.ADIÓS CIELO.

Odaiba estaba en sus primeras horas de la mañana, todo parecía indicar que el día estaría soleado, y para alguien con el ascenso de su vida en mente, era la mejor señal.

Yamato salía del baño con una toalla alrededor de su cintura. La noche había sido larga y estaba exhausto, pero no había nada como una buena ducha para reponer energías, entró a su dormitorio, sobre la cama y entre el revoltijo de sábanas y frazadas estaba su última conquista.

El joven se acercó y observó a la chica que dormía profundamente allí. Estaba molesto, antes de ir a ducharse la había despertado y le había rogado que se diera prisa y sin embargo ella dormía como un oso. La sacudió de un modo algo violento y ella se incorporó torpemente.

-Lo siento bombón, me dormí… ¿no te quedas?-preguntó mientras sus ojos verdes relucían con un malicioso brillo.

-Vete, debo irme a trabajar, te lo dije anoche Sora.

-¿Sora?... Mi nombre es Saki-refunfuñó la joven mientras se destapaba molesta y comenzaba a vestirse.

-¿Ah?

-Anoche me llamaste Sora todo el tiempo, ¿acaso es una novia anterior a la que no logras olvidar?-preguntó con un tono afectado Saki, que ya estaba furiosa. Se había puesto el vestido verde y corto que usaba la noche anterior, peinó su cabello largo y pelirrojo y sin decir nada más, tomó su bolso y sus zapatos y salió de la habitación.

Yamato ni siquiera se molestó en decirle nada, estaba anonadado, ¿de verdad la había llamado Sora? Sentía que empezaba a enloquecer. Lo de Sora había sido una confusión del momento simplemente, era una amiga nada más.

Saki aguardaba molesta en la sala de estar, queriendo salir de allí cuanto antes.

-¿Qué no dijiste que estabas apurado?-gritó la chica.

Yamato salió de su habitación con la camisa desabrochada y el pantalón de vestir. Estaba tan atractivo así que por un instante la furia de Saki se esfumó y se le acercó para besarlo.

En ese preciso instante, la puerta del departamento se abrió y pasaron muchas cosas. Por un lado, Saki, que tenía los brazos alrededor del joven rubio, se giró para encontrarse cara a cara con una chica pelirroja muy bonita que llegaba con una gran valija de viaje. Yamato vio la expresión en el rostro de la recién llegada, que se detuvo tan solo un instante y luego echó a correr por el pasillo.

-¡¡Sora!!-exclamó él, le dio un empujón a Saki y salió detrás de su amiga.

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Saki cayó al suelo, su furia reapareció, tomó molesta su elegante bolso de marca, se acomodó el cabello frente al espejo que había en la sala y luego de acomodarse sus zapatos caros salió del departamento sin siquiera cerrar la puerta. Descendió los doce pisos por ascensor, sin dejar de acomodar su cabello cada tanto ni de observar su propio reflejo. Salió al hall del hermoso edificio y luego, sin echar la vista atrás, se colocó sus gafas de sol para disfrutar del soleado día en aquella calle del barrio residencial de Odaiba.

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-No tienes nada que explicarme-dijo Sora temblando mientras Yamato le apretaba la bolsa con hielo contra su frente-No me explico por qué corrí así…

Ella se rió algo nerviosa al recordar que se había tropezado en plena corrida y se había golpeado la sien con un escalón, y por suerte su amigo había llegado a tiempo para sujetarla y que ella no siguiera con su caída. Aun así, comenzó a derramar varia lágrimas recordando lo que había visto al abrir la puerta del departamento.

-Lo siento Sora, de verdad lo siento-Yamato se deshacía en disculpas con su amiga.

-Discúlpame a mi… es que anoche llegué a Odaiba, estaba ilusionada por verte, entonces Takeru, que estaba en casa de Tai y Hikari me dio su copia de tu llave y me dijo que te encontraría por aquí por la mañana. Supongo que vine apurada porque sabía de tu ascenso. No quise interrumpir nada.-sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Sora…

-No digas nada Matt-ella se puso de pie y caminó hacia el ventanal, dándole la espalda a su amigo-supongo que con todo lo que me ha estado pasando me iba a ser fácil ilusionarme contigo, ¿verdad? Mírame, soy una miseria, mi padre ha muerto y apenas he podido consolar a mi madre, mi jefa no quería que yo fuera a Kyoto al velatorio de mi propio padre y me despidió, mi proyecto de modas para la universidad este año ha sido un desastre… creí que te tenía…-se giró para mirar a Yamato con lágrimas en los ojos.

-Sora, me tienes de todas formas, soy tu amigo y sabes lo mucho que te quiero, pero lo nuestro…

-No funcionaría, lo sé. He tomado una decisión de todas formas. No me quedaré aquí sufriendo por ti como una idiota, estoy segura de que no quisiste herirme, pero la otra noche si creí que podríamos estar juntos, ¿sabes? Me ilusioné y vine a buscarte. Estoy harta de no ser correspondida Yamato, creo que puedo empezar de cero en otro lugar.

-¿Qué estás diciendo Sora?

-Tendría que haberlo decidido hace tiempo. No quiero verte con tus citas esporádicas, me hace mal, y no quiero seguir sufriendo en silencio. La otra noche fue extraña, pero quiero asegurarme de que no volverá a suceder.

Yamato se quedó en silencio, ¿de verdad Sora decía aquello? ¿De verdad la había lastimado tanto? ¿De verdad ella le amaba tanto? Pero él sabía que no podía hacer nada al respecto, si el hecho de que ella fuera a hacer su vida a otro lugar le ayudaría, él iba a estar dispuesto a apoyarla, aún si eso significara un distanciamiento. Y todo por dejarse llevar.

Hacía ya una semana de aquello, la noche anterior a la muerte del padre de Sora. Ella había ido a llevarle algo de comida que le había preparado, porque Yamato había tenido una semana fatal con fiebre.

En algún momento habían empezado a ver una película de terror, esas que solo a él le gustaban, esas en las que Sora dejaba de lado su dignidad y se tapaba la cara asustada o por el simple hecho de que él no se burlara de ella, la miraba valientemente de a ratos pero muerta de miedo.

Yamato la había asustado en algún momento, y Sora, muy sobresaltada por cierto se había refugiado entre los brazos de su amigo. El rubio se había reído muchísimo de esto, y su amiga, fingiendo más furia de la que en realidad sentía, le había golpeado el brazo, así habían empezado un juego de golpes suaves e insultos y de pronto comenzaron los besos. No vieron el final de la película, mientras la heroína de la peli gritaba histéricamente ante la llegada inminente del asesino, ellos estaban muy ocupados haciendo el amor. Increíble, porque Yamato nunca podría explicarse cómo la noche había trascurrido así, Sora siempre había sido su amiga, cierto que en varias ocasiones se le había confesado, pero él siempre le decía la verdad, que en su corazón ella siempre sería su amiga.

Y ahora ella se iba.

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Primer cap de este fic que escribí hace un par de años. Es lindo volver a escribir Fanfics!