En la oscuridad de mi pecho -¡¿Qué ?!- el grito indignado del caballero de cáncer sacudió todo el salón patriarcal- Pero ¿qué clase de encomienda es esta?!

-Mascara de muerte!- le reprendió Shion desde el trono con Atena a lado suyo- Recuerda el lugar en el que estas.

-Y usted recuerde que soy un caballero dorado no un mensajero- dijo con aire sumamente molesto.

-Escucha cáncer – se adelanto Saori antes de que Shion volviera a hablar- Se que te parece ridículo y hasta ofensivo, pero eres el más indicado para el trabajo, no se trata de cualquier misión, el objeto que quiero que me traigas es muy valioso y muy importante.

-Con todo respeto, Atena… esa es una tarea que no puedo aceptar, si es tan importante ¿Por qué no enviar a un caballero de bronce? No veo mucha dificultad en transportar un collar.

-Es que no es cualquier collar- el patriarca abandonó su trono y se acerco hasta donde estaba arrodillado el guardián del cuarto templo- Lo encontraron los santos de plata que custodian la zona del coliseo, al parecer sus cosmos no son lo bastante fuertes para acercársele…

- Y es por eso que te necesitamos- interrumpió Saori indicándole al dorado que se pusiera de pie- Eres un caballero dorado lo bastante fuerte como para tomar ese collar- afirmo la diosa con seguridad- ¿Quién mejor que tú que conoces la zona para el trabajo?

Mascara desvió la mirada, no estaba acostumbrado a los elogios después de meditarlo unos segundos se convenció de que no le quedaba de otra, la diosa misma le pedía que lo hiciera y aunque no quisiera tenía que obedecerla.

-¿Cuando necesita que parta?- una sonrisa triunfal se dibujo en la cara de Saori, a pesar del tonito tajante de su caballero.

-Ahora mismo si es posible

-Le diré a piscis que te acompañe- declaro Shion mientras el italiano le hacia una reverencia a su diosa.

-No hace falta- dijo mientras se alejaba- Le aseguro, su ilustrísima, que para estos momentos Afrodita ya tiene lista su maleta- una sonora carcajada fue lo último que el santo dorado deja tras de sí antes de desaparecer por la puerta principal.

Templo de piscis

-Ya te estabas tardando- dijo de la 12va casa con una mueca triunfante, ropa de civil, su armadura en la espalda y 2 maletas ya echas (una en cada mano)-Hasta acá se oyen tus gritos- respondió ante la mirada desconcertante de su amigo.

-Bueno, por lo menos no soy un mentiroso- se cruzo de brazos el otro- ¿Qué traes ahí?- Por la bolsa del pantalón del sueco se asomaban 2 sobres blancos.

-Atena me los dio esta mañana- saco los sobres de su bolsillo y se los tendió a su camarada que le miraba atentamente- De verdad me crees tan metiche como para estar atento a todo lo que sucede allá arriba?- no le respondió, estaba muy ocupado leyendo lo que decía en los boletos del avión- Me tome la libertad de hacer tu maleta; Saga y Kanon bajaran a Rodorio muy pronto y les pedí de favor que nos abrieran un portal a Roma.

-Entonces estos son para…oye! ¿Qué te he dicho de tocar mis cosas?!

-Cállate y vámonos- el de melena aguamarina tomo su maleta y caminó rumbo a la 3ra casa ignorando por completo los reclamos de Mascar de muerte que aprovecho el momento para cambiarse rápidamente y verse más común. Pronto ambos chicos llegaron al 3er templo en donde como era común los gemelos estaban discutiendo.

-Ya cállate Kanon! Yo llevare el dinero porque soy más responsable- alegaba Saga con la billetera en la mano mientras su hermano trataba de quitársela.

-Responsable tú? A ver ¿quien trajo Palmolive cuando le encargue pan molido?!

-Ya te dije que ese día me dolía el oído!

-Disculpen…- llamo Afrodita desde la salida, pero los gemelos no repararon en los recién llegados-Saga?..-nada, estaban muy ocupados peleando-Kanon?...

-HEY VERDULERAS?!-bramo desesperado el 4to guardián consiguiendo en el acto la atención de los 2 hermanos.

-¿QUE QUIERES?!- exclamaron al unísono, bueno por lo menos en algo estaban de acuerdo.

-Un portal ¿Qué más?- de muy mala gana los géminis les abrieron el camino a sus visitantes que no demoraron en entrar y dejarlos continuar con su tan "civilizada" discusión.

Roma, Italia

La otra dimensión los dejo en la salida de un callejón por una calle poco transitada, no era muy difícil saber donde estaban ya que justo en frente de ellos podían ver a lo lejos el tan famoso coliseo romano.

-Bien, ya estamos aquí, a lo que venimos- soltó Mascara de muerte y comenzó a andar sin saber que lo que para él era una misión mas se convertiría en la más importante de su vida…