Just a Barbie Girl!
Protagonistas: Noruega y Dinamarca
Otros personajes: Suecia, Finlandia e Islandia.
Disclaimer: Recemos a Himapapa para que no nos abandone y nos siga deleitando con Hetalia. Ah, y la canción no es mía tampoco, por supuesto. Pertenece al grupo noruego-danés Aqua.
Silencio en la casa. Oh, maravillosa paz. Se respiraba tranquilidad en la casa de los Nórdicos, y lo único que se escuchaba era el ruido de las hojas al pasar del libro que leía Suecia. Ni siquiera Hanamatago hacía ruido. Ojalá esto durara por y para siempre, ¿verdad? Claro que sí.
Pero…
–¡NORUUUU! –el mencionado puso los ojos en blanco. El estrés estaba de vuelta.
El danés entró efusivamente al salón, donde se encontraban los demás.
–¡Noru, Noru, mira lo que he encontrado! –vuelve a llamarle mientras revuelve en su bolsa, buscando algo.
–¿Qué quieres? –contestó el otro, dignándose a levantar la vista de los documentos que firmaba. Tendría que esperar hasta más tarde para terminarlos, porque Dinamarca era canso como él solo.
–Mira lo que me he encontrado en la tienda de música de la vieja gruñona. –dijo sonriendo, mientras enseñaba una carcasa transparente con un disco dentro. Era un CD de música, cuyo título reconoció el noruego, porque la cara que puso al verlo no tiene precio.
–Estás de coña. –replicó, levantándose y tomando el disco entre sus manos, sonrojándose de vergüenza. El danés se rió fuertemente.
–¿Qué pasa…? –preguntó Suecia, levantando la vista del libro que leía. Finlandia, ocupado limpiando las armas, también prestó atención al recién llegado y al que en esos momentos temblaba a su lado.
Noruega les miró a ambos con los ojos muy abiertos, como si estuviera recordando un trauma del pasado. El sueco y el finés se sorprendieron al verlo de esa manera, decidiendo que tenía que ser realmente relevante como para sacar a la luz un sentimiento del inexpresivo noruego.
–Es… Es… –se quedó sin habla, el shock fue realmente grande para él. El danés terminó la frase.
–¡Es el CD de la canción que compusimos Noruega y yo: "Barbie Girl"! –se escucharon ruidos de mandíbulas caer al suelo. Oh, sí. No hacía falta darles una explicación sobre la canción. La conocían MUY bien. Fue tal la sorpresa que hasta Islandia bajó de su habitación, con paso rápido.
–No me jodas, Dinamarca. No tiene gracia. –negó el menor, tomando el disco de las manos del noruego, quien estaba respirando fuertemente. –Mierda.
Suecia apartó el libro, levantándose del sillón rápidamente, y tomando por los hombros al danés, quien movía la cabeza mientras tarareaba la canción.
–Dinamarca. Por favor, no. –le pidió… no. Le suplicó al mencionado. Tarde. El otro ya había empezado a cantarla. El infierno había comenzado.
–D-Dinamarca… Por tu bien, espero que no te dure mucho la temporada "rebelde" de nuevo. –el finés tomó la palabra, dejando con cuidado el arma en su sitio correspondiente tras haberla limpiado. El primero que salió del shock general fue él, mirad por dónde. Hasta Suecia, que tampoco exteriorizaba sus expresiones, tenía la cara descompuesta. Finlandia tomó el disco y lo dejó sobre una estantería alta, a pesar de que sabía de sobra que el danés alcanzaba esa altura de sobra.
–Se va a quedar aquí, por si acaso, ¿de acuerdo? –dictó, con un semblante relajado. Todos menos Dinamarca asintieron, aún con los ojos como platos. El que no corroboró la propuesta puso un pucherito.
–¡No estoy de acuerdo! Lo he comprado, ¡lo justo es que pueda escucharlo! –le replicó a Finlandia. Este negó, aún en su línea.
–Podrás cogerlo cuando todos den su aprobación. –se escucharon suspiros de alivio por parte de los otros tres. Finlandia levantó un dedo, como si fuera a dictar más reglas. –Y también podrás reproducirlo cuando nosotros no nos encontremos en la casa.
Dinamarca hizo un ademán para quejarse, pero cerró la boca. Soltó un suspiro de resignación.
–De acueeerdo… ¡Pero entonces sólo lo podré escuchar yo!
Finlandia asintió encogiéndose de hombros, pensando que dudaba mucho que alguien más quisiera oír el disco.
Islandia parpadeó unas cuantas veces seguidas, como si hubiera estado en trance todo ese rato. Se dio media vuelta, dirigiéndose de nuevo a las escaleras.
–Yo… me voy a la habitación… Otra vez. –y se fue por donde vino. Suecia y Noruega reaccionaron a la vez. El primero, bajó las manos de los hombros de Dinamarca para ir a seguir leyendo, sin querer hablar más de ese tema. Y el segundo, se dirigió a la cocina, para ponerse morado de salmón ahumado que preparó días atrás, era lo único que le relajaba, aparte de estar concentrado con otras cosas… Y Dinamarca, frustrado, subió con Islandia para irse a la habitación que compartía con el pobre noruego.
A Suecia se le encendió la bombillita. Buscó con la mirada al finés, que estaba a su lado, limpiando, esta vez, una pequeña pistola que usaba mucho. Finlandia se sintió observado, y debido a ello, su mirada se cruzó con la del sueco. Esta era tan afilada y fría como el hielo que Finlandia se sobresaltó. Carraspeó, incómodo.
–¿Qué… ocurre? –preguntó. El sueco miró al techo, como si esperara que ocurriera algo en el piso superior de la casa.
–Dinamarca tiene portátil. Y altavoces. –informó de manera escueta. Finlandia parpadeó, sin saber a qué se refería el mayor. Pero sus dudas se disiparon en cuanto un sonido muy fuerte inundó la casa, seguido de la voz desafinada del danés cantando.
–¡DINAMARCAAAAAA! –gritó el islandés que estaba en la habitación contigua a la del otro, abriendo la puerta de esta última. Dinamarca no le hizo ni caso, siguiendo con su "concierto" personal, pero se vio cortado en cuanto vio a los otros tres en la puerta junto a Islandia, quien pausó la música. Noruega se golpeó la frente con la mano, bajando las escaleras, rojo de vergüenza.
–Me parece que también vamos a tener que cortarte el internet. –dijo Finlandia. Dinamarca se quedó blanco, ¿sin internet?
–¡Eh, no! ¡Ni se te ocurra, Fin! –le suplicó. El mencionado le miró, con el ceño fruncido.
–Acordamos en que no escucharías la canción en presencia nuestra.
–No estabais ninguno en mi habitación.
–En la casa, tarugo. –dijo Islandia, encerrándose por segunda vez en su habitación. Finlandia desactivó la conexión del ordenador de Dinamarca, quien de rodillas le pedía que no lo hiciera, y bajaron de nuevo al salón.
Noruega salió a dar un paseo, para intentar olvidarse sin éxito de la canción. Recordó aquellos días en los que Dinamarca y él hacían idioteces como aquella, y pensando en que se lo pasaban muy bien. Sacudió la cabeza, ¿pasándolo bien? No, no podía dejarse arrastrar y caer en la tentación de la maldita cancioncita. Volvió temprano a casa, el paseo no le servía de mucho. Decidió ayudar al finés con la cena; al menos, se entretendría en algo y no pensaría en ello.
Cenaron, con el danés hablando hasta por los codos, como siempre. Cualquiera diría que no le habían quitado internet o le habían prohibido escuchar su canción favorita hasta que se lo permitieran.
–¡Sí, sí! El disparo fue espectacular. Prusia es un viciado, tiene que haberse pasado un huevo de días jugando para poder tener tanta destreza. Pero bueno, ya le alcan- ¿Noru…?
Toda la atención se centró en el noruego. Sin tomarlo ni beberlo, había empezado a tarear "la canción", mientras esperaba a que la cena se enfriara un poco y poder probar bocado. Se dio cuenta cuando todos le miraban estupefactos. Bueno, Dinamarca era una mezcla entre ilusión y sorpresa. La de los demás era terror puro y duro.
–Mierda… –susurró más para sí mismo que otra cosa. El primero en romper aquella tensión fue el danés, que se había inclinado a abrazarle.
–¡Sí! ¡Sabía que en el fondo te gustaba la canción!
–¡Mentira! Es sólo que se me ha pegado…
–Ya, bueno. ¿Te apetece cantarla hoy en el garaje?
–No.
Dinamarca puso un pucherito. En el fondo, Noruega tenía ganas, pero no quería engancharse… no, no quería… ni podía. Se negaba a perder toda la dignidad recuperada desde hace años.
–Yo… me voy a dormir. Buenas noches. –y el noruego voló hasta la habitación, tumbándose en la cama, pensando en que la había cagado. Mucho. Ahora, alguien que conocía muy bien, le perseguiría con eso en todos lados, a todas horas.
No pasó mucho rato hasta que el danés abrió "con cuidado" la puerta (es decir, estampándola contra la pared sin hacer ruido) y entró en la habitación cerrándola, saltando en la cama de Noruega, que estaba a punto de dormirse, y por eso, en ese momento, le odiaba con todas sus fuerzas.
–Noru, ¿te apetece escuchar la canción? –le susurró con una sonrisa. El mencionado se estiró, negando levemente con la cabeza. Pero Dinamarca, debido a la oscuridad, lo interpretó como un sí, así que cogió el móvil de Noruega (porque desde el suyo era imposible debido a que también le cortaron la conexión desde allí), buscó la canción en Youtube y le puso un auricular, poniéndose el otro él mismo. Y empezó a sonar. Al principio, Noruega se resistía, pero era tan pegadiza, que acabó tarareándola con el danés. Se dio cuenta de lo que hacía, y se quitó el auricular rápidamente.
–¡Quítate, déjame dormir, pesado! –exclamó en voz baja, intentando tirar a Dinamarca de su cama, pero era pesado y se había dormido. Desistió y, por culpa de él, pasó casi toda la noche en vela, ya fuera por las patadas que le daba el mayor, o porque empezaba a cantar la dichosa canción. Hasta pronto, días de tranquilidad… o lo más parecido a esta.
Buenas de nuevo. Pobre Noruega, cayó en la tentación.
En un principio, esto iba a ser un Two-shot, pero debido a que no quería hacerlo demasiado extenso (sí, soy más de one-shots y drabbles), pues he decidido dejarlo al aire :D No me gusta mucho el final, por lo que es bastante probable que suba la continuación que falta, pero no os recomendaría haceros ilusiones, porque con lo vaga que soy… Bueno, espero que os haya gustado. Ciao!
B-Ookami
