Prefacio

Sólo escuchar las palabras de la joven vampiresa sentí como mi cuerpo, antes inquebrantable y firme como roca, era invadido por un sorpresivo escalofrío que me tomo tan desprevenida que no pude más que tomarme de la pequeña mesa con demasiada fuerza partiéndola en dos y haciéndome caer al suelo pequeña y desprotegida, de pronto volvía a ser la misma humana pequeña e indefensa que había sido al conocer a Edward.

Edward... Renesmee... Jacob...

Levante la mirada del suelo buscando la de la vampiresa, al encontrarla busque en ella algún signo de mentira, ironía, burla, cualquier cosa que me indicará que aquello que acaba de decir era mentira. Roge a dios, si es que existía uno, encontrar alguno de estos signos en la mirada de la joven sin embargo un sollozo sin lágrimas emergió de mi garganta y me hizo gritar de terror.

No había nada en la vampiresa que me orillara pensar que aquello era una mentira.

Mi peor pesadilla resurgía de entre las cenizas del olvido cual fénix y venía directo hacia mi no sólo para torturar mi mente. Venía a matarme. Y esta vez no había ninguna posibilidad de salir victoriosos, lo único que había era un prometedor futuro lleno de muerte.

Muerte ven por mí.