.

.

Prologo: Sacrificio

.

.

La mujer corrió entre los arbustos, apretando la cobijita contra su pecho y raspando sus rodillas desnudas con las afiladas ramas, pero de sus labios no salió ni una queja, el helado viento alborotaba su cabello, picándole los ojos e imposibilitándole la visibilidad. Cruzando por unos helechos tropezó con una enorme piedra y cayó al suelo, siempre protegiendo al ser que traía entre los brazos, se levantó enseguida.

.

Cuando estaba a punto de empezar a correr de nuevo una figura encapuchada la interceptó.

.

—Tranquila, Eli—le susurró una voz profunda y melosa—Sabes que es lo mejor…

.

La mujer negó con la cabeza, y buscó entre sus ropas con desesperación. El hombre se acercó a ella sonriendo con arrogancia.

.

—Buscas esto—el encapuchado le mostró una varita de caoba—No seas testaruda, tu te puedes salvar, sabes que a mi amo no le interesas…

.

—Ni a mi lo que quiera tu amo, Félix—murmuró la mujer, el hombre sonrió de lado, como si no hubiese nada mas divertido que la obstinación de la mujer—así que ve y dile que jamás tendrá lo que quiere.

.

El hombre la miró con cautela, luego avanzó lentamente hacia ella, la mujer retrocedió insegura hasta sentir su espalda topando con un árbol.

.

—Él debe ser sacrificado, lo sabes—comentó Félix echando un vistazo al bulto que la mujer apretaba contra su pecho—Es por el bien de la familia, así que entrégamelo.

.

La mujer sintió como le arrebataban al bulto, y cuando intentó oponer resistencia un inmenso dolor le caló en los huesos, soltó el agarré con las manos temblorosas, sus piernas fallaron y terminó en el suelo.

.

—Las cosas no tenían que ser así Elizabeth, ¡Crucius!—vociferó el hombre, la mujer se sacudió en el suelo, después de la cuarta maldición dejó de sentir dolor, simplemente perdió el conocimiento.

.

—Elizabeth—gritó una voz angustiada cerca de su oído, la mujer abrió los ojos lentamente, se estremeció e intentó apartarse de los brazos que la aprisionaban, pero cuando pudo enfocar al hombre que la abrazaba contra su pecho comenzó a llorar.

.

—Se lo llevó Philip—sollozó la mujer.

.

—Lo se, Eli—susurró el hombre con pena, acariciando los cabellos de la mujer—Ahora debemos irnos.

.

—No, tenemos que buscarlo, van a matarlo…—la voz de la mujer se quebró y otro sollozo escapó de sus labios.

.

—No cielo, no, ellos lo necesitan vivo, ahora iremos a buscar ayuda…

.