Disclaimer: Bueno, pues no nos importa que los personajes sean de Himaruya, no es como que los quisieramos o algo.
Un drama inglés
—¿Entonces qué es? —sigue España.
—Ya te lo he dicho, que a ti te dé lo mismo es otro asunto —protesta Romano, empujándole más fuerte, con más intención de que le suelte esta vez.
—No, no, vale, vale, calma... soy un idiota —decide para que no se suelte.
—Pues sí, sí lo eres —murmura forcejeando aún, pero bastante menos.
El español se relaja porque ha dejado de forcejear tanto. El italiano le mira de reojo y se sonroja otra vez, levantando una mano y poniéndosela en la cara.
—Deja de... Agh! —le empuja un poco para girarle la cara al otro lado. España le sonríe y se deja —. Sigo pensando que eres un facilote. Hoy duermes en el sillón —sentencia.
—¿Por qué piensas eso?
—¿Porque lo eres! ¡Lo eres y tengo PRUEBAS! ¿Sabes? Vale, duerme en la cama y yo voy a hacer lo mismo que has hecho tú a ver si te gusta tanto —decide.
—¿Qué pruebas?
El mayor de los italianos levanta las cejas.
—¡Entonces sí has hecho algo y lo sabes!
—¡No! Por eso no sé de qué hablas —sonríe. Romano entrecierra los ojos y le mira, enfadado.
—Suéltame entonces.
—¿Por qué?
Romano se sonroja un poco y toma aire, cerrando los ojos un instante. Vacila y los abre, acercándose a España y dándole un beso rápido en la mejilla.
—Entonces no pasa nada, suéltame —pide en un tono un poquitín forzado y quiero decir que está rojo como tomate.
El español levanta las cejas y sonríe mucho, le aprieta contra sí muy fuerte un segundo con un ruidito nasal incontenible. Romano aprieta los ojos aguantando, aunque se apunta una victoria a su favor. Sonríe malignamente.
Al final le suelta y Romano le mira un instante de reojo antes de sonrojarse e irse a sentar en un sillón cerca de donde está él. Aprieta los ojos otra vez y se sonroja más, antes de abrirse los dos primeros botones de la camisa, echarse para atrás y mirar fijamente al galo.
España le mira de reojo, especialmente cuando se abre la camisa.
Romano ignora completamente (es decir un 2%, ese 2% ocupado por el tiempo que no le ve) a España, mientras sigue concentrado en llamar la atención del francés, que está aun por ahí viendo algo en su teléfono. No tarda en notar que le mira (y especialmente cómo le mira), levantando las cejas.
España se reacomoda en el sillón, acercándose a Romano un poco. El italiano se esfuerza por ignorar al español mientras sigue mirando a Francia con INTENSIDAD. Francia mira a España y levanta una ceja.
El ibérico mira a Francia un momento cuando nota que Romano le mira y Francia le mira a él. El francés frunce el ceño mirando otra vez a Romano, quien se lame los labios hacia el francés y le cierra un ojo. España se acerca más a Romano al notar lo que hace con Francia.
El francés sonríe de lado mirando la escena y valorando qué hacer.
—¿Por qué le pones ojitos a Francia? —pregunta España casi sobre él.
—¡Shhh...! —se pasa una mano por el pelo, mirando a Francia con mucha intensidad.
—¿Shh, qué? —le pone la nariz debajo de la oreja.
—¡Muévete, que estoy haciendo otra cosa! —protesta Romano deseando claro que no se mueva. España le besa ahí debajo.
—No quieres que yo me quede sin nada qué hacer y haga lo que tú —susurra.
Romano vuelve a mirar a Francia y le sonríe un poco de lado, tratando de no pensar en lo que está haciendo, levanta las cejas y mira al español.
—¿Cómo que quedarte sin nada qué hacer?
—Pues si tú seduces a Francia yo no hago nada.
—Pues tú ya hiciste tu parte, ¿no? —pregunta mirándole con los ojos entrecerrados.
—¿Qué parte?
—Tú ya tuviste tu rato de seducir... así que ahora podrías quedarte in hacer nada sin que hubiera problema.
—Pero yo no quiero que seduzcas a Francia, si lo intentas, yo lo haré también.
Frunce el ceño porque esto no va necesariamente por donde quiere, mira a Francia de reojo con muchísima menos seguridad y piensa en realidad que debió quizás seducir a Prusia.
—¿Por qué no me seduces a mí? —propone España.
—Porque no, porque tú mereces un castigo por facilote —protesta y el mayor le mordisquea la oreja —. Eso no se vale —le empuja un poquito del cuello.
—No podrás seducirle si yo estoy seduciéndote a ti.
—Pero ese no es el plan... tú tienes una lección que aprender...
—¿Cuál es? —le besa el cuello.
—No seduzcas a... mi... mmmm…
—¿Por qué no? —susurra sin separarse de él, poniéndole la otra mano en la mejilla —. ¿Prefieres que se lo haga a Francia?
—¡Noooo! ¡No! Lo que quiero idiota es que no vuelvas a hacérselo a... a...
—¿A quién? —pregunta, resiguiéndole la mandíbula con la boca hasta su barbilla.
El italiano aprieta los ojos y susurra algo que termina en "tello". España mira a Francia de reojo y le guiña un ojo si es que aún les mira y luego besa a Romano.
Francia, que claro que les estaba mirando, sonríe negando con la cabeza mientras Romano abraza a España y le besa de regreso, claro.
—Tu hermano es muy mono pero no hago eso —susurra al separarse.
—¡Cállateeee! —replica antes de besarle él otra vez en ese modo tan efectivo de callar a la gente.
—Porque el sexy eres t... —se queda a media frase. Romano sonríe satisfecho con esto. Y al notarle satisfecho, España sonríe, satisfecho también.
—Bastardo... —murmura Romano al final.
—Si me dices "Ti amo" sinceramente una sola vez, te juro que haré por ti cualquier cosa que me pidas en la tierra.
—¿Cualquiera?
—CUALQUIERA.
—¿Hasta tirar toda tu ropa y comprar ropa decente, la que yo quiera, y no volverte a vestir hortera nunca jamás?
—Sí... pero mi ropa no es hortera.
—¡Es horrible! Da vergüenza salir contigo con esas cosas tan horribles que te pones.
—Bueno, el traje de luces lo es un poco —se ríe—. Pero me hace un culito que tú casi te desmayas cuando me ves —y se lleva un golpe en el pecho.
—Bien, te lo diré si me prometes nunca más molestarme en público, ni llorar, ni chillar en la calle porque te odio —condiciona. El ibérico se ríe y protesta.
—¡Si me lo dices sincero no me odias!
—Bueno, ¿eso que tiene que ver? si nunca más me molestas ni me dices nada en público, ni me lloras, ni haces ninguna ridiculez, te lo diré.
—Vale —y no lo va a cumplir —. Si me amas no volveré a llorar ni hacer cosas de esas.
Romano parpadea y se mueve un poco en su lugar sonrojándose.
—Pero es que...
España le mira con carita de ilusión.
—Es que yo... —se remueve—, ¡es que tienes que dejar de decir esas cosas aun cuando yo no te diga eso!
—Oh... puedo conseguir que me quieras de otra forma.
—¿Que te quiera de otra forma? Yo no te quiero.
—Ah, estupendo —se levanta pasándose una mano por el pelo y le mira de reojo, comiéndoselo con la mirada, de esa forma en que uno se siente DESNUDO—. Yo tampoco.
Romano levanta las cejas y se incomoda un poquitín, revolviéndose.
—Claro que sí me quieres, idiota.
—Qué va, pero podemos seguir siendo amigos —concede y el menor frunce el ceño.
—Eres un tonto, claro que sí me quieres, ¡soy Romano, por dios! —ojos en blanco.
—Sé quién eres, pero creo que te has olvidado de quién soy yo —hace un gesto brusco con la cadera y se le acerca a Francia, apoyándose sobre su hombro, demasiado cerca para cualquier otro—. Nene, adivina quién vuelve a estar soltero —"susurra" bastante fuerte para que Romano le oiga, acariciándole a Francia la mejilla. Romano levanta las cejas y se tensa inmediatamente sin poder evitarlo.
—Eso es lo mismo que estaba intentando hacer yo... ¡n-no me creerás tan idiota como para caer en ese juego!
El francés sonríe mirando a Romano de reojo y luego a España.
—Ohhh... oh la la... esto sí que es noticia —le toma suavemente de la cintura y sigue el movimiento de la caricia en la mejilla.
—¿Dónde está Inglaterra? —susurra España a Francia de manera que Romano no pueda oírle y luego se ríe como si le acabara de coquetear.
—Por el lío en que puedes meterme —le susurra al oído —, espero que muy pero muy lejos —se separa y se ríe también, en este juego de aparente coqueteo.
España se ríe como si Francia hubiera dicho algo sumamente gracioso, sin separársele de encima, mirando a Romano de reojo.
—¡N-No vas a convencerme con eso! —protesta Romano mirándoles con el ceño fruncido—. Tú estás ridículamente enamorado de mí y sólo estás haciendo eso para molestarme; que sepas de una vez que no me importa —se sonroja al darse cuenta de lo que acaba de decir, por cierto.
—Pero tengo mi orgullo también, cariño. Francia no me lo pisotea —responde a pesar de que sabe que debería ignorarle de todo, lamiéndole los labios a Francia.
Romano abre los ojos como platos con esto empezando a tener el corazón realmente acelerado al notar que realmente, REALMENTE le está lamiendo los labios al estúpido Francés. Se estira para ver mejor y piensa en el asunto del orgullo pisoteado en el momento en que Francia levanta una mano y le acaricia suavemente la mejilla al español y entreabre los labios.
—Spagna, ¿qué mierda haces? ¡No es gracioso! —le riñe al español con el ceño fruncido.
Y después de jugar un poco más acaba besando a Francia, pensando que no quiere que venga Inglaterra, así que no va a alargarlo mucho. Francia desde luego le responde el beso, deseando más o menos lo mismo que España, es decir, que no venga el inglés.
Romano se levanta del sillón con un aura NEGRA a su alrededor mirando la escena. España se separa un poquito antes de lo que estaría bien, porque está bastante nervioso.
El aura negra de romano aumenta a su alrededor y en un instante pasan varias cosas a la vez. Se apagan las luces, se oyen pisadas en la oscuridad, hay un sonido sordo y Francia pega un grito agudo. España parpadea intentando enfocar en la oscuridad, preocupado.
—¿F-Francia? ¿Estás bien, tío?
España debe sentir que alguien tira de él hacia atrás, se oyen más pisadas y alguien se cae al suelo, se escuchan un siseo en la oscuridad, más pisadas y se prenden las luces otra vez. El español mira de nuevo alrededor desde el suelo donde se ha caído para saber qué ha pasado.
Romano está parado junto al interruptor al lado de la puerta, recargando la espalda y un pie en la pared con la camisa arremangada y un aire de malignidad e indiferencia en los ojos.
Francia está tirado en el suelo con una mano en un ojo, temblando. La mesita de frente al sillón está revuelta al igual que las sillas. España se acerca a él.
—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
—Aaaauuu... —protesta Francia mirando a España con temorcillo (y un ojo morado), alejándose un poco de él.
—Romano —protesta España con el ceño fruncido, volviéndose a él.
—Ti amo —suelta mirándole fijamente un instante antes de sonreír de lado y abrir la puerta.
España se queda paralizado y levanta las cejas sintiendo sus palabras, literalmente, como una flecha atravesándole el corazón. Romano le mira de reojo, se sonroja un poquito y sale por la puerta con seguridad.
El moreno se pasa una mano por el pelo y mira a Francia de reojo.
—Mon dieu... —sonríe un poquito—. Si me aseguras que no voy a quedar desfigurado para siempre si no me llevas al hospital ahora mismo, ve tras él.
—Te lo compensaré, te lo juro —responde España antes de salir corriendo.
Francia sonríe un poquito y luego se levanta buscando un lugar por ahí donde mirar su reflejo y como tiene suerte, España se encuentra a Inglaterra en el pasillo, le indica que Francia está herido en la sala, sin más explicaciones.
El galo creo que está a punto de caerse desmayado en cuanto se mira reflejado en su teléfono, que es el momento en que Inglaterra, que estaba muy agobiado vacilando en el pasillo sin que nadie le hiciera ni caso, intentando convencer a las paredes que eso no le importa, entra como quien no quiere la cosa, con una cara de agobio importante.
—Oh, mon dieu... ¡mi caaaara! —lloriquea el francés dramáticamente.
—F-France? —pregunta Inglaterra mirando al pasillo para asegurarse que nadie le ha seguido.
—¡No me veas! —chillonea dramático. El inglés se calma un poco al notar que habla y se mueve y que no hay sangre, porque es otro dramático.
—What happened?
—No me mires, no me mires... —se cubre la cara con las manos y el pelo y trastabilla alejándose de él.
—¿Pero qué dices? No seas idiota, are you OK? —protesta acercándosele—, dice Spain que estás herido y... a mí no me importa, vengo a reírme de ti —miente.
—Necesito... —traga saliva—. Hielo. Tengo un golpe y...
—A ver... —se le acerca.
—No me veas... —aún así deja que se acerque.
—Shut up, you ugly Frog —le toma de la mandíbula y le aparta el pelo con suavidad.
Francia cierra los ojos e intenta desviar la cara para que no le vea. Ya a estas alturas tiene el ojo morado.
—Mmmm —Protesta Inglaterra observando el aspecto con aire crítico—. ¿Qué ha pasado?
—¡Estoy desfigurado! —drama.
—Mierda, frog, vas a sobrevivir —protesta sonriendo un poco y volviendo a apartarle el pelo, acariciándole un poco la frente—. Come on —toma su mano para llevarle a la cocina.
—Merde... Me duele hasta la consciencia... —protesta yendo tras él.
—Ah, sí serás quejica, yo te he hecho peores —replica y le acaricia la mano que le está tomando con el pulgar, sin embargo.
—¡No es verdad, no en el ojo, no en los últimos tiempos! —le aprieta la mano.
—Of course yes —le hace sentarse en la cocina mientras va a por hielo.
—¡¿Ya me viste el ojo?! ¡¿Ya lo viste?!
—Of course te lo he visto, puedo ponerte igual el otro por la simetría —se burla envolviendo el hielo en un paño y volviéndose a él.
—¡Qué vas a ponerme en simetría! ¡No te atrevas! —le mira con su ojo gacho. Inglaterra se ríe y se le acerca con el hielo en la mano, apartándole el pelo de nuevo antes de ponérselo ahí—. Con cuidado —pide cerrando los ojos.
—Calm down —susurra poniéndolo suavemente y se le abre la boca al hacerlo.
—Aaaaayyy... —le pone una mano en la muñeca y le acaricia un poco.
—Shh, no protestes —le pone la otra mano en la mejilla, sin pensar y abre las piernas poniendo las rodillas de Francia entre ellas para acercársele más, levantando el hielo y volviendo a bajarlo.
Francia sonríe pensando que esto está muy bien. Se tranquiliza un poquito.
—¿Vas a decirme quién te ha pegado? —pregunta sin dejar de mover el hielo con cuidado.
—Duele... Siento el ojo caliente como pocas veces —chillonea—. Me golpeó Espagne.
—Es un imbécil. ¿Qué has hecho? —sigue incomodo con esta postura, pero sin separarse.
—Fue un malentendido y se fueron las luces y pensaba que era alguien más. ¿Sabes qué le dijo Romano?
—What? —pregunta y se sienta sobre sus rodillas.
—Ti amo.
El británico se sonroja y se queda paralizado, mirándole al ojo bueno. Francia sonríe y levanta una mano, acariciándole la mejilla. Inglaterra le pone los hielos en los ojos para que no le mire.
—Pocas veces fuera de las grandes guerras recuerdo que estuvieras aquí cuidándome heridas de guerra —sonríe.
—¿A que me voy? —le amenaza levantando un poco los hielos.
—Non, Non, ¡me callo!
Inglaterra sonríe de lado y vuelve a cuidarle con el hielo.
—¿Puedo decir algo?
—Yes.
—Me gusta.
—¿El qué? —se revuelve en sus rodillas.
—Que me cuides —sonríe y el menor se sonroja pero no para.
—Shut up.
—¿Cómo me veo?
—Mal, terriblemente mal —miente, porque de hecho el ojo morado le da cierto aire de peligrosidad y rebeldía atractivo que no va a admitir nunca.
—Entonces debo verme bien —le toma de la muñeca para quitarse el hielo y se lleva la mano al ojo—. Auuu. Merde, qué fuerte pega Rom... —carraspea. El inglés levanta una ceja mirándole y Francia suspira—. Me pegó Roma, Espagne estaba intentando darle celos.
—Bien, tú mismo puedes acabar solito con esto —responde poniéndose de pie, pero el francés le detiene de la cintura antes de que pueda irse. Inglaterra le fulmina.
—No hice nada... —susurra—. Estoy siendo sincero contigo. España estaba galanteando e intentando que le dijera algo bonito, a Romano no le pareció y como no va a pegarle a Espagne me hizo esto y me amenazó con cortarme unas cuantas cosas si me atrevía siquiera a tocarle. Venga, Angleterre... sólo me falta que tú te enfades —agrega.
—Oh, sí, claro, nada... como siempre.
—Oui. Espagne estaba galanteando PARA hacer que Romano le dijera que le quiere y se lo dijo... ¡mira tú a qué precio! ¡Yo no hice nada de nada!
—¿Y por qué Spain no galanteaba a Romano, eh? ¿Crees que soy idiota?
—¡Estaba intentando ponerle celoso! Angleterre... tú más que nadie deberías entender que Romano es como tú, que no le dirá que le quiere directamente más que obligado —sigue sin soltarle—. Angleterre, no tengo NINGÚN interés en galantear con Espagne.
—Ya, of course —sigue empujándole, MUY enfadado.
—¡Angleterre, escúchameee! Pregúntale a quien quieras... pregúntale a Romano. ¡Yo sólo estaba aquí! —le detiene de la ropa, como puede—. ¡No te dije que había sido Romano porque sabría que estoy pasaría, pero luego lo pensé bien y no quiero ocultarte las cosas!
—¡Suéltame o vas a tener los dos ojos morados!
—Ponme el otro ojo morado si quieres, pero no voy a soltarte hasta que dejes de estar enfadado —responde—, yo estoy contigo y no me interesa nadie más. Lo que haga Espagne por Romano, es otro asunto y yo no debería pagar por ello.
—¡No! ¡Suéltame! ¡SUÉLTAME! ¡NO ESTÁS CONMIGO! —grita.
—¡Si estás conmigo, SI ESTAS CONMIGO! ¡ESTÁS POR FIN CONMIGO Y YO TE RESPETO! —grita de regreso, frustrado y angustiado—. ¡NO VOY A MANDAR TODO A LA MIERDA OTRA VEZ SÓLO PORQUE ESPAGNE ME USA PARA GANARSE A ROMANO!
—NOO! I HATE SPAIN AND I HATE YOU!
—Yo también odio a Espagne hoy por meterme en este lío de merde —replica derrotado aun sin soltarle—. No me odies por decirte la verdad, s'il vous plait.
—Go to the hell! —le da un golpe fuerte en los brazos. Francia le medio suelta haciendo un gesto de dolor y aprieta los ojos.
—No te vayas. ¡Escúchame! —pide capturando de nuevo su brazo—. Soy idiota y hay cosas que hago estúpidas, pero te quiero bien, más que a nadie.
—NO! —vuelve a pegarle y estira para irse—. Vete con Spain a que te cuide y te sostenga los bloody hielos y que os den a los dos.
—¡Yo no quiero estar con él, nunca he querido estar con él! ¡QUIERO ESTAR CONTIGO! ¡QUIERO QUE TU ME DETENGAS LOS HIELOS MIENTRAS ME ALEGRO DE QUE ESPAGNE ESTÉ CON ROMANO! —chilla ahora sí, histérico.
Inglaterra le ve por un segundo, se le cambia la expresión de enfado y se va corriendo, llorando un poco. Francia solloza en voz alta llevándose las manos a la cara, con un hueco en el estómago, completamente desconsolado.
El británico se larga, pensando en que ha estado a punto de bromear que un marido celoso había sacudido a Francia y no lo ha hecho por miedo... ahí están sus miedos infundados, protesta para sí mismo subiéndose a su coche y si no fuera porque no planea hablarle nunca más en la vida, agradecería la sinceridad.
Suena su teléfono con un mensaje. Frunce el ceño y lo mira, limpiándose los ojos.
Esta vez no voy a dejarte ir.
Frunce el ceño, echa el teléfono al asiento del copiloto y arranca el coche. Francia marca el número de Inglaterra, como siempre, sin tener la más mínima idea de qué hacer, sabiendo de antemano que no va a contestarle.
Se levanta, tocándose la cara y el ojo que le duele como pocas cosas, maldiciéndose a sí mismo por haberle dicho al inglés que había sido Romano y no España. Eso le pasaba por idiota, por sincero y por... idiota en general. Valora hablarle a España y piensa que seguramente estará teniendo sexo maravilloso con Romanito, diciéndose cosas de amor al oído. Chasquea los labios.
Toma su chaqueta y sale a la calle deteniendo un taxi y decidiendo que va a ir a buscarle a todos los bares de la ciudad, quizás con un poco de suerte lo encuentre en alguno. Pero luego recuerda que en Paris, el inglesito no se iba a quedar.
Entonces quizás mañana a las seis de la mañana, Francia llegue a la casa de Inglaterra en Londres... despeinado, muerto de cansancio y con un derrame extraordinario en el ojo... sin haberle encontrado.
Un nuevo FrUK de los viernes... pero será cortito :) ¡No olvides agradecer a Josita su beteo y edición!
