Los personajes de Kuroshitsuji no me pertenecen.
Aquellas piernas que se exponían de esa manera tan provocadora, casi sensualmente indecentes. Aquellos ojos azules que solían tornarse burlones y crueles, bajo los cuales sin embargo se escondía en las profundidades aquel dolor que ella anhelaba palpar, devorar. Esas despectivas palabras que era proferidas hacia ella junto a aquella sonrisa llena de socarronería y crueldad que adornaba el rostro de aquel chiquillo que no vacilaba en castigarla, humillarla sin contemplaciones, repitiendo aquellas palabras que se infiltraban en ella, pareciendo acariciar cada resquicio de su ser con despiadada sorna, haciéndole estremecerse mientras el calor se concentraba entre sus piernas, extendiéndose, vibrando en ella, deseando solo una cosa: a Alois Trancy.
Deseaba con suma intensidad, con una intensidad oscura e insana a aquel jovencito que la humillaba, la despreciaba, y ante el cual; ante cada toque, cada palabra, cada desdeñosa acción, el calor que se extendía en ella ardía cual cruda lujuria. Aquel sentir quemaba en sus entrañas ante la lujuria pura que representaba Alois. Y ella quería arder en aquel fuego lujurioso, devorarle, poseerle. Y sin importar aquella estúpida araña, ni el tiempo que tuviera que esperar, Hannah sería paciente, puesto que sabía que al final quien habría de devorar a aquel chiquillo, a aquella alma que estremecía su ser, sería ella.
