Los dos viajeros: adulto y adolescente, que arribaron a la estación del tren, lucían fatigados y fuera de lugar; sin embargo, pocos de los pasajeros que aguardaban en la estación encontraron tal suceso extraordinario. En Tokyo, poner atención a los extraños era un signo de estar perdiendo el tiempo.

El hombre y el muchacho vestían a la usanza tradicional de los practicantes de artes marciales; el primero utilizaba un gi que podía presumir de haber sido blanco brillante; pero que ahora ostentaba en su totalidad un tono gris perla y alguno que otro parche de tono diferente; el segundo, vestía un traje negro que se encontraba en mucho mejores condiciones que el de su compañero; ambos utilizaban anteojos: claros y de buena calidad. El parecido entre los dos era evidente y tal cosa, unida al escudo de armas grabado en la manga izquierda del gi, los proclamaba como miembros de la misma familia: el Clan Saotome.

─¡Pero miren nada más! ¡Genma! ¿Cómo es posible que te presentes así en público? ─dijo, en claro tono reprensivo una voz femenina─ Y tú Ranma ¿Es que has olvidado las normas básicas de corrección? ─añadió, dirigiéndose al adolescente. Uniéndose a la voz, la figura de una menuda mujer se aproximó desde la entrada a la estación; ella iba vestida con un Yukata elegantísimo y portaba una fina sombrilla y un bolso a juego y, a su espalda, reposaba una katana enfundada en cuero.

─¡Hola! Noki-chan ─sonrió el hombre mayor, obviando la reprimenda para abrazar a la mujer y luego, levantarla en brazos.

─¡Suéltame! ─protestó ella; sin embargo, no pudo alzar demasiado la voz porque consideraba incorrecto hacerlo en público; así que toleró la tercia de vueltas que el hombre del gi blanco dio con ella en brazos.

─¿Sabes querida? Deberías aprender a disfrutar el momento en vez de preocuparte por el qué dirán ─sugirió el hombre con una sonrisa, al depositarla de nuevo en el suelo─. ¡Te extrañamos tanto! ─añadió, depositando un cariñoso beso sobre la exquisitamente maquillada mejilla; otra cosa habría merecido una reprimenda extra y prefería evitarla.

─Y yo a ustedes ─admitió la mujer, con una sonrisa sincera para luego dirigirse al muchacho─: ¡Ranma! ¡Hijo! ¡Pero cuánto has crecido! ─exclamó, aproximándose hasta él para abrazarlo─. ¡Y mira esos músculos! ─dijo, alejándolo bruscamente de sí para contemplarlo─. ¡Apuesto a que las chicas correrán tras de tí tan pronto ingreses por las puertas de Furinkan!

El adolescente la dejó hacer; sin embargo, pronto la información pasó de sus oídos a su cerebro y propició una sentida protesta:

─¿Furinkan?

─¿No es grandioso? ─interrogó a su vez la mujer del elegante yukata─. Me entrevisté con el superior Kuno la semana pasada y consintió amablemente en darte una nueva oportunidad. Después de todo el incidente del gato no fue culpa tuya y tú fuiste el único que salió verdaderamente lastimado.

─P-pe-pero...─tartamudeó el adolescente, sin poder agregar nada más porque la palabra "gato" lo perturbaba extrañamente. Si su madre supiera que no había sido un gato, sino cien, y aparte dos tigres de bengala y, además, un puma...

─¡Sin peros, hijo! ¡Por todos los kamis! ¿Es que no deseas reincorporarte al colegio al que siempre has pertenecido? Furinkan es una de las escuelas más prestigiadas de la zona y bien sabes lo difícil que lo tienen los demás para matricularse.

─P-pe-pero...

─¡Vaya! ¡Esa es una excelente noticia, No-chan! ─estuvo de acuerdo el hombre del gi blanco─. ¿Podríamos ir a casa ya? ¡Me muero por probar tu arroz y ese tepanyaki que tanto extrañamos!

─¡Antes de comer nada tomarán un largo baño! ─declaró No-chan con firmeza─. Bien saben que detesto que se sienten a la mesa con esas porquerías de trajes de entrenamiento.

─¡Sí, mamá! ¡Como ordenes No-chan! ─capitularon ambos hombres, totalmente resignados, mientras seguían a la mujer rumbo a la salida.

*****

uaps

**

*

─Y ahora ¿Qué vamos a hacer? ─preguntó el joven llamado Ranma, tan pronto como estuvieron a solas en el baño.

─Pues vamos a comer y luego le platicamos lo que ocurrió contigo ─indicó Genma, con un resignado suspiro─. Si le decimos antes, podemos despedirnos de la cena y el resto de las comidas de los siguientes tres meses.

─¿Tú crees?

─Bueno, sabes cómo es tu madre, y descubrir la verdad no la pondrá feliz; con todas sus ideas sobre la masculinidad y esas cosas.

─Pe-pe-pero ¿De verdad piensas que se enfadará tanto?

─Hijo, no sólo se enfadará, sino que también se asustará. Esto de lo sobrenatural no es su fuerte; además está el hecho de que nos fuimos a China sin avisarle y eso también es un punto negativo.

─¡Te lo advertí! ─gruñó el adolescente.

─¡Hey! ─protestó el hombre─ ¡Era una oportunidad excelente y no podíamos desaprovecharla!

─¡Pulí suelos de madera, limpié vómitos y realicé pedicure a ese asqueroso capitán todo el trayecto! ─protestó el muchacho, visiblemente enfadado─. Eso sin contar que casi nos arresta la guardia costera y que esas chifladas de aquella aldea estuvieron a punto de...

─Pues hiciste el trabajo normal de todo marinero, hijo; y, afortunadamente, pudimos escapar antes que la guardia abordara el barco. Respecto a las amazonas... ¡Creo que tu madre se sentirá halagada cuando se entere de que su único hijo ha resultado ser todo un casanova! ─concluyó el padre del muchacho, sonriendo de oreja a oreja.

─¡Menudo casanova va a pensar que soy cuando descubra la verdad! ─aseguró Ranma, aún molesto.

─Oye, no podrá culparnos por eso ¿Quién iba a imaginarse que la leyenda sobre los manatiales fuera cierta? Después de todo jamás hemos conocido a ninguna víctima antes de ir allá. Además no sé de qué te quejas: atraes de la misma manera a los chicos que a las chicas y tu nueva identidad secreta con toda seguridad nos será útil para algo más que conseguir comida y helado gratis; es cuestión de buscarle.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Los ojos de Ranma se oscurecieron aún más, sus fosas nasales se dilataron y, un segundo después, Genma se encontró fuera de la tina y de la casa gracias a una magistral patada que su hijo había perfeccionado durante toda la aventura, porque, comentarios estúpidos como ese, el hombre los tenía a montones.

─¡Púdrete Papá!

*****

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**

*

─¿Pero, qué les sucede a ustedes dos? ─interrogó No-chan, enfadada─. ¿Es que ni siquiera pueden compartir un baño en paz?

La mirada severa de la mujer pasó del adulto al adolescente; ambos mantenían la vista en el pulido suelo de madera del dojo y permanecían hincados en la pose tradicional de descanso. La evidencia de la reciente pelea la conformaban un par de rasguños en la mejilla de Ranma y unos cuantos moretones distribuidos en el rostro de Genma.

─¡Deberías de saber ya cuándo es tiempo de comportarse como un adulto, esposo mío! ─indicó, dirigiéndose a Genma, quien se limitó a encogerse lo más posible y permaneció en silencio.

─Y tú, Ranma ¡Deberías haber aprendido ya a respetar a tus mayores! ─reprendió con dureza; sin embargo, Ranma estaba hecho de mejor madera y se las ingenió para sostener la mirada de su madre y emitir una audible protesta:

─Pues si los mayores se ganaran el respeto...

─¿Qué has dicho? ─interrogó No-chan, posando su furiosa mirada en él.

─Dije ─respondió Ranma, tomando valor y una bocanada de aire─, que si los mayores desean respeto, primero deben ganárselo.

*slap*

La bofetada resonó en el amplio salón, y la mejilla de Ranma enrojeció al instante. No podía decir que no la esperaba; sin embargo, ese día en particular, no estaba de humor para conservar el control. No después de todo cuando había vivido en China.

─Irás a tu cuarto ─sentenció No-chan─. Y permanecerás ahí hasta que te indique otra cosa. No toleraré tal comportamiento en mi único hijo.

─Hija ─corrigió, Ranma, enfadado de verdad.

─¿Qué?

Por toda respuesta, Ranma se incorporó de su lugar, y se dirigió al altar familiar situado al extremo izquierdo del dojo. Una vez ahí, tomó uno de los recipientes de agua que usualmente permanecían a ambos lados de las fotografías de sus abuelos y, tras regresar a paso tranquilo hasta donde aún se encontraban sus padres, observando todos sus movimientos, vertió de golpe el cristalino líquido sobre su cabeza.

El cambio fue instantáneo. Ante la atónita mirada de la mujer y la desesperada del hombre, apenas el agua tocó el cuerpo del muchacho, su estatura y corpulencia disminuyeron y algunas formas desaparecieron para dar lugar a otras.

─Hija, mamá ─declaró una desconocida adolescente, que guardaba cierta semejanza con Ranma. El delicado timbre de voz y las exquisitas facciones; además de las redondeces características en su cuerpo, no dejaban ninguna duda sobre su género.

La mujer permaneció en silencio, registrando la nueva información. Aunque no se desmayó, como cabría esperar, resultaba obvio que se encontraba en shock; situación que Ranma aprovechó lo mejor que pudo.

─Estaré en mi habitación. Papá te explicará lo que ocurrió en China ─indicó la adolescente comenzando a avanzar hacia la salida del dojo.

Las palabras de la joven parecieron devolver un poco el sentido de la realidad a la mujer, quien, después de un momento de vacilación, respondió, poniendo en cada palabra todo el sentimiento que la ocasión ameritaba:

─Ten por seguro que lo hará.