Ningún personaje "conocido" me pertenece, a excepción de los que yo inventé. Todos ellos pertenecen a Masashi Kishimoto.

La historia es absolutamente mía.

.

.

.

CAPITULO 1. "SOLA"

Oscuridad. Cuatro paredes. Una cama. Dos mesitas de noche. Dos lámparas. Un tocador. Un guardarropa. Dos puertas. Un baño. Una ventana. Una alfombra. Muchos peluches. Un librero. Muchos libros. Muchos sentimientos… Una chica.

Una sola chica.

Su nombre ahora no importaba, al igual que su edad, ni la ropa que traía puesta; no, eso ya no importaba. Lo único que tiene la importancia suficiente de mencionar es que se sentía destrozada; devastada; arroyada; y todos los sinónimos que se le puedan adjuntar. Incluso, muerta.

Su mandíbula temblorosa, sus ojos llorosos, rojos e hinchados, junto a su ligero temblor y los sollozos que soltaba, la delataban. Ni siquiera el hecho de tener abrazadas sus piernas la tranquilizaba ni una decima parte.

—Hinata, por favor, abre la puerta. –se escuchó desde el pasillo. La nombrada no hizo más que ignorarla y seguir sollozando lo menos ruidoso que su cuerpo se lo permitía, fracasando atrozmente.

Todo su mundo se había derrumbado, dejándola en un lugar sucio, frio, desolado y… doloroso.

Su llanto era tan fuerte que obligó a sus amigas a ir por un hombre para que les tumbara la puerta si era necesario con tal de poder consolarla.

Pero, antes de que ellas apenas fueran a buscar a un hombre lo suficientemente capaz para abrir la puerta de una patada, Hinata, aun en su más profundo delirio, recordó que… que realmente todo había empezado de la misma forma; con ella en la misma habitación, abrazada a sus piernas, en el mismo rincón lejos de la ventana, a unos metros de la puerta del baño, llorando.

En aquel entonces lloraba por lo que ahora pensaba era una vil idiotez, pero que en su momento fue la peor cosa que le había pasado. Si hubiera sabido lo que el destino le deparaba, seguro que no le hubiera tomado importancia a esa pequeñez de aquella ocasión; pero las personas son simples mortales ingenuos e ignorantes que no se dan cuenta de las cosas que verdaderamente valen la pena.

No saben ver el futuro.

Todo había empezado aquella noche en donde Hinata estaba firmemente decidida a dar el siguiente paso con su novio; aquel hombre perfecto de cabello negro azabache, ojos oscuros, tez tenuemente bronceada, casi blanca, y poseedor de una sonrisa encantadora. Su nombre era Sasuke Uchiha, el chico que la había enamorado desde hacía dos años atrás.

Llevaban oficialmente saliendo 2 meses cuando él le había propuesto noviazgo, y desde entonces llevaban año y medio.

Hinata era muy tímida y bastante inocente como una niña pequeña, pero hasta ella, como mujer, sabía que Sasuke últimamente se mostraba más ansioso de lo normal debido a un motivo: la fiebre (calentura) de la primera vez.

En más de una ocasión ella tuvo que parar un beso ardiente por miedo a no poder parar después. Incluso, en un par de ocasiones, descubrió a Sasuke mirándola de una forma tan descarada que bien se pudo haber pensado que la estaba desnudando mentalmente. Y, por si fuera poco, cuando comenzaron a ver una película sentados en el sillón del departamento de él, ella le había propinado un beso en la barbilla, como solía hacer cada vez que él le preparaba algo, como palomitas en este caso; solo ese pequeño beso había bastado para encender la bestia interior que el Uchiha se esforzaba por controlar y, sin poder evitarlo más, había tomado la mano de Hinata y la había colocado en el bulto que comenzaba a cobrar vida dentro de sus pantalones, asustando a la chica en el acto.

No vuelvas a tratarme con tanta dulzura si no quieres que otra cosa pasé. –le advirtió, teniendo que irse al baño poco después para liberar su cuerpo.

Desde entonces, Hinata se sonrojaba extremadamente cada vez que lo veía y esperaba a que él asintiera o negara para darle a entender si le podía dar un beso sin temer a la otra reacción.

No obstante, conforme pasaba el tiempo, el Uchiha comenzaba a insinuársele con menos frecuencia, hasta llegar al punto en el que Hinata creía que él estaba perdiendo el interés en ella porque ella no le ofrecía "eso". Sin embargo, Sasuke le decía una y otra vez que no era eso, sino que él la quería tanto que respetaba su decisión de llegar virgen al altar, después de todo, era su cuerpo el que corría el riesgo.

Gran mentiroso.

Justo el día en el que cumplían año y medio, Hinata había organizado una velada esplendida en aquel restaurante tan elegante en el que habían tenido su primera cita; tenía planeado cenar, platicar de cosas triviales y reír un poco antes del plan final, en donde pasarían casualmente a la habitación de ella a dejar las rosas, los chocolates o lo que sea que seguramente él le daría y, como acto "sellador" del gran amor que se tenían, terminarían entregándose el uno al otro en cuerpo y alma… Sería perfecto. Esplendido. Sencillamente maravilloso.

pero nada era tan perfecto.

Sasuke había llegado puntual al restaurante, a las 9:00 pm, como habían acordado, pero su rostro no mostraba a aquel Sasuke reluciente del que ella se había enamorado.

La cena había transcurrido como cualquier otra… lo que era extraño, pues cada vez que solían cumplir meses Sasuke solía comportarse más meloso que de costumbre, más Hinata decidió no tomarle importancia a pequeñeces como esa.

Gran error.

Cuando llegaron, entre tropiezos y besos, al departamento de ella, el pelinegro había cerrado de una patada la puerta mientras comenzaba a sacarle la blusa a su novia y ella, entre tensa y mareada por todo el mar de sensaciones que su cuerpo le ofrecía, se dejaba hacer.

Sasuke la había tomado por los muslos y, al ver que ella no se quejaba para evitar lo inevitable, la alzó en el aire provocando que Hinata, como por instinto, enredara sus piernas alrededor de su cintura, sintiendo en el acto el "amiguito" de su novio que recién estaba despertando de su letargo.

Para cuando Sasuke, cargando a Hinata y sin poder ver por dónde iba, había pisado la habitación de ésta él ya tampoco llevaba camisa, ni zapatos.

Tiró a la chica sobre su cama aun cubierta por sabanas rosas con las princesas de Disney dibujadas en ellas, para después deshacerse de los calcetines y brincar al asecho sobre su bien sumisa presa; sin la menor delicadeza posible le sacó la falda de un tirón, sin importarle el más mísero comino que la había roto en dos; siguió con su exquisita tarea de saborear la frágil y deliciosa piel nívea de la chica que no se dio cuenta cuando ésta comenzó a tener miedo.

Hinata empujó con sus manos a Sasuke, para darse un poco de espacio libre, pero sus diminutas fuerzas no podían contra ese monstruo con sed de sexo.

Estaba perdida, pero bien que se lo había buscado.

Tonta.

Sasuke se había liberado por fin de esos mugrosos pantalones de vestir que no le permitían "respirar" y, como si supiera exactamente qué hacer, con una de sus rodillas comenzó a separar las piernas de la chica, poniéndola totalmente histérica, con pánico, haciendo que temblara, pero Sasuke interpretó su temblor como un signo de deseo.

Siguió su recorrido salival, entre besos, desde su cuello hasta el hombro izquierdo, haciendo que Hinata se mordiera el labio inferior no sabiendo si quería seguir adelante o no, y, en eso, lo dijo:

—Sa-Sasuke.

La voz llena de total terror fue lo único que hizo detener al chico totalmente dispuesto a seguir con su labor.

—Po-por favor… no…

El pelinegro apretó la mandíbula, se posicionó a cuatro patas sobre ella y luego se paró, dirigiéndose a la pared y golpeándola con mucha fuerza con su puño derecho.

—Maldición, Hinata. –cerró los ojos, llenos de rabia.

La nombrada pensó que en cualquier momento él la golpearía, por lo que cerró los ojos esperando el impacto, hasta que escuchó:

—No puedo hacerte esto. –le dijo, mirándola con culpabilidad reflejada en sus pupilas- No puedo hacerte mía sabiendo que te he estado siendo infiel. –Hinata abrió muy grandes los ojos, queriendo no comprender aquellas palabras- Si, Hinata. Me he tirado a otra chica hace poco, y no puedo hacerte eso a ti. Gracias por, inconscientemente, recordármelo. –se puso los pantalones lo más rápido que pudo, para luego mirarla y decir: –Perdóname. Tengo que largarme de aquí.

Y, dicho lo anterior, tomó sus calcetines con una mano y luego salió de la habitación; dejándola ahí, sobre la cama.

Una vez que escuchó el portazo de la puerta de entrada, y una vez que su cerebro proceso debidamente la información, se paró y fue a sentarse en el suelo, en un rincón, a abrazarse las piernas y llorar por su mala suerte.

Su novio la había engañado.

Se había acostado con otra.

Y lo peor del caso, es que se lo había dicho tan insensiblemente que hasta cínico parecía.

Esa noche… esa noche la había dejado ahí, tirada, llorando en ropa interior.

Sola.

N/A: Vale, que bien les advertí que no aguantaría mucho para subirlo… ésta es la nueva historia de la que les hable en alguno de mis otros fics. Espero que sea de su agrado. El segundo capítulo ya lo tengo casi listo, pero no lo subiré de inmediato, porque debido a la universidad, no podré escribir mucho que digamos, por lo que todo lo que alcance a escribir en los escasos días que me quedan de vacaciones lo iré subiendo poco a poco… y mientras esperan, pueden darme su crítica XD qué les parece?

HASTA LUEGO! ESPERO SUS REVIEWS!