NOTHING TO APOLOGIZE FOR
Seis meses antes de la guerra santa del siglo XVIII
Agasha subió como de costumbre hacia los Doce Templos, llevando al Patriarca Sage las flores que le habían encargado a su padre. A la chica no le molestaba: podía ver a cierto santo dorado en el último templo. Esta vez estaba un poco nerviosa: la última vez que había ido, una semana antes, había devuelto a Albafica su capa blanca, la cual le había prestado para cubrirse y evitar que sus flores se arruinaran. Agasha se lo había agradecido, pero de nuevo, Albafica la despidió con su típica frase "No me toques".
Agasha bufó. Ya su padre le había explicado, no era grosería del santo de Piscis: él creía fervientemente que podía hacerle daño a la gente que lo rodeaba. Suspiró.
-¿Qué haces tan distraída, mocosa?- dijo una voz masculina. Agasha dio un respingo de sorpresa, que por poco la hizo tirar todas las flores que llevaba en sus manos. La chica se volvió, y notó que se trataba del santo de Cáncer.
-Yo… yo…- comenzó Agasha- vengo a dejar estas flores al patriarca Sage-
Manigoldo se echó a reír.
-Ya, no seas tan asustadiza, mocosa- dijo Manigoldo, haciendo un gesto de desinterés con su mano- no vale la pena que subas al templo del Patriarca, hoy hay pruebas para los nuevos santos de bronce. Seguramente el Patriarca y la señorita Athena estarán en el Coliseo-
Agasha parpadeó, pero agradeció a Manigoldo. Cuando la chica se iba a despedir, vio a otro santo dorado, que llegó detrás de Manigoldo y le dio un buen zape.
-Ay ay ay ay- se quejó Manigoldo- ¡Dohko!-
-Deja en paz a la señorita- dijo Dohko en un tono de reproche, y se volvió a Agasha- sube de todos modos, el Patriarca dejó a alguien encargado de recibir tus flores-
-Gracias, señor Dohko- dijo Agasha, inclinándose, y apresurándose a subir al templo del Patriarca.
Mientras cruzaba los Doce Templos, la chica no pudo evitar sentirse triste y cabizbaja. Si era cierto lo que Manigoldo había dicho, seguramente no se encontraría con Albafica ese día. Agasha se encogió de hombros, y continuó su camino. Solamente se encontró a Sísifo, quien solamente la saludo con amabilidad antes de bajar al Coliseo. El resto de los templos estaban vacíos.
Una vez que llegó al templo del Patriarca, Agasha se encontró con una de las chicas que estaban al servicio de la diosa, la cual vestía un peplo de color blanco, con una tela muy hermosa, que hacía que Agasha se sintiera un poco avergonzada de su vestido más o menos simple. Una vez que recibió la paga por las flores, la chica agradeció y emprendió su camino de regreso.
No llegó muy lejos. Agasha se detuvo en el templo de Piscis. Lo cierto era que Albafica le intrigaba, y se moría de ganas de ver como era su templo. En la entrada del mismo, entre el templo del Patriarca y el de Piscis, había un hermoso jardín de rosas, las cuales habían sido removidas para permitir que Athena y el Patriarca descendieran al Coliseo.
Agasha se detuvo al ver las seis blancas columnas en la entrada del templo, y el símbolo de Piscis en la entrada. Sonrió levemente. La entrada del templo, del hogar de Albafica, era sencilla pero hermosa. La chica dio un par de pasos hacia el interior. Conforme iba entrando al templo, se podía percibir un hermoso aroma a rosas en su interior. Agasha sonrió, y se detuvo un momento para disfrutar el delicioso perfume del doceavo templo. La chica parecía estar en su paraíso personal. Bueno, quizá no tanto, pero realmente estaba disfrutándolo. ¿Cómo no se había dado cuenta de ese olor antes?
Miró a su alrededor. El enorme templo de Piscis tenía un pasillo principal, y estaba dividido en dos plantas. En la planta inferior había un gran sala, nuevamente, sencilla pero hermosa, con un par de muebles, un trinchador y un enorme espejo, todos los muebles con fino estilo francés. Sobre el trinchador había tres floreros, todos respetos con rosas de distintos colores. Agasha no soportó la curiosidad, y se acercó al trinchador, pasando sus dedos sobre las rosas.
-Que hermoso…- susurró para sí misma.
Agasha volvió a mirar a su alrededor. Había una puerta cerrada a su izquierda, lo cual la chica supuso que sería la habitación de Albafica. A su derecha había una escalera que llevaba a la segunda planta, seguramente hacia la habitación de aprendices, la cual estaba vacante desde que ella tenía memoria. Seguramente el santo de Piscis también estuvo ahí cuando era más pequeño y entrenaba en el Santuario. Algo en la base de la escalera llamó su atención. La chica se acercó y lo tomó. Se encontró una pequeña moneda de plata, con un hueco en el centro, y tres coronas acuñadas a su alrededor. Se encogió de hombros, y la puso sobre el trinchador, frente a uno de los tres floreros.
La chica se moría de ganas de echar un vistazo a la habitación de Albafica, pero sabía que eso sería llegar demasiado lejos. Suspiró, y volvió a pasar los dedos por las rosas en los tres floreros sobre el trinchador.
-Son demasiado hermosas- dijo Agasha para sí misma.
-Entonces deberías tomar una- dijo una voz detrás de ella. Agasha casi gritó, y se volvió tan de golpe, que estuvo a punto de tumbar uno de los tres floreros en el templo. Albafica lo detuvo para evitar que cayera al suelo, y lo volvió a poner en su sitio.
Agasha se enrojeció furiosamente, tanto que hizo que el serio Albafica relajara su mirada y sonriera ampliamente.
-Se… ¡Señor Albafica!- exclamó Agasha, sumamente apenada por haber sido atrapada curioseando en su templo- lo… lo lamento mucho… no debería estar aquí… es solo que…-
Agasha levantó la mirada por un instante. Albafica estaba justo frente a ella, mirándola fijamente. Lentamente se cruzó de brazos, pero se mantuvo sonriendo benévolamente. Aún así, no soportó los penetrantes ojos del santo de Piscis, y volvió a bajar los ojos.
-Bueno, es que me gustan mucho las rosas- dijo Agasha por fin.
-No tienes que disculparte, Agasha- dijo Albafica, pasando sus dedos por entre las rosas y eligiendo una- no tienes que disculparte por apasionarte por lo que amas-
Agasha continuó con sus ojos firmemente clavados en el suelo. De pronto, sintió que la mano del santo la tomó por la barbilla y la hizo levantar la mirada. El santo aún seguía sonriéndole. Agasha se sonrojó, pero sonrió también. Ambos se miraron en silencio. Albafica estaba sorprendido porque esa chiquilla común insistiera en encontrarse con él, y que compartiera su pasión por las flores, algo que no ocurría frecuentemente. Pasó sus dedos por la mejilla de la chica, quien acentuó su sonrisa al sentir la caricia.
De pronto, Albafica se dio cuenta de que estaba rompiendo su propia regla de "no tocar", y soltó la mejilla de Agasha, para después aclararse la garganta.
-Lo lamento- dijo Albafica. Tomó la rosa que había elegido, y se la ofreció.
-Muchas gracias, señor Albafica- dijo Agasha, sonriendo y colocándose la rosa en su vestido.
Los dos se miraron extrañamente entre ellos, hasta que Agasha sacudió la cabeza.
-¡Por los dioses!- dijo Agasha- ya me tengo que ir, mi padre debe estar esperándome-
Albafica sonrió levemente y asintió.
-Muchas gracias por todo, señor Albafica- dijo Agasha, acercándose a él con lo que parecía la intención de estrechar su mano. El santo de Piscis borró su sonrisa por un momento.
-Vete con cuidado, Agasha- dijo Albafica- no me…-
Justo cuando el santo dorado iba a decir su repetitiva frase de "no me toques", Agasha se puso de puntillas y lo besó rápidamente en la mejilla, para después darse media vuelta y dirigirse hacia la salida del templo de Piscis. Albafica se quedó perplejo.
-…toques…- terminó su frase el santo, con los ojos abiertos como platos.
Agasha se volvió hacia él antes de salir del templo, y le dijo adiós con una de sus manos, antes de reanudar su marcha hacia el templo de Acuario. Una vez que la chica desapareció de la vista, Albafica se llevó la mano a la mejilla, justo donde Agasha lo había besado, y sonrió. Suspiró, y se dirigió a atender su jardín de rosas.
Cuando Sasha y el Patriarca Sage pasaron por su templo, ambos encontraron las rosas más bellas que de costumbre.
-Alguien está contento- comentó Sage en voz baja. Sasha solo alzó las cejas.
x-x-x
¡Hola a todos! Este es solo un pequeño flashback a Lost Canvas, que se me ocurrió escribir mientras agarraba inspiración para el siguiente fic. Espero que les esté gustando. Muchas gracias a todos los que me siguen. Les mando un abrazo. Nos leemos pronto.
Abby L.
