Disclaimer: Los personajes pertenecen a la Sra. Stephenie Meyer, solo la trama es mía.


No toqué, simplemente entré. Alec se encontraba a un lado de la ventana, la débil luz de la luna hacia que su rostro se viera aun más hermoso, iluminado por pequeños destellos azulados. Me acerqué hacia él y con mis brazos rodeé su cuerpo, tomó mis manos entre las suyas y dio media vuelta hasta quedar de frente a mí.

—Jane— susurró, coloqué mi dedo en sus labios.

—Creo que es el momento... simplemente un intento— hable con voz dudosa y lentamente.

—No tenemos que hacerlo si no estás segura

—Por favor— rogué—solo quiero saber que se siente.

Antes de que terminara la oración puso sus fríos labios sobre los míos. Saboree su beso, dulce como la miel, saboree su lengua, la cual me hacia arder. Por un momento repase lo que íbamos a hacer, me sentía nerviosa; simplemente sería un juego, un intento.

Una de sus manos me tomó por la barbilla y bajó hacia mi cuello al igual que su beso. Me apretó más contra él y después me llevó a la cama.

Nos desvestimos lentamente, dudosos de cada movimiento. Repase su espalda y su pecho desnudo una y otra vez hasta memorizar cada uno de sus músculos.

Gemí de placer cuando su mano acaricio mi vientre y llegó aun más abajo. Si fuera humana estaría bastante sonrojada, pero si aún fuéramos humanos muchas cosas habrían cambiado.

Nuestro destino es estar juntos, por siempre. Hemos nacido, crecido y vivido uno en compañía del otro. La sangre que nos separaba, ya no es un impedimento, ya ni siquiera existe.

Los besos y las caricias no se detenían, y sin pensarlos dos veces me hizo suya. Nos fundimos en un mar de amor, nos convertimos en uno mismo, mitad y mitad unidos de nuevo como hace tanto tiempo dentro del vientre de nuestro madre.

El placer insoportable me hizo gemir, tomé las sabanas de seda y cerré las manos en puños, intentando aferrarme a algo. Era demasiado, la gloria en carne viva, no quería que esto se terminara jamás.

Abrí los ojos y me encontré con su mirada.

—Te amo Alec

—Y yo a ti Jane—me susurro dulcemente al oído.

—Por siempre— concluí mientras tomaba su mano y la apretaba fuertemente.

Lentamente se acerco a mí y volvió a poner sus labios sobre los míos.