Otro de mis habituales saltos mortales en relación a crear nuevas historias. Pero esta es corta, consta sólo de tres capítulos cortos y ya está terminada. Sólo tengo que rematar un par de cosillas y listo.
Bien, no sé si llamar a esto universo alterno. En cualquier caso, hay algo que debéis saber antes de empezar a leer: los tres jueces al servicio de Hades han sido despedidos por Pandora.
Y hasta aquí puedo leer.
¡Muchas gracias por pararos a leer!
**DISCLAIMER: Los personajes mencionados son propiedad del señor Kurumada y de quien tenga los derechos. Fic sin ánimo de lucro y todos esos rollos macabeos**
1. Garuda
Canción: "Woke up this morning" de Alabama 3.
Woke up this morning…
Se levantó temprano, acordándose de absolutamente todo lo que había hecho la noche anterior.
Definitivamente el alcohol no había realizado su trabajo todo lo bien que él hubiera deseado y , por lo que a él le concernía, Radamanthys podía meterse sus recomendaciones por el mismísimo trasero.
Aiacos sonrió mientras organizaba su flequillo y suspiró buscando en la mesilla de aquel desastroso motel el paquete de cigarrillos.
—No, por el culo no…que le gustaría.
Habría dormido a lo sumo cuatro horas, pasando el resto de la noche en vela, insomnio implacable que turbaba su descanso.
Decidía su destino, qué sería lo mejor para él.
Ahogándose en alcohol no, desde luego. A su compañero le valía, a juzgar por las numerosas veces que había visto al inglés dando tumbos por las calles, empapadas de más borrachos como él.
Y la espiral de adicciones que arrastraba Minos tampoco parecía solución a ese laberinto infestado de incertidumbres que atormentaban a los tres jueces al servicio de Hades.
Bueno…hasta hace unos meses.
Hasta hace unos meses los tres conformaban un triángulo poderoso que hacía y deshacía a su antojo en el Inframundo.
Pero entonces apareció ella y despidió a los tres hombres, sin más miramientos. El ansia de poder que atesoraba la mujer parecía no tener límites, y ellos interferían en sus planes.
¿Sucedía lo mismo con los guardianes de otros dioses?
Mal de muchos, consuelo de tontos, pensó Aiacos dando una última calada al cigarrillo que se consumía lentamente en sus dedos. Lo arrugó con desgana contra el cenicero rebosante de colillas y exhaló el humo, que nubló por unos instantes su mirada.
El tabaco tampoco ayudaba. Y encima sabía y olía mal. No entendía cómo pudiera haber gente enganchada a esa basura. A propósito del tabaco, no eran pocos los que llegaban frente a él, cuando trabajaba en el Inframundo, fallecidos por culpa de esos canutillos de papel rellenos de una hierba y miles de compuestos más que destruían los pulmones.
Volvió a reírse por ese pensamiento vacuo que sin embargo le traía los recuerdos de su felicidad.
Incorporándose de la cama fue arrastrando los pies hasta el baño, con la mirada vacía y nublada, no de humo, sino de un sentimiento que no recordaba haber tenido nunca.
Apoyando las manos sobre el borde del lavabo mugriento, se miró en el espejo y contempló su reflejo. La barba de tres días, el pelo sucio y apelmazado junto a unas ojeras que ni siquiera el mejor corrector de marca de lujo lograría ocultar le daban un aspecto desaliñado.
Con parsimonia decidió darse una buena ducha, que despejara su mente y limpiara su cuerpo.
Al salir, chorreando sobre las frías baldosas, comenzó a peinar su cabello, para luego sacudir el exceso de agua revolviéndolo y dejando que se secara al aire libre.
Con cuidado fue afeitándose para descubrir el rostro de un veinteañero, impropio de un juez que llevaba milenios más vivo que muerto.
La generosidad de Hades, ciertamente…
Al finalizar la tarea de limpieza, las ojeras sin embargo seguían ahí, como cicatrices de las numerosas noches blancas que llevaba padeciendo desde su venida al mundo de los vivos.
Preguntándose qué era lo que le gustaba de aquella situación, se dirigió hacia la puerta de cristal corredera que daba acceso a una pequeña terraza.
Los rayos del sol no tardarían en empezar a calentar con fiereza su piel. Amanecía en aquel lugar. Ni siquiera sabía el nombre de la ciudad. Tampoco es que le importara mucho.
El ruido del tráfico le incomodó unos segundos hasta que una idea empezó a originarse en su cabeza.
Gracias a ella, el sonido se amortiguó y pronto pudo obtener la abstracción necesaria para decidir lo que debía hacer.
Cuando terminó de madurarla, sonrió satisfecho y al fin, se sintió feliz.
Apoyó las manos en la barandilla.
Podré dormir tranquilo y a gusto para siempre…
Subió una pierna.
Las ojeras desaparecerán…
Tomó impulso y subió la otra, quedando en perfecto equilibrio.
No tendré que fumar, ni beber, ni tomar drogas…
Los gritos de la gente eran inaudibles para él.
Volveré a trabajar para Hades…
Extendió los brazos hacia delante.
A Pandora le joderá, pero no es mi problema…
Los elevó hacia arriba, en perfecta sincronía.
Que le den por culo a esa zorra…
Los bajó hasta dejarlos en cruz, como un suave aleteo.
El aleteo de Garuda…
Aiacos saltó al vacío.
Porque morir en este mundo significa vivir en el Inframundo…
…got the blue moon in your eyes.
