Hola a todos! He vuelto...Después de como un año de ausencia xD Sí, la verdad ha sido un año bastante, em...distinto, por decirlo de alguna manera. Perdí la inspiración todo el año y bueno, siento como si hubieran pasado muchas cosas, pero en realidad no han sido tantas...En fin.
Por cierto, esta historia está dividida en partes, por eso van a parecer tan cortas. Son 3 partes, bueno ahí ustedes verán como es la cosa xD

Esto va dedicado a alguien, aunque no diré a quién u/u

Ojalá les guste la historia, escrita con mucho amor y cariño, especialmente porque trata de una de mis OTPs favoritas xD


Nezumi

Nezumi se preguntaba todos los años qué era eso tan especial que tenía la navidad que hacía que incluso la gente del Bloque Oeste – personas de no muchos recursos, que con suerte tenían para el día a día – se vieran tan contentos y animados.

Mientras caminaba por las frías calles, se iba fijando que mucha gente había hasta adornado sus pequeñas casas y algunos postes que habían en la pasada, algunos incluso habían encontrado pinos (no muy lindos, pero con las suficientes hojas y ramas como para que se viera presentable) y le habían colocado guirnaldas y adornos, probablemente hechos a mano. Varios niños estaban jugando en la nieve, persiguiéndose y riendo, a pesar de la baja temperatura que había. Se sentía el olor a estofado proviniendo de algunas casas, tal vez habían ahorrado mucho para tener una buena cena a lo menos una vez.

Tsk.

Tanta alegría le hacía enojar por alguna razón.

Hundió las manos y el mentón lo más que pudo en sus bolsillos y bufanda. Hacía frío y lo único que quería era llegar a su cómoda y tranquila pieza bajo la tierra y dormir hasta el día siguiente. Esperaba que Sion no estuviera también con este "espíritu navideño" o peor aún…Triste y melancólico por no poder estar con su madre en este día. Claro que no lo culpaba si se sentía así… Nezumi ya no sabía – no recordaba – lo que se sentía extrañar a alguien querido, estar lejos de una persona que amas o la preocupación de no poder tener a esa persona cerca. Se había acostumbrado a la soledad, se había acostumbrado a ser su única y propia compañía. Pero aún así trataba de entender a Sion y ser paciente con él. Su Majestad había crecido en un ambiente muy distinto al de él, al fin y al cabo. Aunque debía admitir que desde que el peliblanco vivía con él, la pequeña y vacía alcoba parecía haberse llenado de un poco más de calidez.

Por fin, una vez que se alejó de las calles, todo se volvió tranquilo nuevamente. Solo faltaban unos metros para que llegara a su hogar. Bajó las escaleras una por una, sin apuro, pues sabía – o creía saber – que sería una noche muy tranquila; llegaría directamente a la cama, o quizás leería un poco antes de dormir. Esperaba que Sion hubiera hecho al menos una sopa, sino, no importaba, estaba bien sin comer de vez en cuando.

Cuando abrió la puerta, y después de gruñir por lo bajo, pues Sion la había dejado sin llave, como era mala costumbre en él, se dio cuenta de que todo estaba más silencioso que de costumbre. El único que se presentó a darle la bienvenida fue uno de sus ratones, Hamlet. Pero aún así, todo estaba muy sosegado. Se paseó un poco por el disminuido espacio de la habitación, mientras se quitaba la bufanda, buscando alguna señal de que Sion estuviera ahí.

— ¿Sion? —llamó Nezumi en voz alta. Pero no recibió respuesta.

Ese idiota…Espero que no haya salido, podría perderse entre la nieve con lo estúpido que puede llegar a ser.

Pero incluso pensando de esa forma, no hacía más que empezar a preocuparse, aunque eso jamás lo admitiría.

Volvió a dar un par de vueltas por la habitación, hasta que encima de la pequeña mesa de centro encontró un papel, con la característica letra de Sion.

"Nezumi, fui a la casa de Inukashi. Nos invitó a su fiesta de navidad. Por favor, ven cuando llegues, vamos a estar esperando por ti.

Sion."

Nezumi había tomado el papel entre sus largos dedos y lo miraba con un desprecio tan grande que hasta Hamlet se había sentido intimidado y se largó a otra parte, lejos de su dueño.

Lo primero que hizo fue arrugar el papel, lanzarlo por ahí y quitarse la chaqueta. Acto seguido, se echó sobre su cama con los ojos cerrados. No iba a ir a ninguna fiesta de navidad, no pensaba celebrar nada con nadie, no iba a salir. No, no lo haría, ¿por qué lo haría? A él no le interesaban estas cosas, las encontraba tontas y sin sentido. No necesitaba días especiales, ni sentimientos de alegría, ni regalos, ni cenas muy producidas para sentirse bien. Seguía sin entender a todas esas personas que, en vez de estar preocupadas de cosas estúpidas, deberían mejor preocuparse de cómo van a sobrevivir mañana. Eso era lo único que realmente importaba.

Abrió los ojos, se giró sobre sí mismo y, sin querer, clavó su mirada en el papel que recién había arrugado y lanzado. No iba a ir a esa fiesta…No iría…
Pero Sion estaba allá…
No, no iría. No importaba que el albino estuviera allá.
Aunque quizás necesitaría a alguien que fuera a buscarlo, como es de tonto podría perderse tratando de volver…
No, eso no importaba, Inukashi podía prestarle un perro para indicarle el camino. Nezumi no saldría a ninguna parte.
Pero tal vez sería divertido y Sion estaría feliz si iba; le gustaba ver a Sion feliz…

¡Pero qué…? ¿¡De dónde salió eso?! No voy a ir, de ninguna manera.

Pero…

¡No! ¡Dije que no iría, no voy a ir!

¿Entonces por qué ya se estaba parando y tomando su chaqueta y bufanda?

Dio un largo suspiro, miró su habitación una vez, tomó la perilla de la puerta y la abrió, saliendo de ahí.

No sabía cómo ni por qué, pero había cambiado de opinión. Solo iría por curiosidad…No tenía ganas de pasarlo bien ni estar con mucha gente, de todas formas. Salió a la intemperie nuevamente y el cambio de temperatura se sintió de inmediato. Sus pasos en la nieve eran lo único que se escuchaba y con paso lento, pero seguro, caminó hasta donde vivía Inukashi.