Bueno, esta historia es la edición de Cachorro de Lobo. Les pido perdón de corazón por haberla abandonado, pero voy a seguir con esta historia, con algunos leves cambios. En fin, espero que lean este fanfic, ¡disfruten!
if you're lonely
you can talk to me
~The Beatles~
si estás solo puedes
hablar conmigo.
I. ¿Lobo, estas?
1980
Un joven hombre caminaba a grandes zancadas por una calle desierta. Tenía marcadas cicatrices en su rostro pálido, y parecía enfermo, pero aún así no podía contener una gran sonrisa. Casi podía decirse que iba corriendo cuando llego al umbral de la hermosa casa en el Valle de Godric. Golpeó la puerta rápidamente y espero a que alguien abriera. Escuchó movimientos en el interior y alguien se acerco.
— ¿Quién es?— pregunto bruscamente un hombre.
—Remus Lupin. O Lunático. Como prefieras, James—respondió alegremente Remus.
James Potter se apresuro a abrir la puerta, y dejo pasar a su amigo. Una vez dentro de la casa, James abrazó fuertemente al castaño, para luego golpearlo en la coronilla.
—Casi me matas de un infarto. ¿Cómo estas, Remus? Hace tiempo que no hablamos—las palabras del morocho estaban cargadas de felicidad, pues realmente lo había extrañado.
—Bien… Pero seguro tu estas mejor ¿no?—su respuesta tenía un tono de complicidad que James captó enseguida— ¿Donde están Lily y Harry? ¡Quiero conocer a mi casi sobrino, Cornamenta!
El aludido dejo escapar una carcajada y lo guió al living. Allí se presenciaba una escena alegre y familiar. Remus esperaba algo así, pero había más personas de las que imaginaba. Una muchacha pelirroja estaba sentada en la alfombra, con un bebe que se reía e intentaba atrapar las burbujas de colores que su madre hacía aparecer de su varita. Un enorme perro negro estaba recostado junto a ellos, y soltaba ladridos parecidos a carcajadas cada tanto, con una niña rubia de más o menos siete años apoyada en su peludo cuello, y miraba al bebe con una mezcla de diversión y ternura. Todos se voltearon cuando entraron los dos amigos, excepto el niño, que solo estaba atento a las burbujas. El perro se levantó y fue trotando hacia Lupin, y le lamió la cara como saludo.
—Basta, Sirius—decía el castaño entre risas—. Podrías saludarme como se debe— Sirius se sentó y sacudió la cabeza, diciendo claramente "no"—. Está bien, si no quieres…— pero se vio interrumpido por la mujer que se había levantado y, con el niño en brazos, se acercaba rápidamente a él.
—No podrás hacer que se transforme, Remus—le dijo sonriente—. A Harry y a Dora les gusta jugar con él como perro. No sabes cómo se han estado riendo. ¿No, Harry?— En ese momento, Harry se volteo y miró a Remus con sus hermosos ojos verdes. El hombre se quedo francamente maravillado.
—Es igual a ti, James. Pero tiene tus ojos, Lily—sentenció, aún con la mirada puesta en él pequeño—. Es un placer conocerte, Harry Potter—tomo una de las regordetas manitos y la sacudió ligeramente.
Aún sentada en el piso, la niña observaba como aquel desconocido saludaba a su pequeño amigo. No se atrevía a levantarse y hablarle. Era tímida, tal vez demasiado. Y Sirius se había dado cuenta. Ni los Potter ni Remus se percataron de que el perro se había transformado en un atractivo hombre de pelo oscuro, que se sentó junto a la chica y le dijo, con tono fraternal y simpático, que el joven con cicatrices no mordía. Dora se sonrojó y dijo algo tan despacio que Sirius no la escucho, pero lo interpreto como que no se animaba a hablarle. Él quería hacer que su sobrina se riera, asique la levanto como a una princesa y empezó a dar vueltas. Llego un punto en que se mareo y cayó en un sofá, con la niña encima.
— ¡Estás loco, tío!— gritó ella riendo alegremente, con las mejillas aún rosadas.
Tanto James como Lily se reían de su infantil amigo, y Remus, que no entendió muy bien eso de "tío", los miraba con una pequeña sonrisa. Lily puso a su hijo en los brazos del castaño, que la miro entre agradecido y extrañado. Al ver la confusión grabada en los ojos de su amigo, dijo:
—Voy a hacer la comida, chicos. James, ayúdame. Y ustedes dos—los señalo con una expresión un tanto amenazadora—, van a cuidar a los chicos, ¿entendido?—Y fue a la cocina, arrastrando a su marido.
Remus se sentó en la alfombra, con Harry sobre su regazo. Sirius y Dora seguían riendo en el sofá, hasta que la niña se fijo en Remus, que le dedico una amigable sonrisa. Eso hizo que la pequeña desviara la mirada y sus mejillas tomaron nuevamente un color rojizo. Aún así, el hombre quiso hablarle.
—Hola, linda. Te llamas Dora, ¿verdad?—preguntó amistosamente, convencido de que la respuesta sería un sí. Se equivoco.
—No—respondió ella, con una tímida mirada.
— ¿Ah no?—se extraño él.
—Si se llama Dora, ¿no es así, pequeña?—se metió Sirius, con un poco de maldad en su voz—Es Nymphadora Tonks, mi sobrina segunda—dijo, ahora con orgullo. A Remus le pareció extraño que Sirius lleve a su sobrina a la casa de James. No tanto por el hecho de que Canuto sea un poco distante con los niños, si no porque era peligroso, muy arriesgado. Solo una vez había escuchado nombrar a la niña, hacía tiempo, era la hija de una prima de Sirius, Andromeda, si la memoria no le fallaba.
— ¡No me digas Nymphadora, Sirius!—le espetó ella, con una mirada desafiante. Sus ojos se oscurecieron un poco y su cabello se despeino y tomo la tonalidad de un tomate. Luego se dirigió a Remus, con una enorme confianza generada por el enojo—Solo soy Tonks. Soy metamorfomaga—añadió al ver la profunda sorpresa en la cara del joven.
—Sí, lo noté—dijo con asombro, viendo como ella cerraba sus ojos y adoptaba una expresión de dolor. Enseguida su cabello se acorto un poco y se volvió rosa chicle, y cuando abrió los ojos, los tenía de un azul intenso, muy parecidos a los de Dumbledore. Le sonrió, un poco más confiada, y él se alegro por eso. No podía creer que fuese familia de Sirius. No tenían nada en común. Era una niña muy bonita, con su carita en forma de corazón y pálida. El cabello rosa le quedaba muy bien.
Así empezaron a hablar los dos amigos con Tonks, y jugando con Harry, que después de un rato empezó a lloriquear. Sirius lo levantó con la esperanza de que con él se calmara un poco, pero no lo logró. Los Potter iban a tardar haciendo la comida, los dos lo sabían muy bien.
—Ehh… Lo voy a llevar a su cuna, a ver si ahí se duerme—parecía entre molesto y asustado. El pobre no estaba acostumbrado a los llantos de un bebe.
Tonks y Remus se quedaron en la sala, hablando de criaturas mágicas y hechizos.
—...y los hipogrifos también me gustan. Pero más los hombres lobo—confesó Tonks. Parecía que nunca lo había dicho, como si tuviera miedo de decirlo. El hombre se quedó en silencio y la miraba con tristeza. Ella se acobardó un poco — ¿Qué? No estoy loca… Pero no le diga a nadie. A mis padres no les gusta que este diciendo eso. Creen que soy un poco rara—admitió con resentimiento.
— ¿Los hombres lobo? ¿No te dan miedo? ¿No te parecen peligrosos?—exclamó él, con la voz vibrante a causa de los nervios. ¿Qué le pasa? ¿Cómo no le asusta una criatura tan repugnante?
— ¿Por qué tendrían que asustarme? Bueno, nunca vi uno. Pero son tan misteriosos… Y no creo que ataquen porque quieren—dijo con el ceño ligeramente fruncido—. No se pueden contener.
—Puede ser… Pero, ¿tampoco te dan lastima?
Tonks lo pensó bien antes de contestar. Parecía muy concentrada, más como un adulto que una niña. Cuando respondió, lo miro fijamente a los ojos.
—No es lástima. No quisiera que alguien tuviera que transformarse y sufrir tanto. Pero, tampoco les ayuda mucho que la gente los mire con odio, o temor, o lastima, ¿verdad?
Remus desvió la vista hacia los estantes de la biblioteca de roble, pero sin ver nada en especial. Estaba sumamente ensimismado. Esa niña parecía entender bastante bien la mente de los hombres lobo. Sumente. Pero, claro, ella no era como él. No sabía realmente como era esa enfermedad. Sin embargo, no se explicaba como sabía tanto… O tal vez sí.
—Eh… ¿le pasa algo, señor Lupin?—el aludido sonrió al escucharla. Señor Lupin. Era tan extraño como encantador.
—No, no es nada, Tonks. Respóndeme algo, ¿sí?—espero a que asintiera y pregunto: — ¿Qué te conto tu tío sobre los hombres lobo?
—Nada—dijo, apresurada. Pero el rubor la delato.
— ¿Segura? No quiero que Sirius te enseñe a mentir desde tan joven…
—Está bien—suspiró—. Cuando fui a su casa me conto unas historias sobre la luna. Y yo le pregunte sobre los lobos. Me dijo que tenía información de primera mano sobre ellos, pero no creo que me lo haya dicho todo. Cada día creo que son más fascinantes—confesó con una tierna sonrisa, que desapareció enseguida, cuando levanto la vista hacia los oscuros ojos del hombre—. Por favor, no le diga nada. ¡Me matara! Juré que no iba a contarle a nadie lo que me dijo sobre ellos.
—Tranquila, Tonks. No voy a decir nada. Pero todavía no entiendo qué te parece tan interesante sobre esas criaturas.
—Nadie lo entiende. Solo creo que son especiales. Me gustaría conocer alguno… Seria increíble—la sinceridad y esperanza en su voz casi le hacen revelarle que esa increíble criatura que tanto ansiaba conocer, era el mismo hombre tímido y amable que estaba sentado en frente suyo…— ¿Usted conoce alguno?
— ¿Yo? Bueno…
En ese preciso momento bajo Sirius, cansado y triunfal, justo cuando Lily gritaba desde la cocina "¡Vengan a comer!". Remus miró a la niña, que aún esperaba la respuesta. Se levanto y tomo sus manitos para ayudarla a incorporarse. Y antes de dirigirse a la cocina, le dijo:
—Después seguimos hablando, linda. Ahora vamos a comer.
—Bien— resoplo resignada.
Pero esa conversación no volvió a surgir. Apenas terminaron de comer, Sirius se fue, llevándose consigo a Tonks. Poco después se fue Lupin. Y nunca más tuvieron la oportunidad de juntarse. El Señor Oscuro no dejaba a nadie salir de sus escondites. Llego el 31 de Octubre te 1981, y con ese día, la salvación de muchos magos y brujas. Pero Harry había perdido a sus padres. Sirius había sido encarcelado, y así Tonks perdió a su tío. Y Lupin… Bueno, él volvía a estar solo.
¿Que opinan? ¿Les gustó? Dejen comentarios :)
