PRÓLOGO
"¡Todo esto es tu culpa, no hiciste nada cuando podías, eres una cobarde!"
Tales palabras se escuchaban desde la calle y provenían desde una casa más o menos pequeña. En su interior se encontraba una mujer sentada y apoyada en una mesa ocultando su rostro y llorando desconsolada, pero en silencio, mientras sonaba su nariz con un pañuelo ya muy usado desde los últimos 40 minutos. El hombre al no escuchar respuesta alguna lanzó con fuerza un vaso de vino, muy barato por cierto, al suelo, acto que asustó mucho a la mujer pero para no escandalizar a su esposo no emitió ningún sonido.
En la habitación de al frente y con la puerta cerrada se encontraba una pequeña niña llamada Sakura, de ojos verdes exóticos y cabello rosa, no tenía más de 6 años y estaba sentada en el suelo, llorando mientras abrazaba a su pequeña cachorra, como si en ella pudiera encontrar refugio, paz y seguridad. No era la primera vez que oía a sus padres discutir, lo más extraño es que siempre las peleas empezaban de la nada.
El padre de Sakura nunca las ha golpeado, sin embargo el abuso verbal hacia ambas mujeres de la casa estaba sin dudas, presente. No importa qué tipo de conversación estuviera en la mesa, ésta siempre giraba hacia los mismos sucesos que Sakura a su corta edad nunca comprendió, pero cada vez que su padre comenzaba a elevar un poco la voz la pobre corría a su habitación, y como siempre, se acurrucaba junto a su preciada mascota.
"¿Mamá, por qué no te separas de papá?, él siempre te hace llorar…"
Sakura a sus cortos nueve años de edad pronunció éstas palabras a su madre mientras cocinaba, aprovechando la ausencia de su padre. Se detuvo en seco mientras cortaba las verduras y observó con sus ojos bien abiertos a su inocente pequeña, que la miraba desde abajo con sus grandes ojos verdes pero con un claro sufrimiento a punto de llorar.
Su madre la abrazó fuerte, llorando, sintiéndose débil, ¿acaso no lo era?, ¿sometía a su hija a presenciar violencia por gusto? La respuesta es: NO, la incógnita a éstas preguntas era una palabra que muchos odian, otros adoran, unos lo poseen en exageradas cantidades y otros mueren por carencia de él: dinero.
La familia de Sakura era clase media, no pasaban hambre pero tampoco se daban lujos, vivían con lo justo y lo que sobraba se iba a una cuenta de ahorro. Ambos padres trabajaban, pero como en muchos hogares la mujer obtiene menores ingresos que el hombre. La madre de Sakura sabía que el dinero no daba la felicidad, pero es necesario, y para darle un buen futuro a su hija, el regalo que los padres pueden dar a sus hijos como herramienta que les durará para toda la vida es la educación, algo que ella durante su juventud nunca obtuvo por culpa de la pobreza, el padre de Sakura corrió la misma mala suerte.
Aunque sea difícil de creer, el padre de Sakura se preocupaba por su esposa e hija, aunque siempre negara que sus palabras sean insultantes y que el volumen de su voz no era exageradamente alto, siempre aseguraba, poco a poco, dinero para que su brillante hija algún día tenga la educación que soñaba, verla toda una exitosa profesional era lo que deseaba desde el fondo de su corazón.
"¿Mamá, cómo te enamoraste de papá, todos los hombres son como él?"
Sakura ya tenía 12 años. Su madre sonrió melancólica
-Cuando conocí a tu padre era un hombre apuesto, educado y atento. Siempre me regalaba rosas y chocolates, pasábamos tardes enteras juntos después de que ambos saliéramos de nuestros trabajos. Me llevaba a comer cosas deliciosas, él sabía mi debilidad por los chocolates y tortas, también íbamos mucho al cine y fin de semanas completos en la playa. –Sus ojos brillaban de felicidad al recordar momentos desde hace unos 15 años atrás, y que nunca se van a recrear.- Sakura, yo sé que tú no serás como yo, encontrarás a un apuesto hombre como los de las películas que te gustan ver, y serás feliz por siempre, ya lo verás.
Sakura a los 16 años tuvo su primer novio, un apuesto pelirrojo de ojos café ceniza de 17 años llamado Sasori. Era como su madre le dijo hace años atrás, era guapo y romántico al igual que los príncipes de las películas de Disney que disfrutaba desde pequeña. Lo amaba, fue su primer beso, el primero con el que tuvo relaciones sexuales, le regalaba flores y bombones, le escribía hermosas cartas de amor que ella guardaba en una cajita color rojo que ella adornó con corazones rosas y morados. Suspiraba en clases por él y escribía 'Sasori y Sakura' con corazones en su cuaderno de apuntes. Su relación era secreta ya que su padre le prohibió cualquier tipo de noviazgo por el miedo a que despreocupara sus calificaciones o quedara embarazada como error de adolescente. Sakura nunca escuchó, lo adoraba, quería casarse con él, vivir juntos y tener hijos, anhelaba la vida feliz que desde pequeña no tuvo plenamente. Pero pasado el primer año y medio de noviazgo su relación tuvo un giro de 180°. Ya no la trataba con palabras dulces, la celaba con todos sus compañeros de curso, le ponía furioso que le tocara hacer trabajo escolar con ellos, no podía salir con nadie más que no fuera con él, la alejó de sus amigas porque eran "zorras en celo", era enfermizo.
Sakura sólo aguantó 6 meses más de relación, a medida que pasaba el tiempo y observaba la relación de sus padres, notó que lo de ella con Sasori iba paulatinamente encaminado hacia lo mismo. No lo iba a permitir, no se dejaría pisotear por un hombre nunca más, ella tenía voluntad, no era un objeto inanimado ni un trapo sucio, no era… como su madre. Armándose de valor se encaminó hacía la casa de Sasori después de la escuela. Era su último año escolar y ya era una hermosa joven de 18 años fuerte y decidida. Al llegar a su destino notó que tanto la puerta del jardín como la del interior estaban abiertas. Le pareció poco habitual, la familia de Sasori siempre fue cuidadosa con la seguridad del hogar para prevenir robos, y además no se veían forzadas o rotas, así que la idea de que fue un ladrón ya no le parecía tan obvia. Con una extraña sensación entró a la casa y lo que vio la dejó sin aliento, le revolvió el estómago y sintió nauseas, las manos le sudaban y su cara se puso roja, su novio, o mejor dicho, desde ahora ex-novio estaba sentado en el sofá practicando sexo con ropa con una chica de su escuela, que estaba con su falda arriba, él tenía sus manos en su trasero y con el pantalón desabrochado. Claro, el deseo de esos dos era tan fuerte que ni tiempo de cerrar las puertas tuvieron. Cuando la amorosa pareja notó la presencia de la pelirrosa se separaron de inmediato, la mirada de Sakura escupía fuego.
-¡Así que tenías el descaro de celarme cuando tú tenías una aventura con una cualquiera, con qué caras insultas a mis amigas de zorras cuando tú estás placenteramente con una!
Sasori se quedó asombrado, mudo y quieto, al igual que su amante que nerviosamente se ponía de pie y arreglaba su falda y camisa, que por su puesto, estaba medio desabotonada. Nunca se vio a Sakura con esa expresión en su rostro, de gatita sumisa pasó a ser como una leona salvaje. Sakura por su lado rápidamente desde su mochila sacó la cajita adornada con corazones, llena de cartas con palabras cursis y de ahora, falso amor.
La tiró con fuerza hacia él, esparciendo un montón de papeles en el suelo de la sala de Sasori.
-¡Nunca más te vuelvas a aparecer en mi vida!- le gritó lo más fuerte que pudo y dignamente se dio media vuelta dando un fuerte portazo.
Corrió a su casa, llorando y no le importaba que la gente le viera, sentía que se ahogaba aunque sus pulmones estuvieran llenos de aire. La ansiedad era la culpable. Al llegar a casa agradeció que estuviera vacía, sus padres aún estaban trabajando y así no tendría que dar explicaciones.
Lloró recostada en su cama aún con uniforme hasta quedar sin lágrimas, después paso a la fase de ira y rompió cada foto que se sacaron juntos, se deshizo de todos sus regalos, peluches, accesorios, lencería, todo se fue a la basura. Lo odiaba. Era su primer gran amor adolescente, el hombre al que se entregó por primera vez, con el que quería tener hijos y envejecer a su lado y… le dolía, más que las discusiones que habían en su casa casi cada día, o que las hirientes palabras de su padre que afectaban su autoestima.
Pasadas las horas se calmó. Ya era de noche, su cabeza dolía, estaba sin ánimos y lo único que pensaba era en dormir, pero entró su padre sin aviso, gritándole y sermoneándole que como era posible que no haya hecho nada en toda la tarde, sin ni siquiera percatarse de la cara pálida de su hija. Era lo que faltaba, su propio padre faltándole el respeto una vez más, y su madre como siempre no decía nada, permanecía neutral.
Sakura siempre observó la relación de sus padres, su madre luce infeliz y sumisa al igual que ella soportaba los últimos meses de relación con Sasori. Entiende que separarse de alguien a quien te has entregado por completo duele, pero es el mismo infierno soportar que pisoteen tu persona. Tomó una decisión de por vida, nunca, pero nunca más volvería a pasar por una experiencia como esa, no se lo permitiría.
