Advertencia: Esta historia contiene relación ChicoxChico, si eres homofóbico o te desagrada este tipo de lectura, favor de no leer y no insultar a las que disfrutan de este genero.


Capitulo I

...

—¡¿Qué hiciste que?!—Grito su madre desde su posición. Estaban sentados en la oficina de la directora, con él al lado de su madre escuchando atentamente todo lo que la mujer tenía que decirle a su progenitora, sin atreverse a meterse en la conversación. Cosa que no había sido para nada fácil.

Estaba hastiado de las blasfemias que decía esa mujer sobre él, y demasiado asqueado porque su madre se las creía. Era obvio que no era cierto, y aun así la mujer que le dio la vida se tragaba cada palabra como si él fuera un delincuente juvenil.

Le estaban levantando falsos, y al parecer, nadie se dignaba en pedirle su propia versión de la historia. Nadie, ni siquiera su madre o el oficial que miraba todo desde una esquina de la habitación, el cual por cierto, sonreía con burla.

Sabía que todo era obra del maldito culón, y cuando lo viera lo molería a golpes. Desde ese momento Eric Cartman estaba más que jodido.

—No se preocupe… esa clase de personas salen en cualquier familia, no importa lo educada que fuera.—Dijo la directora, con cierto toque de lastima por su madre. Vieja perra.—Pero hay un tratamiento que deben seguir para curarse.—

— ¡Carajo, no estoy enfermo!—Habían traspasado su límite, así que por primera vez desde que vio a su madre entrar por la puerta, había hablado. — ¡Dejen de hablar como si no estuviera aquí!

Su madre chillo escandalizada.

— ¿Cómo puedes usar tales palabras con naturalidad en frente de tu madre? ¡Es inaudito! Seguro que es por culpa de todos tus amigos.—

— ¡Ellos no tienen culpa de nada, el único culpable es Cartman!—

—Culpar a la víctima, eso sí que es no tener vergüenza. —Negó con la cabeza la directora. —Primero lo golpeas, y luego lo culpas por tu descontrol de ira. ¡Quién diría que resultaste ser un psicópata en proceso, Broflovsky!

— ¿Saben qué? ¡Para empezar no soy un psicópata en proceso, ni siquiera sé si ese término existe! ¡Pero Eric Cartman de una manera u otra, ha logrado hacerles creer eso para joderme aún más la vida! ¡Me odia!—

—Eso fue lo mismo que me dijiste cuando no te deje ir a la fiesta de Token.—Dijo su madre, mientras le miraba como si le desconociese.

—¡Porque estaba molesto!—

—¿Así que todas las personas que te molestan o te hacen enfadar es porque te odian Kyle? Bueno, entonces me vas a odiar.—Dijo el oficial por primera vez desde la discusión. Se levantó y se quitó unas gafas de sol que ocultaban unos ojos amarillos y burlones, mientras sonreía abiertamente.—Acabo de encontrar el tratamiento perfecto para él.—La sonrisa maliciosa que se formó en los labios del oficial, provoco que tragara saliva, nervioso.

No le daba buena espina eso.


Despertó en una habitación blanca casi completamente, a excepción de unos cuantos dibujos creados por niños menores a seis años. Horrendos con colores vomitivos.

. Estaba sobre una superficie suave y mullida, una cama pensó inmediatamente

Miro a todas partes tratando de encontrar el motivo por el cual estaba en aquella sala. Tenía la cabeza vendada, pues sentía la prenda sudada rozando su frente cada vez que parpadeaba, pero sus brazos y piernas apenas habían tenido raspaduras para tratarse de una pelea.

Entonces… ¿Qué había ocurrido si no? ¿Por qué no estaba la típica enfermera gorda que le gritaba que era un idiota por pelearse como animal en la escuela? Y lo más importante… ¿Dónde estaba él? ¿Por qué estaba él ahí? ¿Quién era él? ¿Por qué no podía recordar nada de lo que había ocurrido con su vida? ¿Por qué solamente no podía recordar nada personal, pero si cómo funcionaba el mundo?

Trato de recordar algo que lo llevara a terminar en el estado en el que se encontraba, pero un fuerte dolor en las sienes le detuvo. Joder, se estaba desesperando cada vez más. Se reincorporo hasta terminar sentado con las piernas colgando de la cama, se tomó el rostro con una mano y con la otra se tocó la cabeza. Efectivamente, la tenía vendada.

Un accidente, tal vez eso había pasado. Pero… ¿De qué tipo? Lo único que podía recordar sobre su vida pasada, eran pequeños flashes de imágenes incoherentes. Una casa, una gata, una escuela. Prácticamente nada que le ayudase a saber algo sobre él.

Claramente estaba en una especie de enfermería totalmente estúpida e inútil de algún lugar donde no se preocupaban por nada de nada. Se preguntó si tenía alguien que lo esperaba afuera de esta habitación, aunque su mente no podía recordar si era querido entre su familia o amigos, admitía que sería lindo tener a alguien que se preocupara por tu estado de salud mental y físico.

Entonces, la puerta se abrió.


Esperaba impaciente en la sala de urgencias de la enfermería escolar. ¿Por qué esa sala existía? ¿Qué pensaban que ocurriría para tener la necesidad de ocuparla? Lo peor que podía pasar en esa aburrida escuela era que el tablero de juego del estadio le cayera encima a alguien, y dado el caso, era mucho mejor llevarlo al hospital Paso al Infierno.

Negó con la cabeza tratando de quitarse esos pensamientos estúpidos. Ahora lo que debería de estar pensando seria en el castigo puesto por el policía pendejo.

Apostaba toda su mesada a que era una estúpida broma del cabrón aquel, y que ni siquiera existía ese tratamiento para imbéciles que le había dicho. Oh si, que conveniente que hubiera un tratamiento tan marica como ese y que nadie lo hubiera sabido hasta que ese imbécil lo dijo.

Como sea. Sabía que el imbécil número uno, léase Eric-antisemita, narcisista, homofóbico, culón, xenófobo, racista, estúpido, bola de manteca- Cartman, diría que o le jodieran por el culo y no tendrían que hacer este puto tratamiento.

Él no estaba loco, y ni siquiera pensaba en cometer homicidio por tener problemas de ira. Era estúpido pensar que de un momento a otro había empujado a Cartman desde lo alto de las gradas, y que este, al ser idiota, callera golpeándose su cabezota.

Nadie había sabido que eso podría pasar tan siquiera. Y pensar que se había levantado con el pie derecho esa mañana… no quería ni saber qué hubiera pasado si se hubiera levantado con el izquierdo.

La enfermera Jennifer, una mujer alta sin figura, con el cabello castaño y ojos avellana, se acercó a la silla donde estaba sentado, sonriéndole cálidamente tratando de calmarlo. Rodo los ojos. Lo que le faltaba, que todos se enteraran de los delirios de su directora y su propia madre.

—Descuida cielo. Tu amigo estará bien pronto.—Dijo la mujer colocando suavemente una mano en su hombro.—Fue un golpe demasiado fuerte, pero te alegrara saber que tu amigo tiene la cabeza dura.—

–No es mi amigo—Le espeto cruelmente.

Sabía que no era bueno desquitarse con otras personas, pero no lo pudo evitar. La sonrisa de la enfermera se incrementó. La mujer soltó una risita antes de retirarse por el pasillo que llevaba a la oficina de la directora.

Sin saber porque, le alegro que Cartman no se hubiera muerto en el maldito accidente; seguramente porque le meterían a la cárcel de ser lo contrario.


Stan miraba la escuela desde afuera del cercado, mientras Kenny se hallaba sentado en la banqueta con la mirada pensativa. No se les había permitido acercarse cuando la policía había llegado. Maldita directora exagerada, ni que Cartman haya muerto.

Era cierto, lo admitía, Kyle y el culón habían tenido múltiples altercados en lo que había durado el año escolar. Demasiados, aún más de los que tenían hace años.

Cartman molestaba al pelirrojo con mucha más frecuencia, y el judío ni siquiera lo podía ver a lo lejos antes de gritarle estupideces, tratando de "vengarse" de pleitos anteriores.

Debía reconocer que Cartman tenía razón; Kyle tenía arena en la vagina, aunque no pensara que él tuviera una. Pero también concordaba con Kyle; Cartman era un estúpido arrogante niño que quiere llamar la atención de su madre.

En pocas palabras, los dos actuaban como una mujer con menstruación.

Solo esperaba que todo saliera bien. Miro a Kenny que seguía sentado en la banqueta pegado a una revista Playboy… de nuevo.


—Ya puede pasar.—Dijo la enfermera Jennifer, mientras señalaba la puerta. Junto con ella iba el oficial McLovin, que le miraba sonriendo burlonamente.

Reprimió las ganas de sacarle el dedo del medio a ese policía de pacotilla, lo estaba sacando de quicio, y se levantó con largas zancadas hacia la puerta. La abrió sin ningún cuidado e ingreso en la habitación, cerrándola justamente en las narices al oficial.

Suspiro cuando hubo cerrado la puerta con el pestillo, y se giró para observar a la maldita causa de su tormento. Cartman le devolvió la mirada, confundido.

—Escucha Cartman, sé que no fue la mejor manera de solucionar ese enfrentamiento pero justamente ahora ese estúpido oficial, con nombre de violador hawaiano, quiere que tomemos una terapia de grupo, la cual no nos gustara en nada ni a ti ni a mí, así que…

—Detente ahí. —Pidió el castaño, tratando de no fruncir el ceño.—¿Quién eres?—

Rodo los ojos con fastidio, lo que le faltaba, que el culón se haga la maldita víctima de toda la jodida situación. ¿Qué más faltaba? ¿Qué lloviera tangas del Papa y que su madre le dijera que en realidad era un hombre?

—No jodas, Cartman. La enfermera dijo que no había problemas con tu caída. Así que escucha con atención…

—Espera…—Volvió a interrumpirle— ¿Tu… sabes quién soy?—

—Ja ja, mira como me rio de tu broma. ¡Madura idiota!…—

—Si sabes quién soy… ¿Podrías decirme en dónde estoy?—.

—¡Que madures de una jodida vez! ¡No has perdido la memoria y deja de actuar como estúpido por una vez en tu vida!

Okey. Se estaba impacientando, era obvio que su plan de ser amable con él imbécil, que por un extraño impulso quería llamarle de todas las maneras posibles para cerrarle el jodido agujero por donde salen las palabras, no había sido la idea más inteligente. Frunciendo el ceño, le miro con molestia.

—¡Escúchame marica! No sé quién seas ni quien sea yo, o en donde mierda estoy. El punto es que si no te cayas y me dices quien carajos soy, te parto tu maldito rostro de niña ¡¿Me has entendido idiota?!—

Estaba mal. Muy mal. Cartman no le hubiera dicho idiota… le hubiera dicho judío o cualquier estupidez antisemita y racista. La puerta se abrió cuando el oficial McLovin la derribo de una patada, dejando entrara a la enfermera que miro a Cartman con preocupación.

—Creo que si hubo complicaciones… debemos ir al hospital. Ya.—

Le dijo al oficial, que inmediatamente tomo a Cartman y a Kyle del brazo y los arrastro por todo el pasillo hasta la salida, donde un auto de la policía esperaba estacionado, con otro oficial dentro.

El hombre que estaba dentro se sorprendió cuando ingreso en la cabina de atrás a los dos chicos, y aún más cuando su acompañante lo saco de una patada del auto, para darle su asiento a una mujer que tenía una mirada preocupada.

El coche arranco hacia el hospital, ignorando el hecho de que dos adolescentes lo miraban con angustia.

—¡¿Pueden decirme a donde carajos me llevan?!—Grito Cartman, mientras miraba alternadamente a los dos adultos.

—Oh créeme chico, por mi te hubieras quedado en las gradas. Pero es mi "deber" llevarte al hospital y que estés a "salvo".—Dijo el oficial bufando.—Así, Broflovsky, tu terapia inicia en cuanto sepamos qué le pasa a este gordito.—

—¡No soy gordo!—

—Aja si como no.—

Llegaron al hospital, donde la enfermera Jennifer tomo a Cartman y lo condujo casi corriendo a la recepción. El recepcionista, que por cierto era más marica que Juan Gabriel, les dio pase rápidamente a la sala de neurología, la cual por cierto, Kyle ni siquiera sabía que había una.

—Quédense aquí—indico Jennifer apuntando a los asientos en la sala de espera.

Rodando los ojos fastidiado de la farsa del culón, el pelirrojo decidió no decir nada, que el imbécil de McLovin se enterara el mismo de lo embustero que era el idiota aquel, a lo mejor le dejaban irse más temprano y sin la terapia.

Pasaron algunos minutos, cuando salió la enfermera, mirando al oficial con angustia.

—El golpe fue peor de lo que pensé…ha perdido la memoria.—

La expresión de los presentes era épica. Kyle abrió los ojos empalideciendo, horrorizado, mientras veía la burlona, perversa, y morbosa mirada del oficial McLovin. Se lo llevaba la que lo trajo…


...

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Nini. Bueno, aquí está el primer capítulo de esta historia extraña, bizarra y diferente que vino de mi cabecita.

Marc. No te lleves todo el crédito, que yo te ayude a hacerlo escritora de pacotilla.

Nini. (Ignorando al enojado chico) Espero que les haya gustado, aviso que es mi primer fic Kyman, así que no sean rudos conmigo. Me esforzare, se los aseguro. Si tienen criticas reconstructivas y con suficiente tacto, o comentarios que me alegren la existencia y me inspiren a seguir esta historia cuanto antes, dejarlo en Reviews y colocarme en favoritos tampoco esta de más.

Nos vemos—Auf Wiedersehen!

¿REVIEWS?