WOLFRAM
Tal vez nadie lo comprenda, tal vez ni siquiera yo mismo lograba entenderlo al principio, pero así es nuestro amor.
-Yuuri, apúrate que vas a llegar tarde a la reunión.-trato de despertarte sacudiéndote de lado a lado, pero olvidando a quien te enfrentas, arrojas mi mano lejos de ti.
-Cinco minutos más.- dices mientras vuelves a taparte con el cobertor.
-No puedes saltarte una reunión, así nunca llegarás a ser un buen rey.- termino la discusión jalando de una buen vez la tela.
-Tienes razón, me voy a vestir.- te incorporas lento, recargando tu espalda en las almohadas.
Es un prisma de tonalidad variada que gira y cambia al son de tu corazón.
-Su majestad, ya todos lo esperan.- entra Conrad tras tocar suavemente la puerta de nuestra habitación.
-¡AH! Weller- le regaño- sal de inmediato, ¿no ves que me estoy vistiendo?- al momento hace lo que le pido y nos deja a solas de nuevo.
-No te pongas así, Wolfram. Además es tu hermano mayor, no creo que tengas algo que él no haya visto.- bromeas sin saber que tu comentario me enfurece.
-Hennachoko.- en una palabra te digo todo lo que eres para mi y por el tono que uso se que podrás descifrar lo que quiero significar con ella en esta ocasión.
-Disculpame.-ríes nervioso. Veo que sabes que me molestó.
Es tan sutil que llega a ser más profundo que el mar. Es tan tenue que sólo nosotros dos sabemos que se expresa todo el tiempo en la cotidianidad de nuestros actos.
-Yuuri, no tienes por que esperarme. Se te va a hacer tarde.- indico.
-Lo sé.- me respondes pasivo.
-Bueno, si es lo que quieres, entonces pásame esas botas.- agradezco internamente tu compañía, esa que me brindas cada que sabes que prefiero llegar a tu lado que solo, a cualquier lugar.
-¿Estas?-tomas las primeras que encuentras.
-No, las que siempre uso; que no te fijas, torpe.-me sorprende que, a sabiendas de que el tiempo sigue corriendo, aún quieras jugar.
-No te enojes, solo estaba bromeando, claro que se cuales son las botas que usas a diario.- y así debe ser, si en más de una ocasión, cuando mi cuerpo se encuentra rendido por la complejidad del trabajo, ofreciéndote voluntario, me las sacas con cuidado.
No es algo que se toque, se bese o se abrace; es algo que inunda el ambiente cada que estas a mi lado.
-Bien, andando.- te dirijo- ¿Qué miras?- pregunto luego, conociendo la respuesta.
-…-tus ojos me inspeccionan de pies a cabeza. Luego se paran, penetrando en mi mirada.
-Ya deja de verme así.-te suplico con tono de orden, pero en realidad disfruto tu silenciosa conversación, y que cada mañana, sin usar palabras, me digas tanto.
-Es hora de comenzar a trabajar.- suspiramos al unísono. Las caricias, las cursilerías y los besos apasionados se los dejamos a los enamorados; después de todo…
-Hennachoko- tú eres el rey y yo tu soldado.
