Nota: ¡Heeey! Bueno, esta es la segunda versión de este fanfic, ¿Por qué? ¡Porque no estaba a gusto con la primera! Sentía que le faltaba desenvolverse más a mi escritura y buscar más palabras para explicar las cosas. El primer fanfic se llamo "Volveré a ser parte de tu vida", este se llama de otra forma porque ya tuve suficiente tiempo para hasta terminar el boceto de cómo terminara toda la historia. Hasta abajo dejare otras notas. Espero no les molesten.
Prefacio.
¿Se puede hacer realidad un sueño? Los sueños son parte del nacimiento de la humanidad, desde la primera vez que apareció el primer humano en la tierra, hasta el último que será. Aquel primer hombre soñaba con un día tocar el cielo, sentirlo entre sus dedos, vivirlo, abrazarlo y sentirlo, pero sobre todo; entenderlo. Soñaba con un día ir más allá de sus narices y descubrir que grandes cosas podían ser reales donde en sus sueños eran solo fantasías, pero sobre todo; soñaba saber de dónde venía, y, el por qué de su razón de estar ahí, solo, varado y en aquel suelo que estaba a punto de florecer.
Pero no se preocupen, esto no es un ensayo de "Como el hombre nació y por qué soñó" Esta es la historia de alguien más.
Hubo una época en la que una pobre chiquilla corría de diestra a siniestra y de un lugar a otro con un libro mano, buscando respuestas que dieran cierta lógica y razonamiento a lo que había sucedido en sus sueños.
¿Qué le hacía ser tan curiosa? Todo, para Carey Jenssen, todo debía tener una razón de ser.
Todo inicio una noche de invierno, cuando una luz la despertó mientras dormía. ¿Quién a las tres de la mañana enciende una luz cual sol? Se pregunto la chiquilla mientras se tallaba los ojos . La conciencia suele ser juguetona, nunca sabes si es real o una ilusión lo que puedes llegar a mirar, pero por curiosidad, por simple y normal curiosidad, Carey se levanto de un tirón de la cama y corrió a su ventana. Un grupo de personas caminaba tranquilamente por la calle. Hombres vestidos como si se tratase de una convención de geeks o algún festival medieval corrían de un lado a otro, como si buscaran a algo o a alguien.
Carey tallo sus ojos con sorpresa, pero camino hacia su cama ´para prepararse e ir a dormir. Tal vez su mente le había hecho una jugada y tal vez no se había dado cuenta. También pensó usar el eficiente método del pellizco, pero supuso que sería un poco disgustante y absurdo causarse un dolor.
Por curiosidad, por simple y humana curiosidad. La jovenzuela se levanto y observo fueras de su ventana una última vez. Observo como desde el cielo emergía un gran rayo claro que dibujaban runas sobre el pavimento de la calle. Miro como las personas corrían para después ser succionadas por aquel gigante rato.
¿Producto de su imaginación? ¿Locura de medianoche?
El pulso de Carey se aceleró y camino hacia atrás, tropezando con un libro y cayendo a lado de su cama. El miedo hacia lo sobrenatural nunca había sido un problema para ella, pero lo sucedido era una cosa realmente demente y de otro mundo. Las cosas como esas no pasaban en un lugar como su pueblo, decía, era un lugar totalmente normal e olvidado por la mano de dios.
Sacudió con fuerza su cabeza y trato de capturar lo pasado, pero su instinto la guio directo a su cama y se acostó para intentar lograr la calma y entender lo ocurrido.
Nuestra conciencia siempre juega trucos, y lo que había visto, lo que había visto podría ser parte de un simple jugueteo de ella. Por un largo rato su mente rondo sobre lo que había pasado, hasta quedar totalmente dormida.
A la mañana siguiente solo recordaba escasos recuerdos de aquel acontecimiento, por lo cual Carey supuso lo mejor; solo había sido parte de su sueño e imaginación.
Capítulo I
-Todos nuestros intentos de seguir adelante murieron desde el momento en que me mentiste…- Con el alma en su mano, la joven pelirroja observo como su amado caminaba con furia fuera de sus aposentos. Todo se le había venido encima, todo estaba arruinado y no sabía cómo afrontarlo sin ayuda de nadie.
Se arrodillo al piso y tomo sus piernas para cubrir su cara y su llanto. Las cosas que habían pasado los últimos minutos en ese lugar… Ella quería perdonarle, quería decirle lo tanto y cuanto le amaba, pero él le había mentido vilmente, a ella, que le había dado confianza y fidelidad. Las ilusiones de su perdón habían terminado, el perdón no parecía estar cercano.
Lejano de todo aquello que brotaba en sus sueños, una joven despertó con exalto y agitación. Su mente se inundaba de vaga tristeza que florecía dentro sin razón. Solía recordar cada palabra con un dolor acuchillante e entristecedor. Lo sorprendente para ella, es que, ninguno de esos sueños tenían que ver con su vida diaria y que, en aquellos sueños, nunca lograba ver a aquella persona cuyas palabras eran dirigidas. Podía recordar todo; colores, texturas, pero nunca las caras de las personas.
Mientras reflexionaba sobre todo aquello, capto el inconfundible e horrorosa música de su despertador pillando.
Se levanto de la cama con pereza y recorrió su cuarto con la vista. Suspiro con pesadez, ¿Llegaría algún día saber el significado de sus sueños nocturnos?, ¿Viviría suficiente para saberlo?, ¿Por fin se estaría volviendo loca? Agito la cabeza y sonrió. Ella sabía que algún día saldría de alguien más el llamarle loca. Pensarían seriamente en ayuda profesional y sus amigos ni siquiera le lograrían entender a cada uno de sus sueños.
Aun quedaban restos del aquel sueño, y en su interior, ella sabía que una tormenta se estaba acercando. Aunque lo último que recordó antes de ir al baño eran aquellas palabras de la mujer.. Cruzo los brazos sobre su pecho y miro desde el baño la lluvia que caía a cantaros a través de su ventana más cercana. Se miro en el espejo y vio a una joven de altura "normal", cara pecosa, pelo ondulado y pelirrojo y su "horrible" piel blanca digna de un vampiro. Esa era ella. Pequeñas ojeras se asomaban poco a poco debajo de sus ojos. Estaba perpleja, ¿Tan mal estaba? Pensó que a lo mejor sus sueños le estaban acabando. Por lo general, pues al transcurrir el día todo iba bien, pero al llegar la noche, al momento de dormir; al dormir sus sueños la atacaban.
Camino fuera del baño y cruzo su habitación para llegar hasta su guardarropa. Se encontraba muy exhausta de nada, como si su fuerza hubiese sido extraída.
Tomo la ropa ya preparada y la acomodo sobre un sofá. Una blusa formal gris y una falda de tubo negra. La ropa empezó a caer y tomo la falda y la blusa para ponérsela. Con poca fuerza quedo lista y podía seguir su rutina para ir a trabajar. Se miro de nuevo a un espejo grande y encogió los hombros. Ya vestida, camino con su maquillaje hacia el baño y empezó su trabajo diario de maquillaje. No solía usar mucho, pues su piel era muy blanca y un poco de rubor, labial rosa, mascara y lápiz delineador eran suficientes para parecer una 'profesional'. Miró el reloj por reflejo rutinario, algo que solia hacer desde pequeña. Quedaba media hora para irse.
Las mañanas solían ser lo peor para ella. Al estar preparándose, le llego aquel sentimiento de culpabilidad al recordar sus extravagantes sueños. No. No podía seguir así. Ladeo su cabeza en varias ocasiones. Se sentía muy adolorida. Tal vez aquella mala postura en la que había dormido pudo haber causado su falta de energía y dolor. Se miro de nuevo al espejo. Adoraba verse en el espejo, solía ser un poco vanidosa en el aspecto de tratar de verse lo mejor posible.
Su rostro era por el que cualquier modelo hubiera entregado su alma, pero claro, sin duda, ese sería el precio que ella sería capaz de pagar para desaparecer todos aquellos sueños que en su mente vagaban desde aquella noche en su pubertad.
Desde….Desde aquella extraña noche.
Volteo a ver por última vez su reflejo y observo con detenimiento sus ojos; grandes, verdes, enmarcados por unas grandes pestañas claras. Los ojos podían ser las ventanas al alma, y bueno, su alma podía ser muy cálida, pero triste si alguien se tomase el tiempo suficiente para lograr ver dentro de sus ojos.
Camino hacia la salida, pero se detuvo al sentir un pequeño bulto ronronear entre sus piernas. Suspiro y le regalo una cálida y sincera sonrisa a aquel ser peludo. Palpo su cabeza con suavidad, este corrió al instante.
Abrió la puerta y salió con cuidado de su pequeño departamento para por fin llegar a su trabajo. Camino dos escalones hacia abajo y volteo a ver a su puerta, asegurándose de haberla cerrado con cuidado.
-Soy un jardinero con flores de mil espinas…..-
La joven se detuvo en seco y con fuerza apretó su maletín. Volteo de arriba abajo en busca de algún vecino, pero era en vano. No había nadie más. Su pulso se acelero y con lo más cuidadosa que pudo ser, bajo la escalera hasta el primer piso con velocidad, lo cual no era muy lejos, ya que ella vivía en el tercer piso.
Camino tres calles de forma recta y se hubo en frente de las oficinas donde trabajaba. El edificio era grande, monumental. Ventanales gigantes y arquitectura bañada en un color grisáceo. No era el palacio de Buckingham, pero ella disfrutaba de trabajar ahí. Se sentía cómoda. No era un trabajo para alguien que quisiera dárselas de grande, pero era perfecto para lo que necesitaba ella.
Se vio decidida a entrar después de haber observado el edificio por milésima vez, aun no se creía lo bonito que podía ser, a pesar de lo aburrido que la llevaba dentro. Al dar unos cuantos pasos dentro del recibidor, un hombre alto con una negra gabardina la empujo. Esta, con la agilidad que tenía (Y vaya que no era la gran cosa) se sostuvo de un pequeño árbol plástico mientras sentía como los demás le miraban sin ayudarle. –Vaya entrada triunfal, Carey…- Se dijo mientras intentaba correr lo más rápido al ascensor. Al cerrarse las puertas relajo sus músculos y pudo sentirse a salvo al estar sola. Trago saliva y espero a que diera el piso número 7. El sonido del ascensor repitió varias veces y las puertas se abrieron, camino fuera de ahí tan rápido como pudo. Se aseguro de estar lo bastante lejos y miro hacia atrás para ver cómo la gente amontonaba como si no les importara que ni un alma del señor pudiera caber más ahí.
-Tu alma sabe que hay algo más del otro lado…- Carey se quedo petrificada mirando hacia el suelo. Las voces eran ya constantes y ella no sabía que podía hacer al respecto. No es que se estuviera volviendo loca, ¿O lo estaba? El sonido de dos dedos tronando la hicieron volver en si, y la voz chillona de una de sus amigas la recibió.
-Pecosa, ¿Pecosa? ¡Pecosa! ¿Estás bien? Pecosa….- Levanto su mirada lentamente y se encontró con la rubia y alta figura de Sophia Temperance, una de sus mejores amigas la cual la había conocido desde el primer día de estancia en las oficinas.
Sophia era una mujer alta, rubia, feliz y con una sonrisa de oreja a oreja, pero sin una pisca de sensatez hacia lo que sucedía a su alrededor.
-Cada día me tienes más preocupada, Jenssen. ¿Sabes? Algún día de estos vas a terminar perdiéndote tu sola en tus propios pensamientos, y no digo que seas tont…¡Digo!
-Sí, lo sé, Sophia…No te preocupes, ¿Si? – Carey asintió y recupero su aire para tomar su maletín que había caído al suelo.
-Ay, Jenssen…-
-Jenssen, ¿Eh?-
-Si, Jenssen, ¿A caso olvidaste tu nombre?- Dijo con voz cantarina Sophia mientras Carey se arreglaba la falda.
-No, solamente que…. Bueno, olvídalo Sophi.- Carey llevo sus manos hacia arriba en señar de derrota. No sabía muy bien por lo que estaba pasando, pero sabía que no estaba bien ni mucho menos en situación de seguir trabajando, creía ella.
-Deberías tomar unas vacaciones, no tienes la mejor pinta, ¿Ah? Habla con McKellen para que te dé al menos una semana, a este paso un día estarás en una calle de Manhattan, tirada y con un cartel de "Se busca novio, soy oficinista y tengo un gato". O "Soy soltera", ahaha.- Sophia soltó una estruendosa risa y camino tres pasos hacia atrás. -¿Te había avisado? – Hizo una pausa y con un movimiento infantil se acerco tan cercas de Carey como pudo. –Se dice que hay un nuevo jefe, creo que del departamento de ayuda, pero dicen por ahí que además es otra cosilla. Aunque créeme, los de recursos siempre se la viven de cotilleo.-
-Los de recursos…. Y tú. – La pelirroja le dio una mirada de reprensión y esta soltó una risa aun más sonora que la anterior.
-Calma, ¡Calma! Algunos dicen que el señor misterioso nuevo jefe puede ser "atracivo", o eso me han contado los que lo vieron el día de ayer viendo sus nuevas instalaciones, hehe. Taal vez y este sea el ganon. – Sophia sonrió por última vez dejando a Carey a media oficina y con el maletín en mano.
A Carey solo le quedaba sobrevivir a esa tarde. Tal vez su nuevo jefe era un viejillo canoso o podría ser un agradable y atractivo hombre. O también podría ser alguien con una gigantesca nariz.
Hizo una mueca de disgusto y sacudió también su cabeza en modo de negación.
Lo primero que hizo al llegar a su oficina fue tocar la puerta para asegurar que el horrible señor McKellen no necesitara cualquier cosa o que su suerte estuviera de su lado y tampoco estuviera de mal humor. Aunque como este era su último día, Carey supuso (por su bien) que McKellen estaría de buen humor.
-Buenos días, señor McKellen, ¿Se le ofrece alguna cosa?- Entro a su oficina y le miro desde la puerta donde ella se encontraba. Él estaba sentado en un sillón mirando sus papeles con sumo cuidado.
-No, querida. Solamente avisa cuando den las 11:00, ¿Recuerdas la junta? ¿Si? Bueno, solamente necesito eso, puedes retirarte.- Dijo con tono autoritario y rápido. Este siguió mirando aquellos papeles y Carey se apresuro a salir lo más rápido.
Si algo odiaba ella de McKellen, es que él podía llegar a ser el típico señor agradable de 70 años y que podía llegar a ser llamado como Santa Claus 2do. Debido a su comportamiento y aspecto, pero a veces podía llegar a ser un maldito diablo que daba órdenes a diestra y siniestra mientras observaba como las oficinas 'ardían'.
-La cita…- Murmuro Carey mientras se sentaba en su asiento y observaba con atención su ordenador de trabajo. Sin embargo, por cosas del destino, a Carey se le vinieron todos esos supuestos sueños e inundaron su mente.
Todos esos raros sueños que la atormentaban desde aquella noche donde creyó haber visto cosas que no eran, que al parecer nadie podía darle la razón, pues al paso del tiempo ella termino creyendo que solo era una obra más de su imaginación y Morfeo. Todos le habían dicho que podía estar un poco demente, pues los cuentos que su padre le compraba le podían estar dañando y llevando a la locura.
Aun recordaba como su madre le alejaba todos aquellos libros de misterio y le inundaba con cuentos de hadas. Cosa que Carey le disgustaba por completo. Siempre había sido una niña con hambre de conocimiento, con los pies en la tierra y con ansia de saber el significado de todas las cosas.
Entrecerró los ojos y dejo de escribir en el ordenador.
-También tú disimulas la oscuridad en tu corazón…- Carey abrió los ojos al par y se encontró con un joven que se situaba frente a la silla de su escritorio sentadoy observándole con atención.
-¿Disculpa?- Le pregunto ella con un poco de curiosidad a aquel extraño que estaba situado ahí.
-Ehehehe, mi nombre es…. Mi nombre es Henry Nielsen, ¿Señorita…?-
-Carey Jenssen, es un gusto…Señor Nielsen.- Se levanto para tratar de mostrar respeto (o lo poco que le quedaba de ella en esos momentos) Sin embargo, Henry no se levanto. Él siguió ahí, sentado, mirándola con una larga sonrisa felina en sus labios. Solamente se limito a hacer un ademan de sentarse.
¿Quién se creía este? Pensó Carey.
Ella se sentó de nuevo y le observo por un pequeño instante de curiosidad. Era de porte delgado, se podía admitir que era de gran altura. Su cabello negro peinado finamente hacia atrás y su piel blanca; casi como la nieve. Sus ojos eran verdes, ¿O eran azules? Suspiro y asintió mientras se ordenaba un poco los pensamientos para dirigirle la palabra, pero este le gano.
-Es usted muy observadora. .- Nielsen sonrió con sorna. Su voz. Aquella voz le era familiar, ¿Por qué le era familiar?
-Le puedo ayudar en…. En algo?- Carey tartamudo de forma infantil y él soltó una risa que hizo hacerla enojar un poco. El "Señor Nielsen" se levanto y con poco respeto se sentó frente a aquella sobre su escritorio. Estaban cara a cara, aunque el escritorio completo les separaba. Carey miro atenta a aquel hombre sin quitarle e ignorar su mirada. Aunque… después de todo… No estaba tan mal.
Se limito a morder su labio inferior y apretó sus labios con fuerza para eliminar esos pensamientos.
-No hay nada en que puedas "ayudarme", aunque podría darte algunas "tareas", ahaaa-
-¿Qué ha dicho?-
-Mmmh, nada. - Añadió Nielsen con tono serio.
-Es usted extraño, señor Nielsen pero dig…-
-¿Lo soy? Lo soy, pero no creo que "extraño" sea el método adecuado para referirse a mí.- Este le interrumpió.
-¿Entonces? ¿Sabe algo? No quiero ser desagradable con usted, pero su presencia me incomoda un poco. Si pudiera ayudarle en algo, no sé, ¿Quiere un café?-
-No. No quiero un "café".
-¿Necesita asistencia? ¿Está usted perdido?-
-Ni perdido ni necesito asistencia. No, preciosa. Sucede que no necesito ninguna de esas cosas. –Sonrió- Simplemente estoy aquí porque soy tu nuevo jefe.- Su mirada se torno intimidante- Así qué… Discúlpame, pero podrías ser tan cuidadosa de decirle al señor McKellen que he llegado, ¿Si? Gracias preciosa.-
-De acuerdo… ¿Puede usted sentarse ahí?- Carey trato de mantener la calma y no tratar de darle una merecida cachetada, pero él seguía con aquel aspecto intimidatorio que le hacía sentir sumisa.
-Preferiría quedarme aquí, si no es molesta, ¿De acuerdo?- Nielsen más que pedirle algo le había dado una orden. Ella asintió y no volvió a dirigirle palabra alguna. Lo mejor sería dejarlo ahí y no molestarle, aunque lo único desagradable era soportar su sonrisa.
Paso el rato y Nielsen seguía ahí, mirándole en ocasiones cuando Carey estaba muy ocupada en sus propios pensamientos o en tecleando con rapidez. Ella le descubrió viéndole. Le incomodaba un poco, pero a la vez le hacía sentir… ¿Bien?
-¿De dónde es usted, señor?- Carey intento romper el silencio devastador.
-Vendo de un lugar muy lejano.-
-¿Noruega?-
-Sí. Noruega, corazón. – Este le sonrio de un modo que ella jamás había visto. Como si al mencionar esa palabra le recordara algo. Carey supuso que podía ser un buen recuerdo de sus días de juventud, ella también le devolvió la sonrisa con amabilidad.
-Yo vengo de Corpus Christi. Es un lugar muy lejos de aquí, al sur de Texas. El clima es mucho más caliente que aquí, si se puede imaginar, pero prefiero New York.-
-Te gusta el frío, ¿eh?-
-Si.- Asintió ella.
-El lugar donde nací es el más frío de todos los rei…países. Una persona normal no viviría más de una hora o minutos dentro de ese lugar, pero yo crecí en un lugar totalmente distinto. Muy, pero muy lejos de ahí. No tiene mucho que pedir del frío clina ni tampoco de la non-gloria del lugar donde nací. Algunos le dicen "el hogar de los dioses", pero para mí solo será un buque de locos con músculos por cerebro, un mal gobernante y con un hijo con más musculo que cerebro.- Carey le miraba con seriedad. Pensó que tal vez no le había ido tan bien en su juventud como ella había supuesto.
-No a todos nos gusta nuestro lugar de nacimiento. No lo juzgo, pero sin embargo, hay que acostumbrarse e tomar a la idea de que eres de ahí y que no importa cuántas veces lo niegues e olvides, nunca lo dejaras ir. Aun así, si me dieran a escoger de Dallas a New York, obviamente escogería New York. En Dallas esta toda mi pasada vida y hay muchas cosas que solo necesito olvidarme de ellas y hacer mi nueva página de vida.
-Así que prefieres el frío a lo caliente, ¿No?-
-Sí. El calor nunca es tan agradable. Hay ocasiones en que lo quieres repeler y no puedes. Sin embargo, el frío… El frío con un poco de calor es agradable en su época, no le puedes dejar ir y sabes que cuando llega el calor, sabes que extrañaras el frío, pero nunca el calor.-
-Puede que yo tenga otra vista de "frío", cuando creces en un lugar lejos de él… le odias. Otras veces le quieres dejar muy enterrado para que no regrese. El frío trae muerte con el.-
-Woah, eso fue fuerte. No creo que el frío represente "la muerte", es un nuevo estado de elemento donde las cosas llegan a morir, pero ese es el ciclo de vida. Plantas mueren en frío, pero otras más viven en calor. La vida tiene un ciclo.
-Tienes razón, corazón.- Nielsen sonrió y Carey no pudo negar aquel rubor que había tomado sus mejillas. Era extraño, Nielsen era un hombre que no conocía, pero… le tenía confianza.
Como si la conversación hubiera sido autobloqueada por uno de los dos, el silencio reino.
Él solo se quedo ahí, sentado, jugando con un pequeño artefacto azul en forma de anillo.
Henry Nielsen, pese a su extraña forma de ser y fabuloso guardarropa, parecía un tanto… ¿Peligroso? Esos ojos azules y ese porte intimidante le parecía como si quisiera alertar a los demás que no era el hombre que pensaban. Como si quisiera esconder algo de él.
-El señor McKellen le recibirá dentro de poco.- Aviso Carey con voz autoritaria e profesional.
-¿Tendrás que llamarme Jefe?-
-Lo hare, señor.-
-Tu actitud me hace pensar que algún día lograras tener algún puesto importante, Jenssen.- Ella le observo con curiosidad. Aquellas palabras le habían hecho sentir importante, ¿Importante? ¿Ella? Pero antes de que pudiera decir palabra alguna, Henry le interrumpió. –Piense, hay grandes cosas que usted podría hacer. Piense con rapidez e inteligencia. Hasta las cosas más complicadas tienen su forma fácil de llevar.- Nielsen se levanto de su asiento y se posiciono a lado de Carey.- Uno nunca sabe el futuro cercano. Un día estas en la cima y otro estas al último de la cadena alimenticia. Decisiones son decisiones, y se deben de tomar de forma rápida y correcta cuando se les tiene frente.- Carey le observo en su cara una expresión dulce y con aire de felicidad. Como si él le estuviera pidiendo algo. Ella le sonrió y él le regreso la misma expresión. ¿Qué tenía él?
No pudo darse cuenta cuando sus miradas se juntaron y ella con rapidez le ignoro e miro hacia otro lado. Él era un extraño. Un extraño que estaba a pocos centímetros y que le estaba haciéndose sentir como si aun fuera un adolescente. Él se acerco su mano derecha a la izquierda de ella y la tomo con suavidad.
-¿Señor Nielsen?- Una voz conocida se escucho y soltó una carcajada detrás de ella. Henry soltó su mano don agilidad y con tres pasos llego hasta a lado de McKellen para saludarle.
-¿Señor Rober McKellen? Es una alegría verle.- Ella pudo notar sus palabras con veneno y doble sentido.
-Un gusto verle también. Es excelente, ¡Magnifico! Estoy muy emocionado por lo que puedes llegar a hacer de este lugar. ¿Te parece entrar a mi oficina antes de ir a la junta e tomar un café?
-Claro, solo espere un minuto y estaré con usted. Como dije, es un gusto verle de nuevo.- McKellen entro con una sonrisa a su oficina y Nielsen regreso a donde Carey se encontraba.
-Lo nuestro no ha terminado, preciosa.- Carey se dio la vuelta, pero noto sus brazos rodeando su cintura. Fue tan rápido. Cuando ella se dio cuenta, Henry le tenía atorada en sus brazos, no podía correr hacia ningún lado aun si ella quisiera. Su mente le decía "corre", pero por alguna extraña razón su cuerpo no reaccionaba.
Henry se acerco a su cuello y respiro tan cerca de él que ella podía escuchar su respiración con claridad. Con cautela y lentitud, este le dio un suave beso sobre su piel. Carey se ruborizo al sentir sus fríos labios sobre ella. Este murmuro palabras no entendibles, pero ella prefirió ignorarlas y dejarse sentir. Este retiro sus brazos lentamente de la cintura de ella y dio una vuelta completamente para encaminarse a la oficina de Rob.
Carey se quedo en la misma posición. Estaba, ¿Estaba petrificada? No. Estaba totalmente sin palabras. Estaba enojada consigo misma. Estaba furiosa, ¡Era un completo desconocido! Por dentro su cuerpo le pedía ir y darle un beso, pero se estaba comportando como una adolescente que no había sido. Su enojo no era con él. Era con ella. Se mordió el labio inferior y se acomodo la ropa. Paso su mano por donde Nielsen había besado y con otra trato de ocultar el sonrojo de su cara.
Sacudió la cabeza y se sentó al borde de su silla. Todo había sucedido tan rápido.
Últimas notas:
Carey Jenssen no es un OC (personaje inventado) O bueno, más bien es mitad y mitad, ya que es re-encarnación de un personaje más que si bien, no es inventado, pero será mi headcanon. El apellido 'Jenssen' lo saque de Jensen Ackles, que es mi amorsote de Supernatural, por si se les hace conocido.
¡Dejen reviews! Si ustedes se dan cuenta, yo no sé escribir, pero hago el intento debido a que no me gusta ser una persona floja que se queda con las ganas.
