Esto pasa cuando se me ocurre un dialogo bien desquiciado pero igual me invento una historia alrededor, aparte era mi oportunidad de escribir a mi OTP con guagua xD

Iris

Parte 1

Martín entró a la casa, cerró la puerta con un suspiro y se frotó los ojos. Aún no se quitaba por completo el sueño que la llamada a las siete de la mañana interrumpió. Escuchó los pasos de Manuel viniendo hacia él y se tensó, levantó la cara y miró a su pareja con ojos de presa asustada.

Manuel llegó a su lado echando humo.

-¡Me dijiste que no te gustaban las mujeres! -Bramó en cuanto estuvo frente al rubio. Este, hundiendo los hombros y escondiendo el cuello, trató de justificar su estúpida mentira.

-Bueno, no me gustan tanto… -Aquella respuesta no pareció complacer mucho a Manuel.

-¡Pues al parecer lo suficiente como para procrear con ellas!

La muestra de eso era el bebé de un poco más de ocho meses que Manuel tuvo que cargar hasta la habitación que compartían.

-Pero…

-¡Y no me digas que no es posible! ¡Te vi cuando el trabajador social te mostró la foto de la muert-de la mamá! ¡La reconociste! Canalla, ¿Cuántas veces te metiste con ella?

-Fue antes de que empezáramos a salir…

-¿Cuántas?

-¡Solo una vez!... -La mirada de Martín se desvió hacia un costado por unos segundos y tragó saliva- Bueno, dos… ¿Tres como mucho?...

-¡Argh! ¡Sabía que le mirabas las piernas a las minas! "Solo los zapatos, Manuel" ¡Bah! ¡Yo le dije a Francisco cuando te conocí, ese tiene pura cara de Bi!

Antes que Martín pudiera defenderse, el bebé, su supuesto hijo, se largó a llorar al despertar y encontrarse en una habitación extraña. Los gritos parecían hacer retumbar las paredes y Martín quiso llevarse las manos a los oídos inmediatamente, pero abortó la acción cuando Manuel lo fulminó con la mirada.

-Anda a ver si en el bolso nos mandaron algo útil -Empezó a caminar hacia la habitación para coger al bebé. Martín se lo quedó mirando, algo atontado por los llantos.

-¿Cómo qué?

-¡Como leche po jetón! -Gritó de vuelta, parándose frente a la puerta, y antes de entrar le dedicó un último grito- ¡Y no creas que he terminado contigo! ¡De alguna forma me las vas a pagar por esto!

"Esto", Martín aún no tenía claro si se refería a su recientemente adquirido hijo, o al hecho que ocultó que en el pasado, de vez en cuando le bajaron las ganas de acostarse con una mujer para variar.

Vio dentro del bolso, y aparte de ropa y tres paquetes de pañales, había unos frascos que parecían tener leche en polvo dentro.

-Shuss, Shuss, tranquilo chiquitito, tranquilo -Manuel llegó a la cocina con el bebé en brazos, todavía cubierto con la manta en que llegó a la casa, llorando, pero a un volumen más bajo que el de antes. Manuel le acariciaba la espalda y tenía su cabecita apoyada en el pecho. Si Martín no estuviera tan espantado por la mirada que su novio le estaba dedicando, los habría encontrado adorables.

-¿Encontraste leche? -Martín agitó el frasco que tenía en la mano, y Manuel pareció tener aún más ganas de matarlo- ¿Y de qué nos sirve así? ¡Prepárala!

-¿Y cómo hago eso? -Preguntó, a pocos decibeles de estar gritando.

-¡No me preguntes a mí! ¡Búscalo en google si no sabes! -El niño volvió a subir el volumen de sus llantos y Manuel dejó de preocuparse de su novio para caminar alrededor de la cocina y la sala, tratando de tranquilizar a la pobre criatura.

A Martín no le quedó más que calentar agua y suponer la dosis para el frasquito. Si preparaba su mate y los tés raros que compraba Manuel, una leche no podía ser tan difícil.

Fue a la sala con el frasquito tomado con un paño, sintiéndose orgulloso porque la leche parecía leche, y además encontró la parte de plástico que tenían las mamaderas para chupar. Se lo mostró a Manuel, pero este no lo recibió tan bien como esperaba.

-¿Está caliente? -Preguntó, frunciendo el cejo y mirando el paño con desdén.

-Obviamente.

Manuel acercó la mano y tocó el frasco, y la retiró casi de inmediato.

-¡Está hirviendo, no le voy a dar eso! -Abrazó al niño contra su pecho con un poco más de firmeza. Había parado de llorar, y ahora dividía su atención entre los objetos de la sala y el rostro de Manuel, al que llevaba sus manitas de vez en cuando y dejaba salir un "Ohh".

Martín tuvo que volver a la cocina y meter el frasco en una olla con agua helada hasta que la leche estuviera tibia. Mientras, miraba hacia la sala y observaba a Manuel moviéndole las manos al bebé y hablándole de cualquier cosa para mantenerlo entretenido. Esta vez sí se permitió encontrarlo adorable.

-¡Esos ojitos preciosos que tienes! -Manuel tenía al niñito sobre sus piernas y mirándolo fijamente, le meneaba las manitas de vez en cuando o hacía saltar sus piernas para levantarlo. El chiquito le respondía con una sonrisa y una risita que le hacía derretirse por dentro- Menos mal no fueron del todo verdes, con lo rubio ya no podemos hacer nada -Le pasó una mano por la mata de pelito claro que le crecía en la cabecita.

-¡Pero si te encantan los rubios, Manu!

-¡Vo cállate y mira esa leche! -Se volteó para gritarle, pero pronto volvió a mirar al niño que ahora tenía la boquita cerrada y lo miraba con ojos grandes- Me saca de quicio ese sujeto, no lo pesquemos más -Le hizo cosquillas en el estómago para que dejara de mirarlo tan serio.

Después de unos quince minutos Martín pudo volver al lado de Manuel, y esta vez su novio sí le recibió el frasco-mamadera y la acercó a la boca del bebé. El pequeño movió las manos, contento de ver aquel objeto familiar, tomó los costados del frasco por sobre la mano de Manuel y terminó de acercarlo a su cara y comenzó a succionar entusiasmado en cuanto tuvo el chupón agarrado.

Los dos dejaron escapar un suspiro. Por un momento Manuel olvidó que estaba enojado con el rubio, y en cuanto sus ojos se toparon la pareja terminó riendo.

-Vaya forma de empezar el día -Martín se cubrió la cara con las manos y cayó rendido en el sillón pequeño a un lado del grande que ocupaba Manuel.

-Uhm… -El moreno pensó en el horrible desertar que tuvo, escuchando el rington de Martín estremeciendo toda la habitación, y luego todo el asunto con el servicio de menores y la trabajadora social para volver con un bebé a cuestas. Miró al bebé en cuestión, quien ya había tragado medio frasco. A ese ritmo iban a tener que ir a la tienda pronto. No, corrección, iban a tener que ir a la tienda sí o sí, si recordaba bien, todos sus primitos chicos ya estaban comiendo otras cosas a esta edad. ¿Iría a quedar con hambre el chiquitito? ¿Le habrán dado comida en la casucha esa donde lo tenían con los otros niños cuando lo fueron a buscar?

-Sos bueno con los niños -Martín no pudo guardarse aquel comentario por más tiempo, mirando a Manuel cómo sostenía tan confiado al bebé- Yo no sabría qué hacer.

-Ja, ja -El joven miró a su novio, y en vez de darle la explicación real, quiso molestarlo un poco más- Será mi sangre gay actuando, se activó mi instinto maternal y todo eso, aunque no creo que el señor Bi pueda entenderlo…

-¡Manu! -Gimió Martín, y lo miró con ojos de cachorro- ¡Lo siento! No debí ocultarte cosas, pero ya no me lo saques en cara…

-Eso va a ser medio complicado -Dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia el bebé que tenía en brazos. Le estaba preocupando un poco la rapidez con la que estaba succionando, ya casi se acababa todo el frasco.

Martín miró al pequeño, quien en realidad, sí tenía cierto parecido con él. Excepto los ojos, que en realidad parecían pardos.

Volvió a pasarse las manos por la cara, pensando cómo iba a solucionar esto.

-Hay que contactarnos con su familia, quiero decir, debe haber alguien por ahí…

-¿Y por qué no lo recogieron cuando supieron que la loca se murió?... ¡Uhm! -Manuel se sonrojó y miró al pequeño que ahora intentaba tragar las últimas gotas en el frasco- Perdón, tu mamá, no la loca, la niña esa, eh…

Su novio se veía muy chistoso tratando de disculparse con un bebé que ni siquiera entendió la ofensa, pero Martín ni pudo molestarlo por eso, se quedó pensando.

-Esa… es una buena pregunta -Volvió a mirar a su hijo (¡Su hijo!), y tembló al pensar quizás de qué clase de familia disfuncional y descomunicada vendría su madre- ¿Convendrá llamarlos?

-Si quieres hazlo, pero ni se te ocurra darles la dirección, al menos hasta que los investiguemos un poco, podríamos pedirle a Seba que nos ayude con eso.

Fue cuando cayeron en cuenta que, tarde o temprano, iban a tener que contárselo a alguien más.

-¡Luciano no va a dejar de molestarme por esto! -Chilló Martín, hundiéndose en el sillón, abatido.

-Ohh… -El niño se lo quedó mirando con ojos grandes, y hasta parecía un poco preocupado. Manuel abrazó su cuerpecito y le besó la frente para que no se alterara.

-No va a ser el único -Murmuró una vez que tenía al bebé entretenido con los botones de su camisa. Dejó que Martín se torturara un poco más pensando en todo lo que dirían sus familiares y amigos.

-Mientras tanto Martín, ¿Qué te parece si sostienes un rato a tu hijo? -Sin dejarlo responder, tomó al chiquito y lo puso sobre las piernas de su padre, quien no tuvo de otra que sostenerlo por debajo de los brazos. Los dos rubios se estaban mirando con los ojos bien abiertos, y por un momento Manuel pensó que ambos iban a largarse a llorar. Martín siguió algo tenso, pero después de un tiempo su mirada perdió un poco del espanto del principio.

-Puede que no sea tan… malo, digo, es tierno el nene… -Con el pulgar le tocó la punta de la nariz y el niño soltó una de esas risitas que a Manuel tanto le gustaban. A Martín también pareció gustarle, pero en cuanto el pequeño cambió su atención, dirigió su mirada a Manuel y lo observó con la expresión más seria, y la más angustiada que le había visto en lo que llevaba del día- Manu, ¿Qué va a pasar con nosotros?

El moreno quedó confundido por un momento. Se sentó nuevamente en el sillón sin dejar de mirar al otro joven- ¿Qué va a pasar con qué?

-Nosotros… -Martín tuvo que tragar saliva al sentir la garganta apretada- Me acaban de entregar un hijo que no sabía que tenía, y si termina quedándose conmigo… Manu, nunca hablamos de niños, y… -Sintió sus ojos humedecerse y tuvo que pestañear un par de veces para que no cayera nada de ellos- Digo, entiendo si no queres seguir conmigo, lo entende-ere pero no sé si pueda…

-Oye… -Manuel apoyó una mano sobre el brazo de su novio y lo estrechó- Todavía tengo ganas de golpearte por tu estúpida mentira, pero no… -Le tocó a Manuel aclarar su garganta- No he pensado en terminar contigo, Martu… -Volvió a apretarle el brazo una vez más, y se permitió sonreírle un poco a su pareja- Y menos te voy a dejar solo con un cabro chico, estarías muerto al terminar la semana.

Martín se tragó un sollozo luego de escuchar eso, y terminó inclinándose hacia Manuel para darle un beso. Escucharon un claro "Ohh" en cuanto se tocaron los labios. Al separarse los dos llevaron la mirada hacia el pequeñito en las piernas del rubio.

-No podemos seguir diciéndole chiquito, o niño, ¿Cuál era el nombre de tu hijo? -Preguntó Manuel, estirando la mano para acariciarle la cabecita al pequeño.

-Alejandro…

El pequeño Alejandro soltó otra risita al escuchar su nombre, y Martín terminó sonriendo mientras miraba a su hijo. Hasta que un olor a podrido le llegó a la nariz.

-¡Oh por dios! ¡Toma! -Levantó a Alejandro y se lo acercó al moreno, que por primera vez no quiso recibirlo.

-¡Es tu hijo! ¡Cámbialo tú!

-¿Dónde están tus instintos maternales? ¡Manu!

-¡No, no, no…!