potter´s y los Weasley´s. Pero había una Weasley en especial, que no podía odiar más. Rose Weasley, no sabía por qué, no sabía de donde, ni cuando se había convertido en una necesidad, el verla caer, humillarse automáticamente y sentirse superior a ella.
En cambio Rose Weasley, era una chica que no se andaba con rodeos y contemplaciones con el tipo de personas que la molestaban, tal es el caso de Scorpius Malfoy. La había molestado 6 eternos años llenos de rencor, maldad y superioridad, Rose no era una persona rencorosa, no era una persona narcisista, egoísta, no era nada de eso. Pero cada vez que sus ojos se encontraba con los del chico, no había un deseo más incontrolable del quererlo ver cayendo a lo más profundo de lo bajo que alguna vez se puede llegar a caer.
Porqué eso eran, ese tipo de acciones los mantenía vivos, este tipo de reacciones eran las que los mantenía firmes, los hacia despertarse a diario, con el único propósito de acabarse ellos mismos. Todos los insultos recibidos, todos los maltratos, todos los prejuicios... ¿A caso, solo con una palabra podían desaparecer? Amor. Fue la palabra que los saco de ese trance hipnótico, el trance en el que ellos mismos se condenaron a pasar largo tiempo del que ahora se veían liberados.
Y esto es lo que puede resultar, si no controlas lo que pasa, si sientes que manejas todo a la perfección, que todo siempre estará bien en cualquier momento. Pero nadie, nunca dijo que la vida sería fácil... Solo dijeron que valdría la pena.
... Rose...
En estos momentos me encontraba escribiendo la redacción de pociones sobre la amortentia, sentada en la reconfortante sala común de Gryffindor un lugar acogedor y muy cálido donde se respira la hermandad que todos compartimos por esta casa. Ya terminado mi trabajo note que todavía era temprano... Tal vez pueda adelantar los deberes.
-Ya deja de estudiar y diviértete un poco Rose, el día esta hermoso- No necesitaba verlo para saber quién era. Mi primo Albus siempre me había apoyado en todo pero había veces que sentía que me llevaba hacia donde no quería. Lo mire a los ojos verdes y le sonreí con cierta complicidad.
-Albus, no estoy estudiando es más termine hace rato e iba a preguntarte que ibas a hacer- Le dije con una sonrisa en el rostro.
-Iré a ver a Lily, en estos momentos estoy muy preocupado por ella- Me dijo y note que su voz cambio de tono.
Lily había sufrido una grave lesión jugando Quidditch hace más de dos semanas, estaba en la enfermería pero ya había recuperado la conciencia y se sentía mucho mejor y más alegre. Estuvimos muy preocupados por ella, la visitábamos todos los días sin falta. "El accidente" lo había causado Alexander Nott miembro de Slytherin, quien la golpeo en un partido y la hizo caer de su escoba.
-Iré contigo, sus amigas me pasaron todos sus deberes y es necesario que se ponga al corriente con las clases- Le dije a Albus y este entorno los ojos con expresión "Pesada sabelotodo".
Nos dirigimos a la enfermería, donde Madame Pomfrey nos hizo pasar.
-Está mejor, en muy pocos días podrá retomar las clases, pero aun así necesitara reposar- Nos dijo la enfermera con una sonrisa nostálgica.
Cuando la vimos notamos que estaba mucho más alegre, leyendo el libro que hace dos años le regale. Era un libro muggle se llamaba Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, sabía que a Lily le encantaba las novelas románticas y decidí darle una muggle porque yo ya la había leído y la encontré extraordinaria.
-¿Cómo te sientes Lily?- Escucho que le pregunta Albus, pero la respuesta salía de sobra Lily estaba más que bien.
-Perfectamente- Responde Lily con una sonrisa en el rostro.
-Nos dijeron que necesitabas descansar para que muy pronto puedas salir de aquí- Esta vez soy yo la que habla.
-Sería genial, estar aquí encerrada todos los días es una gran pérdida de tiempo- Nos dice con un puchero infantil. Lily a pesar que ya es una adolescente, sigue teniendo los gestos de una niña de 6 años.
-Te he traído todos los deberes de tus clases, también los apuntes para que te pongas al corriente con las clases y hazlo lo más pronto posible, así no te atrasaras- Le digo con tono serio, sé que Lily no es la mejor alumna y no es la más responsable, pero para mí es muy necesario que ella obtenga buenas notas, la considero mi hermanita menor.
-Rose... Sabes que odio los deberes y tú me los traes cuando estoy en mi lecho de muerte- Seguido de esto hace un gesto de estar muriendo dramáticamente.
-¿Cómo está todo los primos?- Nos pregunta esta vez a los dos.
-Muy bien, aunque ya sabes que James sigue siendo un pica flor, por más que queríamos hacerlo recapacitar- James nunca cambiara y aunque sea un casanova es un gran primo.
-No sé de qué te sorprendes Rose, siempre ha sido así- Me dice Lily bostezando perezosamente.
-Creo que es mejor que ya nos vallamos, estas cansada y es mejor que duermas y descanses- Dice Albus a Lily quien asiente lentamente.
-Bueno descansa... ¡Y haces todos tus deberes!- Le digo y revuelvo su pelirrojo cabello ya de por sí bastante enredado, da el aspecto de que no se ha pasado un cepillo por la cabeza en años.
Salimos de ahí Albus y yo, Lily esta ahora más bien. Pero había algo que no se me paso, tenía algo en la cara que no logre descifrar. Parecía que estuviera feliz por un lado y triste por el otro. Como si algo le preocupara.
...Lily...
Veo como las siluetas de Albus y Rose desaparecen en las sombras. Pero algo que noto, es que la puerta se vuelve a abrir posterior a cuando ellos salieron y una silueta con los colores de Slytherin entra a la enfermería con sigilo, como si no quisiera que lo vieran.
Y fue cuando me di cuenta de que era Alexander Nott.
El responsable de haberme hecho caer de mi escoba, el que me hirió gravemente, el que casi acaba con mi vida, el que me puso al borde de la muerte. Nunca había venido, nunca se disculpó. Yo pensé que era una buena persona, que no era tan mala como la pintaban pero desde el momento en el que me derribo de la escoba todas mis buenas expectativas sobre el desaparecieron, fue lo que hizo que todos los pensamientos hacia él, se convirtieran en furia asesina.
-Potter... ¿Puedo hablar contigo?- Me sobresalto al escuchar su voz, no me di cuenta de que ya se había acercado a mí.
-No, no quiero hablar contigo y por favor vete de aquí- No puedo creer que después de lo que hizo espere que le dirija la palabra.
-Por favor, es solo un minuto- Me suplica, pero yo no puedo ver nada más que al que me lastimo, no dolo externamente, si no interiormente.
-¿Qué quieres hacer? ¿Terminar de romperme los huesos que me quedaron sanos?- No puedo sentir otra cosa hacia el que resentimiento.
-Perdón... Solo te quiero pedir perdón, no sé en qué estaba pensado al hacerlo y te juro que desde que paso el accidente no hay un día en el que no me sienta un miserable por haberte lastimado sin razón- Noto que su disculpa es sincera, pero por ahora no puedo hacer nada más. No puedo perdonarlo, no aún.
-Nott... Yo tampoco se en que estabas pensando al hacerlo, pero por más que me pidas perdón no te puedo disculpar, ¿sabes lo que me hiciste?... No podré volver a jugar Quidditch nunca más- Sin más rodeos digo lo que me está pasando, mi pasión es el quidditch y ahora ya no lo poder volver a jugar en mi vida.
-Yo no tenía idea de eso... Perdón Lily, nunca supe que no podrás volver a jugar, lo siento mucho en verdad, si pudiera hacer algo lo haría- Sentí compasión por él, porqué en realidad estaba muy arrepentido, tampoco pase por alto que me llamo por mi nombre y no por mi apellido.
-¿Te podrías ir? Estoy cansada- Le digo soltando un suspiro.
-Claro- Me dice y lo veo irse torpemente.
Solo note algo en su mirada... Compasión.
...Rose...
Estaba en la biblioteca pasando un momento perdido, entre irme o quedarme. Estaba leyendo el libro de Historia de la Magia en mi mesa favorita, a estas horas casi nadie estaba en la biblioteca.
-¿Nunca te cansas verdad, pecas?- Me sobresalto y miro por arriba de mi libro, era la voz que menos quería escuchar. Scorpius Malfoy.
-¿Qué quieres?- Cada vez me cansan más sus estupideces.
-Nada, solo que quería molestar a una sangre sucia, lo normal- Fue hasta entonces que reaccione, con qué clase de persona estaba hablando.
-Sabes algo... Ya me canse de esto, no voy a permitir que mi vuelvas a insultar- Saque mu varita de mi túnica y apunte decidida hacia él, tal vez me acarree problemas, pero están de menos si puedo hacer que Malfoy se trague sus palabras.
-No me das miedo Weasley, no te atreverías, además... Tarde o temprano caerás rendida a mis pies, todas lo hacen y acerté la digna no me impresiona en lo mínimo- Me dijo acercándose peligrosamente a mí, en cambio yo no baje la varita.
-No te acerques- Le advertí cuando note que quedo a centímetros de mi rostro.
-No eres fea... Lo malo es que eres una sangre sucia más- Me dijo escupiendo las palabras y marchándose con altanería y prepotencia.
No pude evitar dejar caer algunas lágrimas amargas, Siempre me había llamado así, Sangre sucia, pero cada día me era más difícil soportar sus reproches, tener que mirarlo a los ojos viéndome fuerte para no llorar, porque siempre seria así. Una constante lucha, una lucha por vernos caer el uno al otro. Siempre me había llamado Sangre sucia y yo lo ignoraba haciendo sordas sus palabras... Pero estas habían sido diferentes y no sé por qué también imposibles de ignorar. En sus ojos grises destellaba el odio que me tiene, no hubo ninguna duda, solo vive con el propósito de verme caer.
