¡Hola! Bueno, este es un one-shot creado para un intercambio de fics aunque me pasé de la fecha. Ela ¡feliz navidad atrasada! Aunque aviso que como no tuve mucho tiempo últimamente la 2da petición quedo a medias. Pero no te preocupes subiré la continuación mañana.
Disclaimer: Los personajes de Kuroko no basket no me pertenecen.
¡Espero que les guste!
Dirección: Ciudad de Canto, calle alistaik 132
Horario: 9:00hs p.m
Requisito: Ser puntual. No se abrirá la puerta a quien llegue tarde.
Evento: Festejo de año nuevo.
El pelirrojo daba vueltas al papel en su mano, una y otra vez, tratando de hallarle sentido a esa extraña invitación que había llegado con muy poco tiempo de anticipación a la fecha mencionada. Ya era treinta de diciembre y con eso se podía ver a kilómetros lo soberbio de la "invitación", ya que cualquier persona normal ya habría planeado con quien pasaría el día siguiente. En el sobre de la carta se leía un prolijo Kagami Taiga, impreso con letras doradas al igual que el resto de las letras.
Frunció el ceño. La invitación decía el nombre del "anfitrión" de la fiesta, pero para estar completamente convencido de que no se trataba de una broma o algo por el estilo, tomó su teléfono para luego marcar uno de los primeros números que tenía en su agenda.
-Kagami-kun. –dijo la voz al otro lado de la línea, impasible como siempre.
-¿Fue él? –preguntó el pelirrojo sin rodeos. Si kuroko sabía de qué estaba hablando, entendería.
Le pareció oír una risa ahogada y eso lo confirmó.
-Vaya, fue más rápido de lo que esperaba ¿te llegó la invitación de Akashi-kun?
-Así que sí era él… olvídalo Kuroko, no pienso asistir a la fiesta de ese loco, me da igual que ahora sea tu novio.
Se oyó un suspiro del otro lado.
-Kagami-kun, ve. Saldrás beneficiado, lo prometo. –aseguró Kuroko con tono tranquilo.
El pelirrojo parpadeó confundido, sin entender a qué se refería. Pero antes de que pudiera decir nada, el peliceleste ya había cortado.
Bufó con molestia y volvió a guardar su teléfono, colocando la invitación en el bolsillo de su campera. ¿Saldría beneficiado? Sí, cómo no. No era tan tonto como para caer en eso, estaba seguro de que nada bueno pasaría por ir ahí. Su instinto no podía equivocarse.
Sintió su teléfono vibrar y lo atendió sin siquiera ver. Concentrado en sus pensamientos.
-¡Bakagami! ¿Dónde estás? Me tienes hace rato aquí esperándote –se quejó Aomine, sonaba impaciente.
-Ah, lo siento. Me entretu… Espera ¿¡por qué rayos me estoy disculpando!? ¡Tú siempre me dejas esperando y a veces ni te presentas! –contestó el pelirrojo, fastidiado por la actitud tan tranquila con la que su "amigo" le estaba reclamando. Él muchas veces lo había esperando durante horas inclusive, sólo para luego obtener una disculpa a medias o a veces ni siquiera eso. Aunque debía reconocer que hacía bastante tiempo que el moreno había dejado de llegar tarde a sus encuentros.
Aomine rio un poco.
-Ya supéralo, últimamente no he hecho nada de eso ¿o sí? Me estoy esforzando por ser puntual y tú cada vez me haces esperar más –su voz sonaba relajada pero había un ligero tono de reclamo detrás- ¿Ya no tienes ganas de verm…
-Oi, ya que hablaste de puntualidad quiero preguntarte algo –lo interrumpió, volviendo a recordar la extraña invitación de Akashi. -¿Tú de casualidad no…
-Pregúntame lo que quieras cuando estés aquí, Kagami. Me voy en diez minutos, corre tiempo. –dijo con voz juguetona antes de colgar.
El pelirrojo chasqueó la lengua, pero no pudo evitar curvar una sonrisa. Soltó un suspiro profundo y luego le dedicó una larga mirada a su teléfono, terminando por fruncir el ceño. El que el idiota del moreno lograra ponerle una sonrisa en la cara sólo por haber escuchado su voz, era uno de los 'por qué' tardaba cada vez más en ir a sus encuentros.
Estaba tratando de evitar al otro y ocultar esos sentimientos que empezaban a ser cada vez más evidentes en él. Pero al final terminaban venciendo las ganas de verlo y siempre acababa yendo a los encuentros. Lo máximo que había podido tardar había sido una hora. Y para su mala suerte ese día había llovido, por lo que había terminado encontrándose al moreno mojado esperándolo en la cancha… Lo que no había hecho más que hacerlo caer todavía más profundo por él. Ese día incluso lo invitó a comer a su casa, sintiéndose un poco culpable. Claro que Aomine no había desaprovechado la oportunidad, mas bien todo lo contrario. Aprovechaba cada momento para verse como una víctima indefensa del clima y de su falta de puntualidad, recibiendo con sonrisas suaves los gestos amables del pelirrojo. Arh, maldición. Pensar demasiado en eso no le hacía bien, por lo cual sacudió varias veces la cabeza para ahuyentar a esos molestos pensamientos de su cabeza, y se levantó de la pared en la que estaba apoyado.
Probablemente ya había perdido como cinco minutos por culpa de su divague, así que sin perder más tiempo, comenzó a andar a paso rápido hasta la cancha donde siempre se veían.
Luego de cortarle a Kagami, Kuroko se había sentido algo inseguro, preguntándose si 'picar' la curiosidad del otro sería suficiente para convencerlo de ir.
Soltó un pesado suspiro y apoyó ambos brazos sobre el barandal del balcón en el que se encontraba.
-Tetsuya –hablo el chico que se encontraba a su lado- ¿estás seguro de que esto es una buena idea? –contrario a lo que podría indicar la pregunta, no había rastro alguno de preocupación en el tono de voz, sino simple curiosidad.
-No sé si sea una buena idea o no Akashi-kun, pero fue lo mejor que se me ocurrió. Hay que hacer que lo intenten al menos una vez antes de que acabe el año ¿no? –la voz de Kuroko se oía tan tranquila como siempre, pero a la vez esperanzada.
Dos orbes de distinto color lo miraban con una sonrisa silenciosa pintada en ellos.
El moreno de hallaba sentado en medio de la cancha, con las manos apoyadas sobre las rodillas. Esperando que el otro se dignara a aparecer.
No sabía que le estaba pasando a Kagami, pero el hecho de que éste ya no aceptaba los juegos contra él con tanta facilidad y parecía estarse alejando con sutiliza cada vez más, lo asustaba.
¿Debería hacer "eso" al día siguiente?
Flash-back
-¡Ya lo tengo! ¡Declárate en año nuevo Aominecchi! –exclamó Kise, feliz. Como si acabara de dar una idea brillante.
-¿Ah? ¿Qué tiene de especial declararse en esa fecha?
-Es muy fácil Aominecchi –contestó el otro con una sonrisa- Si te rechaza al menos podrás decir que eso ocurrió el año anterior y que no vale la pena recordarlo.
Ese comentario le valió un buen golpe en la cabeza.
-¡Qué cruel Aominecchi! ¡Solo trataba de ponerle algo de humor a la situación! –se quejó sobándose el área donde lo habían golpeado. –No te preocupes, no creo que te rechace. –dijo en tono tranquilizador, sonriendo amablemente.
-Pff, no sé… Pero gracias de todas formas, lo tomaré en cuenta. –dijo con consideración. Después de todo el otro siempre escuchaba todos sus problemas y siempre trataba de aconsejarlo. Además ¿Qué podía perder? Sentía que estaba perdiendo lentamente al pelirrojo y necesitaba actuar rápido para mantenerlo a su lado.
El rubio levantó un pulgar sonriente.
-Cuando quieras.
-Deberías hacer lo mismo… -comentó Aomine mirándolo más serio. -Ya sabes, lo de confesarse en año nuevo. Dicen que "año nuevo, vida nueva" ¿no? –dijo tratando de sonar alentador, aunque no era lo suyo.
La sonrisa en el rostro de Kise se desvaneció.
-Mi caso es diferente Aominecchi… Él jamás me aceptaría…
Aomine lo miró con tristeza. Hacía tiempo que el rubio sabía de sus sentimientos por Kagami y le había sorprendido la facilidad con que el otro lo había aceptado. Claro que luego de un tiempo descubrió la razón, Kise también estaba enamorado de un hombre. Y no de cualquier hombre, sino de nada más ni nada menos que de su sempai: Kasamatsu Yukio.
Permanecieron un momento en silencio, hasta que el moreno se levantó de su asiento (se encontraban en un bar) y pagó rápidamente la cuenta.
-Nunca lo sabrás si no lo intentas. –fue lo último que dijo antes de salir.
Fin-del-flash-back
Ash, ¿por qué tiene que ser todo tan complicado? Chasqueó la lengua con frustración. Detestaba pensar tanto y no poder actuar por instinto. Pero no tenía más remedio. Si hacía lo que estaba deseando desde hace mucho tiempo, Kagami definitivamente huiría de él y le diría que no volviera a acercarse.
Y antes de perder a ese pelirrojo que lo traía loco, prefería mil veces quedarse en esa situación. En el lugar de "amigo-rival" en el que parecía estar. Pero el cambio de actitud de Kagami lo estaba preocupando, y antes de que no quedara ni siquiera esa relación de rivalidad entre ellos dos, prefería arriesgarse a "todo o nada". Y esa invitación extraña que había llegado a su casa parecía ser una buena oportunidad. En caso de que el otro también la haya recibido, claro.
Justo en ese momento Kagami hizo acto de presencia.
-Hasta que apareces. –el moreno colocó una mano en el piso para levantarse, mirando al otro.
-Pff, no exageres, llegué antes de los diez minutos –dijo agitado. Aunque se estaba esforzando por disimularlo su pecho subía y bajaba con velocidad, delatando que había ido corriendo hasta ahí. Al principio había caminado a paso rápido pero sin esforzarse demasiado, alegando que no importaba si llegaba unos minutos tarde. Pero finalmente había acabado nervioso y había terminado yendo corriendo al ver que sólo quedaban dos minutos, temiendo que el moreno se marchase.
Aomine parpadeó un par de veces atónito. ¿Kagami había ido corriendo hasta ahí? ¿En serio? Sonrió ampliamente mirándolo.
-¡Que no se te suba el ego! –se apresuró a decir, antes de que el otro saliera con alguno de sus comentarios. –Sólo… eh, quería preguntarte si tu también recibiste esto –habló rápidamente para luego tenderle el sobre con la invitación. Aunque lo que realmente quería era solo verlo, y jugar un one a one como hace mucho no tenían.
-¿Qué es esto? –Le dio vueltas al sobre- …Ah, la invitación de Akashi –dijo sin mucho interés- Sí, la recibí ¿vas a ir?
El pelirrojo le miró algo sorprendido un momento. ¿Qué estaría planeando Akashi? Le parecía muy extraño imaginarse a alguien como él ofreciendo fiestas e invitando a personas que apenas conocía. Claro que con desconocido se refería solo a él, ya que el moreno le conocía desde hacía tiempo.
-Hmm, aún no lo sé. –Contestó finalmente luego de unos minutos.- Por un lado me da curiosidad, pero por el otro me sigue pareciendo un jodido altanero –admitió en voz alta.
El moreno lanzó una carcajada.
-Bueno, sigue siéndolo. Aunque creo que cambió bastante desde que está con Tetsu ¿no?
-Prefiero mantenerme al margen de eso. Él sabe lo que hace. Mientras esté feliz no me meteré en medio.
-Vaya, que maduro suenas, baka. –el moreno sonrió de lado mirándolo, para luego arrojarle el balón que estaba junto a él en el suelo.
-Tch, yo siempre soy maduro –contestó el otro comenzando a hacer picar la pelota.
El ambiente cambió instantáneamente. Aomine sonrió al ver el brillo en los ojos contrarios. Se notaba que los dos habían estado deseando ese encuentro. Sin decir una sola palabra ambos se abalanzaron hacia sus objetivos: balón y canasta. Aunque el moreno sentía que esta vez estaba demasiado ansioso por ver al otro como para prestar la atención necesaria al juego.
Y el pelirrojo no se encontraba mucho mejor. Había estado declinando sus invitaciones para jugar, por dos interminables semanas. Para luego terminar siendo él quien lo llamara para encontrarse ese día.
Todos los que podían decir que conocían a este par, e incluso aquellos que sólo los habían visto jugar, podían describir lo increíble y emocionante que era presenciar un partido de ellos dos. Simplemente las chispas y movimientos que realizaban eran inigualables y todos deseaban que esos momentos nunca terminaran.
Todas esas personas se quedarían atónitas si contemplaran en lo que se había convertido el partido: un completo desastre.
Habían comenzado bien como de costumbre. Siguiendo los movimientos del otro, reaccionando con velocidad a las fintas, y encestando uno que otro tiro, ya que como sus fuerzas ahora eran casi las mismas, no lograban encestar contra el otro con facilidad. Pero un roce accidental del moreno que los había puesto demasiado cerca, había acabado con la concentración de ambos. Haciendo sus movimientos cada vez más torpes, y sus reacciones más lentas.
Fue cuando Aomine erró el tercer tiro que las cosas se pusieron más densas.
Joder, maldito Bakagami. ¡Es tu culpa por no dejarme verte en tanto tiempo que ahora esté tan idiota!
-¡A la mierda, hoy no puedo con esto! –el moreno arrojó el balón con fuerza hacia atrás, sin verlo siquiera. Irónicamente entró.
El pelirrojo no dijo nada, ya que también se hallaba molesto y algo frustrado así que se limitó a asentir con la cabeza. Ya estaba dando media vuelta para irse cuando el otro lo llamó.
-¡Hey, Kagami! Nos vemos en la fiesta de Akashi, tengo algo que decirte ahí. –lo miró de lado, con intensidad. Ya no podía seguir así, se había dado cuenta gracias a ese "partido" -si se le podía llamar así a lo que acababan de tener- de que no podía continuar en esa situación. Le iba a decir lo que sentía al otro, y lo demás… se iba a odiar por sonar como Midorima, pero está en manos del destino.
El pelirrojo levantó una ceja, algo sorprendido y confundido por la petición-orden del otro.
-Vale… –accedió no muy convencido- ¡pero se puntual! No quiero que te quedes dormido o algo así y tener que soportar eso yo solo.
Aomine sonrió ya de espaldas, para luego despedirse con una mano.
-Claro, lo que digas. Pero no te preocupes por el horario, lo más probable es que nos tenga esperando media hora afuera para estar cuando lleguen todos.
El pelirrojo chasqueó la lengua deseando que eso no pasara.
Dio media vuelta y también comenzó a irse, pero en dirección opuesta al otro, sintiendo como la curiosidad empezaba a llenarlo por dentro ¿Algo que decirle? ¿Qué podía ser?
"El tiempo es lento para los que esperan" Cuanta razón tiene ese dicho pensó Kagami, suspirando de modo audible al observar por enésima vez en la misma hora, el reloj de la pared. Al pelirrojo el tiempo nunca se le había pasado tan lento como en esos momentos. Pero bueno, tampoco podía pasarse todo el día así hasta la noche. Así que se levantó del sillón en el que se encontraba y flexionó uno de sus brazos por detrás de la cabeza.
Echó un vistazo rápido al aspecto general de su casa. Todo estaba limpio y ordenado.
Suspiró. Sin nada que hacer caminó hasta su cuarto para luego echarse de espaldas sobre la cama. Después de todo iba a desvelarse esa noche así que no estaría mal que descansara un rato. Relajó su cuerpo sobre el colchón, cerrando los ojos. Permaneció en esa posición varios minutos hasta que comenzó a darle sueño. Soltó un leve bostezo y giró su cuerpo hacia la derecha. Colocando un brazo por debajo de la almohada antes de apoyar su cabeza sobre ésta. No bastó mucho más para que se quedara dormido, olvidándose por completo de poner el despertador. Después de todo, sólo dormiría unos minutos.
Habían pasado varias horas desde entonces y el pelirrojo aún seguía durmiendo, sin ser consiente realmente del cansancio que sentía. Comenzó entreabrir los ojos lentamente, despertando. Para luego levantarse sobresaltado al ver todo a su alrededor oscuro. Mierda ¿Qué hora es? Tanteó rápidamente sobre su mesa de luz buscando su celular, pero sin éxito, para luego recordar que lo llevaba en el bolsillo del pantalón. Éste señalaba:
8:43 p.m
Saltó velozmente de la cama, maldiciendo internamente por haberse quedado dormido. Buscó en su cajón ropa algo más "formal" para ponerse y se cambió a toda velocidad, lo que causó que tardara el doble de tiempo ya que se había puesto la ropa al revés por no ver bien.
-¡Ash! –se quejó en voz alta. No quería llegar tarde, más que nada porque le había dicho al otro que fuera puntual y si lo veía llegar tarde se burlaría de él. O en el peor de los casos no lo dejarían entrar. Pero bueno, ya acababa de decidir que si eso pasaba arrastraría al moreno hacia afuera para que le dijese lo que sea que tenía que decirle en ese lugar.
Se dirigió hacia el baño y se mojó un poco el pelo que se había despeinado mientras dormía, para acomodarlo.
Se quedó estático un momento mirando su reflejo ¿¡Para qué se suponía que se estaba arreglando!? Sin perder más tiempo salió de ese cuarto, tomó sus llaves y salió.
-Vaya… -fue lo único que logró decir Aomine al ver el tamaño y las condiciones de ese enorme salón de fiestas.
Tal como le había dicho al pelirrojo –que dicho sea de paso no veía por ningún lado- llegó puntal. Cosa rara en él pero que últimamente comenzaba a hacerse costumbre.
El salón era casi el triple de grande que el gimnasio de su escuela y contaba con dos plantas; Tenía un gran espacio en el medio que probablemente sería utilizado como pista de baile. Detrás de éste y a la derecha se podían observar unas largas mesas con manteles blancos con estampados en diversos tonos de azul, y varias sillas a cada lado de ésta. En el lado izquierdo se hallaba sutilmente colocada una barra de bebidas con algunos taburetes enfrente. El lugar contaba con una gran iluminación que permitía ver todo claramente, y con una esfera de luces de discoteca antigua colgando en el techo. Aomine la observo con una media sonrisa, preguntándose si de verdad serviría o si sería solo utilería. Por último contaba con un pequeño jardín en la parte del fondo. Bueno, era pequeño si se lo comparaba con el interior del lugar, pero se trataba de un espacio más que amplio. Seguramente para que la gente que se cansara de la música fuerte y las luces, pudiera salir afuera para tomar algo de aire.
Observó con curiosidad a la gente que rellenaba las mesas o que simplemente se encontraba parada charlando. Casi todos eran rostros conocidos, antiguos rivales de la cancha.
-Vaya, pero si es Aomine ¡hola! –levantó una ceja al ver al base de Shutoku saludarlo alegremente con la mano desde una de las mesas, haciéndole gestos para que se acercara.
El moreno sintió deseos de reír al ver por quienes estaba compuesta esa mesa y se acercó a paso tranquilo.
-Yo, Midorima ¿te arrastraron hasta aquí o vienes por voluntad propia? –preguntó con curiosidad mientras tomaba asiento en una de las sillas de enfrente, dando la espalda a la entrada del lugar.
-Tch, no tenía elección. –contestó el peliverde con una mueca, sosteniendo una pequeña estatua de un perro de madera.
-Su horóscopo dice que hoy es un buen día para socializar y que no es bueno quedarse en casa solo. –Takao sonrió ampliamente. –Y como no quise quedarme a acompañarlo no le quedó más remedio que venir~
-¡Takao! –regañó Midorima, frunciendo el ceño.
-¿Alguien ha visto a Kuro-chin? –preguntó Murasakibara desde un rincón de la mesa con expresión aburrida.
-Creo haberlo visto en la planta alta hace un rato. –comentó con voz tranquila Himuro.
El moreno miró de reojo al otro, frunciendo el ceño.
-¿Qué haces tú aquí? –preguntó sin tacto alguno. No sabía mucho de ese sujeto, solo que tenía una relación de "hermandad" que no se tragaba del todo con Kagami, y eso era más que suficiente para que no le agradara.
El pelinegro sonrió, aunque sin pizca de amabilidad en su sonrisa.
-Si te hubieras molestado en leer bien la tarjeta que te enviaron, sabrías que en la parte de atrás donde está tu nombre dice "e invitados" vine con Atsushi.
El moreno apretó los dientes, mirándolo con furia.
-Eh… ¿Aomine? –lo llamó Takao viendo con curiosidad a una figura a lo lejos.
-¿Qué? –preguntó éste en tono áspero sin dejar de ver al otro.
-Creo que te buscan. –dijo sonriendo mientras señalaba hacia atrás.
El moreno giró la cabeza de costado, para luego sonreír ampliamente al ver de quien se trataba.
-¡Llegas tarde! –le gritó desde lejos, para hacerse oír por encima del sonido de la música que empezaba a aumentar.
El pelirrojo no se molestó en contestar hasta que no estuvo al lado suyo.
-No hace falta que me lo recuerdes, por poco y no me dejan entrar –el pelirrojo se dejó caer con cansancio en una de las sillas que se encontraban al lado del moreno, causando otra sonrisa en éste por eso.
-Hola Taiga –saludó con una sonrisa Himuro.
Aomine apretó los puños al oír al otro llamarlo por su nombre de pila con esa confianza.
-¡Tatsuya! –Le miró sorprendido- Vaya ¿qué haces aquí?
-Atsushi dijo que se aburriría aquí solo, así que me pidió que lo acompañara. –contestó con simpleza.
-Ya veo… -el pelirrojo dio una mirada rápida al jugador de dos metros ocho y vio que parecía estarse aburriendo de todas formas, pero no agregó nada más.
-Y… ¿te arreglaste así para mí? –preguntó Aomine con voz ronca pasando un brazo por el hombro de Kagami. Dispuesto a no dejar que la conversación se alargara demasiado.
El pelirrojo parpadeó sorprendido. Sólo se había cambiado un poco de ropa, y apenas y se había peinado ¿y el otro le decía que estaba arreglado?
Abrió la boca para decir algo pero una alegre voz no se lo permitió.
-¡Kagamicchi, Aominecchi! –los saludó el rubio con una gran sonrisa. Acompañado de Kasamatsu.
-Hola, Kise/Yo, Kise –saludaron ambos al mismo tiempo, mirándose inmediatamente después.
Takao soltó una pequeña risa.
-Qué tiernos, están sincronizados. –fue fulminado en un instante por la mirada de ambos ases, pero eso no hizo desaparecer su sonrisa.
-Hola Takaocchi, Midorimacchi, Murasakibaracchi, hermano de Kagamicchi –los fue nombrando a medida que movía la silla para sentarse.
Kasamatsu en cambio se limitó a decir un práctico "hola a todos" y con eso se ahorró el decir tantos nombres.
-Hola Kuroko ¿Dónde estabas? –saludó un alegre Takao, viendo en dirección a una de las sillas.
-Hola Takao-kun. –se limitó a saludar la sombra sin responder a la pregunta.
Kagami pegó un respingo al ver a su sombra en uno de los asientos que estaban cerca de él. En los cuales podría jurar, no había nadie hasta hacía unos instantes ¿en qué momento había llegado?
-H-hola Kuroko. –saludó un poco sorprendido.
Varios miembros de la mesa dieron un saludo similar, algo sorprendidos por la repentina presencia que había aparecido.
Con Kuroko en la mesa el ambiente se volvió más tranquilo. Tal vez porque la presencia del peliceleste irradiaba serenidad. O bueno, eso era lo que pensaba Kagami al ver como los integrantes de la mesa comenzaban una amena charla entre sí. Hablando desde la principal cosa que tenían en común (el básquet) hasta temas triviales, cotidianos de la vida diaria.
Para sorpresa de todos (no porque esperasen que se llevaran mal) Kagami y Kasamatsu parecían estarse entendiendo muy bien. El pelirrojo había comentado una frase simple, algo acerca de un buen tiro que había hecho en contra de Too. El pelinegro había sonreído ligeramente y rápidamente no tardaron en entenderse. Comenzando a hablar de sus inicios en el basket y de sus partidos en el Inter-High y la Winter Cup.
El moreno frunció el ceño ligeramente ya que no estaba consiguiendo acercarse mucho a Kagami. Pero a fin de cuentas prefería que hablara con el capitán de Kaijou mil veces antes de que con su querido hermano, así que no hizo ademan de querer interrumpirlos.
Por su parte Kise charlaba animadamente con Takao y Midorima (aunque Midorima estaba haciendo un gran esfuerzo por ignorarlos) Pero algo le decía que nada bueno saldría de esa conversación. Ya que as y base de sus equipos, miraban de reojo a dos integrantes cuyo color de cabello era el de un color primario, para luego intercambiar sonrisas extrañas.
Para suerte de Aomine, Himuro parecía muy ocupado hablando con Murasakibara como para reparar en él o en Kagami, por lo que no había vuelto a tener que dirigirle la mirada. En cuanto más pudiera evitar al sujeto, mejor.
-¿Les parece pedir algo de comer? Muero de hambre. –habló Kuroko entre el murmullo que comenzaba a crearse.
-Sí, yo también ¿se puede pedir comida aquí? –preguntó Kagami alzando una ceja.
El peliceleste sonrió levemente.
-Sí, para eso están los mozos. Las cocinas no están a la vista pero tienen muy buen menú aquí por lo que sé.
-Hmm, ya veo. ¿No sería más fácil poner una barra con comida para servirse de ahí y ahorrarse tanto personal? –preguntó el pelirrojo al ver a los mozos yendo y viniendo de una punta a la otra.
Kuroko se encogió de hombros.
-Sería menos elegante creo, no lo sé. Akashi-kun organizó las cosas así.
-Aja… de acuerdo.
-Pues yo tengo ganas de beber algo, así que creo que iré a la barra ¿vienes conmigo, Kagami? –preguntó el moreno, ya levantándose.
-¿Ah? ¿Vas a beber sin comer nada? Te caerá mal. –regañó el otro aún en su asiento.
-No te preocupes. Tengo resistencia, no me pasará nada. –Sonrió con suficiencia.- ¿Vas a venir o no? –en el momento en que escuchó como la canción que estaban pasando cambiaba a otra más lenta para bailar, sonrió de forma seductora y tendió una mano al otro. -¿O prefieres bailar?
El pelirrojo sintió que empezaba a ruborizarse y apartó la mirada.
-Ahomine… –Balbuceó apenas.- Prefiero comer gracias, y no tomes demasiado, tienes que estar consciente para decirme algo ¿recuerdas?
La expresión del moreno cambió a una más seria, pero relajada.
-Claro. Te veo más tarde entonces. –sin decir más comenzó a caminar hacia la barra.
El rubio disimuló una sonrisa.
-¿Qué tiene que decirte Aominecchi, Kagamicchi? –preguntó con fingida curiosidad. Feliz de que el moreno estuviera pensando en hacer caso a su consejo y declararse ese día.
-¿Eh? ah, pues no lo sé todavía. –se removió algo incomodo. Las bromas estúpidas que hacía el moreno le hacían ilusionarse y en el fondo estaba rogando por que el moreno sintiera lo mismo que él. Pero no quería especular con lo que podría pasar, simplemente estaba tratando de no pensar demasiado en eso para no terminar saliendo herido.
Kuroko, que había contemplado la escena con una pequeña sonrisa, decidió que tenía que haber un cambio de planes en su itinerario. Sin decir nada desapareció de la mesa, convencido de que nadie notaría su breve ausencia.
Takao lo miró de lado, pero no dijo nada y volvió a dirigir su mirada a Kise, continuando con la conversación.
Kuroko sacó su celular y tecleó el siguiente mensaje a toda velocidad:
Akashi-kun, no hagamos lo que habíamos planeado. ¿Aún hay tiempo para detenerlo o ya es imposible?
Recibió la respuesta un minuto después.
Para mí nada es imposible, Tetsuya. Lo haré si es lo que gustas, pero ¿a qué se debe el cambio repentino?
Kuroko emitió un suave suspiro de alivio.
Decían que los celos podían ser un buen detonante para una declaración. Y viendo la situación en la que se encontraban su antigua y actual luz, creyó que sería mejor intentar provocar a uno de ellos con eso. Lo más probable (según creía él) sería que Aomine lo hiciera. Impulsivo y celoso como era seguramente no podría contenerse, pero ahora que sospechaba lo que éste quería hacer, creyó que sería mejor no llevar su plan a cabo. El moreno podría terminar enojándose de verdad y mandar al diablo cualquier cosa que hubiera pensado decir.
Volvió a enviar un mensaje, ahora más calmado, antes de volver a dirigirse a su mesa.
Gracias Akashi-kun. Creo que las cosas podrían darse de una forma más natural y no quiero arruinarlo. Confiemos en que Aomine-kun no se arrepienta a último momento y logre declararse.
A unos pasos de ahí, en la barra, el moreno se encontraba tomando su segunda jarra de cerveza, pensativo. Tratando de dar con la mejor forma de encarar al pelirrojo. Le había dicho a propósito que tenía algo que decirle para no poder tener la oportunidad de acobardarse. Lo cierto era que Aomine nunca había sido la clase de persona que se echa para atrás en algo, ni que huye de sus problemas. Pero debido a que cuando se trataba de Kagami nunca sabía cómo reaccionaría, prefería tomar precauciones incluso consigo mismo.
-¡Aominecchi! ¿Te sientes más valiente ahora? –su rubio amigo se sentó en el taburete a su lado, haciendo una seña para que le trajeran algo de beber.
-¿Hmm? ¿Lo dices por el alcohol? Ya sabes que no me hace demasiado efecto, al contrario de ti. –rio entre dientes y dio un trago largo a su bebida.
-No me afecta tanto. –se quejó el otro con un mohín mientras bebía despacio la cerveza que le habían traído.
-Pff, te apuesto a que después de unas cuatro acabas declarándote antes que yo. –dijo ahora en voz baja, temiendo que lo escucharan.
-Ah… no soy tan débil como para descontrolarme tan rápido Aominecchi. –Aseguró el otro con determinación.- Yo te apuesto a que no aguantaras hasta media noche sin declararte a Kagamicchi. –contrarrestó sonriendo.
-¡Ja! Seguro ganaré. No le dije nada en todo este tiempo, ¿Qué te hace pensar que…
El rubio le colocó una mano en el mentón y le giró la cabeza para que viera la mesa donde habían estado sentados, minutos antes.
La expresión de Aomine se ensombreció al ver a SU pelirrojo, conversando alegremente con su supuesto hermano.
-Hecho.
Iba a ser una apuesta interesante.
Después de varios minutos de espera, la comida finalmente llegó a la mesa y Kagami tuvo que darle la razón a Kuroko. Los nombres de las comidas podían no sonar muy apetitosos, pero su sabor era estupendo.
Todos se encontraban comiendo tranquilos, disfrutando de la comida casi en silencio.
-Hmm ¿no se están tardando mucho? –preguntó tomando un trago de agua. Para luego agregar.- Aomine y Kise.
El pelirrojo alzó una ceja. Era verdad. Llevaban probablemente casi una hora sin verlos. Giró su cabeza en varias direcciones buscando al moreno con la mirada, pero no hacía falta buscar demasiado. Se encontraba en el mismo lugar al que había dicho que iría: la barra. Frunció un poco el ceño ¿aún seguía bebiendo? Le oyó reírse con ganas palmeando la espalda del rubio, que lo miraba sonriente. De repente tuvo una sensación de molesta pesadez en el estomago y desvió la vista. Intentando volver a comer como antes, pero abandonándolo casi al instante al sentir que se le había ido el apetito.
-¿Estás bien Taiga? –preguntó Himuro al ver el cambio repentino en el semblante del otro.
-¿Eh? Sí, estoy bien. –Contestó sonriendo un poco.- Voy a tomar un poco de aire, enseguida vuelvo. –sin decir más se levantó de su asiento y caminó en dirección al jardín.
Himuró alzó una ceja y miró en dirección a donde su hermano había estado viendo, buscando la causa de esa extraña reacción. Entrecerró apenas los ojos en un gesto de compresión al ver al moreno y al rubio reír tranquilamente juntos.
-Ya veo… -sonrió de lado en gesto amenazante. Mas le valía a ese moreno no hacer sufrir a su hermano o lo pagaría caro. –Voy afuera también, nos vemos después. –se levantó a la vez que hablaba, para luego caminar en la dirección en la que había ido Kagami.
El rubio torció una sonrisa al ver eso y dejó su vaso de lado un momento. Se sentía mareado pero animado a la vez. Darle grandes dolores físicos y triplicar la fuerza de sus emociones, era el efecto que tenía el alcohol sobre él.
-Nee, Aominecchi, acabo de ver a Kagamicchi salir al jardín seguido por su hermano del alma. –comentó en tono exagerado tratando de hacer caer al otro.
Un brillo de molestia destelló en la mirada contraria. Tenía que relajarse. Kagami seguramente no sentía nada por el idiota de su hermano. Sólo era un recuerdo del pasado, algo que no valía…
"¿Esto? –se señaló el colgante del cuello- …Es un recuerdo importante, señal de mi hermandad con Tatsuya"
El moreno chasqueó la lengua al sentir ese "oportuno" recuerdo, volver a su mente. Aun recordaba cuando le había preguntado a Kagami sobre ese anillo que llevaba todo el tiempo y éste le había contestado con una sonrisa cargada de nostalgia.
Apretó los dientes maldiciendo a Kise por lo bajo.
-No voy a perder. –y no era solo cuestión de orgullo. También quería que Kise finalmente le confesara sus sentimientos a su sempai, y además si Kagami terminaba aceptando tener algo con él, tendría que acostumbrarse a su hermano…
Pero, joder, si Kagami le correspondía… estaría tan feliz que no le molestaría tener que lidiar con ese tipo lo que fuera necesario.
Aomine volteó la cara ligeramente para ver hacia atrás y una media sonrisa se formó en su rostro.
Se levantó de su asiento y comenzó a caminar tranquilamente hacia afuera.
-Ah, ¿ya admitiste tu derrota Aominecchi? –preguntó Kise con voz cantarina.
-Nada de eso Kise, es sólo que tú… ya estás en mejor compañía. –le sonrió mordazmente de lado antes de seguir con su camino.
Kise tembló ligeramente, teniendo un mal presentimiento.
-Kise ¿aún estás bebiendo? No quiero tener que cargarte luego hasta tu casa. –el capitán de su equipo lo miró con seriedad acercándose a donde estaba, para terminar apoyando los brazos sobre la barra, mirándolo de lado.
El rubio tragó saliva.
-S-sempai ¿te aburriste de estar en la mesa? –preguntó intentando sonar como siempre, pero siendo consciente de que su voz sonaba ligeramente temblorosa.
Su capitán sin embargo, no pareció notarlo.
-Pues, ya no queda nadie en la mesa. –Dijo con un ademán de cabeza señalando a la zona que, efectivamente, se hallaba vacía.- Además quería tomar algo. –agregó, para luego pedir un vaso de vodka. No le gustaba la cerveza y aunque no lo pareciera, tenía una gran resistencia a las bebidas fuertes.
-¿Eh? ¿Y dónde están Kurokocchi, Murasakibaracchi, Takaocchi y Midorimacchi? –preguntó confundido, nombrando sólo los nombres de las personas cuyo paradero desconocía.
-Supongo que Kuroko fue a ver a Akashi que aún no baja de la planta alta, me juego la vida a que Murasakibara se fue porque no había suficiente dulces para satisfacer su hambre, y no quiero saber a dónde arrastró Takao a Midorima. –terminó de decir eso y dio un largo trago a su bebida.
-¿Sempai…? ¿Ocurre algo? –preguntó Kise confundido por la actitud tan calmada y fría del otro. Parecía sutilmente molesto.
-En lo absoluto.
Un calor abrazador le envolvió el pecho a Aomine debido a la furia que lo golpeó de lleno, al ver la escena que se podía observar en el jardín.
Himuro estaba descansando el peso de uno de sus brazos sobre el hombro de Kagami mientras le sonreía de forma amable. Por su parte el pelirrojo no hacía nada por alejarse, ni mostraba alguna señal de que le molestara el contacto, mas bien todo lo contrario, sonreía de forma relaja y hablaba animadamente. Eso envió una punzada de dolor al pecho del moreno. Contadas eran las ocasiones en las que había visto sonreír a Kagami de esa forma y pensar que esa persona podía lograrlo con tanta facilidad… Además de que Kagami parecía sentirse muy cómodo estando cerca del pelinegro, cuando a él apenas si le permitía tocarlo. Cada vez que intentaba acercarse de esa forma al otro, éste lo alejaba con alguna queja absurda o alegando que no le gustaba que lo tocasen demasiado.
-Vaya, ¿qué hacen los dos aquí? ¿Disfrutando la noche? –ni siquiera se molestó en tratar de ocultar su molestia. Fulminando al pelinegro con la mirada.
Éste sin embargo no pareció inmutarse y contesto calmadamente.
-La verdad que sí, el ambiente aquí afuera es agradable ¿verdad, Taiga? –Himuro atrajo a su hermano un poco más cerca en un gesto que claramente intentaba provocar a Aomine.
Lo consiguió. Causando que los nudillos del moreno quedaran blancos en un intento de contener la rabia causada por sus celos.
Vale, entonces les dejo solos… ¡Cómo si fuera a decir eso!
Kagami sentía que había algo tenso en el aire, pero no lograba descifrar qué. Ni siquiera había tenido tiempo de hablar al ver a Aomine porque Himuro se le había adelantado. Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, ya que de un momento a otro vieron como una persona de cabellos dorados salía a toda velocidad del lugar dirigiéndose hacia ellos, para terminar chocando contra el moreno.
-¡Aominecchi! –exclamó Kise sonriendo. Se inclinó un poco sobre el otro para murmurarle en el oído. –Ayúdame… -la suplica estaba pintada claramente en sus ojos.
Aomine parpadeó confundido, sin comprender. Eso hasta que recordó con quien había dejado a Kise.
-¿Lo hiciste? –preguntó en voz baja.
El rubio negó con la cabeza.
-Casí… -bajó la vista, avergonzado- Pero no.
-¿Entonces?
-¡Salí corriendo sin razón! Definitivamente va a empezar a buscarme ¿habrá algún lugar donde pueda ocultarme? –el rubio empezó a posar su vista por distintos lados del lugar en busca de un escondite.
El moreno rió bajito.
-Ya cálmate. Tomaste bastante, puedes usarlo de excusa. Te estás preocupando demasiado. –le palmeó un par de veces la cabeza en un gesto tranquilizador.
La ligera molestia que había sentido Kagami al ver a Aomine y Kise riendo juntos dentro del salón, se había visto multiplicada por mil al verlos de esa forma.
Apretó los dientes desviando la mirada. Gesto que no pasó desapercibido para Tatsuya.
-Tai…
-¿Vamos a dentro a beber algo? –lo interrumpió el pelirrojo, forzando una sonrisa.
Himuro lo miró sorprendido, con un deje de preocupación. El alcohol no le sentaba muy bien a Kagami. Lo afectaba de una forma muy extraña. Su cuerpo lo resistía bien, lograba mantener sus reflejos y la coherencia al hablar por mucho más tiempo que una persona normal. Pero era sorprendente la rapidez con la que se volvía desinhibido y contestaba las cosas con una francesa brutal. Es decir, de por sí el pelirrojo no era bueno mintiendo y siempre era muy honesto. Pero cuando bebía… pasaba a un nivel diferente.
-¿Estás seguro? –preguntó el pelinegro algo inseguro. No habría problema si el pelirrojo no recordara las cosas luego de beber, pero para su desgracia al día siguiente despertaba con todos los recuerdos de lo que hacía estando ebrio. Y sin duda eso no debía ser agradable para ninguna persona.
Kagami asintió.
-Claro, sólo procura que no haga ninguna estupidez ¿sí? –dicho eso caminó a paso veloz hasta el interior del lugar, evitando a la "pareja" dirigiéndose hacia la barra.
Aomine aún estaba tratando de calmar a Kise cuando sintió la presencia de Kagami pasar detrás de él. Se volteó rápidamente haciendo un ademán de querer tocarlo.
-Oe ¿A dónde…
-Adentro. –contestó con voz cortante, corriendo el cuerpo hacía un lado para evitar el agarre del otro y luego entrar al salón sin darle tiempo a decir nada.
Aomine se quedó estático un momento, sin saber que decir. Miró a Kise pidiendo alguna explicación para la reacción del pelirrojo.
El rubio guardó silencio un instante para luego sonreír. Su amigo no podía ser más lento ¿o sí? De todas formas no creyó correcto mencionar los celos de Kagami si el otro no se había dado cuenta, ya que eso sería poner al pelirrojo en evidencia.
-Piensa un poco ¿quieres? De todas formas te recomiendo no hablarle por un rato hasta que se le pase. ¡Aprovecha mientras para ensayar tu declaración! –Le dio una palmada en la espalda, alentándolo- Suerte.
Dicho eso volvió a ingresar al lugar, dejando al moreno solo.
-Suerte… -murmuró éste, para luego flexionando un brazo por detrás de su cabeza. Definitivamente la necesitaré… No tenía la menor idea de cómo declararse sin ser muy brusco o muy cursi, así que respiró profundo y cerró los ojos, tratando de pensar. ¿Qué podría decirle?
Ya eran alrededor de las doce menos cuarto de la noche y el pelirrojo aún seguía en la barra. Su hermano no bebía, solo estaba ahí a modo de apoyo moral. Aunque había sido extremadamente interesante ver los cambios que había pasado Taiga a medida que el alcohol iba aumentando en su sangre. Extremadamente enojado en un principio, había comenzado a tomar en silencio, sin ver siquiera el contenido del vaso. Un poco más deprimido luego, había comenzado a beber más despacio, hablando de lo idiota que era el moreno por hacerlo ir hasta allí para decirle no se qué mierda y después dejarlo tirado para estar con el rubio. Y llegamos a la cima, pensó Himuro, observando al otro con cuidado. Ahora el pelirrojo reía de a momentos, aún demostrando molestia hacia el moreno, pero tomando todo con una actitud más relajada. Era una actitud normal a simple vista, claro, para quienes no lo conocían. Pero bueno, de momento las cosas marchaban bien, mientras no hubiese algo que obligara al pelirrojo a levantarse de su asiento y comenzar a interactuar con conocidos, todo marcharí…
-¡Yo, chicos! –un alegre Takao apareció de la nada colocando una mano en el hombro de cada uno- Van a prender la esfera de luces y pondrán música más divertida que esto que estamos escuchando ¿quieren bailar?
Oh, no… pensó Himuro al ver la sonrisa en el rostro de Kagami.
-¡Claro! ¿Por qué no? –contestó, bajándose de su asiento.
Takao lo observó con curiosidad para luego devolverle la sonrisa.
-¡Genial! Fíjate si puedes convencer a Aomine que está recluido en el jardín y parece que hablando solo, creo que lo vi balbucear.
El pelirrojo chasqueó la lengua. No quería ir a ver al moreno, aún seguía molesto con él. Pero estaban en una fiesta celebrando el fin de año, así que se encaminó en dirección al jardín haciendo un movimiento con la mano.
-Lo intentaré. –contestó, elevando el tono de voz debido a que la música comenzaba a sonar cada vez más alta.
No bien llegar al jardín se detuvo, sonriendo un poco ante la extraña visión que tenía ante él.
El moreno se hallaba sentado, con las manos apoyadas con fuerza sobre sus rodillas, como si estuviera tratando de concentrarse, y efectivamente farfullando, frunciendo el ceño para luego chasquear la lengua y acabar cruzándose de brazos. Mierda, todo lo que se me ocurre es estúpido, ridículo o… extremadamente empalagoso.
El pelirrojo lanzó una carcajada. Sintiendo lo que quedaba de su enojo disiparse al ver al otro así.
-¿Qué estás haciendo? –preguntó con curiosidad.
El moreno abrió los ojos sobresaltado y levantó la vista al escuchar la voz del pelirrojo.
Genial…
-Nada importante, vete me desconcentras –definitivamente no era buena idea actuar así, pero el otro realmente lo desconcentraba. Más cuando sentía que todo el alcohol que había tomado comenzaba a hacerle efecto. Haciéndole más difícil el no actuar por impulso y mantener su conducta habitual con el otro.
El pelirrojo chasqueó la lengua.
-Takao me pidió que viniera. ¿Quieres ir a bailar? –preguntó señalando con el pulgar el interior del lugar.
Parpadeó extrañado. No era normal que el otro tuviera tanta buena predisposición, además de que se suponía que estaba enojado con él.
-No, gracias. Seguramente se sentirían intimidados al ver lo bien que me muevo y dejarían de bailar. –dijo sonriendo con suficiencia.
-Ah~ eso me suena a pretexto. ¿Por qué no vienes entonces y me muestras lo bien que te mueves?
Una oleada de calor invadió el cuerpo del moreno ante lo sugerente que eso le había sonado y sonrió. La propuesta sonaba demasiado tentadora como para declinarla. Aunque le seguía pareciendo extraño que el pelirrojo dijera esa clase de cosas, por lo que supuso que no había sido el único que había tomado. Apoyó una mano en piso para ayudarse a levantarse e hizo un gesto con la cabeza para indicar al pelirrojo que aceptaba el "reto".
Unos momentos después nadie podía creer lo que estaban viendo. ¿Aomine y Kagami bailando… juntos?
Kise observaba la escena con una sonrisa de alegría pintada en el rostro, mientras Takao miraba la escena con diversión y no paraba de tomar fotos con su teléfono. El resto de sus conocidos sólo los miraban atónitos, sin poder creer que estuvieran… ¿flirteando? Porque era lo que parecía.
Aomine aprovechaba cada oportunidad que tenía para acercar más su cuerpo al del contrario. Pasando las manos por sus hombros, sus caderas, apoyando la cabeza en su hombro. Pegando sutilmente su pecho contra la espalda del pelirrojo. Pero si había algo realmente sorprendente eran las reacciones y acciones que tenía Kagami ante eso: correspondía los roces con sutileza buscando también más contacto, pasando las manos por el cuello del moreno, sonriéndole de forma encantadora.
Aomine se estaba muriendo de deseo. Simplemente sentía que no resistiría un solo segundo más en esa situación sin abalanzarse sobre el otro.
Tragó saliva nervioso y deshizo la cercanía que estaban compartiendo.
El pelirrojo frunció el ceño. No quería alejarse del otro y menos ahora que por fin estaban pasando un buen momento solos.
Rodeó con sus brazos el cuello del otro y lo atrajo más cerca.
-Quédate así un rato más. –susurró cerca de su boca, casi rosándola. Incluso en el estado de desinhibición en el que se encontraba Kagami, no había podido evitar sonrojarse. Era consciente de lo que estaba haciendo, pero no podía evitar que su cuerpo actuara por cuenta propia y que las palabras salieran de su boca antes de tener siquiera tiempo de pensarlas.
El moreno sintió su respiración acelerarse de inmediato, y un calor abrazador cubrir cada parte de su cuerpo ante la acción del otro. Cerró los ojos con fuerza, tratando de no ceder al impulso incontrolable que sentía por avanzar. Por tomar esos labios que tanto deseaba. Pero estaba seguro de que le sería difícil detenerse si comenzaba algo así. Ni siquiera entendía lo que estaba pasando y como había llegado a esa situación con el otro. Pero al parecer sus cuerpos se daban a entender mejor que sus bocas y de un momento a otro habían acabado convirtiendo ese "reto" de baile, en una excusa para estar más cerca del otro y poder tocarle.
Unos fuertes estruendos comenzaron a escucharse y también los gritos de emoción de las personas.
El pelirrojo sonrió con suavidad.
-Feliz año nuevo…
El moreno reaccionó ante esas palabras. Año nuevo…
Soltó un profundo suspiro para luego mirar con intensidad al otro. Era ahora o nunca.
Comenzó a hablar, pero el sonido de los estruendos era tal, que tenía que gritar para hacerse oír por encima de ellos. Chaqueó la lengua con frustración y tomó al otro de la muñeca para alejarlo de ahí, llevándolo al jardín.
-¿Aomine? –preguntó el pelirrojo una vez que todo el ruido había quedado como un suave murmullo de fondo. -¿Está todo…
-Escucha Kagami, no soy bueno para estas cosas y no lo repetiré, así que por favor, sólo… escúchame.
Kagami asintió despacio, sorprendido de ver al otro tan… ¿nervioso?
Aomine respiró profundo y le dedicó una intensa mirada al otro.
El pelirrojo le devolvió la mirada acompañada de una pequeña sonrisa, haciéndole sentir indefenso. Mandando al carajo todo lo que había pensado por casi dos horas, atrajo al pelirrojo muy cerca de sí, pegando su cuerpo contra el suyo. Llevando su boca al oído del otro murmuró tres simples palabras:
-Te amo, Taiga.
Kagami se estremeció de pies a cabeza al oír esas palabras. Sintiendo como una alegría y una tranquilidad inmensa lo invadían, creyendo estar en una especie de sueño irreal. Abrió la boca para decir algo pero las palabras no salían. Se encontraba tan sorprendido que no sabía cómo reaccionar.
Mientras el moreno esperaba ansioso alguna respuesta del otro se encontraba sorprendido de haber podido formular una frase, aunque solo haya sido de tres palabras. Eran tantos pensamientos y emociones las que sentía que creía que iba a trabarse no bien comenzara a hablar. Pero esas simples tres palabras lograban resumir todo lo sentía.
Aomine tragó saliva nervioso, separándose un poco del otro, algo preocupado por el silencio de éste. Pero todos esos miedos desaparecieron de golpe al contemplar el rostro del pelirrojo.
Kagami tenía grabada en el rostro una hermosa sonrisa, que no había visto jamás. De pura felicidad, con las mejillas teñidas tiernamente de un color carmín y sus ojos rebosantes de brillo.
-Yo… -apenas y podía hablar de la emoción que sentía.- también te amo, Daiki…
El corazón de aomine comenzó a latir a una velocidad desbocada. Sentía la cara caliente, pero poco le importaba si se había ruborizado. La emoción que lo había recorrido al oír que el pelirrojo le correspondía… era indescriptible.
Tomó el rostro del otro suavemente entre sus manos y le beso. Con suavidad, con ternura, un beso profundo que dejaba salir todas las sensaciones lo recorrían en ese momento. La sensación de sus labios al tocarse lo habían hecho sentirse mareado, y ni hablar de cuando su lengua rozó la del contrario. Continuaron ese beso con pasión, volviéndolo cada vez más intenso.
Aomine pasó su lengua por los labios contrarios y se separó. Respirando agitado y con una sonrisa pintada en el rostro.
-No creo que sea buena idea seguir esto aquí… -comentó pasando su mano por la mejilla del otro, haciéndola bajar lentamente por su cuello.
-Hmm… -el pelirrojo sonrió, y pasó ambas por detrás del cuello del otro en gesto seductor- ¿Tu casa o la mía?
¡Bien! Mis disculpas a Ela por entregar esto a medias. También por cualquier error ortográfico que se pueda presentar, pero es que realmente hice esto contra reloj.
Las peticiones 1: Trataría de algo como el fin de año.
2da: Cerveza, sake o cualquier bebida alcohólica que desencadene en sexo. (Por eso ésta está incompleta, y el próximo capítulo tendrá lemon)
¡Saludos!
