Durante siglos, criaturas sobrenaturales han estado viviendo y caminado entre nosotros cuando creíamos que sólo eran mitos y leyendas. Están los vampiros, hombres lobo, brujas, cazadores, fantasmas e incluso otras cosas ocultas por entre las sombras… No obstante, todo eso ya forma parte de la vida cotidiana durante mucho.
Los humanos conviven con estos seres, con los que son amigables y respetan las leyes establecidas de una manera mutua y saludable. Pero aquellos que violan el acuerdo de paz —que se ha conseguido con mucho recelo— son y deben ser castigados. La población ha aumentado y por ello se debe estar al margen de cualquier criatura o incluso de los mismos humanos; cierta parte de estos siguen teniendo rencor sobre esas cosas inmundas y más aún cuando se establecieron sus propios derechos. ¿Por qué deberían dejarlos vivir entre ellos cuando son monstruos? Era siempre una confrontación de pros y contras.
Pero es una realidad que tienen que aceptar.
—O—
Las vacaciones de verano pronto estarían cerca y la ansiedad de querer salir de clases para poder relajarse podía sentirse en cada alumna del instituto. Las últimas semanas estuvieron cargadas de entregas de proyectos y exámenes y nada de eso parecía acabarse por parte de los profesores. Debían ser estrictos hasta los últimos días escolares que quedaran.
La maestra en ese momento estaba escribiendo con velocidad en la pizarra el tema que estaba en conversación. Nuevas clases, materias y lecciones extras se implementaron en las escuelas, y en esta ocasión se estaba impartiendo: "seres sobrenaturales".
Mientras hablaba y escribía un par de cosas más, agarraba alumnas al azar o las que estuvieran desprevenidas para hacerles preguntas y que la clase fuera más rápida.
—¿Qué es lo que poseen los humanos que es importante para los vampiros? —preguntó y enseguida señaló a una alumna.
—Los humanos poseen la esencia vital más poderosa, y su sangre proporciona poder —respondió segura y la maestra le dio la razón.
—Y cuando los matan, de algún modo la esencia vital que proporcionan es la más fuerte de todas. —Añadió otra alumna, esa era You, quien levantando su mano le fue otorgado el permiso para proseguir—. Es como si esos últimos instantes de terror y lucha el alma estuviera más llena de vitalidad que nunca. Sus Poderes se fortalecen por eso.
—¿Y qué poderes son esos, Watanabe? —inquirió la maestra, lista para apuntar en la pizarra.
—Fuerza y rapidez. Una tremenda agudización de los sentidos, en especial de noche —dijo la chica de ojos azules—, y también…
—Esos son los básicos —una voz soñolienta la interrumpió, su compañera a su lado estaba prácticamente recostada sobre su pupitre, era Chika que le dio una sonrisa por debajo y un guiño antes de continuar hablando—. También podemos… —en ese instante, You le dio un golpe que la hizo percatarse de sus propias palabras—, quiero decir —se corrigió de inmediato con carraspeo—, los vampiros también pueden detectar presencias, y en ocasiones la naturaleza de los pensamientos. Pueden proyectar confusión en mentes más débiles, bien para aplastarlas o doblegarlas para su voluntad.
—Es correcto, Takami —la mujer ajustó sus anteojos, maravillada del conocimiento de su alumna. Paseó entre las líneas de los pupitres para escoger a más chicas.
—Oye, Chika, yo quería decir eso —le murmuró You a su amiga—. Ni siquiera estás poniendo atención a la clase.
—No es necesario que lo haga —se rió descaradamente por lo bajo—. Hemos repasado esto tantas veces. Desde primaria insisten con lo mismo.
—¡Al menos disimulen un poco! —otra voz se volvió a ellas, Riko se giró para reprenderlas—. Deberían dejar participar a las demás, un día de estos preguntaran de dónde saben tanto, con todo y detalles.
—¡Sakurauchi!
Riko se sobresaltó por el tono de la maestra que se acercó de pronto a su pupitre.
—¿Tienes algo que compartir? Estábamos hablando de algunos tipos de vampiros.
—Ah, sí —Riko habló nerviosa, mientras oía las risitas de sus compañeras a sus espaldas—, existen otros —dijo—: los más poderosos y que son con peso de antigüedad, con la suficiente sangre humana son capaces de cambiar de aspecto, de convertirse en animales. Aprovechan su naturaleza y se regodean con su lado más oscuro.
—Así es. Aunque no cualquier animal que quiera —le ayudó en su explicación—. Están limitados a un animal o, como máximo, a dos. —Fue hasta el frente y se volvió hacia la clase—. ¿No han tenido la extraña sensación de ser observados cuando no hay nadie a los alrededores? —mencionó la profesora viendo a cada alumna—. ¿Cómo podríamos reconocerlos? Es sencillo. Pueden ser capaces de saber cuándo uno se oculta con aspecto diferente si observamos a los animales corrientes. Por lo general no reaccionan muy bien a su presencia; perciben que son cazadores —les dijo—. Deben asegurarse de no invitar a ningún desconocido a una morada, mucho menos si es un vampiro no importa que esté registrado. No importa si es en una casa, una tienda de campaña o un apartamento. La invitación para ellos tiene que ser verbal. Pero si la intención está allí, es más que suficiente; entrará cuantas veces desee y se expondrán al peligro. Tengan cuidado con eso —les dio el consejo.
—Yo… —otra alumna levantó su mano, dudosa de querer hablar—, Yo tengo una amiga en el extranjero, es vampiro, y cuando venía de visita mi perro no dejaba de ladrarle. Era como si supiese que había algo raro en ella… ¡Pero ella no es mala! —aclaró cuando vio las miradas inquisidoras de sus compañeras—. Mi mascota tiempo después se sintió cómodo con su presencia, hasta se deja que le acaricie.
—Se acostumbró una vez que no hubo hostilidad. Eso es porque los caninos tienen un gran sentido del olfato —You se volvió a unir a la conversación, dándole apoyo a su compañera de que eso no era nada malo—. Tu perro se sintió en peligro al principio, es lo normal debido al fuerte hedor que los vampiros desprenden; un hedor que ni ellos o humanos pueden oler, a no ser que seas licántropo —volteó discretamente a ver a Chika sacándole la lengua, riéndose de ella.
—Ahora que lo menciona Watanabe —recordó la profesora volviéndose a la pizarra; apuntando fechas y cifras—, los hombres y mujeres lobo tienen más respeto de la sociedad en los últimos años gracias a que se prestan para los servicios que un humano común no puede efectuar. De ese modo, tanto ellos como los brujos mantienen el equilibrio de…
—Punto a mi favor —susurró You para Chika que se limitó a rodar los ojos. La profesora seguía enfrascada con el tema.
—Los vampiros son mejores —murmuró Chika con un puchero.
—Chicas, guarden silencio —de nueva cuenta, Riko volteaba a verlas—. La maestra se dará cuenta…
—Disculpe pero —Chika se levantó de su asiento atrayendo así la atención de toda la clase— los vampiros, los buenos también han contribuido en la sociedad —espetó con seguridad.
La mujer levantó las cejas y se cruzó de brazos. You junto a ella le murmuraba que se sentara y cerrara la boca; lo mismo hacía Riko.
—Por favor, Takami, ilumínenos —la profesora sabía que su alumna tenía buena información.
—Ellos han contribuido también en la captura de criminales con los agentes de la DCSS*, logran persuadir y obligar a confesar sus fechorías mucho mejor de lo que hace un lobo —dijo—. No entiendo por qué excluir esa pequeña en su narración, cuando también son los primeros socorristas en caso de devastaciones naturales, son muy ágiles y eficientes en casos de emergencia.
—Son rápidos cuando hay sangre derramada —habló una alumna más adelante.
—Son depravados y malignos —murmuró otra.
Chika podía oírlas como si estuvieran gritando muy cerca de su oído. Se molestó.
—¡No todos son así! —exclamó, golpeando su pupitre.
—¿Entonces por qué algunas de sus cosas y debilidades no son públicas? —comentó una compañera, pensativa—. Sabemos que las estacas funcionan contra ellos pero en otros no. El sol les afecta a unos y a otros no. Realmente nunca sabremos con exactitud cómo son esos seres —finalizó, dirigiéndose para todo el grupo en sí.
—Ellos tienen sus reglas y derechos, sobre todo necesitan privacidad —agregó Chika, mirando la inquietud en los ojos de cada una—. Los humanos son perversos por igual; se matan entre ellos mismos con sus guerras. ¡Los humanos también son sanguinarios!
—No puedo estar más de acuerdo con usted, Takami —aplaudió la mujer, y se dirigió a su clase—. Su compañera se informa bastante y tiene una mente abierta, cosa que a muchos aquí les falta por hacer. Ahora, ya hablamos bastante, debemos continuar con los brujos —regresó a escribir en la pizarra.
—Profesora —You levantó la mano—, olvidé que tengo que entregar unos documentos al Consejo Estudiantil, ¿puedo ir ahora? Takami tiene que acompañarme también.
—Que sea rápido.
You sacó algo de su mochila y jaló casi arrastras a Chika para salir del salón.
—Ah, ¡yo también voy! —se levantó Riko apresurada.
—Sakurauchi, vuelva a su asiento —la reprendió antes de que cruzara la puerta—. Tres ya es chisme —dijo la maestra haciendo reír a sus alumnas. A Riko no le quedó de otra más que hacer caso.
...
—Chika, ¿qué fue eso de allí? No puedes hablar así, prometí restringir tu actitud respecto al tema —regañaba una You con tono molesto—. "Los humanos", sabes que tienes que agregar después el "somos" a la frase. No te apartes.
—¿No las oíste, You? No saben de lo que hablan, era obvio que irritaría —respondió con el mismo tono.
—Sí, sí, las oí. Pero no tienes que acelerarte dando explicaciones —la tomó de las manos cerrando el apretón en ellos—. Escucha. Las vacaciones de verano están a la vuelta de la esquina, falta poco para graduarnos y poder descansar. Hasta entonces no lo arruines, porque no vaya ser que a última hora nos descubran y nuestra vida estudiantil se vaya por el retrete.
—Ya. Ya lo capté. Pero me fue inevitable —la miró directamente a los ojos—. Si supieran que he estado engañando a los profesores no sé cómo acabarían las cosas.
—Seguramente te negarían el título y te regresarían a re-cursar todo de nuevo, pero en una escuela donde sí te permitan —río mostrando su jovialidad para calmarla—. Ven, tenemos que ir a dejar los documentos.
Se la llevó por los pasillos para llegar al Consejo. En el lugar las recibió una pelirroja algo ajetreada que estaba acomodando en orden unas cajas y carpetas sobre su mesa.
—¡Hola, Ruby! —saludó primeramente You con enérgica voz—. ¿Mucho trabajo? ¡Te ayudo! —cargó con una de las cajas para ponerlas sobre la mesa. La chica le agradeció enteramente.
—Hanamaru está en clases aun y yo tenía que adelantar las cosas aquí. No quiero tener que venir en fin de semana —se rió con complicidad—, tengo asuntos que atender.
—Tan ocupada como siempre —le dio unas palmaditas en el hombro—. Oh, sí —recordó You su motivo de estar ahí—, aquí están las copias de los reportes de los desaparecidos los últimos meses que me pediste —le habló con más seriedad y estiró las carpetas para dárselas.
Ruby hojeó algunas de las hojas para comprobar el contenido, luego echó un vistazo a Chika. La muchacha estaba cabizbaja, callada y observándola.
—¿Lo volvió a hacer? —preguntó, volviendo la vista solo a You.
—Ehh… Solo habló un poquito de más —contestó riendo ahora con nervios—. Pero no hay nada de qué preocuparse, lo tomaron como conocimiento general, como siempre —aclaró la chica, dando un ligero codazo a su amiga—. ¿Verdad que fue así, Chika?
—Sí, como siempre —contestó—. ¿También me darás un regaño, Ruby? —Chika asomó una sonrisa queda en sus labios.
—N-No, pero ten más cuidado —le aconsejó. Guardó las carpetas en su mochila para leerlas más tarde. Advirtió que las chicas no se movían—. ¿No se están saltando las clases, verdad?
—Faltan unos minutos para que acabe nuestra clase, ¿nos dejarías quedarnos hasta entonces? —preguntó You, y Ruby se los permitió por esta ocasión.
Ruby no era tan severa como Dia en su tiempo de cargo. Les permitía quedarse a tomar una siesta o esconderse siempre y cuando le ayudaran en algo, teniendo la cautela de que no las atraparan a todas.
Por ese día las clases y ensayos transcurrieron con la normalidad de siempre.
…
—¿Qué harán el fin de semana? —preguntó Riko en la salida de la escuela. Dirigieron sus pasos para regresar camino a casa.
—Iremos a un evento nocturno que están organizando —contestó Chika muy entusiasmada—. Pero hoy en la noche se deben conseguir las entradas para asistir. Será la primera vez que asistiremos y es más emocionante aún.
—Lo siento, Chika —intervino You—, pero creo que siempre no se podrá ir… Papá quiere llevarme a una caminata con la jauría.
—¿Qué? ¡Dijiste que me acompañarías!
—Ya habrá otro de esos eventos más adelante —dijo con tranquilidad, agitando su mano con desdén, aunque en realidad también le afectaba—. Tengo que ir con papá. Aunque tenga que perderme a mi luchador favorito…
—¿Aunque tengas que perdértelo? —insistió—. ¡Pero si es Darkness Wolf del que estamos hablando! ¡Nuestro grande!
—Aunque tenga que perdérmelo —se decepcionó.
—Puedo acompañarte yo si quieres, Chika —se ofrecía Riko amablemente.
—Claro. Si quieres estar rodeada de vampiros y otras cosas espeluznantes, entonces adelante, iremos —sonrió. Y vio el cambio de opinión en su amiga.
—Paso —le dijo fríamente y aceleró la marcha.
De todas maneras sabía que Riko no gustaría de ir a uno de esos raros lugares. You se rió y también empezó a acelerar el paso.
—Tal vez cambie de parecer si me ganas —gritó You, unos metros más adelante—. Podría convencer a papá —y dicho eso no volteó atrás y salió corriendo.
—¡Siempre tienes que hacer trampa! —exclamó Chika yéndose detrás de ella.
Era costumbre para ellas hacer sus carreras. Pero Riko no podía llevar el mismo ritmo, de pronto desaparecían de su alcance y quedaba atrás.
—¡Chicas! ¡Esperen!
Esa misma tarde, Kanan estuvo esperando en la estación de autobuses la llegada de su amiga. Había pasado tiempo desde que Dia decidió irse a la ciudad para fortalecer sus aprendizajes y entrenamientos en una de las nuevas Academias para cazadores, y por su gran desempeño le otorgaron adelantarle las vacaciones que se merecía.
Cuando logró ver a Kanan, prácticamente corrió hasta ella arrastrando sus maletas. La recibió un fuerte abrazo.
Nada más llegar, Kanan le dio nuevas noticias durante su camino de aquí para allá. Fue una casualidad que Dia llegara ese día, a lo que sin perder tiempo, le pidió de favor algo que tomó a la chica por sorpresa pero al momento disimuló muy bien su reacción.
—Dia, necesito que te decidas. ¿Cuál te gusta más? —inquirió la joven de coleta alta junto a su acompañante frente a una vitrina de cristal, con hermosa joyería dentro de éste acaparando la atención de la pelinegra indecisa.
Kanan estaba más que entusiasmada por el segundo aniversario de noviazgo que tenía con cierta rubia. Desde entonces se esforzó demasiado por reunir dinero y prepararle algo especial y romántico para disfrutar en su día. Pero en ocasiones le era difícil tratar el tema y con tantas cosas en su cabeza requería un poco de ayuda, y por eso siempre recurría a la sabia Kurosawa.
—Kanan, ¿vas a comprármelo a mí o a Mari? —dijo su amiga sin apartar la vista de los brillantes accesorios de plata y oro.
—Ayúdame a escoger el correcto, por favor. Es muy importante.
—Si es tan importante, ¿por qué no lo escoges tú? Cualquier cosa que le des le gustará, pero ya que insistes, ¿qué opinas de esos dos anillos? Son muy elegantes, elige tú entre esos dos —recomendó Dia un anillo de plata y otro de oro, ambos con una pequeña piedra de diferente color.
—Están preciosos los dos —observó sus detalles en la circunferencia—. ¿Y cuál elijo?
Dia se limitó a rodar los ojos.
—Kanan… Elige el que más te guste a ti. Tú lo vas a comprar. Tú se lo vas a dar —dijo con cierto tono—. Te esperaré afuera.
Dia cruzó la puerta y se dispuso a esperar a la chica. Mientras tanto Kanan seguía sin saber cuál elegir. ¿El de oro o el de plata? Antes que nada se aseguró de nuevo de tener el dinero necesario para cualquiera de los dos. Todo estaba bien. Continuó observando la diferencia entre ambos; el de plata tenía una piedra azul incrustada y a los bordes de ésta hojas sobresalían dando la impresión como si fuera un rosal; el de oro tenía una piedra plana de rojo intenso y parecía tener tres circunferencias en uno. Al final se decidió por éste último porque aparte de bello no le molestaría al usarlo como el otro.
Se lo pidió a joyero, pagó y le entregaron su recibo. Se lo pusieron en una pequeña caja blanca de terciopelo.
—Me quedé con el de oro —dijo Kanan al salir de la joyería—. Como agradecimiento, ¿te gustaría comer algo?
—Tengo antojo de una crepa. ¿Se puede?
—¡Por supuesto! —Kanan se mostró interesada por la sugerencia.
A fin de cuentas entraron a un Caffe & Waffles para degustar de sus pedidos que fueron las dichosas crepas acompañado de un café. En un ambiente relajante y amigable gracias a la atención de los meseros. Kanan estuvo conversándole algunos detalles a Dia de lo que le tenía preparado a Mari y desde cuándo lo tenía todo planeado, y por supuesto se calló una de las mejores partes para sí misma.
—¿Y qué crees que te tenga a ti preparado? —le surgió a Dia en el momento—. ¿Crees que te sorprenda con algo también?
—En nuestro primer aniversario no nos regalamos ningún detalle. No le dimos mucha importancia pero ahora, quiero hacer algo por ella. No me importa recibir nada a cambio más que su compañía, estar ahí para ella y…
—Entiendo, entiendo —la pelinegra le dio un sorbo delicado a su café—. Me parece lindo y todo. Ofrecerle una cena romántica bajo las estrellas cerca del sonido del mar, pero…
—¿Pero…?
—Una cena ya no es tan original…
—¡¿No lo es?! —se sobresaltó Kanan golpeándose con la mesa—. Agh, yo… Era eso o no darle tampoco nada este año —dijo con una tierna sonrisa en los labios—. Pero nunca dejara de ser un detalle especial cuando no tienes algo más —dejó salir una suave risa.
Dia también esbozó una sonrisa y acercó sus dedos para entrelazar su mano con la de la chica y así darle una pequeña caricia a modo de apoyo. Observó con atención los ojos violetas de Kanan que parecían tan divertidos y joviales; aunque no quisiera admitirlo, siempre le hacían perderse en ellos quedando encantada.
Cuando Kanan apretó con un poco más de fuerza la mano de Dia, vio las mejillas de la muchacha colorearse de un cálido rosado y los destellantes ojos aguamarina empezaban a desviarse a otra cosa que no fuera ella.
—¿En qué piensas, Dia? —inquirió Kanan y los esmeraldas se volvieron a posar en ella.
—Eh… Yo…
Kanan se apoyó más en la mesa para poder escucharla mejor.
«Tus ojos son tan bellos y tus manos tan gentiles. Siempre siento la calidez de protección cuando estoy contigo, pero… todo de ti ya le pertenece a otra persona», pensó Dia. Definitivamente no podía responderle eso a la muchacha que tenía frente a ella ansiosa por una respuesta. Así que lentamente volvió sus manos a su lugar y habló:
—Estoy un poco preocupada por ustedes —dijo con serenidad—. Es que pensé que, como harías la cena muy noche… deberían tener cuidado y más cuando estén al aire libre. Sabes que a esas cosas no se les escapa nada.
—¿Te refieres a… los vampiros? Dia, la seguridad ha aumentado y creo que eso está fuera de lugar, no creo que ataquen deliberadamente a cualquiera. Casi no hacen destrozos.
—El "casi" es el preocupante —señaló—, sé que rara es la vez que una de esas cosas se atreve a atacar a la luz del día pero siempre están al asecho desde la oscuridad. Aunque hayan pasado años desde "la noche del banquete" ellos siguen dando miedo, y te lo dice una cazadora, eh. Asegúrense de estar protegidas.
—Te preocupas demasiado, Dia. Te estoy agradecida —sonrió de nueva cuenta—. Pero si te hace sentir más relajada, le pediré ayuda a You y a Chika.
—You y Chika… —la mención de ellas no le agradó, pareció pensárselo unos segundos—. A veces eres un poco despistada y ese par también suele serlo a veces. Como sea. ¿Nos vamos? —dijo tomando sus pertenencias y levantándose de la mesa; Kanan ayudó con algunas maletas.
Cuando salieron del lugar decidieron seguir pasando el tiempo por las calles, dando vueltas de un lugar a otro y en un momento se detuvieron para sentarse en un parque a descansar. Dia sacó de su bolsa de plástico una revista que había comprado. Comenzó a hojearla.
—¿Es la que Ruby quería? —Kanan se inclinó a ella para ver las ilustraciones.
—Ah, sí. Me hizo saber que algunas de las imágenes le gustaron demasiado y aproveché para comprársela.
—¡Qué linda hermana eres! —Kanan abrazó a Dia de improviso.
Sentir sus brazos rodearla una vez más y oler su fragancia hizo que Dia pasara sus propios brazos por la espalda de Kanan para estrecharla con más fuerza. Ese gesto lo aprovechaba sin dudas cuando se daba la ocasión; le gustaba mucho, era tan agradable, pero pasaba desapercibido por la mujer de cabellos cobalto. Esta le dio ligeros movimientos de lado a lado, jugando y riendo con ella. Hasta se había caído la revista al suelo por el suave zarandeo.
—Dia, la revista —avisó Kanan, pero la aludida no separó el abrazo—. ¿Dia?
«No debería hacer estas cosas… Ella está con Mari, no puedo hacerle esto a mi amiga». El conflicto se empezó a formar en la cabeza de Dia pero su cuerpo no le respondía, se quedó así, sin soltarla.
Los postes de luz del pequeño parque se encendieron y en la lejanía el viento atraía consigo la grabación del aviso de advertencia que sonaba en las bocinas. Un par de niños que jugaban en el pasamanos se retiraron así como una pareja de ancianos más allá también se disponía a marcharse, dejando solitario el lugar a excepción de ese par que seguía sin moverse.
—¿Dia, estás bien? ¿Puedes decirme que ocurre? —preguntó con amabilidad, pero cuando escuchó a la muchacha sollozar en su hombro la albergó la incertidumbre.
Dia se apegó más a su cuerpo. No quería dejarla ir pero tenía que hacerlo, perdió la oportunidad hace años…
Cuando por fin se separó de ella, mantuvo la mirada baja. Kanan necesitaba verla a los ojos pero su acompañante se negaba a mostrárselos.
—Por favor, mírame —dijo, teniendo su rostro en sus manos y con sus pulgares limpiaba las lágrimas—. ¿Por qué lloras?
—Me… Me entró… uno de esos pequeños insectos al ojo —dio una excusa barata y Kanan cayó en su mentirilla.
—Déjame ver —acortó la distancia entre sus rostros.
Por supuesto que ante la despreocupada cercanía, Dia abrió a la par sus ojos y su corazón dio un brinco exaltado.
—No pareces tener nada. Pero llorabas como si sufrieras… ¿Es otra cosa?
—Es que… te quiero… —musitó, y las lágrimas volvieron a fluir.
—Oye —le daba caricias en el dorso de su mano—, yo también te quiero. ¿Pensaste que no te quería o algo así? Por supuesto que no; te quiero y mucho. Te eché de menos.
«¡Si se lo dices vas a arruinarle todo!», se gritaba internamente, pero despacio sus labios se abrían para articular:
—Te amo. —Con la mano en el corazón; lo dijo con toda su honestidad—. Te amo como no tienes idea…
Kanan se mostró sorprendida e inmediatamente buscó con la mirada los juegos del parque.
—¿Recuerdas que también te dije que te amaba? De hecho, bastantes veces cuando éramos pequeñas —permaneció con la vista fija en los columpios—. Y te sigo amando pero… no de la forma que tú esperas.
—Te he amado siempre. Siempre quise que estuvieras para mí, compartir más cosas y disfrutar de nuestros momentos. Pero me acobardé y le dejé el camino libre a Mari…
—Pero, Dia… ¿por qué hasta ahora y no antes? Hubo tantas oportunidades…
—¿No escuchaste? ¡Te dije que por cobarde! —de repente, alzó la voz y advirtió el semblante triste en Kanan—. Regresé para tener un poco de tranquilidad de tantos entrenamientos y trabajos y me sales con la noticia de que te quieres casar…
—Dia, es solo un detalle, no es una sortija de bodas… —trató de calmarla.
—¡Pero la cambiarás por una! Ella va a tenerte por el resto de su vida y yo no —apoyó los codos en las rodillas y hundió su rostro en sus palmas.
—Lo que menos deseaba era verte así. Creí que me apoyarías en esto.
—Dime, Kanan, al menos ¿ella te corresponde de la misma manera? —saltó la pregunta hueca.
—Pues sí —contestó sin más.
Dia alzó la mirada hacia la chica, observándola con desconcierto por la simpleza de su respuesta. No era tonta. Sabía cuándo las cosas iban mal con ella y su amiga y, aunque estuvo apartada, estaba al tanto de los embrollos que sucedían con sus seres queridos gracias a estar comunicada con su hermana menor.
—¿"Pues sí"? —repitió—. Eso realmente me preocupa —le hizo saber—. Todo lo que estás haciendo por ella y no sabes sí realmente te ama, ¡y encima ya te quieres casar!
—Por favor, Dia, no me voy a casar, no todavía. Y que quede claro que nos amamos pero… —dio una pausa que dio paso a una profunda inhalación—, Mari ha estado tan ocupada que casi no la veo. Carga con mucho estrés por el trabajo y las exigencias de su padre en los laboratorios. Apenas tenemos tiempo y quería solo darle un pequeño detalle, un respiro.
Se tenía bien sabido que Vincent Ohara, padre de Mari, es un hombre dedicado en su trabajo. Es un fuerte e importante científico y médico forense de agenda apretada y, para aligerar un poco su carga, en cuanto Mari salió de la preparatoria la asoció a su mundo de proyectos. A la chica en cuestión se le brindó clases privadas desde pequeña para acelerar su conocimiento y se desenvolviera fácilmente en el campo laboral en el que ahora está metida.
Dia podía comprender esa parte, pero aun así le molestaba que Mari pasara más tiempo con su padre de lo que debía con su enamorada.
—Te sientes sola sin ella —afirmó al ver la afligida expresión de su compañera—. Te tiene desatendida, malparada…
—No, esas no son las palabras correctas —replicó Kanan.
—Bueno, como tú quieras. Si te sigue descuidando lo va a lamentar —Dia recogió la revista y se la guardó; se puso de pie y agarró sus maletas dispuesta a irse no sin antes decirle—: Que salga todo bien con tu sorpresa y tengan cuidado —dijo con honestidad y empezó a alejarse.
—¡Te acompaño hasta casa! —gritó Kanan pero Dia sin voltear le hizo un gesto con la mano de que no lo hiciera.
Kanan con sus sentimientos un poco decaídos se fue por su camino. Tenía que preparar su dichosa cena.
Apenas llegó a pisar la entrada de su casa y ya podía sentir lo solemne que era su ambiente, tal y como lo recordaba. Nadie la esperaba porque no dio aviso; su llegada estaba prevista para el fin de semana. Entró despacio sin llamar la atención y dejó sus cosas en su recamara y se aventuró hasta donde su hermana, posiblemente estuviera estudiando, pero no la encontró. Suspiró. Si no estaba allí entonces estaría en el dojo.
Apreció cómo Ruby, jadeante pero firme, daba sus lances con su shinai, la espada de kendo. La interrumpió dando unos toques y así atraer su atención. La menor abrió los ojos asombrados y felices al verla.
—¡Hermana! —se lanzó sobre ella para rodearla con sus brazos, la estrujó con amor—. Me dijiste que llegarías el domingo.
—Quería atraparte con la guardia baja —le dijo, acariciando su cabeza—, pero parece que fue mala idea —soltó una risita que Ruby acompañó.
Su gracia es que Ruby era fuerte, sus brazos lo demostraban y no es que tuviera mucha masa muscular. También su rendimiento físico era muy bueno, constantemente lo mejoraba.
—No deberías estar aquí, ¿papá te está metiendo en el deber de la familia? ¿Aprovechó en instruirte durante mi ausencia? —su semblante se mezcló entre preocupación y enojo—. Habíamos llegado a un acuerdo —comentó con más severidad en su tono.
—Papá no me obligó, yo estoy haciendo esto por mi cuenta. Práctico cuando ellos están fuera…
La timidez de la chica se hizo notar cuando agachó su cabeza y engarrotó los dedos en sus ropas.
El deber de los Kurosawa, el deber de ser un cazador se había convertido en una nueva "profesión" años pasados y quienes clasificaban eran las pocas familias con historia o a las mejores que se les daba dicho trabajo. El camino para convertirse en uno era difícil y cruel, Dia no quería que su hermana pasara por todo eso, no tan pronto y estaba vigente el acuerdo con su padre de no meter a Ruby de lleno en esos asuntos. No hasta que en el peor de los casos sucediera un trágico accidente o no pudieran recurrir a más opciones.
Fue lo que más le mortificó a la hora de dejar a su hermana sola con papá y mamá; ambos cazadores X: los más estrictos de la clase debido a que no tenían a un enemigo en específico que cazar, todos caían en sus redes, y eso incluía a humanos.
—Disculpa si te asusté —le dijo con más calma e hizo que la viera—. Pero apenas voy llegando y me bombardean las sorpresas. Tenemos que hablar sobre esta decisión que estás tomando, Ruby, ¿sabes lo que implica, verdad?
La chica asintió no muy convencida, ahora parecía que se echaba para atrás.
Abandonaron el dojo y Ruby tomó un baño para refrescar su cuerpo y estar relajada. Fue un buen rato que estuvieron conversando y, en más de una vez, Ruby estuvo a punto de romper en llanto. Tenía que escuchar las frías y crudas palabras de la verdad salir de la boca de su hermana mayor. Dia no fue a jugar en la ciudad, no fue a escribir notas o hablar de la diferencias de los seres sobrenaturales como suelen hacerlo en las escuelas comunes. Ella sabía a lo que se atenía y no pudo renegarse a las salidas de capturas: manejó armas, presenció ataques entre criaturas durante intervenciones; caídas fatídicas de compañeros que apenas empezaban; escenas de asesinatos y trabajos que involucraban a los agentes de la DCSS, División de Control de Seres Sobrenaturales.
Como quien dice, ya estaba laborando como cazadora profesional.
—Yo quiero que dediques tu vida a otra cosa —la miró fijamente—. Que no tengas que arriesgarte porque en ocasiones hay cosas muy feas que no puedes borrar fácilmente.
—¿Ya te ha tocado… exterminar a uno que se descarrile del camino? —Preguntó Ruby.
Dia asintió.
—Personalmente varias y en otras he contribuido —comentó—. Tenemos que llevar y mantener un orden —justificó—. Papá y mamá se jactan de ello todo el tiempo pero experimentarlo por ti mismo es… uhm… solo es una sensación que no puedo explicar ahora mismo —se rascó la nuca un segundo.
Ruby se mantuvo callada pensando en todo lo que había escuchado. No estaba mal estar informada o capacitada para ello, pero ahora entró el dilema de sí dejarlo o continuar. Dia le dijo que se tomara las cosas con calma, no había necesidad de apresurarse.
—Con todo este asunto me he olvidado de tus regalos —de repente, Dia cambió el ambiente de su conversación. Atrajo una maleta pequeña que puso frente a Ruby—. Todavía te gustan estas cosas, ¿no es cierto?
Ruby se dispuso a ver las revistas y ropa nueva que Dia compró para ella. Le agradeció su gesto.
Por ahora disfrutarían de hablar trivialidades y aprovecharían el tiempo mientras sus padres estaban fuera.
—¡Te vas a casar!
Fue la exclamación que dieron en coro Chika y You al ver el anillo en su respectiva caja de tercio pelo. Kanan las calló.
—¡No es de matrimonio!
Las chicas le estuvieron ayudando con los preparativos para la cena que se llevaría a cabo en la terraza de una casa que rentó para ese día. Tenía una vista agradable, la noche era perfecta con su aire fresco y la luna estaba a su favor destellando en el cielo oscuro junto al sonido de las olas del mar haciendo compañía en la lejanía. Mejor no podía salir.
—¡Felicidades, Kanan, por eso eres nuestra hermana mayor! —felicitó You a la muchacha, zarandeando su cuerpo mientras que Chika por otro lado brincaba de la emoción.
Kanan no encontraba forma de parar a sus amigas. Se avergonzaba mucho de que tuvieran ideas equivocadas, bueno, en realidad no se alejaba de la idea de algún día casarse.
—¡Ok, ok! Ya, estense quietas —habló con "seriedad" por encima de las risas de You y Chika—. Después las compensaré por la ayuda. Siento que tengan que perder sus entradas —se disculpó por interrumpir los planes que tenían antes de eso.
—Creo que esto es mucho mejor —comentó Chika con una sonrisa.
—Sí, además, papá me soltó rápido el permiso cuando escuchó que se trataba de ti —dijo esta vez You—. Sabes que puedes contar con nosotras.
—Realmente estoy agradecida con ustedes, mis niñas raras —Kanan desacomodó los cabellos de las dos de manera juguetona y pasó los brazos por sus cuellos—. ¿Saben lo que tienen que hacer, verdad? Vigilaran los alrededores para que no haya ningún inconveniente, en caso de que lo haya me hablan…
—Sí, sí —contestó Chika, ya cansada de oír lo mismo por quinta vez en la misma noche—. Solo es cuidarlas, es pan comido.
—Correcto —Kanan se dio media vuelta junto con ellas y contemplaron la mesa lista; los platos y cubiertos en su lugar, nada más faltaba servir la comida cuando la rubia llegara—. Ha quedado todo muy bonito.
—¿Crees que dos botellas de bourbon serán suficientes? —se preguntó Chika, muy pensativa, soltando aquello a la ligera.
—¿Bourbon? —dijo You volteando a ver a una Kanan que ha sido pillada—. ¿Piensas hacerla beber?
—¿Qué quieres que bebamos? ¿Simple limonada? —dijo, liberándolas de su agarre no sin antes lanzarle una mirada amenazante a Chika—. No es como si Mari no lo haya probado antes —levantó los hombros con desdén.
—Ella es ella pero tú eres principiante —repuso You—. ¿Sabes siquiera cómo beber?
—Ah, ¿y tú me enseñarás a beber tal y como hace un marinero? —le dijo divertida siguiéndole la corriente.
—Ya déjala, You, ella sabe lo que hace —la defendió Chika, empezando a jalar del brazo a su amiga para sacarla de ahí—. Estaremos dando vueltas por los alrededores como dijiste —le dio a Kanan la señal de que se fuera preparando—. ¡Qué tengan linda noche!
Kanan las despidió aun cuando You se fue renegando con Chika; las observó desde la terraza marcharse. La emoción y el nerviosismo albergaron en el centro de su pecho. Pronto estará aquí, pensó al ver la hora.
Apagó las luces para que su regalo no fuera descubierto a la distancia, tuvo lista la cajita del anillo entre su ropa y bajó corriendo para esperarla en la entrada.
Ansiosa una y otra vez observaba los minutos avanzar en el reloj de su celular, la pantalla era su única iluminación tanto como la luna. Estiró su cuello para ver por dónde llegaría. Sonrió tontamente recordando lo del whisky.
Los minutos se volvieron largos y para distraerse, regresó hasta la terraza y se puso a lisar el mantel de la mesa que el aire había movido un poco. Acomodó minuciosamente los platos otra vez para concentrarse y dejar de contar. Empezó a desesperarse en poco tiempo y para calmarse se sirvió un poco de whisky, que había estado ocultando de no ser por Chika, para ir probando su sabor y acostumbrarse a él.
La hora acordada no fue respetada. Entonces Kanan se preocupó; antes Mari no había respondido el mensaje.
Cuando estaba con su segundo trago su celular sonó, era ella.
—¡Mari! —habló y escuchó atentamente lo que su novia tuviera que decir—. Oh… Entiendo —calló unos segundos—. No, descuida, en realidad no era nada importante —bufó—. Sí. Sí… Está bien. No te sobre exijas mucho o después tu cuerpo lo resentirá. Sí… Igual yo a ti. Adiós…
La sonrisa que había estado dibujada en su rostro se fue borrando. Se dejó caer más en la silla y se empinó lo que sobraba de su copa.
Con un mensaje de texto les hizo saber a Chika y a You que ya no era necesario seguir en los alrededores. La tarea terminó antes. Y con otro mensaje mandó a avisar a otro contacto de su lista.
Sacó el anillo de su cajita solo para tenerlo puesto un rato en su dedo anular, admirando la piedra plana de un intenso y bello color rojo.
Se sirvió su tercera copa.
…
El mensaje llegó algo tarde, sin embargo lo leyó y se alistó para salir a altas horas de la noche. Cuando llegó a la dirección citada, su amiga estaba esperando fuera de la casa, con los ánimos por los suelos y una botella vacía en la mano.
—Kanan…
—Creí que tampoco vendrías… —dijo, con la mirada fija al suelo—. Te dejé un poco de comida arriba, ¿gustas? —le extendió la mano para hacerla pasar y dirigirse a la terraza.
—¿Qué fue lo que le impidió venir? —preguntó, pues el texto que recibió no tenía muchos detalles.
—Está muy ocupada abriendo cadáveres —dijo a secas.
Kanan invitó a Dia a tomar asiento mientras le servía una porción de comida y una copa de bourbon. También ella se sentó y apoyó la frente contra la mesa.
—Esto está frío, Kanan —mencionó cuando dio el primer bocado—. ¿Lo hiciste tú o lo mandaste a pedir?
—Lo preparé yo… Si no quieres solo déjalo como está —habló aun con la cabeza pegada a la mesa—. Te estás resistiendo, Dia, ahora es cuando tienes que humillarme.
—Por respeto a ti, me lo comeré —le hizo saber. No desperdiciaría nada—. Pero sí, eres muy tonta por haber hecho todo esto a alguien que no te valora. Ni siquiera debió acordarse del aniversario.
—Creo que lo olvidó, además, no le mencioné que le tenía una cena. Tal vez si se lo hubiera dicho habría tenido posibilidad de que asistiera —alzó la mirada con Dia; ella siguió masticando mientras escuchaba—. Lo único que deseaba era conversar con ella, reír y besarla… por lo menos un rato.
La segunda botella de bourbon estaba a la mitad y los ojos de Kanan estaban puestos en ese tentador líquido marrón que brillaba con la luz de la habitación de la misma terraza. Dia sí notó los ojos cansados en la chica y aun así continuó comiendo cuando Kanan agarró la botella y bebió el resto de una vez por todas.
—¿Sabes qué es lo que detesto de Mari? —dijo de repente Kanan cuando vació la botella y la dejó de golpe en la mesa.
—¡Ah! ¿Ahora la detestas? —le siguió la corriente sin prestarle mucha importancia. La muchacha ya estaba ebria a fin de cuentas, y podría decir cualquier bobada en ese estado.
—Qué esté tan obsesionada con su maldito trabajo de mierda. Qué asco. ¿No te conté qué pasó semanas atrás? —preguntó vacilante y su compañera negó—. Ah, es verdad, vas llegando, bueno pues, le pedí a su padre que si me la prestaba 2 horas, ¡2 horas, Dia! Ok, él accedió. Y la muy desgraciada solo estuvo 20 minutos conmigo —se golpeó el pecho, cerca de su corazón como si doliera—, durante ese escaso tiempo traté de besarla y ella me rechazó. Puso la excusa de que podía contagiarme, ¡ay, por favor! —elevó las manos al cielo, desesperada—. ¡¿Contagiarme de qué?! —gritó.
Dia se rió. Las expresiones de Kanan eran muy cómicas.
—Whisky —dijo Dia para sí, dando un ligero trago de su copa—, te embriagaste con whisky —soltó una carcajada y Kanan frunció el entrecejo no sabiendo de dónde venía la gracia.
—¿Qué es… tan gracioso? —inquirió, y su lengua se fue enredando al hablar—. ¿Por qué te ríes? —se puso de pie y golpeó la mesa haciendo caer las botellas y copas vacías—. ¡Dia!
—¿Por qué eres tan tonta? —cuestionó Dia aun con su ataque de risa—. Mari ya no te ama —se limpió unas lágrimas rebeldes que salieron de sus ojos.
—¿Ya no… me ama? —habló esta vez con tristeza, sus ojos se pusieron llorosos y Dia se arrepintió de decir lo que dijo—. Entonces fue así… yo no quise verlo.
—Kanan, solo estoy jugando contigo. Ella te sigue amando —lo que menos quería era herirla, ahora quería reparar el daño—. Mari te ama.
Kanan se puso delante de Dia con una rodilla al suelo; se quitó el anillo de su anular y lo sostuvo en su mano para mostrárselo a Dia. Eso parecía una propuesta de matrimonio.
—Estabas en lo cierto —dijo—. Con el tiempo iba a cambiar este anillo por uno que sellara la unión de nuestro amor… Sí ella aceptaba —tomó la mano de Dia— yo se lo pondría así y la amaría por el resto de mi vida.
El anillo ahora estaba en el dedo anular de Dia; lo contempló y luego pasó a ver a Kanan que ya tenía sus lágrimas silenciosas deslizándose por sus mejillas. Le dolió verla tan devastada, tan deprimida que, para consolarla se puso a su altura y la abrazó muy fuerte aunque la chica no haya correspondido.
—Kanan, por favor, ella te ama —trató de convencerla repitiéndoselo varias veces—. ¿Recuerdas cómo estuvo las primeras semanas de que oficializaran su noviazgo? Era tan melosa que nunca se despegaba de ti, presumiendo que te tenía y todo —Kanan dejó salir una risa muy floja.
—Ya no es la misma. Es tan fría que me congela. Me duele que ya no se emocione al verme… Dos años de noviazgo, sí claro, son dos años que he desperdiciado en nadie…
—Vamos, Kanan —obligó a la chica ir a la habitación—, se te nota lo primeriza que eres al beber, será mejor que te acuestes. Ya se te pasará.
Ayudó a Kanan a meterse a la cama y dejarla allí aun cuando ésta se salía y rezongaba cosas, ella sola. Aunque no se lo haya pedido, Dia de buena voluntad recogió todo de la mesa y limpió el desastre derramado. Apagó las luces porque le "molestaba" a los delicados ojos de su amiga. Se quedó con ella encerrada y simplemente oyendo toda la palabrería que escupía de forma amarga, soltando un poco de sinceridad, moviéndose para allá y acá casi tropezando. Se negaba dormir todavía.
—¿Por qué eres tan buena persona? —preguntó Kanan, dejando de moverse y tumbándose a la cama para llorarle a la almohada. Dia a su lado se recargó en la cabecera de la cama y suspiró—. Debes de estar sufriendo mucho…
—La que sufre aquí eres tú —le dijo quedamente, cruzándose de brazos—. Ya duérmete.
—¿Te irás? —volteó a verla con ojos de cachorros.
—No te abandonaré estando así, esperaré a que duermas. Me quedaré.
Kanan se acercó con dificultad y dejó caer su cabeza en los muslos de Dia y esta sumergió sus dedos entre los cabellos, masajeando y acariciando su cráneo. Las manos de Kanan por otra parte comenzaron a dar caricias a las piernas de su acompañante y fue una acción que no tuvo mucha importancia.
—Dia… ¿Me besarías? —habló con un tono bajo pero íntimo—. Necesito que me beses… —casi suplicó, como si le doliera decirlo también.
—Escúchate. Sabes que no puedo hacerlo. Estás ebria y no es lo que deseas, por favor, mantén cerrados tus ojos por un rato y descansa.
No lo negaría. Estar así con su compañía, solas las dos, le ponía realmente feliz aunque sean esas las circunstancias; no obstante aunque deseaba besarla y tocarla de muchas maneras no sería correcto que lo hiciera cuando simplemente estaba delirando y peor aún, cuando ya tenía pareja. Solamente estaría provocando daño a sus dos amigas. Es fuerte, se resistió lo suficiente. Creyó que lo era hasta que Kanan se plantó sobre sus piernas y Dia solo miró atónita, entre asustada sin poder reaccionar.
Por un momento pensó que tal vez se estaba haciendo la "borracha" y la estaba probando, ver de qué era capaz. Y es que, Kanan no hizo ningún otro movimiento… Era como si esperara que Dia iniciara todo.
Por respeto y porque es lo racional, le negó lo que quería.
—¿También tú ignorarás mis sentimientos? ¿Me rechazas del mismo modo? —su voz se quebrantó y rompió en un llanto más profundo. El alcohol estaba sacando todo lo que tuvo reprimido en su interior, especialmente ese lado solitario que tanto sintió con el pasar de los años.
¿Qué tan lamentable se podía ver? Suplicar por atención, eso es deprimente. Su corazón se hizo añicos de la impresión, pues fue insoportable verla de ese modo. Tan vulnerable. Lastimada. Tan necesitada. Tal vez Kanan interpretaba mal las cosas y el trato de Mari, y ésta ni siquiera lo hacía con intensión de herirla. Sabiéndose la increíble pareja que formaban en un comienzo, ¿cómo es que ahora habían decaído tanto? ¿O es que ella sobre exageraba las cosas?
—¿Amas a Mari? ¿Todavía te quieres casar con ella? —temerosa pero lo preguntó, y dependiendo de la respuesta debía actuar, aun cuando tuviera que contradecirse por todo lo anterior—. Sé que puedes cambiar de idea a la mañana siguiente pero… piénsatelo muy bien, Kanan, por favor. Por todos los cielos, piénsatelo. Porque cosas irremediables podrían suceder.
Sostuvieron el contacto visual por segundos y parece ser que Kanan sí se lo estaba pensando seriamente. Se limpió las lágrimas e inhaló y exhaló varias veces para poder relajarse.
—Lo de Mari fue bonito, pero si nuestra vida será así no conviene. Yo necesito alguien a mi lado, que seamos un soporte que beneficie ambos lados. Quiero amar y ser amada. No puedo estar con ella —concluyó decidida.
—Entonces, al diablo con ella. —Y con esas palabras, atrajo más el cuerpo de Kanan con el suyo y juntaron sus labios en un tacto algo desesperado pero que poco a poco fue teniendo un ritmo más suave. Saboreó el dulce sabor a madera característico del bourbon que seguía impregnado en su carnosidad. De entre tantos besos se escaparon sus risitas como si lo que estuvieran haciendo fuera la cosa más graciosa del mundo.
Dia deseaba este momento y ahora la tenía entre sus brazos como debía ser, como se la imaginó tantas veces.
Sus risas cesaron y se miraron por un momento con intensidad. Dia tenía sus manos puestas en los muslos de ella y, en un momento dado; empezó ascender por la cintura para introducirlas bajo su blusa y llegar hasta sus pechos, donde hizo movimientos circulares por encima del sujetador. Kanan inclinó su cabeza hacia atrás; se acostó por completo y Dia se fue sobre ella sin parar su labor. Volvió a besarla mientras su compañera disfrutaba las caricias.
Sintió un bochorno sofocante y luego el calor que se formó en su entrepierna; Kanan se estaba excitando muy rápido con tan poco. Se separó del beso y Dia se mordió el labio por la falta de los suyos. Para compensarla se quitó la blusa y dejó al descubierto su torso; fuera el sujetador y abajo los pantalones. Dia la admiró y se aseguró de guardar a fuego en su memoria esa hermosa figura que podía devorar a mordiscos.
—Rápido, Dia, aquí —dijo Kanan, ruborizada y guiando la mano de la chica hasta su ardiente parte íntima—, aquí es donde más te necesito, por favor.
Dia se quedó en blanco un momento, no quería llegar ahí todavía.
—¿Estás segura? —le dijo con la duda latente—. Quiero hacerlo bien para ti.
—Por favor… —con la más tenue y dulce voz que le pudo haber dado se lo pidió.
Dia quedó hechizada con ese rostro ruborizado. La noche seguía siendo joven para ellas.
…
Por la mañana, el sol ya estaba filtrado a través de las cortinas dando luz a gran parte de la habitación. Su respiración era acompasada y su cuerpo cubierto por las sabanas de la cama. Si no fuera por el ruido que sus oídos captó se habría quedado dormida hasta medio día, así que solo gruñó y se mantuvo oyendo los sonidos sin abrir los ojos.
Sintió caer el peso de algo a su costado. Mira que Dia es buena madrugadora.
—Kanan, arriba, ya tienes que levantarte —unas manos acariciaron parte de sus hombros desnudos.
—Mn, un rato más —contestó adormilada pero sonriente.
—Oh Darling, cuánto lo siento. Pero tienes que levantarte, no puedes quedarte todo el día envuelta en las sabanas —su voz se hizo más clara gracias a que habló cerca de su oído. Más aguda y con apego meloso.
Kanan fue despertando mejor sus sentidos y reparó en que esa voz le era familiar pero sobre todo no tenía nada qué hacer allí. Casi brincó del susto cuando esos ojos dorados la vieron atentos por su brusca reacción. Debido a eso, aquí es cuando entró un ligero dolor de cabeza que la mareó.
—Mari… Mari, ¿qué estás haciendo aquí? —inquirió. Con una mano envolvió las sabanas tapándose el torso, aunque tenía el sostén puesto, y con la otra se agarró la cabeza.
—Terminé con los pendientes. Quise venir a verte en cuanto salí —permaneció sentada, dándose cuenta de que su chica se apartaba de su contacto. Seguro estaba molesta—. La puerta estaba abierta, por eso tuve acceso. No deberías descuidar la seguridad…
Kanan paseó la vista por la habitación. Las cosas limpias y en orden, como si esa mujer nunca hubiera pisado el lugar. Sintió por debajo de las sabanas que también tenía el pantalón puesto. ¿No pudo ser un sueño, verdad?
—¿Qué te parece si lo hacemos así? —Algo estaba diciendo Mari que no logró prestarle atención—. ¿O no te parece bien?
—Ah… yo… Mari, esto es… —no hallaba la forma de acomodar sus palabras, y el dolor de su cabeza se fue acrecentando.
—Entiendo. Fue mi culpa —dijo, y dejó más confundida a Kanan—. Pero no más. Te prometo que a partir de ahora estaré a tu lado —sonrió y se levantó de la cama para sacar de su bolso un regalo que le entregó—. No lo olvidé, lo de nuestro aniversario. Por favor, ábrelo.
Kanan quitó el listón de la caja que era muy ligera y le mostró los tickets aun confundida.
—¡Nos iremos de viaje, Kanan! —la alcanzó para darle un casto beso en los labios y salió para darle espacio para cambiarse.
—¿Viaje?...
Se cubrió la parte superior lo más rápido que pudo. Revisó la habitación. Todo estaba en su lugar, sí, pero como que faltaba algo. Inconscientemente entrelazó sus manos. En su dedo algo faltaba.
—El anillo… —se tiró al suelo a buscarlo debajo de la cama, bajo el tocador y roperos. No estaba tirado.
Recordó la cajita terciopelada, afortunadamente seguía oculto entre los bolsillos. La abrió esperanzada.
—No está… —se golpeó la cabeza, desesperada intentando recordar dónde lo había dejado—. Diablos… ¿qué hago? ¿Qué hago ahora?
Continuará...
NdelA: Esta historia es un «Aqours' side» (por así decirlo) y por ello durante el desarrollo de la misma pueden darse referencias de los hechos transcurridos en "Your Blood is Mine", historia que puedes leer en 'my stories' para entender un poco las cosas. Aunque no creo que sea del todo necesario (pero igual te invito a leerla).
