Prólogo
Eren gruñó y se frotó los cansados ojos mientras los gritos le arrancaban de su sueño. Llevándose su suave edredón hasta la barbilla, intentó volver al agradable sueño que estaba teniendo de Tom, el chico mas sexy de la escuela.
Reconocía la voz de su padre pero no lograba identificar al otro hombre, el cual no sonaba nada amable. Al estar acostumbrado a momentos como este, Eren trató de cerrar su mente tanto como los ojos. Los gritos cesaron, pero las voces parecieron sentirse más cerca; justo fuera de su puerta del dormitorio.
De repente, todos los pelos en el cuerpo de Eren se pusieron de punta estremeciéndolo; sus alarmas internas sonando fuertemente, sin entender por qué.
Su respiración se contrajo al oír las voces justo fuera de su puerta y se esforzó por escuchar pero no pudo descifrar lo que decían. Tragó con dificultad al oír el crujido de la manilla de la puerta y cerró los ojos, fingiendo dormir.
—¿Eren? —le susurró su padre, pero Eren se quedó callado.
—Mmmm no está mal —dijo el otro hombre mientras su padre suspiraba profundamente.
—Por favor, no le hagas daño —susurró y Eren no pudo evitar abrir los ojos para mirar a los dos hombres.
—¿Papá? —preguntó en un susurro mientras notaba la angustiada expresión en su padre. Apartó la mirada, mordiéndose los labios mientras negaba ligeramente con la cabeza. Eren se estremeció al ver la mirada de soslayo del otro hombre.
—Hola Eren —dijo mientras se acercaba y arrojaba su enorme cuerpo junto a él en la cama. Eren se irguió rápidamente cuando el hombre se acercó y le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
—Hola Eren. —Sonrió de nuevo y Eren tragó saliva ante el íntimo contacto—. Vamos a divertirnos un poco, muchacho.
Los ojos de Eren se ampliaron. Miró a su padre.
—¿Papá? —rogó, pidiendo que se lo sacara de encima.
No le gustaba, le asustaba y se hundió aún más en su cabecero cuando su mano llegó hasta su cuello.
Incluso a los trece años, Eren podía comprender la mirada de lujuria en los ojos de un hombre y lo asustaba. A medida que el extraño comenzó a llevar su mano hacia su parte inferior, se volvió hacia su padre.
—¿Papá? —se atragantó.
¿Por qué demonios Grisha se quedaba inmóvil cuando este hombre estaba tocando lugares que nadie había tocado antes?
—Eres muy guapo, Eren —sonrió el hombre y se volvió hacia su padre—. Es un trato —dijo con sencillez y su padre suspiró aliviado, aunque al volverse hacia Eren su rostro expresaba dolor.
—Lo siento, Eren. —Tragó saliva y Eren frunció el ceño.
—Papá, ¿qué está pasando? —preguntó, pero él le dio la espalda y salió por la puerta, en silencio cerrándola detrás de él y dejándolo a solas con este espeluznante hombre.
Eren salió disparado de su cama cuando la mano del hombre le agarró su miembro.
—¿Qué estás haciendo? —tartamudeó mientras apoyaba su cuerpo contra la pared.
—Vuelve aquí, Eren —dijo el hombre pero Eren negó con la cabeza rápidamente.
—¡Tienes que salir de mi habitación! —dijo, sacando el valor de alguna parte sin tener idea de dónde.
—¡Cómo no vengas lo lamentarás! —exigió y Eren tembló ante la autoridad del hombre.
Negó con la cabeza y corrió hacia la puerta, pero no fue lo suficientemente rápido cuando la enorme mano del hombre le agarró por los pelos tirando de él hacia atrás y lanzándolo de espaldas a su cama.
—Ahora, quédate quieto pequeño idiota —gruñó mientras se subía a su lado.
¡Oh Dios! ¿Por qué le estaba tocando las piernas y quitándole los pantalones?
—¡Papá! —gritó, pero le puso una mano sobre la boca.
Eren sacudió desesperadamente la cabeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
—¡Por favor, no! —jadeó, pero su mano siguió subiendo y subiendo—. ¡NO!
—¿Estás seguro de que estas bien aquí? —preguntó mamá y sonreí. Ella sonrió levemente antes de colocar las cajas en el suelo y volver a mirar alrededor de mi habitación.
—Creo que sí —respondí, pero añadí un encogimiento de hombros.
Los dos nos quedamos en silencio mientras mamá finalmente aceptaba mi partida. Podía sentir las lágrimas y la desesperación a través del cuarto y me dirigí hacia ella. No estando seguro de qué decir, me limité a sonreír de nuevo. Ella asintió con la cabeza y contrajo sus labios, tratando desesperadamente de controlar sus emociones.
Inspirando inestablemente acunó mi mejilla.
—Eren —susurró y sentí que una lágrima se le escapaba ante su inquietud.
—Voy a estar bien mamá.
Ella asintió con determinación.
—Por supuesto. —Una tensa sonrisa tiró de sus labios—. Tienes a Mikasa y a Armin que estarán aquí dentro de poco. —Asentí otra vez.
Esto era tan difícil. Odiaba tener que dejarla. Ella me necesitaba. Después de la muerte de papá. Y ahora, yo me iba a la universidad. Desplegando mis alas y dejándola atrás... sola.
Mamá tragó con dificultad y tomó mis manos, deslizando sus sudorosas palmas encima de las mías.
—Eren. —Su rostro se tensó mientras luchaba con las palabras—. Es... es el momento de ser libre Eren, y de vivir. Asegúrate de vivir. Por mí.
Luché contra el nudo en mi garganta y asentí. Simplemente asentí. No había palabras que ella necesitara oír. Apoyó sus labios en mi frente.
—Extiende tus alas. El pasado se ha ido... déjalo atrás. Muerto. Ahora es tiempo de empezar de nuevo.
Se apartó de mí, dio un último asentimiento y se fue sin mirar atrás.
Me dejé caer sobre mi desnuda cama, mi borrosa visión concentrándose en los patrones de remolino de la alfombra raída, mientras escuchaba el ronroneo del motor. Todavía estaba sentado en silencio cuando el familiar sonido se alejó.
Solo, libre... Estaba bastante seguro de no sentirme libre.
Un suave golpe me sacó de mis oscuros pensamientos y noté confundido lo oscuro que estaba todo ahora.
¿Cuánto tiempo había estado sentado aquí?
—¿Eren? —vino una voz detrás de la puerta. Parpadeé. Otro toque me hizo reaccionar consciente y me dirigí hacia la puerta—. ¿Eren? ¿Estás ahí?
—Sí —contesté en voz baja abriendo la puerta.
Armin me sonreía, su enorme y brillante sonrisa de inmediato levantándome el ánimo y relajándome. Entró sin invitación y reí al notar su ceño fruncido, sus abiertos pensamientos sobre mi habitación representados en esos curvados labios.
—Cristo, Eren. Es un poco...
Me encogí un poco y se dio la vuelta para mirarme.
—Es aceptable. —Negué con la cabeza y me miró más seriamente.
—¿Cómo está Carla? —inquirió. Exhalé un suspiro e inhalé de nuevo a través de mis dientes.
—Destrozada, pero...
El rostro de Armin se arrugó en una mueca y negó con la cabeza.
—Sobrevivirá. Le va a sentar bien… un tiempo a solas.
Fruncí el ceño. —No sigas, Armin. —Bufó, pero siguió adelante
—De cualquier forma pasarás mas tiempo en mi cuarto que aquí, así que... —Se encogió de hombros mientras hacía otra mueca al escrutar mi habitación.
Estaba de acuerdo con él... era una mierda.
—Es un poco... frío —admití y él se rió bajo entre dientes.
—¿Frío? —repitió con los ojos muy abiertos. Reí.
—Es una puta mierda sería mejor, pero frío suena más... ¡humano! —rectifiqué. Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Exacto. Además incluso decir que esto es una mierda es bastante indulgente.
Le di un puñetazo en el brazo.
—Hey, esta va a ser mi casa durante el resto del año, trata de ser optimista... —lo regañé.
—Optimista sería llamarlo abandonado —se burló—. Todo estará bien cuando le pongas algunas cosas y Mikasa no tardará en llegar. Estoy seguro de que va a hacer algo de magia. —Sonrió mirando alrededor de mi desolada habitación con un ligero mohín y asentí con la cabeza firmemente, intentando convencerme a mí mismo, en lugar de a mi mejor amigo.
—Escucha. Hay una fiesta esta noche en mi cuarto a las nueve. Puedo presentarte a todo el mundo. Trae a Mikasa. —Sonreía mientras me pasaba la dirección en un pedazo de papel.
Le devolví la sonrisa y asentí.
—Por supuesto, aunque ya sé dónde vives, Armin. —Fruncí el ceño ante la hoja de papel—. Voy a ir primero a las instalaciones del bar a ver si tienen algún trabajo antes de que lleguen todos los demás —le dije. Asintió con la cabeza, frotando mi brazo.
—Buena idea. La dirección es para que la des si tienes que coger un taxi. Después de todo, sólo has estado ahí una vez. —Inclinó la cabeza hacia la puerta—. Voy a ir a ponerme al día con los chicos. Retomar todo antes de que comiencen las clases.
Caminó por la habitación hacia la salida, pero se volvió con una expresión sombría.
—Escucha, Eren. —Tragó ásperamente y asentí.
—Lo sé, Armin. Está todo bien.
Me encogí de hombros. No podía ser de otra forma. Él sonrió suspirando pero asintiendo con la cabeza.
—Sí.
El "Z Bar" estaba siendo temporalmente utilizado como una oficina de registro para los nuevos estudiantes y cuando entré por la puerta, el ensordecedor ruido y el olor de cuerpos sudorosos y cerveza impregnaban el aire. Entrecerré los ojos ya sintiendo el inicio de un dolor de cabeza y me abrí camino hacia la barra apretándome expertamente entre la multitud a la espera de ser atendido. Una chica alta y con su pelo castaño atado en una coleta, situada detrás de la desgastada losa de madera, levantó sus cansados ojos hacia mí.
—¿Qué te sirvo?
Dándole mi mejor sonrisa, me incliné hacia ella. —Estoy buscando un trabajo.
Ella pareció hundirse en agradecimiento y alivio.
—¿Tienes experiencia? —preguntó mientras miraba a un chico que golpeaba la barra—. ¡Espérate un poco! —le ladró. Asentí con la cabeza.
—Dos años de camarero, pero prácticamente vivía en el pub así que...
No me dio tiempo de terminar. Señalando con barbilla a la barra, sonrió maliciosamente.
—¡Genial! Veamos que tal te desenvuelves entonces.
Parpadeé.
—¿Ahora?
Asintió con la cabeza lentamente. —Sí,... ¡Ahora! —confirmó alegremente y luego desapareció al otro lado de la barra para servir al hombre que golpeaba impaciente.
Estirándome un poco toqué al muchacho junto a mí. Se dio la vuelta y curvó sus cejas en modo de pregunta.
—Ayúdame a pasar y te atenderé primero.
Me sonrió y de pronto me encontré con sus manos alrededor de mi cintura mientras me levantaba. Por suerte para mí era un hombre grande.
Cuando me dejó al otro lado de la barra le guiñé el ojo en complicidad.
—¿Qué te sirvo? —pregunté apoyándome sobre la barra. Me sonrió
—Un VK Blue. —Asentí con la cabeza y me volví, recorriendo las neveras bajas ubicadas a lo largo de la pared detrás de la barra.
Localizando la botella azul, hice estallar la tapa y me coloqué en la barra frente a él con una sonrisa. Me pasó un billete, pero lo rechacé.
—Esta va por mi cuenta.
Su sonrisa se ensanchó en agradecimiento.
—¿Cómo te llamas? —preguntó, sus ojos posándose sobre mi cuerpo.
—Eren —respondí mientras escribía el precio de su trago en la palma de mi mano. Asintió y me sonrió con picardía.
—Bonito nombre.
Le volví a guiñar el ojo.
Caminando a través de la puerta de mi dormitorio después de tres horas de servirle a adolescentes borrachos, me dejé caer exhausto en la cama aún sin hacer. Me sonreí a mí mismo, estaba realmente contento con el resultado del día. Me había mudado —aunque fuera a una pocilga—, conseguí un trabajo que podía hacer y disfrutaba, y obtuve muy buenas propinas de numerosos borrachos; todo para finalmente ganarme mi libertad... o lo que esperaba que resultara mi libertad.
El fuerte tono de Mikasa se hacía eco a través de las finas paredes y sonreí ante el sonido. Amaba a mi hermana.
¨Le dices a todos los chicos "No"
Te hace sentir bien, sí
Sé que estás fuera de mi alcance
Pero eso no me va a asustar, oh no
Dejando mi habitación, me dirigí hacia la cocina donde podía oír a Mikasa cantar "Debajo de tu Belleza" de Emile Sande. Ella estaba de pie frente a la estufa, destruyendo a unos inocentes y ya no tan comestibles alimentos, cantando en voz alta y me uní detrás de ella obligándola a darse la vuelta y sonreírme mientras tomaba el control de la canción.
¨Lo has hecho por largo tiempo,
No puedes parar si no lo intentas
Has construido una pared tan alta
Que nadie puede escalarla
Pero voy a intentarlo¨.
—¡Eren! Me encanta tu voz. Es ronca y tan sexy que podrías estar en una banda —declaró en voz clara y honesta, como siempre. Me envolvió fuertemente en sus brazos, quitándome el aliento—. ¡Estás aquí!
Escaneé mi propio cuerpo. —Bueno eso creo Mikasa, pero nunca se sabe; extraterrestres y todo eso...
Poniendo los ojos en blanco, se dio la vuelta de regreso hacia la cocina, mientras una chica entraba. Tenía un brillante cabello rubio, era delgada y tenía la piel blanca como la porcelana. Nos sonreía ampliamente.
—Hola. —Extendió su mano, y acepté el ofrecimiento devolviéndole la sonrisa—. Historia Reiss.
—Eren, y esta es Mikasa —me presenté como si estuviéramos en una entrevista. Pareció aceptarnos cuando asintió.
—¿No han llegado aún los otros? —preguntó mientras sus ojos escaneaban a través de la habitación y curvó sus labios al ver el brebaje color naranja de Mikasa. Me lanzó una mueca de disgusto que disimuló rápidamente con una sonrisa y yo asentí en concordancia.
—No. Hay un grupo que se instala hoy, pero el resto no se unen a nosotros hasta el domingo —reveló Mikasa mientras se volvía de nuevo hacia nosotros.
—¿Qué estás cocinando Mikasa? —Contuve la respiración, esperando la temida información.
—Bueno... es una mezcla de sopa de verduras, tocino y salchichas... Cazuela de salchichas. —Se encogió de hombros como si fuera obvio que era cazuela de salchichas. Historia y yo asentimos con vacilación.
—Uh hum —ofrecí antes de volverme para reservarme mi opinión.
—Hey —llamó una profunda voz detrás de nosotros. Salté y todos nos giramos.
Era alto, enorme de hecho, y musculoso, y en silencio me pregunté si sería jugador de baloncesto o de rubgy. Tenía el pelo rubio corto y una sonrisa amplia que llenaba todo su rostro.
—Hola. —Sonreí y me acerqué a él, tendiéndole la mano a modo de saludo—. E.
Frunció el ceño.
—¿E? —se extrañó, sus ojos examinando cada centímetro de mí.
—Abreviatura de Eren.
—Ahh —comprendió antes de volverse hacia las demás, su mirada clavándose en Mikasa antes de regresar a mí—. Reiner Braun.
Sonreí y asentí. —Bienvenido al Bloque Trost, Reiner.
Devolviéndome la sonrisa se acercó con paso majestuoso hacia Mikasa y miró detenidamente a la cazuela.
—¿Qué demonios es eso? —Historia me lanzó una mirada de horror y contuve una carcajada. Mikasa lo miró ferozmente, produciéndole una mueca a Reiner—. Se ve muy bien... —Dio marcha atrás rápidamente, pero no había convencido a Mikasa.
—¿Quieres probar? —Ella apretó los labios y entrecerró los ojos mientras le ofrecía un poco en una cuchara. El chico levantó las manos defensivamente, como si intentara alejar los malos espíritus que pudiesen liberarse de los vapores de la mezcla de Mikasa.
—Gracias pero tengo que... desempacar. —Se retiró rápidamente y desapareció por la puerta.
Intercambiamos miradas entre todos, y Mikasa se mordió los labios con enojo; una muestra de su carácter.
—Bueno, me muero de hambre —intenté aplacarla, mientras maldecía interiormente por mi blandura. Historia asintió como queriendo reanimarla.
—Yo también. ¿Cuánto tiempo falta para que esté listo?
Cuando Mikasa regresó su atención a la comida, le sonreí en agradecimiento.
—Unos cinco minutos —respondió y ambos tragamos con aprensión.
—Eso es bueno, entonces... Hey, hay una fiesta esta noche en casa de Armin —informé, tratando de cambiarle el estado de ánimo a mi hermana. Funcionó, la alegría regresando de inmediato a sus ojos.
—Genial. No puedo esperar para conocer a sus compañeros de casa. Se supone que están en una banda de rock.
Asentí con la cabeza. —Sí. Creo que sí. ¿Quieres unirte a nosotros, Historia?
Historia sonrió agradecida.
—Genial, sí. ¿Una Banda de Rock con chicos sexys? —quiso saber con interés. Me reí y lo confirmé con la cabeza—. Entonces, definitivamente puedes contar conmigo. —Amplió la sonrisa, pero rápidamente decayó cuando Mikasa colocó un plato frente a los dos.
—Wow.
Historia y yo suspiramos con resignación.
Hola a todos! Aquí vengo con mi nuevo fic! Espero que os guste :) En el siguiente capitulo veremos quienes son los integrantes de la banda de rock :P. Espero vuestros comentarios y opiniones! Un beso^-^
