Disclaimer: Naruto no me pertenece, es de Masashi Kishimoto. El fic sí es mío.
Aviso: Este drabble participa en el reto "Protagonismo de Enero", del foro la Aldea Oculta entre las Hojas.
Ahora, te visitan pensamientos que no ahuyentarás
jamás; ahora surgen ante ti visiones
que no se desvanecerán jamás; jamás ellas dejarán
tu espíritu, pero se fijarán como gotas
de rocío sobre la hierba.
...
..
.
—No deberían estar aquí.
Shikadai e Inojin dieron un salto y miraron hacia abajo. Gaara les observaba con seriedad desde el pie de las escaleras, con los brazos cruzados y el sombrero de kage atado a su espalda. Shikadai dedujo que recién se lo había quitado, dado que el cabello de su tío se encontraba revuelto, tal como lo usaba de joven, según el testimonio de fotos.
—Sólo le mostraba a Inojin el lugar. ¿De verdad no podemos…?
Gaara subió las escaleras esperando a que Shikadai terminara de quejarse para hablar. Ya lo habían discutido muchas veces, el joven podía ser rebelde cuando no encontraba lógica a las restricciones que su madre le ponía, aunado a que Inojin se encontraba de visita en el desierto, les gustaba explorar los viejos edificios y ruinas de Suna dado que las tierras del desierto eran más viejas y a menudo más interesantes que Konoha.
—Tu madre tiene razones para decirte que no te acerques a este lugar.
—¿Por qué? —preguntó Inojin curioso, alzando una ceja.
—Esta fue la primera cárcel hecha para usuarios de chakra en Sunagakure. Aquí se cumplían condenas que abarcaban desde unos meses hasta toda una vida, muchos murieron entre estas paredes.
Ambos jóvenes se miraron con complicidad, y siguieron prestando atención al mayor, quien acariciaba la pared terrosa del edificio. Unas runas grabadas en los marcos de las puertas derruidas le daban un aspecto más viejo del que supondrían que tenía.
—Aún no entiendo por qué no podemos explorarla —respondió Shikadai.
—Está repleto de fantasmas —dijo Gaara, esta vez mirándolos.
Shikadai sonrió, e Inojin apenas se atrevió a curvar los labios, algo amedrentado por la seriedad con que Gaara lo había afirmado.
—Cuando era niño, también solía venir mucho —continuó en vista de que ninguno habló—. Pasaba horas viendo dentro de las celdas, leyendo inventarios de la bodega, y escuchando.
—¿Escuchando?
Gaara miró a los ojos a su sobrino, se agachó a su altura y prosiguió, sin cambiar su expresión seria ni un segundo.
—Escuchando a los fantasmas. Como venía tanto, creyeron que sería divertido hablarme. Me decían muchas cosas. Me aconsejaban cosas que no podría repetirles a ustedes.
Inojin se rascó nervioso la mejilla y Shikadai se alejó un paso de su tío. Gaara se reincorporó y sonrió un poco.
—Vayan a jugar a otra parte.
Asintieron con nerviosismo y juntos se escabulleron hasta la salida. Gaara suspiró y miró a su hermana, quien lo observaba desde un ángulo poco visible.
—No tenías que decirles mentiras que asustaran tanto, Gaara.
—No eran mentiras.
El ambiente se tensó, y Temari arrugó el entrecejo, sin saber qué responder a ello, hasta que Gaara sonrió de nuevo, una mueca poco perceptible que logró aliviar a su hermana.
—No te juntes más con Kankuro, se te pega lo tonto bromista.
Gaara siguió la espalda de Temari alejarse en el horizonte, la sonrisa murió en sus labios y observó las paredes del lugar. Antes de que decidieran saludarlo, se retiró sin despedirse.
...
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¿Por qué escribí esto? Porque Gaara cumple años el mismo día que mi escritor favorito, Edgar Allan Poe. Y ponerle un poco de sobrenatural al asunto me ha parecido bien.
