RANMA NO ME PERTENECE, SOLO HAGO ESTO POR DIVERSIÓN

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Mi esposa, la única.

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Capitulo Único

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Terminó de alistarse la cinta que usaba en la cabeza como distintivo oficial de su escuela. Aquella prestigiosa escuela que habia fundado, fruto de la unión de las escuelas Saotome y Tendo del cual ahora era el único rector y figura principal.

La escuela Saotome Tendo era por esta época una de las más importantes del mundo y su participación dentro de competencias de alto nivel eran bastante esperadas.

Ranma sonrió un poco al acabar de anudarse la cinta en la cabeza. De nuevo tenía en pie una nueva final de combate libre en el torneo nacional que se disputaba en Tokyo y del cual él estaba muy orgulloso de haber salido acreedor de todas las medallas en los últimos 10 años. No habia competencia, torneo o actividad que implicase artes marciales donde no lo llamaren a él o a miembros prominentes de su escuela.

―Maestro Saotome ¿quiere que le acerque botellas de agua fría?―le preguntó uno de sus pupilos.

―No hará falta―respondió Ranma con pasmosa seguridad, una característica que habia tenido de adolescente y que no habia cambiado en la madurez―. Estoy pensando en terminar este último combate pronto.

―Imagino que quiere ir a casa. Su hijo está por nacer ¿no es cierto?―preguntó animado su pupilo, un ferviente admirador de su escuela, y alumno suyo. Era un adolescente que se habia enrolado al estilo Saotome, exacerbado por los prodigios realizados por el mundialmente famoso Ranma Saotome. Idolatraba a su maestro.

Ranma enrojeció un poco. No le gustaba mucho hablar de sus cosas privadas con sus alumnos, pero era de público conocimiento que su esposa Akane estaba a punto de dar a luz en estos días.

Razón demás para estar emocionado. Ranma esperaba que le viniera el varón que tanto ansiaba. Y tenía el presentimiento de que esta vez sería un niño. El futuro gran heredero de su escuela. Justamente para que le llegara la sorpresa habían evitado con su mujer que le pasen datos del sexo del bebé por nacer.

La adrenalina de la emoción le corría por todo el cuerpo, no solo por el combate que estaba a punto de tener, sino por la idea de que pronto vendría al mundo su ansiado heredero.

Hoy era la primera vez que su familia no lo acompañaba en un encuentro de un torneo. Y justamente por el estado de Akane que podría entrar en trabajo de parto en cualquier momento. Pero su esposa habia sido tajante en que debía estar en este torneo y ganarlo a como diera lugar a pesar de que él habría querido quedarse. Total medallas para ganar no le iban a faltar nunca, pero Akane le habia dado una mirada feroz que no tuvo más remedio que venir.

―Ya ve, Ranma. Nos las arreglaremos en caso de que pase una emergencia―le habia dicho su esposa―. Ni se te ocurra venir a la casa sin ese trofeo.

Probablemente le hubiera tenido verdadero miedo si la veía sacar su viejo mazo de su época de prometidos, pero que en estos diez años de matrimonio y vida en común, solía usar aun de vez en cuando.

Pero tampoco es que tuviera tanto tiempo libre. Akane y Ranma habia tenido cuatro hijas durante esta década de matrimonio. Cuatro niñas. Cuatro mujeres que habían venido de seguido a poblar el hogar de Ranma con Akane. Quizá era un designio del destino ante el empeño de poder engendrar a ese varón que tanto deseaba. Pero para Ranma no estaba mal. Amaba a sus pequeñas hijas, y vivía para proveerles de lo mejor.

Y solía sonreír de saber que su destino era estar rodeado de mujeres hermosas, aunque de terrible carácter. Porque eso sí, eran peligrosas como la madre, y habían heredado los celos que siempre habían caracterizado a ésta, aunque todavía eran muy pequeñas. Misao habia cumplido 9 años. Midori iba por los 7, Saori tenía 5 y la más pequeña Minmey de 3.

Se habían caracterizado porque habían tenido la particularidad de nacer en momentos muy extraños.

La mayor Misao empezó a causar problemas en el vientre de su madre en plena fiesta de compromiso de su tía Kasumi. Midori vino al mundo cuando ocurría la fiesta de bodas de Ryoga y Akari. La pequeña Saori se le ocurrió venir al mundo durante el bautismo del hijo de Kasumi. Y finalmente a la más pequeña Minmey, habia sido bastante gracioso, porque los dolores de parto le habían venido a Akane cuando estaban en una fiesta de año nuevo en China. Por eso la menor tenia nacionalidad china y el nombre mismo era de esa ascendencia.

Ranma estaba orgulloso de ellas, aunque no negaba que habia sido algo duro acostumbrarse cuando eran padres primerizos, porque casi no los dejaba dormir a él y a Akane.

Pero habia valido la pena. Aunque a veces se sentía algo culpable por estar lejos de su casa por estar en su escuela, lo mitigaba con saber que al menos podía ofrecerles una buena vida y consentirlas como las princesas que eran.

Es por ellas que competía en estos torneos y se esforzaba por ensalzar el nombre de su escuela, posicionarla, y darle un nombre propio a su nombre como una marca registrada.

Miró a las gradas especiales, y solo vió a sus discípulos en el lugar que generalmente ocupaban su mujer y sus hijas.

Le dio un poquitín de nostalgia, pero al final miró en su frente antes de subir al escalerón que lo comunicaba al ring.

El contrincante que lo esperaba era alguien que parecía haber salido de una fábrica de hormonas por la cantidad de músculos que tenía. Se decía campeón de Okinawa y era un experto en artes marciales y cualquiera sin el ojo entrenado de Ranma le tendría miedo.

Saludó y justo cuando los presentadores del evento hacían sus presentaciones y se oían los gritos de las gradas del estadio lleno, lo cual era como una música muy bien conocida para Ranma, la voz desesperada y gritona de alguien que entró corriendo a la zona de las gradas especiales, y que lucía un uniforme de la escuela Saotome Tendo puso en alarma a todo el estadio.

―! Maestro Saotome!, la señora Akane ha sido ingresada de urgencia al hospital, su bebé está por nacer, eso me avisaron los muchachos de la Escuela que estaban allá.

Ranma se paralizó por unos segundos. Era la quinta vez que oía algo parecido. Pero aunque fuera una sensación que ya habia vivido antes, no dejaba de ser algo poderoso e intenso. Uno no se volvía padre todos los días.

Y como todo vástago Saotome Tendo habia tenido la genial idea de venir al mundo en algún momento culmine.

Obviamente ante tremenda interrupción, y más porque su discípulo lo habia gritado cerca de uno de los micrófonos aledaños, todo el estadio habia quedado igual de pasmado e impresionado que el padre.

Obviamente la primera reacción de Ranma habia sido la de abandonar la posición defensiva que tenía frente al rival de turno y disponerse a correr como sea.

―! Parece que la lucha tendrá que parar!, acaban de informarle al participante Ranma Saotome que su mujer ha entrado en trabajo de parto―gritó uno de los presentadores por uno de los altavoces

El estadio ardió en gritos, al parecer conmovidos por la situación.

Pero justo ahí el presentador del evento pareció oír algo atravez de los audífonos que tenía puesto y gritó―. ¡Un momento, señores!, la producción me informa que está recibiendo una señal de video en directo ¡vamos a ponerlo en el monitor!

Ranma que seguía corriendo no estaba prestando atención al mismo, pero se paralizó cuando escuchó la voz de Akane a través de los parlantes, que venía directamente del monitor.

Y ahí la vió.

Siendo cargada por su padre Soun y por su suegro Genma, rodeaba de sus hijas que saltaban alrededor de su madre, y con Kasumi y Tofu cargando bolsos.

Nabiki parecía estar filmándolo.

En ese momento, una adolorida Akane gritó frente a la cámara.

―! Ranma Saotome, no seas bobo, ni se te ocurra venir a casa sin esa medalla!―con gesto desafiante, aunque de inmediato pareció cambiar su rostro por uno más tierno y añadió―.Pero eso sí, apenas acabes, ven pronto, que yo, tus hijas y el nuevo bebé estaremos esperando por ti.

En ese momento el video se apagó. Parecía ser una transmisión en vivo.

Ranma no podía creer lo que veían sus ojos. Su esposa, su propia esposa lo estaba animando y alentando a quedarse en el combate final.

Por unos ligerísimos segundos, frente a los ojos de Ranma pasaron todos sus años juntos, viviendo junto a una mujer que en apariencia parecía tan fuerte y determinada, pero en el fondo era una muchacha frágil y bondadosa. Con ese plus de orgullo que hacia tan adorable a sus ojos.

Por lo visto ella habia estado siguiendo los combates por televisión y se aseguró con los artificios de Nabiki de que él recibiera su mensaje.

―Akane….mi querida so boba―se dijo a si mismo enternecido por lo que vieron sus ojos a través del monitor.

El silencio que se habia instalado en el estadio finalmente terminó irrumpiendo en gritos ardorosos luego de haber sido testigos de semejante muestra de vehemencia.

Ranma tampoco podía quedar indiferente ante ello. Su propia y ardorosa esposa le habia pedido que no fuera, que se quedara a batallar por la medalla. Que ella haría su mejor esfuerzo por traer al mundo a su nuevo vástago, por tanto él debía hacer lo mismo, y traer un nuevo trofeo a la escuela de la que estaba tan orgullosa que su esposo dirigiera.

Ranma regresó por sobre sus pasos, para volver a subir por los escalerones ante los aplausos y vítores, para volverse a poner frente a su rival que ya se habia creído ganador ante la deserción de Ranma Saotome.

―! Señoras y señores!, el participante Ranma Saotome regresa a la tarima, ¡ va a continuar el combate!

El otrora heredero de la categoría libre Saotome se puso en posición ofensiva.

El saber que en estos momentos Akane estaría dando un tremendo esfuerzo por traer al mundo a su hijo, en conjunto con la emoción de que pronto podría verlo, le daba una matiz diferente a la pelea que iba a tener.

No podía dejar de pensar en la valentía de la madre de sus hijas.

―! Esto será por ti, Akane!―gritó en un momento dado antes de dar el primer salto luego de que las campanas anunciaran el inicio del combate.

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En la sala de espera, las cuatro niñas de Ranma y Akane junto a sus tías, los abuelos y el tío Tofu estaban expectantes ante noticias que salieran de la sala de operaciones.

―Este parto parece más difícil de las veces anteriores―mencionó Nabiki

―Espero que Ranma pueda venir pronto―añadió Kasumi

―Fue la propia Akane quien le pidió que acabara su combate. ¡Mi niña es tan valiente!―sollozó Soun

En esos momentos, tras la puerta, pudieron oír tras los gritos de Akane, los primeros sonidos llorosos de un bebé que venía al mundo a todo pulmón.

―! Nuestro nuevo hermano ya ha llegado!―gritaron al unísono las niñas más grandes.

Pero cuando iban a querer golpear para pedir noticias, la puerta de entrada hacia esa zona se abrió de repente, y un Ranma Saotome que venía corriendo como si no hubiera un mañana habia hecho su aparición.

―! Es papá!―gritaron las niñitas

―! Es mi hijo!―exclamó Nodoka

Ranma se arrodilló un poco para abrazar a sus niñas que se le habían arrojado a tropel pero levantó un poco la cabeza para preguntar a los mayores―. ¿Qué noticias?

―Creo que ya nació―exclamó Kasumi con lágrimas en los ojos

Antes de que pudieran seguir hablándolo, la puerta de la sala de maternidad se abrió, y salió una enfermera a dar las buenas noticias.

―Ya está. El parto natural fue todo un éxito.

Los ojos de Ranma se cristalizaron cuando oyó eso, así que se levantó primero para seguir a la enfermera.

Cuando entró vió la imagen que lo enterneció.

Akane con signos de agotamiento, pero por otro reluciente, acostada sobre almohadones, y cargando un bebé.

La madre observaba al pequeño bulto entre sus brazos, la que tenía minutos de haber nacido.

―Akane…

La aludida levantó la cabeza al oír esa voz.

La muchacha sonrió, y siguió hablándole al bebé.

―Papá y mamá habían estado esperando mucho por ti, cariño. Tienes un papá muy bueno. Estuvo haciendo un esfuerzo y luego vino corriendo por ti―la madre le hablaba extasiada al bebé

Ranma se acercó y la besó en la frente, haciendo que su mujer levantara la cabeza.

La verdad no sabía que decir. Estaba demasiada emocionado con la imagen que veía.

―Cárgala―habló finalmente Akane dirigiéndose a Ranma

El muchacho así lo hizo. Era un bebé hermoso, como todos lo que habia tenido su mujer. No podía ser de otra forma.

―Yo gané el combate, Akane―anunció Ranma sin dejar de mirar el bebé

―Sabía que lo harías.

―Papá ya está aquí

―Es otra niña, Ranma ¿no estas decepcionado?―preguntó la joven algo cabizbaja porque sabía que su esposo anhelaba un varón.

―Claro que no me molesta…no niego que me gustaría un niño, pero también sé que no sé qué haría sin las mujeres que tengo en casa―respondió Ranma besando la frente del bebé―. Bienvenida, hija mía.

Akane sonrió emocionada, y fue el momento cuando sus labios buscaron la de su esposo para fundirse en un corto pero tierno beso.

Corto porque justo el click y el flash de una cámara fotográfica que anunciaban que el resto de la familia también habían entrado para celebrar la llegada del nuevo miembro.

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En los últimos meses, para ayudar a su mujer a cuidar de la bebé, Ranma habia delegado sus clases a sus alumnos más experimentados.

―! Ranma!, ¿puedes ir a traer algo de leche de la tienda?―el grito de su mujer desde la cocina se oía desde lejos.

―! Claro!―asintió el esposo que tenía entre sus brazos a la pequeña bebé Minako, sin contar de que estaba rodeado por las otras cuatro niñas que revoloteaban a su alrededor.

Tampoco quería molestar a la madre que seguro estaba muy ocupada haciendo el desayuno, así que decidió que iría a la tienda que estaba a pocos metros, llevándose consigo a sus cinco princesas. Total, él era Ranma Saotome, si habia sido capaz de lidiar con Saffron, y sorteado mil peligros, era perfectamente capaz de lidiar con niñas.

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Ranma entró a la tienda con Minako en brazos, y con las otras cuatro pegadas a sus piernas y espalda.

Cuando fue a pagar por sus compras, la vieja tendera que lo conocía desde sus épocas de recién prometido con la hija menor del dueño del viejo dojo Tendo no pudo evitar enternecerse con la pintura de Ranma Saotome con sus cinco hijas y que además conocía el deseo del joven maestro de tener un hijo varón.

―No se preocupe, muchacho, seguro que la siguiente vez ya será un varoncito bien robusto que le haga compañía entre tantas mujeres.

―Oh...seguro que será así―contestó Ranma luchando con las niñas para que no toquetearan las cosas de la tienda

―Sabe, muchacho, yo sigo pensando que el cielo le debe de estar mandando tantas mujeres para castigarlo por todos los corazones rotos que ha dejado a su paso―lanzó a bocajarro la regordeta mujer terminando de despachar las bolsas de Ranma, antes de éste pudiere responder.

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Ranma salió como habia entrado, con la diferencia de que su hija mayor Misao llevaba la bolsa con la leche y caminaba a su lado en tanto él cargaba a Minako, tenía pegada a una pierna a Midori, así como Minmay y Saori iban a sus espaldas.

Quizá para muchos, esto podría ser demasiado, y sumándole que su hogar era un constante alboroto por los juegos de las pequeñas, y tanto él como Akane acababan agotados cuando llegaba la noche, Ranma no cambiaría esto por nada del mundo.

Y solo tenía que agradecer a la mujer que habia hecho posible todo esto.

A su adorable gruñona, peleona y orgullosa esposa. Que le habia regalado a estas cinco hijas que ahora eran su razón de ser.

Definitivamente tenía que agradecer a su alocado padre que habia concertado esta boda con ella.

Ya que sin saber le estaba abriendo las puertas del que luego se volvería su verdadero destino.

FINAL

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NOTAS

Esto va dedicado a todas las increíbles personas que me apoyaron aqui en el fandom de Ranma. No diré nombres porque no quiero olvidar a ninguno.

Pero sepan que sé quienes son todos. Los llevo en el corazón.

Gracias por la lectura...y te voy a amar más si me dices que te ha parecido.

Besitos.

Paola.