"HETALIA AXIS POWERS" PERTENECE A HIDEKAZ HIMARUYA. YO SÓLO PERVIERTO A SUS PERSONAJES


En serio, ¿qué hacemos juntos? ¡Sólo imaginarlo es ya ridículo!

No nos parecemos en nada.

Él vive en una isla soleada, ¡en el Caribe, ni más ni menos! ...Y yo vengo del frío. Su piel es morena, tanto que parece negro. La mía es blanca como la leche. Adora fumar puros y beber ron. Yo ni siquiera soy capaz de beberme mi propio vodka.

No entiendo qué vimos el uno en el otro...Pero ya llevo más de treinta años visitando sus playas cada verano. No puedo permitírmelo y él lo sabe, por eso siempre me invita a pasar las vacaciones en su casa. Eso a Rusia no le gustaba nada.

No me preocupaba entonces ni me preocupa ahora. Soy una mujer adulta y libre, y puedo irme con quien quiera.

Por supuesto, a Bielorrusia tampoco le agradaba que estuviera tanto tiempo con él. Recuerdo que una vez me agarró de la muñeca en la cocina y me preguntó si ese americano me estaba seduciendo para alguno de sus planes. Supongo que pensaba que un americano que se unía al COMECON, por muy comunista que dijera ser, no era digno de confianza. Intenté calmarla diciendo que odiaba a América tanto como nosotros y que incluso lo demostró una vez con esa desesperante guerra de misiles, pero no pareció quedarse tranquila.

Lo cierto es que al principio a mí tampoco me parecía muy buena idea estar con él. Un desconocido con fama de ser un hombre tosco y gruñón...Estar en su casa sin ninguno de mis hermanos allí...Pero, a medida que lo fui conociendo fuera de las reuniones, me parecía otra persona. Dábamos paseos juntos, tomábamos café por la tarde en los rincones más encantadores de su ciudad, charlábamos sobre nuestros hermanos...

Me enamoré de él. Y lo mejor es que creo que es mutuo.

Espero que sea así, realmente...

- Cuba...

Cuba se vuelve hacia mí. Como siempre, después de hacer el amor, se enciende un habano y se lo fuma tranquilamente en la cama con cuidado de no echarme el humo.

- ¿Por qué me quieres?

- No entiendo qué quieres decir-murmura con cara de sorpresa.

- Míranos. Se supone que sólo éramos aliados por conveniencia y...Digo yo...Hace ya tiempo que la Unión se resquebrajó...¿Por qué seguimos viéndonos?...¿Tú me quieres, Cuba?

Cuba desvía la mirada. Apuesto a que le he pillado totalmente desprevenido. Suelta su puro en el cenicero que adorna su mesilla de noche y exhala el humo lentamente. Se queda mirando las sábanas un momento, dubitativo, hasta que me mira y sonríe.

- Yo tampoco estoy muy seguro-contesta en un susurro.

Alarga la mano y me acaricia las mejillas.

- Pero, si te digo la verdad, no te quiero...Te amo.

Sonrío como una tonta. Ha sido una pregunta estúpida, la verdad, pero me he quedado más tranquila.

Le correspondo la caricia. Recorro con un dedo su pecho empapado en sudor. Pronto, las caricias derivan en besos, y esos besos, cómo no, nos llevan a repetir.


FIN