Parejas: Yuriy&Takao

Advertencia: Shounen –ai y Lemon

–Diálogos.

"Pensamientos"

Hola Quimera, tal y como te prometí aquí está el Yuriy&Takao espero que te guste.

ZAFIRO

–Kaily Hiwatari–

En la ciudad de Nueva York, un chico pelirrojo estaba durmiendo en su apartamento. El teléfono comenzó a sonar, haciendo fruncir el ceño del joven que aún seguía con los ojos cerrados. El teléfono siguió sonando haciendo que el chico abriese los ojos y cogiese el teléfono que estaba sobre la mesita de noche.

–¿Diga? –contestó el teléfono mientras encendía la luz de la habitación que estaba encima de la mesita mientras se restregaba los ojos con su mano libre.

–¡Yuriy, soy Boris! ¡Zafiro ha vuelto a robar! –le informó.

–¿Dónde?–preguntó. Y como si fuese por arte de magia, su sueño desapareció al escuchar ese nombre.

Suavizando su voz, decidió contestar–. En una joyería. Creemos que sigue dentro del edificio.

–Dame la dirección –pidió mientras se levantaba de la cama.

–Avenida Madison, nº 13. Date prisa, yo ya voy de camino –le avisó.

–Está bien. Adiós –colgó. Se vistió lo más rápido que pudo. Cogió sus armas, metiéndoselas una en el bolsillo de su cinturón especial y otra en el bolsillo del cinturón del tobillo. Cogió las llaves del coche que estaban sobre la mesa del comedor. Salió de su apartamento, cerrando la puerta tras de sí. Bajó las escaleras del edificio lo más deprisa que pudo. Salió de ahí y abrió la puerta del coche con las llaves. Arrancó el coche y se dirigió hasta el sitio acordado.

&&&Yuriy&Takao&&&

Un chico vestido de negro, con un pasamontañas que le cubría toda la cabeza, excepto los ojos, entró al edificio por el conducto de la ventilación. Se puso una pequeña linterna en la boca y gateó por los conductos hasta buscar la sala en la que estaban conectadas las alarmas y las cámaras de vigilancia. En la cintura, llevaba un cinturón especial con varios bolsillos y espacios para colgar cosas.

Cuando encontró la habitación, sacó un pequeño destornillador de uno de los bolsillos y desatornilló la rejilla que le impediría descender a la habitación, entrando así en ésta de un salto. Un gran panel estaba ante sus ojos con muchas televisiones pequeñas y un ordenador encendido. Miró las pantallas con mucha atención. No había ningún punto en el que no estuviera vigilado por una cámara. Paró las grabaciones rebobinando las cintas hasta la hora en que su dueño abandonó la joyería. Programó todo para que dentro de diez minutos empezara a grabar de nuevo mediante el ordenador.

Una vez que lo hizo, buscó en la máquina el programa de las alarmas. Cuando lo encontró lo desconectó todo sin ningún problema y lo conectó para dentro de diez minutos al igual que había hecho con las cámaras. Como era una joyería normal y no era muy grande, no había ningún guardia. Volvió a subirse al conducto de la ventilación, cerrándolo y apretando los tornillos que había dejado en el suelo del conducto, junto a la rejilla. Gateó un poco más por los conductos hasta llegar a donde había otra rejilla.

–Ahí está –dijo al mirar hacia abajo y contemplar el más bonito diamante que sus ojos habían visto nunca. Desatornilló los tornillos y quitó la tapadera. Para asegurarse de que todo estaba desconectado, sacó una pelota de goma de otro bolsillo y lo tiró con fuerza al suelo para que regresara hasta arriba. Ninguna alarma se disparó, así que guardándose la pelota en el bolsillo, sacó un pequeño espejo de otro. Lo puso en la esquina del pequeño recuadrado, que había ocupado antes la rejilla. Lo bajó un poco hacia abajo para ver a través de él, buscando por el reflejo las cámaras. No tenían ningún piloto encendido y eso quería decir que estaban apagadas. Sin pensárselo dos veces saltó al suelo.

Caminó hasta llegar donde estaba el gran diamante, quedándose frente a éste unos segundos. Estaba dentro de una vitrina de cristal, pero pronto dejaría de estarlo. Observó que el cristal no estaba atornillado, pero tenía una cerradura en el lado. Sacó un artefacto extraño de otro bolsillo y consiguió abrir la cerradura. Con otro pequeño artefacto parecido a una tenaza, abrió la puerta de cristal y cogió el diamante, metiéndoselo en una pequeña bolsa negra. Se la amarró en una de las cavidades del cinturón para no perderla.

Escuchó ruidos de neumáticos frenando. No le hizo mucho caso. Sacó una navaja y sobre la mesa donde estaba puesto el diamante escribió una palabra. Escuchó muchos pasos que se acercaban, así que sin perder más tiempo, cerró la puerta del cristal y saltó al conducto de la ventilación. Por suerte para él, el techo no era muy alto, así que se podía permitir el hecho de subir de un salto hasta él, sin necesidad de usar un gancho y una cuerda. Una vez arriba, colocó la rendija en su sitio y lo atornilló con cuidado de no hacer mucho ruido. Mientras lo hacía, escuchó cómo abrieron la puerta.

–Tú y tú –ordenó un hombre policía a dos chicos–. Id hacia allí –les aclaró mientras comenzaba a señalar una puerta–. Vosotros hacia allí –ordenó a otros chicos–. No puede andar muy lejos –se dijo a sí mismo–. Tened cuidado –advirtió–. Puede que vaya armado –miró a su alrededor–. Maldito sea, se nos ha vuelto a adelantar. Pero ésta vez, lo atraparemos –aseguró el hombre mientras salía a la calle intentando no levantar mucho la voz por si el ladrón seguía cerca.

El ladrón aprovechó para comenzar a gatear con mucho cuidado hacia atrás para que nadie sospechara que estaba ahí, ya que el conductor era tan estrecho que no podía darse la vuelta. Como pudo, tomando una bifurcación de la instalación, se las ingenió para darse la vuelta. Fue a salir por donde había entrado desde la calle y lo hubiera conseguido de no ser porque había dos policías ahí mismo, hablando mientras vigilaban la zona.

Retrocedió con cuidado sin mirar hacia atrás. "Tendré que salir por la azotea", pensó. Chocó con algo. Miró hacia atrás y vio que había una bifurcación, la misma de hace unos momentos. Gateó dos pasos hacia la izquierda para tomarla caminando hacia atrás, para luego meterse de frente por el de la derecha. No sabía hacia donde daba ese conducto, no lo recordaba en el mapa que había estado estudiando desde hacía días. Pero tenía que salir de ahí. Sintió las voces de dos chicos hablar. Así que se detuvo y escuchó la conversación de esos dos. No quería arriesgarse a que lo cogieran, así que era más peligroso si se movía en ese momento de donde estaba.

–Aquí parece que no está –decía un policía.

–Pues vamos a decírselo al jefe –comentó el otro.

Miró a través de la rejilla, pero no conseguía ver gran cosa. Escuchó cómo los pasos se alejaban, así que decidió seguir gateando por el conducto con el menor ruido posible, haciéndolo muy despacio. No tenía prisa, prefería estar ahí toda la noche que a ser encontrado y que lo metieran en la cárcel por todos los robos que había cometido.

&&&Yuriy&Takao&&&

–Señor inspector –le llamó Yuriy tan pronto lo vio entre los coches de policía, mientras éstos, miraban el edificio.

–Hola, Yuriy. Sentimos haberte despertado a estas horas muchacho, pero...–le decía al chico de ojos azules antes de ser interrumpido.

–No importa, señor. ¿Qué es lo que tenéis? –preguntó mirando el edificio de arriba abajo.

–Pues verás... le están tomando declaración a una mujer –comentó mirando a la mujer–. Dice que se levantó a estas horas porque tenía que irse a trabajar. Al parecer vio a alguien sospechoso desde el edificio de enfrente, vestido de negro, merodeando por el barrio y que se detuvo aquí. Cuando nos llamó, le pedimos que no quitara la vista del sospechoso, pero al parecer tenía el teléfono apartado de la ventana, así que cuando miró por segunda vez, el sospechoso había desaparecido. ¡Maldito Zafiro! Ésta vez no escapará. –masculló enfadado–. No tiene escapatoria si sigue ahí dentro. Lo tenemos todo rodeado. –Le explicaba.

–¿Cómo sabe que se trata de Zafiro? –preguntó Yuriy pensando que podía ser cualquier otro ladrón.

–Porque nos ha dejado su firma en la mesa donde estaba puesto el diamante.

–¿Qué quiere que haga? –preguntó Yuriy mirando hacia la terraza del edificio.

–Quiero que tú y Kuznetzov subáis a la azotea, es el único sitio en el que no he mandado a los chicos.

–Está bien, señor. –Miró a su compañero que estaba pendiente de la puerta de la joyería. Caminó hacia él para avisarle–. Vamos, Boris.

–De acuerdo –contestó el otro, siguiéndole.

–¡Escuchadme! –Le pidió el inspector llamando la atención de los dos–, ¡si algo sale mal, no dudéis en disparar! –Ordenó.

–¡De acuerdo señor! –contestaron al unísono antes de entrar a la joyería.

&&&Yuriy&Takao&&&

Yuriy entró a la joyería y le echó un vistazo. Todo estaba igual que la última vez que estuvo allí.

Flash Back

–Yuriy. ¿Qué me dices de éste? –decía un chico rubio, de ojos azules, vestido de policía.

–Es bonito –contestó Yuriy mientras miraba un montón de anillos, vestido también de uniforme– ¿Qué me dices de éste? –preguntó señalando uno de los anillos con el dedo índice.

–Ese creo que nos costará un ojo de la cara –comentó el chico rubio al ver el pequeño diamante que tenía incrustado.

–Pues busquemos unos más sencillos –decía el pelirrojo mirándolos con detenimiento.

–A ver. ¿Qué me dices de estos? Son sencillos y bonitos. –Comentó el rubio.

–Sí, esos me gustan. Pero...–dijo el pelirrojo mientras miraba al rubio.

–¿Pero? –preguntó el rubio encontrándose con los ojos azules del pelirrojo.

–Me gusta más el que lo va llevar puesto –contestó dándole un sonoro beso en la mejilla.

–Yuriy –dijo sonrojándose–, aquí no, me da vergüenza –le explicó con una diminuta sonrisa.

–Está bien, lo siento –se disculpó mirando de nuevo los anillos.

Su cara pareció haber cambiado a una más seria y triste–. Yuriy– le nombró el rubio, mirándolo.

–¿Qué? –contestó.

–¿Te has enfadado?

–No –contestó mientras ponía ambas manos sobre el mostrador.

–A ver, mírame –pidió poniendo su mano sobre la de Yuriy mientras la acariciaba, haciendo que Yuriy lo mirase. El rubio se acercó a él dándole varios besos en la boca mientras entrelazaba sus manos con las de él.

–¿No decías que te daba vergüenza? –preguntó el pelirrojo cuando el rubio se separó de él.

–Eso era hace un segundo –le dio otro beso–. Te quiero.

–Yo también. –sonrió.

–¿Puedo ayudarles en algo? –preguntó amablemente el dueño de la tienda mientras los dos se sonrojaban levemente.

Fin Flash back

Yuriy permanecía mirando ese lugar mientras recordaba.

–Yuriy –le llamó su compañero Boris haciendo que lo sacara de sus recuerdos.

Ni siquiera recordaba que había caminado mientras recordaba–. Lo siento, vamos –dijo subiendo unas escaleras que tenía al frente.

&&&Yuriy&Takao&&&

"Por fin", pensó el ladrón cuando vio por las rejillas, el piso de la terraza. Desatornilló la que sería la última rejilla de la noche, saliendo por fin de los conductos del aire. Estiró las piernas y sacó el diamante de la pequeña bolsa para mirarlo–. Darás mucha felicidad –se decía a sí mismo dándole un beso al diamante para después guardarlo de nuevo.

Caminó un poco hasta el borde de la terraza, poniéndose en la esquina. Se arrodilló mientras sacaba el espejo lentamente y lo enfocó de medio lado para poder ver lo que había abajo. Cómo se temía, estaba lleno de policías. Se fue corriendo hacia el resto de las esquinas e hizo la misma operación. Comprobó que también estaba llena de policías.

–¡Mierda, estoy rodeado! –se quejó antes de escuchar un ruido que le hizo esconderse detrás de la pequeña caseta de la terraza.

Abrió la puerta de la caseta, viendo una terraza vacía–. Aquí no hay nada –informó Boris armado.

–Eso no lo sabes con seguridad –afirmó Yuriy mientras sujetaba el arma, haciéndole a Boris un pequeño gesto con la cabeza para después mirar la caseta. Ambos caminaron hacia distintos lados de la caseta, mientras esperaron en la esquina contando mentalmente hasta tres. Cuando contaron hasta tres dieron un paso hacia delante doblando la esquina. Los dos bajaron las armas en cuanto se vieron a ellos mismos y que no había nada más.

"Menos mal que mientras esos idiotas hablaban, yo me he subido a este tejado" ,pensaba el ladrón mientras intentaba mantenerse inmóvil escuchando la conversación de esos dos.

–Oye. ¿Ya consigues dormir? –preguntó Boris.

–Sí, bueno ésta noche no había hecho más de tres horas que había conseguido dormir... –fue interrumpido por su amigo de cabello color gris platino.

–Cuando te llamé, ¿verdad? –Interrumpió Boris, viendo cómo el pelirrojo asentía– .Lo siento, Yuriy.

–Tú no tienes la culpa, Boris.

–Podrías cogerte unas vacaciones –le comentó el joven de ojos verdes.

–Lo haré, después de que atrapemos a Zafiro. No puedo irme ahora, porque el jefe me necesita.

–Pues creo que te harás viejo esperando a que eso ocurra –sonrió.

–Qué negativo eres. Yo confió en que algún día cometa un error y por fin lo atrapemos.

–Se dice que aparte de robar diamantes, también roba corazones.

–Sí, seguro que lo hace. Aunque no sé cómo, si siempre va enmascarado.

–Los pocos testigos que lo han visto pasar por su lado declararon que tiene unos ojos color rojo zafiro preciosos –comentaba.

–Me pregunto porqué habrá atracado precisamente esta joyería –se preguntaba Yuriy con algo de nostalgia.

–Yuriy... –le nombró preocupado Boris al ver la nostalgia reflejada en los ojos de su amigo.

–Tranquilo, estoy bien. Será mejor estar alerta por si aparece –dijo caminando hacia delante para asomarse por una de las esquinas.

El ladrón estaba muy pendiente de lo que escuchaba, pero se estaba hartando de estar ahí. No quería perder ahí toda la noche. Porque estaba seguro de que amanecería y ahí sí, habría miles de personas levantadas y los vecinos de los edificios más altos que ese podrían verle. Tenía que hacer algo enseguida. ¿Pero qué?

"Vamos piensa, piensa", se decía una y otra vez mientras seguía tumbado en el pequeño tejado. Pensó en las imágenes de las cuatro esquinas del edificio. Si no recordaba mal, este edificio era más alto que uno que había continuo a ese y si lo miraba con detenimiento el único edificio rodeado por polis era este. Su cabeza rápidamente creó un plan para escapar. Ahora lo único que tenía que hacer era despistar la atención de esos dos polis. ¿Pero cómo? Giró su cabeza mirando hacia la izquierda y se dio cuenta de que había un montón de piedras. ¿Qué demonios hacían ahí esas piedras? No importaba, lo único que importaba en ese momento es que era una buena oportunidad para escapar. Cogió cuatro piedras poniéndose una en cada mano y dos en el estómago. Tiró una bien lejos, haciendo que cayera en la calle del edificio y otra la dejó caer en la terraza.

–¿Lo has oído? –preguntó Boris dándose la vuelta, viendo que su compañero lo imitaba.

–Sí –contestó Yuriy mientras iba caminando sigilosamente hacia la caseta para rodearla. Cuando los dos polis le dieron la vuelta a la caseta, el ladrón bajó del tejado en la dirección contraria, haciendo el menor ruido posible mientras tiraba una piedra hacia la derecha con fuerza y otra hacia la izquierda haciendo llamar la atención de los policías que vigilaban el edificio desde abajo. Como el ladrón esperaba, todos se fueron corriendo en dirección al ruido.

–¿Una piedra? –preguntó Boris.

–Es una trampa –reaccionó Yuriy mientras se daba la vuelta y veía al ladrón escapar. –¡Eh! ¡Policía! –gritó mientras salía corriendo detrás de él, al igual que lo hizo Boris. –¡Alto!

El ladrón no hizo ningún caso y los dos se sorprendieron al ver cómo saltó de un edificio a otro, aunque ellos no dudaron en hacer lo mismo. El ladrón comenzó a bajar por unas escaleras de emergencia hasta llegar al suelo. Mientras, los otros dos le perseguían. Zafiro siguió corriendo por las calles más oscuras para no ser tan visible ante ellos. Pero eso no detuvo a los policías. El ladrón se metió por muchos callejones, pero no lograba quitarse a esos dos de encima. Mientras corrían detrás de él, Boris estaba hablando por walkie–talkie con su jefe.

–¿¡Qué hacemos, señor!? –preguntó jadeando por falta de aire.

–¡Si veis que se os escapa, disparadle! ¡Pero lo quiero vivo, Boris! –advirtió.

–¡De acuerdo señor, cambio y corto! ¡Yuriy, dispara si es necesario! ¡Es una orden!

–¡De acuerdo! ¡Detente Zafiro! ¡O será peor para ti! –avisó jadeante, al igual que su compañero.

Zafiro hizo caso omiso de lo que el policía le gritaba. Sin darse cuenta se metió en un callejón sin salida. O aparentemente parecía eso, ya que tendría que saltar una gran valla si no quería ser atrapado. Sin más opciones, puso sus manos sobre las rejillas de la valla y como si fuese un gato, comenzó a trepar por ella saltando al otro lado. Los policías le imitaron y saltaron la gran valla. Boris apuntó hacia una de las piernas, tirando un disparo. Pero Zafiro era tan rápido que no le dejaba apuntar con precisión. Había una bifurcación de calles delante de ellos, así que Zafiro tomó el desvió a la derecha. Fue a dar a la calle principal de la ciudad, en la que ya empezaba a haber algo de tráfico.

–¡Quieto Zafiro! –advirtió Boris disparando de nuevo, ésta vez haciéndole un pequeño rasguño más arriba del tobillo. Ambos policías sabían que ésta vez, Boris le había dado en cuanto vio al ladrón cojear.

–¡Bien hecho, Boris! –le felicitó Yuriy consiguiendo así acercarse más al ladrón. Ambos fueron testigos de cómo un camión venía por derecha de la carretera y otro por la izquierda. Se cruzaron entre sí, al mismo tiempo que el ladrón saltó hacia ellos. Lo hizo tan rápido que esperaban que alguno de los camiones lo hubiera golpeado y lo hubiera dejado inconsciente en el suelo. Cuando vieron que los camiones siguieron sus caminos y no había rastro del ladrón en la carretera, pensaron que había huido por el callejón de enfrente. Pero se sorprendieron cuando consiguieron cruzar la carretera y había un enorme muro de siete metros de alto.

–¡Mierda! –se quejó Boris deteniéndose al igual que lo hacía Yuriy después– ¡Se nos ha vuelto a escapar! –miraba el muro, y estaba claro que por ahí era imposible que hubiese podido trepar.

–Míralo por el lado bueno, al menos está herido –agregó el pelirrojo, mirando a su alrededor, para ver que no había ningún punto más de salida.

–Sí –contestó su compañero con orgullo.

–Ahora por el lado malo. El jefe nos va a matar –finalizó mirando a Boris.

–¿Por qué suponía que ibas a darme una mala noticia? –le sonrió poniéndose su mano libre sobre la frente.

–Porque por desgracia, siempre van acompañadas. Mejor vamos a informarle al jefe de que le hemos perdido la pista–. Comentó el chico de ojos azules, saliendo de allí con su compañero.

&&&Yuriy&Takao&&&

Zafiro estaba subido en el lateral del camión.

–¡Cómo duele, maldito poli! –se quejaba mientras dejaba que el camión lo llevase a algún lugar. Tras esperar un poco, vio cómo se detenía en una fábrica de chocolate–. Tiene que haber algún maldito edificio que esté deshabitado –miró a su alrededor y vio unos edificios que le llamó la atención–. Creo que ese será el sitio perfecto –se bajó del camión de un salto y se encaminó hacia esos edificios a pie. La verja de uno de esos edificios estaba abierta, así que aprovechó y se coló dentro. Rodeó el edificio hasta llegar a la parte trasera. Allí comprobó que había escaleras de emergencia, así que subió por ellas y fue mirando a través de las ventanas–. Parece que en ésta no hay nadie. ¿A quién se le ocurriría dejar las ventanas abiertas por la noche sino? –dijo mientras comenzaba a entrar por la ventana, entrando a un comedor. "Genial, parece que no hay nadie. Pero me aseguraré mirando en la habitación" , pensó para luego registrar toda la casa.

Efectivamente, estaba vacía aunque parecía que alguien vivía en ella. Se metió en el dormitorio y ahí se quitó la ropa negra de encima, metiéndola en una bolsa de plástico que tenía en su bolsillo. Buscó un botiquín por toda la casa para por lo menos intentar curar su herida. Al no encontrarlo por ningún lado, empezó a poner la casa patas arriba. Se detuvo al escuchar un ruido. Lo primero que hizo fue correr al dormitorio y abrir el armario. Metió ahí el diamante en una pequeña caja que encontró vacía, cerrándola al momento y también la bolsa con la ropa, escondiéndola detrás de un abrigo azul marino. Tan pronto cerró el armario, se escondió debajo de la cama.

Continuará…

&&&Yuriy&Takao&&&

Quimera espero que te haya gustado, perdona si he tenido algún fallo. Dame tu opinión sobre lo que has leído, ¿ok?

No lo olvidéis. Si os ha gustado este capi, dejadme un review diciéndomelo, venga no seáis malitos. Eso es todo por ahora, cuidaos mucho, xao.