Pareja: ErenxLevi, insinuaciones ErenxMikasa.
Advertencia: Lemon explicito, muerte de un personaje.
Disclaimer: Shingeki no Kyojin y todos los personajes que lo conforman no me pertenecen. El respectivo dueño es Hajime Isayama.

El amor de un mellizo.

Fue a fines de los exámenes del año 2015 cuando sucedió.

Cuando Eren perdió irreversiblemente a su amada novia, Mikasa Ackerman.

Ya había pasado un mes desde entonces, e incluso recibió todos los resultados de sus exámenes aprobados sin mucha alegría, desgastado y cansado, acabado y destruido, todo junto. Un pesar y un remordimiento latente le trituraban el cerebro, y a veces, en las noches, no podía conciliar el sueño. Se imaginaba a él mismo en otra oportunidad, evitando lo que ocurrió, evitar la muerte de Mikasa… la idea de que pudo quizás salvarla le hacía tener náuseas y a veces ponerse a llorar.

Ha pasado un mes, y Eren Yeager caminaba por la angosta calle en una dirección donde alguna vez fue con una cotidianeidad envidiable. ¿Qué lo traía allí? ¿Qué lo hacía caminar hasta allí con el peso de la muerte de una persona que estuvo con él durante casi toda su vida? ¿Qué planeaba encontrar en ese lugar?

¿En serio valió la pena?

Tocó el timbre un par de veces, con la cabeza fija en el suelo. Sus ojos aún seguían enrojecidos, hace no mucho había llorado por lo que le parecieron horas. Su cuerpo se deterioraba, no estaba comiendo bien y volvía allí. Una silueta pequeña se asomó, corriendo la blanquecina cortina llena de complicados bordados y vuelos.

La casa de los Ackeman siempre fue así, tenía ese gusto antiguo, viejo, e incluso un poco tétrica más entrada la noche. Pero en el día era diferente, aquel avejentado lugar parecía más bien una casita de aquellos cuantos de hadas que suelen leerles a los niños pequeños. Eren se permitió sonreír, cuando tras un suave crack la silueta pequeña y pálida abrió la puerta. Allí, sobre el marco de la puerta, buscando las llaves del gran portón para invitar a pasar al destruido chico estaba Levi Ackerman.

El mellizo de Mikasa Ackerman.

—Yeager —soltó Levi, mientras encontraba la llave del portón, la de cabeza redonda y con cerradura cuadrada en la parte posterior—. Hasta que te has dignado a aparecer —susurró quizás en una pequeña broma.

Eren sonrió suavemente, sofocado en una extraña capa de angustia. Los ojos filosos de Levi trataron de consolarlo por unos segundos, para terminar desviándolos al no conseguir más que un suspiro seguido de otra sonrisa rota y falsa.

—Adelante —terminó por mencionar—. Las cosas no han cambiado del todo, Yeager. Esta sigue siendo tu casa…

Eren apretó la mandíbula, y sus ojos enrojecidos parecieron volver a arder.

—L-Levi… —susurró apenas audible, mientras el pequeño muchacho de la misma edad de Eren terminaba de cerrar la puerta.

Aquel Ackerman abrió los ojos cuando sintió las manos de Eren recorrer su cintura, abrazándolo con fuerza. Levi trató de voltear, pero un sollozo lo detuvo, hasta sentir la barbilla y luego el rostro de Eren bajar hasta su hombro con dificultad. Suspiró; ni siquiera un buen hombro podía ser, ese estúpido era demasiado alto, y él un tanto bajo para que la posición fuera cómoda. Y pensar que incluso era unos meses mayor que Yeager… qué fastidio.

Y aun así, no lo apartó, comprendió su dolor y trató de ser el fuerte de los dos. Llevó su mano por detrás de su cabeza, encontrándose con los castaños cabellos y a ese gigantón de uno ochenta llorando como un bebé.

—Tú le enseñaste a no rendirse a esa mocosa… a luchar. Ahora tienes que hacerlo por ella… vivir, no rendirte… luchar por su memoria.

Eren no respondió, solo apretó los dientes con fuerza, estrechando más el pequeño cuerpo entre sus brazos hasta que pudo tomar la fuerza para separarse y entrar a esa casa llena de recuerdos.

Limpieza () Limpieza…

Ya pasaron cuatro meses y medio desde aquel día en que Eren decidió volver a frecuentar la casa de los Ackerman tras la muerte de Mikasa. Si no fuera por la ausencia de la muchacha, las cosas parecerían incluso normales.

Levi estaba en el sillón personal, releyendo otra vez uno de sus libros favoritos usando una sencilla camisa negra y unos jeans de mezclilla oscura. Eren, en cambio, pasaba a veces horas viendo televisión, en silencio, un solitario silencio. Sin embargo, ni a Eren ni a Levi parecía molestarles este hecho.

Era jueves, y la madre de Levi no llegaría hasta mañana. Siempre ha sido así, desde que Eren recuerda venir a esa casa. La madre de Mikasa y Levi era una bella mujer llamada Kuchel, que venía día por medio a la casa, obligada a esto por su trabajo y el largo trayecto que tenía que realizar para finalizarlo. Si intentara llegar a tiempo todos los días, llegaría a las dos de la mañana y tendría que irse a más tardar a las ocho. Por lo tanto, siempre pareció más sencillo e incluso más justo con sus hijos estar día por medio. De esa forma, llegaba temprano y al menos podía verlos y disfrutar ciertas horas con ellos aparte de aquellas que gozaba en los fines de semanas.

Eren y Mikasa fueron novios desde los doce años. Primero fue algo inocente y tierno, para que luego de los catorce empezaran a formalizar una relación más seria.

Levi siempre fue un tanto callado, y en un principio, permaneció alejado del nuevo amigo que se había hecho Mikasa. Sin embargo, Eren insistió en incluirlo en sus juegos cuando apenas tenían seis años, y eventualmente, forjaron los tres una fuerte relación.

La muerte de una hermana… de una novia… no era fácil de afrontar.

—Levi… —susurró Eren en un tono un tanto apagado, buscando que los ojos pequeños y filosos se separaran del grueso libro. Levi suspiró y se frotó los ojos, asintiendo a la voz de Eren.

—¿Qué sucede, Eren?

—¿Quieres jugar con las manos?

—¿Eres masoquista o qué? Cuando jugábamos con las manos te las dejaba inútiles por semanas.

—Quizás escondidas.

—Eren, maldita sea, tienes diecisiete años ya. No jugaré ninguna de esas mierdas.

—Tengo entradas para un concierto. ¿Quieres ir, Levi?

Levi miró las entradas, un tanto impresionado de que lo que decía Eren fuera cierto. El ambiente estaba algo pesado, y no podía negar que un concierto de esa banda de rock no estaba nada mal. Suspiró unos segundos, dejando el libro de lado, levantándolo y poniéndolo en la mesa de cristal en el centro de su espacioso living.

—Bien —atinó a responder, acercándose hasta Eren para tomar una de las entradas.

Eren amplió una sonrisa antes de que el mayor pudiera agarrar las entradas, para jalarlo del desprotegido brazo extendido y hacerlo sentarse entre sus piernas. Levi abrió los ojos, un poco incómodo por la inusual reacción de su amigo. No le molestaba mucho estar allí, Eren no era alguien de quien debería temer un doble sentido y tampoco había otra persona a su alrededor que juzgara ese acto… Solo que Eren no solía ser así de efusivo, no con él…

Con quien era así era con Mika-

—Quédate así… —susurró Eren, al sentir a Levi removerse un poco, cansado de ese juego.

—Eren, estamos en pleno verano, voy a sudar como un puto cerdo si tengo mi espalda contra tu pecho.

—Solo quédate… —susurró Eren, abrazándolo con más fuerza. Levi abrió un poco los ojos nuevamente, removiéndose con extrañeza al sentir al moreno deslizar sus dedos sobre su vientre y sus costillas, casi tocando más arriba del abdomen, tanteando sus pectorales.

—Eren…

—Son asientos VIPs… —persuadió Eren, con una pequeña risa entre su cuello, que hizo que el más pequeño hundiera un poco su cabeza.

A pesar de que una señal en su cabeza le hacía sentir que algo estaba mal en todo aquello, aceptó.

Una posición VIP es una posición VIP. Y quedarse jodidamente afónico en un concierto es justo lo que podía despejar su mente y posiblemente la de Eren de la figura aún latente de Mikasa Ackerman.

Limpieza () Limpieza…

Para aquel día, en vacaciones de invierno, ya había pasado aproximadamente un año desde la muerte de Mikasa.

Eren no dejó de venir a la residencia de los Ackerman. Quizás era un método de autodefensa, quizás aún quería tener un lazo con ella y mantener sus constantes visitas era una manera de obtenerlo. Sin embargo, para Levi, algo no estaba marchando del todo bien. Quizás él estaba siendo muy blando, quizás también necesitaba un poco de calor y abrazos, quizás necesitaba ser consolado, pero aquella manera en la que se estaban dando las cosas no dejaba de inquietarlo.

La manera en cómo ese hábito de Eren de rodearlo por la espalda se hacía más constante. Incluso los pequeños y suaves besos que a veces repartía Yeager eran un hecho un tanto curioso y de manera realista, extraña entre hombres.

A veces, recostarse en el pecho de Eren sobre su pequeña habitación mientras leía no le molestaba. Eren se mantenía callado, y solo a veces tarareaba algo al frotar su nariz contra su cabello.

¿No estaban volviéndose muy cercanos?

No, no era la cercanía lo que estaba inquietando a Levi Ackerman, era la actitud que estaba teniendo Eren con él. Más alegre, jovial, efusiva e incluso, su actitud rayaba en lo mimosa y coqueta. Levi no quería poner esa opción sobre la mesa, pero por cada día que pasaba, algo empezaba a despertar con fuerza esa ansiedad y esas sospechas en él.

En alguna parte de la superación de la pérdida… quizás Eren lo usó a él como un reemplazo para Mikasa. Y él, a su vez, permitía eso por el apego emocional y la empatía con el dolor y el sufrimiento que estaba llevando Eren consigo.

Todo esto debía darle un término, pero no sabía cómo plantarlo. Pasó la página de su libro hasta llegar a la última línea del capítulo trece y se removió, suspirando un poco cuando los labios del menor masajearon con sus labios su cuello, dejando uno que otro beso junto a leves mordidas que terminaban por tensarlo y agitarlo.

—Eren… —susurró un tanto ronco. Eren llevaba un buen tiempo jugueteando con su cuello y acariciándole por sobre la ropa el vientre, marcando una que otra vez sus pectorales. Apretó los dientes, dejando escapar un suave jadeo cuando Eren mordió un poco más fuerte al escucharlo hablar.

—¿Mmm? —respondió el castaño en un jugueteo, presionando sus dedos un poco más abajo del vientre, sin llegar a tocar nada inapropiado, pero dejando un extraño ardor recorrer la zona.

—P-para…

—Pero si no te hago daño, ¿verdad? Es suave… —susurró contra su oreja, dejando un caliente suspiro al terminar su oración, lo que causó un suave temblor en Levi que trató de voltear confundido.

—Es molesto —murmuró Levi, acalorado y un tanto sofocado. Apretando sus manos libres sobre sus pantalones sintiendo otra mordida, más prolongada y profunda, pero sin que llegara a doler del todo.

El que no le doliera era molesto… esas mordidas estaban…

—No puedo evitarlo —suspiró Eren nuevamente contra su cuello, acariciando sus labios contra el pálido y delicioso cuello—. Me estoy volviendo adicto a ti. Morderte es tan… estimulante —pronunció lamiendo la zona con las leves hendiduras con la forma de su dentadura.

Aquel Ackerman se contrajo un poco en sí mismo, botando un suave suspiro. Abrió los ojos cuando apreció un suave hormigueo en su estómago y un extraño tirón ubicado entre sus muslos internos. No pudo creerlo, la estimulación de Yeager lo estaba… endureciendo. Cada vez que lamía empezaba a sentir extraños tirones en su entrepierna.

Apretó los dientes, molesto, esa mierda se estaba saliendo de control. Volteó con fuerza, encontrándose con los furtivos ojos de aquel compañero que ahora parecía más bien un cazador. Aquella penetrante mirada terminó por inmovilizar el tiempo de Levi y atontar su reacción, la sonrisa de Eren era ligeramente coqueta, mientras sus ojos permanecían entrecerrados y sus pupilas parecían querer devorar cada parte de Levi. En lo que pareció una milésima de segundo, Eren abrió sutilmente los labios, manteniendo todavía esa tersa sonrisa.

Lo que sintió segundos después el anonadado Levi fue la tibia lengua de su mejor amigo recorrer su boca. El menor cerró los ojos, perdiéndose en el beso y hundiendo esas manos que sostenía en la cintura de su amigo sobre su pecho, acariciando la fina y delgada camisa blanca. Levi se estremeció sutilmente cuando el dedo índice tocó uno de sus pezones.

Apartó el beso con fuerza, y uno de sus codos se enterró sin consideración en las costillas del otro. Eren se encorvó con dolor a la dirección contraria, mientras los brazos se soltaban del cuerpo del mayor para poder llevarlas a la adolorida zona.

Levantó la mirada, aún gruñendo un poco después del fuerte golpe. Levi lo observó con seriedad, frunciendo el ceño con fuerza.

—¿Qué demonios crees que haces, Yeager?

—Y-yo… —jadeó adolorido, mientras Levi se acercaba hasta él y le agarraba fuertemente la camisa—. Solo que tú… Levi, me gus… —se detuvo a media frase, sintiendo un fuerte puñetazo del brazo libre del mayor. Su cuerpo quiso retorcerse, pero el agarre de Levi lo mantuvo erguido, quejándose y comenzando a toser—. L-Levi…

—No hagas que te patee más —gruñó colérico y lo soltó, dejándolo caer sin gracia ni ceremonia sobre la cama.

Eren se quejó y afirmó con fuerza la zona adolorida por reflejo, tosiendo un poco más. Apenas pudo formular palabras sin volver a toser por el fuerte golpe que su amigo depositó sin compasión en su estómago. La fuerte y severa mirada de Levi logró detenerlo un par de veces antes de hablar.

—¿Por qué te molesta así? Mierda… no tenías que golpearme, no así.

—¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que tu lengua me raspara la garganta para que te pidiera amablemente que me soltaras?

—¿Qué hay de malo? Que me…

—No, Eren, no te atrevas a decirlo o te moleré a patadas —amenazó con seriedad—. ¿Crees que no me he dado cuenta? ¿Crees que soy imbécil? No estoy para ser usado de esta puta manera. Serás mi mejor amigo y todo, pero no pienso ser el reemplazo de Mikasa.

—Mikasa… —susurró el castaño, abriendo sus ojos de manera un tanto desesperada, apretando los dedos en sus brazos, abrazándose a sí mismo por unos segundos—. No, yo…

—No soy ella, Yeager.

—No es lo que…

—Que me parezca un poco te está confundiendo. Debes terminar esto por ti mi-

—¡No es eso, maldición! —soltó desesperado, arrodillándose en la cama donde antes habían estado los dos, mientras su rostro estaba nublado en frustración—. ¿Qué pretendes hacer recordándomela de esta forma, Levi? —gruñó de manera animal, ronca, y con todo el cuerpo tenso.

—¿Qué pretendes tú al usarme como su reemplazo?

—¿Crees que es eso? —gruñó mientras con paso firme salía de la cama, enfrentándose a la pequeña figura que no retrocedió ni un centímetro—. Mierda… mierda… puta… agh… ¿C-cómo crees que se trata de eso? ¿Cómo puedes… nombrarla en esto de esta manera? —susurró con la voz intermitente entre diferentes tonos, sumamente alterado, su cuerpo aún temblaba de forma tensa—. Es fácil para ti nombrarla. Levi Ackerman es tan fuerte y yo… solo soy un marica llorón que piensa en ella todo el tiempo sin superarse. ¿Eso ves en mí? ¿Eso? ¿Eh? ¡¿Eh?! —Eren casi gritó, mientras la mirada penetrante de Levi no se apartaba, sereno y tranquilo.

Eren mantuvo la mirada durante un instante más, para acabar riendo, tapándose el rostro.

—Pareciera… como que no te importara…

—No hables estupideces, Eren. Era mi hermana, mi amiga.

—Era mi novia… mi amiga de la infancia —contraatacó, algo frustrado por las palabra de Levi—. Sé que no la estoy reemplazando… solo me estoy dando una oportunidad.

—¿Oportunidad…? —dijo Levi, de manera suavemente irónica.

—Que en realidad me empiezas a gustar, Levi.

Levi volteó, tomando un libro nuevo desde su escritorio, sin voltear a recoger el que aún yacía desparramado sobre la cama por el ajetreo de hace unos minutos atrás.

—Voy a leer al living, mamá está por llegar, no hagas un escándalo.

—Levi… —la voz de Eren volvió a bajar unos decibeles, no más calmada, pero un tanto decepcionada.

—No hagas más… tonterías —finalizó, dando una suave mirada hacia Eren para luego bajar los escalones hasta el primer piso.

Eren se dejó caer sobre la cama, frustrado, golpeando con fuerza el colchón mientras el nombre y el recuerdo de Mikasa volvían una vez más a su cabeza.

¿Valió la pena?

—Mierda…

Limpieza () Limpieza…

Eren dejó de lado su apoteósica mansión junto a su Levi virtual en el conocido juego llamado Sims al releer un poco para el examen de mañana. Estaba preparado, pero nunca estaba de mal una ojeada. Era su primer año en medicina, y a pesar de tener un cierto conocimiento privilegiado por la enseñanza de su padre, la carrera no dejaba de ser difícil.

Eren se estiró en su cama con las hojas en sus manos pensando por centésima vez en su vida de qué mierda le serviría saber esas estupideces en la especialidad que deseaba tomar a futuro, a menos que se encontrara con un homicida demente y fanático con la ciencia que le preguntara los compuestos de una reacción química para salvarse, lo que claramente, delimitaba con lo imposible. Pero bueno, así funcionaba su carrera, no importaba en qué te vayas a especializar, todos debían tener esos conocimientos estándares. Sus pensamientos se redirigieron después de la primera repasada a la figura pequeña y adorable que tenía de Levi en la cabeza. Apretó los dientes contra sus labios mientras una sonrisa vivaz y feroz trataba de hacerse presente, abrazando con fuerza una de sus alargadas almohadas con la forma de esos perros que parecen salchichas.

—Tengo tantas ganas de tocarlo… —alcanzó a susurrar en su soledad, fantaseando entre sonrisas—. Si sigo así… tendré una erección del diablo… —terminó riéndose de la situación.

Han pasado seis meses de la primera vez que besó a Levi. Aquella experiencia había sido mala, frustrante e incluso pasó horas en su cama meditando las palabras del mayor, con culpa… Pero con el tiempo, aquel olor, aquella mirada, esa sonrisa pequeña al releer una frase de su libro favorito, la alegría que le causaba encontrar todo limpio o comer postres de fresas.

La forma que tenía su cadera, sus endurecidos abdominales y sus firmes y a la vez suaves pectorales. Sus pantorrillas, la forma de su cuello, cómo solía gruñir cuando lo mordía, cómo acababa escapando de sus brazos cuando después de unos cuantos toques se ponía duro, cada vez más rápido, cada vez más fácil.

Incluso ahora besarlo era algo normal. Los dos primeros meses, cada vez que lo intentaba, acababa con algo roto, a la escuela llegaba siempre morado o como si se hubiera peleado con una pandilla completa de mafiosos. Fueron largas y extensas conversaciones con Levi, fueron besos furtivos, cariñosos, desprevenidos e incluso con una que otra palabra cursi para que aquel Ackerman empezara a suavizarse. Tanto Eren como Levi sabían que aquella "aceptación" no se estaba dando, al menos por parte del mayor, como un acuerdo de amor. Quizás, para pesar de Yeager, aquel Ackerman solo se había "resignado" a la situación, privilegiando la buena relación que tenían desde niños al hecho de que besarse y mimarse un poco no era una actitud netamente de amigos, a menos que sean esos "amigos con privilegios" como algunos suelen tildarlos.

Eren bufó, frustrado al ver cómo Levi no estaba tomando en serio todo aquello… y eso porque...

El castaño se levantó, repasando las cosas de su habitación. En un costado de su televisor plasma, pudo encontrar con cierta nostalgia ese recuadro.

Lo tomó con delicadeza, repasando el fino rostro de porcelana con sus dedos sintiendo el frío y familiar tacto del vidrio. Mikasa lucía más hermosa que nunca en esa foto, con su cabello largo que trataba de ordenar recogiéndoselo en una de sus orejas. Su sonrisa suave y sincera, y como apenada, formaba con sus delgadas manos un corazón hacia al frente. Fue el regalo junto a otras muchas más golosinas de su primer año como novios. La ternura del momento le causó un pequeño nudo en la garganta y un cosquilleo en el estómago.

¿Valió la pena…?

—Eras increíble, Mikasa. Hasta el final fuiste la mejor. Me diste tanto… Me entregaste tanto… Me amaste como ninguna —sonrió atesorando los recuerdos. El ardor en sus ojos dolía, y aquella culpa volvía a azotarlo.

Ladeó con fuerza la cabeza de lado, quitándose el pesar y ese amargo trago. Dejó con cuidado la fotografía sobre la mesa y tomó el teléfono que comenzó a sonar estrepitosamente. Pegó el salto de su vida y devolvió la fotografía a su lugar, tomando el teléfono y arrojándose nuevamente sobre la cama. Era Armin, uno de sus mejores amigos también, y claro, un compañero de carrera.

—Armin, qué curioso que me llames a las… ¿Dos de la mañana?

—Sabía que estarías despierto, siempre repasas a última hora.

—Algo así… ¿Y entonces? ¿Qué sucede?

—¿Quieres intercambiar resultados?

—¿Para deprimirme antes de la prueba y enterarme que el 60% de los ejercicios que creía que estaban bien en realidad están malísimos, que no sé aplicar la materia y reprobaré? Muy amable de tu parte, Armin, pero no, gracias.

—Oh, vamos, no eres tan malo en esto, no reprobarás, Eren. Pero a lo que iba, la página cinco… Verás, se me calló una maldita bebida y el ejercicio del cuarenta al cuarenta y cuatro no lo había pasado en limpio. ¿Me lo puedes dar?

—Claro —asintió, dictándole los ejercicios con tranquilidad. Entraban a las nueve, así que si se dormía en un rato más, al menos dormiría unas cinco horas.

—Por cierto, Eren… —comentó Armin, cuando el castaño le dictó el último ejercicio—. ¿Sigues con lo de… Levi?

—¿A qué te refieres con lo de Levi?

Armin se tomó unos segundos para proseguir, un poco nervioso y tratando de plantear la pregunta sin que Eren pudiera molestarse tanto.

—Con lo de que te gusta.

—Oh… —susurró con un poco de mala gana, para terminar suspirando—. ¿Lo preguntas porque también crees que es un maldito reemplazo para protegerme de la…? Tch… ¿De la muerte de Mikasa?

—No, no quiero decir eso, pero…

—¿Pero qué, Armin? —cuestionó un tanto cortante.

—Pues… que sí se parecen un poco y todo eso. No digo que sea un reemplazo… Pero quizás empezó a gustarte porque veías en él a alguien parecido a Mikasa. Solo quiero que pienses un poco más las cosas.

—Ya las pensé, Armin, adiós.

—Eren, no te pongas así. Sabes que a mí también me dolió de la Mikasa.

—¿Pero tú no te estás tratando de tirar al hermano mellizo, verdad? ¿Eso tratas de decirme?

—Eren…

—Ya basta, ya te ayudé con lo que querías. No estoy de ánimo para esto.

Armin suspiró unos segundos por teléfono, y Eren no tuvo el valor para cortarle. Armin por muy enojado que estuviera no le hubiera cortado. Además, la pregunta fue sutil, no estaba afirmándolo del todo, pero la situación tampoco era del todo correcta para el rubio.

¿Cómo podía quitarse ese peso de encima? Ese dulce y hermoso nombre llamado Mikasa. Eren se frotó las sienes, optando por la opción más simple y poco elaboradas de todas. Su humor mejoró un poco, sus tensas expresiones se relajaron y botó un suspiro que extrañó a su compañero al otro lado del fono.

—Tienes razón —casi rio, mientras se sentaba en la cama y miraba el retrato de Mikasa —. Quizás se parecen un poco… pero no son los mismos. Debo probarle a él… a ustedes, que me enamoré de Levi Ackerman, y no de Mikasa Ackerman. Levi es muy especial y diferente a ella para ser solo un reflejo de amor por el recuerdo de Mikasa. Se los demostraré… lo que amo de él… y solo de él.

—Eren… —terminó riendo también Armin, con algo de suavidad—. Si puedes hablar tan cursi sobre ello, quizás vayas en serio.

—¡No te burles, Armin! —le gruñó el castaño con fuerza, resonando su voz en aquella casa vacía—. Espero que saques un casi perfecto en la prueba.

—Oh, Eren, no puedes ser tan cruel conmigo —dramatizó Armin, aunque en el fondo un par de décimas menos lo tenían triste por dos días enteros.

Ambos rieron, un poco más animados. Para ninguno de los dos era posible enojarse con el otro.

—Suerte, Eren —se despidió Armin—. Tengo que checar estos ejercicios.

—No la necesito —confirmó—. Yo forjaré mi propia suerte llamada Levi.

Limpieza () Limpieza…

Eren se preparó toda la mañana. Limpió toda su lúgubre residencia donde estaba como un hijo semi-emancipado y soltero. No era precisamente un asco, pero a las ventanas no les sacaba el polvo hace más de cinco meses. Esa extraña mancha pegajosa debajo del refrigerador parecía ya estar creando su propio ejército de bacterias.

En algunos cuartos innecesarios ni siquiera había dado la luz hace más de un mes. Al menos la cocina —ignorando la zona debajo del refrigerador— solía estar limpia, también el baño y si no tiene una prueba pesada, incluso su cuarto parece decente si no abrías el closet.

Pero ahora todo relucía de rincón o rincón como si hubiera nacido para ser una ama de casa afanada, eso o un desesperado.

Un desesperado suena mejor… No, no estaba limpiando el nido de amor para incitar a su pareja a aparearse o algo así, solo quería una pijamada para los dos. Más allá de unas cuantas noches que pasaban los tres juntos con Mikasa, nunca se habían quedado a dormir una noche los dos en una misma habitación. Pero la madre de Levi no volvía por tres días y era su oportunidad de intimar un poco, así que después de rogarle por horas y gastar tres veces el saldo de celular que usa en todo un mes, pudo convencer a Levi de pasar la noche con tres estrictas condiciones.

-No sexo o acoso sexual.

-No alcohol, drogas o afrodisiaco. (Para no incentivar accidentalmente la primera).

-Recalcar las anteriores dos.

El sonido que siempre odió de su desgastado y averiado timbre sonó a un coro celestial cantada por su compositor favorito. Se palmeó un poco la ropa y prendió la lámpara del living que apenas y daba un pequeño brillo a la habitación, haciendo que el lugar luciera cálido y acogedor, casi como estar bajo una fogata en una fría noche.

—¡Dios! Dijiste que estarías aquí a las nueve, Levi —refunfuñó Eren en broma, viendo cómo Levi desviaba por unos segundos el rostro—. ¿No me explicarás por qué? —cuestionó otra vez, viendo cómo Levi le dejaba seguramente un poco de aperitivos para aquella noche y seguía derecho.

El castaño dejó caer sus brazos con las bolsas aún en sus manos, encorvando un poco la espalda hacia adelante, demostrando el mal ánimo que pareció recorrerlo. El mayor paseó la vista por la casa, sin detenerse en Eren ni un segundo, ni siquiera cuando este dejó ruidosamente los víveres y aperitivos sobre la mesita del living.

—Está… mejor de lo que la recuerdo.

—Oh, gracias —ironizó.

—¿Qué sucede?

—Nada.

—Eren, tienes casi diecinueve años y estás inflando las mejillas. Eso no dice cosas muy buenas sobre ti —comentó Levi, acercándose un poco al molesto chico.

El menor levantó la cabeza, con las mejillas suavemente infladas. Los delgados y pálidos dedos de Levi sobre su cabeza, acariciándola con suavidad segundos después lo desconcertaron. No fue hasta que sintió un suave tirón en sus castañas hebras y un beso en sus labios al agacharse que comprendió un poco la actitud de Levi.

—¿Eh? —Levi apartó el rostro, mientras los ojos del menor pudieron captar por apenas unos segundos el rostro del mayor después del corto y breve contacto.

La boca suavemente apretada, mordiéndose con nerviosismo el labio inferior, la mirada desviada hacia abajo, ese pequeño y adorable temblor en sus manos, esas siempre níveas y blanquecinas mejillas manchadas con el tenue color de la sangre acumulada, avergonzado y acalorado con rapidez.

Eren sonrió, sin permitirse nada más para no recibir algún golpe de Levi. Al cerrar los ojos, podía atesorar esa imagen… una imagen de Levi que solo le ha entregado a él. Los abrió y Levi ya estaba dándole la espalda, en la cocina buscando pocillos para seguramente dejar los bocadillos que había traído para la noche.

—Levi… —rio un poco, acercándose a él con dulzura cuando se aproximó a la pequeña mesa abriendo las diversas frituras y golosinas que tenían a su merced—. Levi… —repitió cuando le rodeó la cadera, viendo cómo aquella figura se hacía incluso más pequeña entre su abrazo, agachando el rostro lo más posible.

Yeager rio, besando el cuello, haciendo que las manos del mayor temblaran un poco al dejar las papitas en su tiesto.

—Ya, basta…

—Vamos, cómo quieres que pare después… de que tú me besaras por primera vez.

—No te hagas ideas imbéciles, Yeager. Era lo único que te quitaría ese maldito berrinche.

—Entonces, ¿por qué…? —comentó el menor coqueto, arrastrando las palabras al oído del más pequeño para continuar—. ¿Estás temblando, Levi?

Levi gruñó, terminando de llenar un pequeño recipiente con kétchup, se untó un poco en el dedo índice en menos de un segundo y lo embarró sobre el rostro del menor antes que este pudiera prevenirlo, incluso le entró un poco en el ojo, así que tuvo que soltar a Levi para zafarse y quejarse como una chica.

—¡Maldita sea, Levi! ¡Ahhh, arde! ¿De qué demonios está hecho ese kétchup? ¡Ahhhhhh! —siguió gritando, frotándose con fuerza los ojos mientras no dejaba de arderle y lagrimearle. Toda la masculinidad que Levi pudo ver en Yeager desaparecía con cada grito, uno más afeminado que el otro.

—Oh, creo que era… mm, la salsa picante.

—¡¿La salsa pi-!? ¡Ahhh, joder, puta madre, dueeeeele!

—Deja de quejarte como una niña, que la película ya va a comenzar.

Eren estaba sobre uno de los sillones, girando de un lado para el otro recostado, aún con el ardor. No cesaba, y Levi no se dignaba a auxiliarlo ni pedirle perdón. Corrió hasta el lavaplatos abriendo la llave de este con desesperación para limpiarse los abusados ojos.

Para cuando al fin sintió que el ojo derecho dejó de dolerle tanto, que fue el más perjudicado por la salsa picante, volvió hasta el living, viendo las luces apagadas y los comestibles en una pequeña mesa al centro, delante del gran televisor cuya película ya había empezado. Eren gruñó, otra vez molesto… estaba siendo demasiado positivo, estaba más que claro que él y Levi jamás de los jamases tendrían una cita decente, al menos, no si aquel amargado Ackerman no se lo proponía realmente.

El muchacho ligeramente menor por unos cuantos meses suspiró con desgano, mientras se dejaba caer en el espacio vacío del sillón junto a Levi, inflando nuevamente las mejillas.

Levi observó de reojo al moreno, sintiéndose suavemente culpable, pero también sabía que era en gran parte culpa de ese mocoso por estar constantemente acosándolo cuando él ya estaba lo suficientemente… confundido por lo que siente por él. Ese mocoso lo confundió, consiguió hacerlo. A él que nunca le atrajeron los hombres, pero poco a poco empezó a gustar y hasta desear ciertas cosas que solo Eren podría entregarle.

Adoraba sus brazos largos y definidos, la musculatura de su abdomen, su firme y protector pecho, el recostarse sobre este y ser abrazado de la cintura. Su voz ronca cuando empezaba a endurecerse al morderlo y lamerlo, sus expresivos ojos, entrecerrados y rasgados en anhelo y deseo. Lo sensual y atractivo que se veía cubierto en sudor. La forma en que pasaba sus dedos contra su piel desnuda, su preocupación, su dedicación, su estúpida alegría al tan solo pasar un día junto a él…

Quizás a Levi no le gustaran del todo los hombres, pero Eren no era solo un hombre, era especial, diferente, intenso y atrevido. Él puede meterse debajo de su piel sin hacerlo dudar, puede estar presente en cada pensamiento que tiene…

Puede ser el objeto de ese fuerte anhelo de ser devorado.

Levi se sonrojó, apretando suavemente su ropa con sus dedos, haciéndose una bolita en el sillón, frustrado. A pesar de que sus sentimientos y deseo por Eren crecían, su negativa a dejarlo entrar en su vida también lo hacía. Lo avergonzaba, lo hacía temblar, se sentía estúpidamente débil y… culpable.

Culpable en gustar de lo que alguna vez fue de su hermana.

Suspiró con fuerza, molesto con la situación, echándose para atrás y dejándose caer sobre el castaño que de inmediato abrió los ojos, sorprendido. El cuerpo del menor se removió un poco con su peso e inhaló aire con fuerza, Levi sintió cómo el pecho de aquel muchacho se elevó para decir algo, pero lo detuvo, acomodándose mejor entre sus brazos, e incluso, tomando los antebrazos para rodearse por sí mismo, dejándose ser abrazado.

—Le… —casi acabó de comentar, perplejo, abrazando con suavidad al muchacho que gruñó al escucharlo botar un suave suspiro alegre acompañado de una risita.

Por más que lo intentó, Eren no pudo verlo. Levi se hacía más pequeño entre sus brazos, encorvándose hacia abajo y ocultando parte de su rostro en su flequillo.

—Ni yo lo entiendo…

—¿Entender qué, bebé? ¿El por qué Marc no se queda con la chica buena y se va con la puta? Tampoco yo… pero dicen que el final es bueno… —bromeó refiriéndose a la ignorada película.

Eren se retorció al instante, botando un doloroso quejido cuando ese furtivo codazo golpeó contra sus inocentes costillas.

—P-perdón… era broma… ¿A qué te refieres, amor? —le escuchó paciente, depositando un dulce beso en la nuca descubierta y más expuesta de lo normal del pequeño hombre ante la encorvada posición.

Levi se removió un poco, arqueando su espalda y empujando su cadera. Eren sonrió un tanto acalorado, riendo al depositar unos besos más.

—No hagas eso, bebé… —murmuró melodioso, mientras su suave voz se iba agravando—. Sabes que si te remueves así y me frotas… no tardaré en ponerme duro. No es fácil tener tu delicioso y suave trasero moviéndose encima de mi verga, deberías saberlo.

—Todo lo que piensas es en sexo —se quejó molesto, mientras su voz tembló un poco cuando Eren acarició sus muslos, apretando sus dedos sobre el semi-holgado jean negro.

El menor no hizo más que hundir sus dedos allí, mientras seguía besando y chupando el cuello del más pequeño, complaciéndose por sus imperceptibles y tímidos escalofríos al ver su insistencia a cerrar sus piernas. Mordió una vez más, esta vez sobre su oreja. Levi se arqueó molesto, dejando un espacio para que el menor acariciara sus genitales semi-endurecidos por un simple y vano coqueteo. Sus mejillas ardieron una vez más cuando sintió aquella coqueta risa en su oreja.

—¿Con que yo soy el único pervertido, no? —arrastró sus palabras, presionando su dedo índice donde seguramente estaría la base del pene del contrario.

—M-Maldita sea… lo prometiste… —gruñó sacudiéndose, sofocado y totalmente desequilibrado. Las manos de Eren hacían que su verga latiera con fuerza en sus pantalones, cada vez que mordía y susurraba aquellas cursis palabras contra su cuello y oído no podía evitar estremecerse y desear abrir sutilmente las piernas para dejar que ese impetuoso amigo suyo lo descolocara y lo dejara hecho un manojo de nervios como solo él aprendió a hacerlo.

Pero no… no podía dejar que aquello ocurriera, no con sus inseguridades. Abrió la boca, emitiendo un gemido que no pudo ocultar cuando Yeager apretó una vez más, separando sus manos y volviendo a deslizarlas por su cadera.

—Ti-tienes razón… —jadeó Eren dolorosamente—. Te lo prometí… —gruñó controlándose, mientras su miembro no hacía más que hincharse al ser acunado por el caliente trasero del mayor sobre él.

Su respiración húmeda se apegó con fuerza al cuello de Levi, acalorado y jadeando incluso más que Levi en neto deseo.

—P-perdón…

—Idiota… —gruñó sintiendo el pesado cuerpo de ese mastodonte recargándose en él—. No podías romper ninguna de las reglas… si solo eras un puto amigo aprovechando.

—¿Eh? —Eren levantó la cabeza, aún con la voz rasposa—. ¿Qué quieres decir?

—Que… tch, ya me cansé de esto —sintió un pequeño dolor, el nombre de su hermana volvió a su cabeza… pero aquellos sentimientos por Eren estaban teniendo más peso que la muchacha en su cabeza.

—¿Eh…? —repitió de nuevo, sin comprender las palabras de Levi.

—Te estoy pidiendo… —se trabó, tragando un poco de saliva—. Supongo que… te permitiré, bueno… —otra vez se trabó, molestándose consigo mismo al no poder declarar eso con la facilidad que quisiera—. Podemos salir juntos… como novios, sí tú quieres…

Eren pestañeó un poco, atontado mientras sus ojos parecían dos enormes esferas y su boca terminaba por abrirse. Levi se levantó, mirando con el ceño apretado y un tanto nervioso a Eren, que siguió observándole sin decir nada, inmutado.

—¿Eren? ¿Qué sucede? ¿No dirás nada…?

El menor solo lo observó más, estático.

—Si no quieres, no me importa, maldita sea. Ni siquiera sé por qué te lo pedí, ignóralo…

Y antes de que Levi pudiera moverse de allí, el menor lo tomó desde la cadera al pararse precitadamente. Una sonrisa enorme, viva y fogosa se forjó en sus labios. Incluso Levi pudo verlo lagrimear como un simple niño pequeño.

—L-Levi… —susurró casi sollozando—. Prom-prometo hac-hacerte feliz… prometo que te am-amo, sé que dudas por Mikasa… y creo que sabes que realmente la amé, pero… mi presente, mi vida a partir de ahora te pertenece, ac-acepto… ¡Acepto! En serio te amo… mucho, demasiado. ¡Mucho mucho! —casi gritó, mientras lo hacía girar suavemente, apretándolo contra sí.

—¿Q-qué dialogo de mierda es ese? ¿Acaso eres una puta novia en su boda…? —susurró Levi un tanto fastidiado y avergonzando, mientras el nombre de Mikasa lo removió un poco, remontándolo a su extraña realidad.

Eren era el ex-novio de su melliza… y él está aceptando salir con Eren. ¿Por qué? ¿Por qué dolía sentir a veces que no era más que un reemplazo? ¿Acaso por el mal que le hace a Eren? ¿Quizás por el respeto y el amor a su hermana? ¿Quizás… por él mismo…?

—¡Por ti me pondría un vestido! —Eren interrumpió cualquier pensamiento de Levi, todavía llorando y manchándole parte del hombro con sus lágrimas—. ¡Por ti usaría un largo vestido de novia virginal solo para que aceptaras ser mi esposo para el resto de mi vida!

Eren se detuvo por fin, sin soltarlo, pero parando sus giros. El menor siguió sonriendo entre lágrimas apretujando a Levi entre sus brazos, la película había quedado en el olvido, y quizás el protagonista sería tan estúpido como para quedarse con la zorra malvada, pero ahora eso no pareció importar. Entre pequeñas risas y suaves besitos que aquel moreno fue repartiendo, Levi sintió la fuerte presión que hacía la entrepierna del menor contra su pierna al tenerlo levantado entre sus brazos.

—¿Cómo es posible que estés tan duro? ¿Qué tenía esa salsa picante? ¿Viagra?

—¡No! ¡Hahahaha! Es que… escuchar esas lindas palabritas de una boca tan mal hablada como la tuya… pues, "me emociona".

—Suéltame, Yeager, creo que me arrepentí —forcejeó sin verdadera intención de soltarse, mientras Eren sonreía con verdadera y pura alegría, frotando su nariz contra la de Levi—. Es en serio, suéltame. Pido el divorcio.

—¡Levi! —reclamó en una falsa queja, besándole los labios suavemente—. ¿Al menos me dejas publicarlo en todas partes antes del divorcio? —bromeó sacándole un pequeño suspiro acompañado de una ligera sonrisa al mayor que al fin pudo tocar el suelo.

—Por mientras dejémoslo entre nosotros, Eren —suspiró, mientras sus pequeñas preocupaciones volvían a calar un poco en él—. Pero si quieres renovar votos matrimoniales… tendrás que hacer "méritos" —comentó un poco nervioso al final, apagando la televisión y recostándose en el sillón.

El castaño volvió a abrir los ojos separando ligeramente sus labios, una sonrisa traviesa y unos ojos pícaros se posaron ante el fino cuerpo que se ofrecía delante de él.

—Segunda base, con insinuaciones a tercera, nada más —aclaró Levi de manera cruel y dictatorial los límites.

—¡Pero…!

—Agradece que te estoy dejando hacerme esto —gruñó con molestia, desabrochándose cuidadosamente el pantalón—. Tómalo o déjalo…

—¡Es-está bien! —gruñó un poco—. ¡Lo tomo! —se apresuró a aceptar, arrojándose entre risas y besos al mayor.

Limpieza () Limpieza…

Levi se rio al revisar el teléfono, lleno de mensajes tontos y alegres de Eren. Suspiró, revolviéndose el cabello sin entender cuándo se había vuelto tan maricón y sentimental para que su estómago cosquilleara de esa forma al ver los poco ingeniosos pero sentidos mensajes de Yeager en su buzón de entradas.

Hace unos dos meses que es el novio de Eren, y las cosas no han cambiado del todo. Tratan de verse lo más posible aunque ambos estudien en diferentes universidades.

En cuanto a su relación formalmente… solo algunos privilegiados saben. Por su parte, solo Hanji, una amiga de la secundaria, y hace poco, estuvo a punto de contarle a Erwin y de paso a Farlan, pero aún no se atrevía del todo.

Su vida sexual no era mala, pero tampoco plena del todo. No han tenido sexo como tal, nada ha sido penetrado, pero Levi no creyó que eso faltaría, al menos no aún. Pero, tarde o temprano, sabía que terminaría sucediendo.

Al menos, que Eren no lo fuerce le da una agradable sensación de seguridad y aceptación, notando que Yeager no solo busca una noche y sexo con él. Nadie insistiría por tanto tiempo solo para tener sexo, a menos que sea un extremo masoquista.

Sí, Eren era un jodido masoquista, pero no uno extremo… o al menos eso quiere creer Levi.

Suspiró, repasando aquel código una vez más, marcando las partes importantes mientras memorizaba el artículo. Cuando iba en la novena página revisada de aquel día, una llamada lo desconcertó.

No muchas personas lo llamarían al teléfono de casa. La mayoría solo optaba por mensajearlo o llamarlo directamente a su móvil. Se frotó la cabeza, sin muchos ánimos, manteniendo su rostro inmutable al levantarse a coger el teléfono ubicado en la mesa donde estaba el televisor de su pieza.

—¿Residencia Ackerman? Habla el teniente William, de la Policía de Rose.

—Residencia Ackerman —respondió de inmediato, tensándose un poco. ¿La policía? ¿Qué demonios querría? Una extraña urgencia de llamar a su madre surcó en su cabeza—. ¿Qué sucede? —preguntó rápidamente, mientras el hombre pareció mover unos papeles.

—¿Se acuerdan del cuerpo que fue encontrado incinerado el año 2015? Una mujer de diecisiete años identificada como Mikasa Ackerman, involucrada inocentemente en una riña territorial entre bandas agresivas y desquiciadas —Levi abrió los ojos, un tanto nervioso.

¿Por qué ese tema de nuevo? ¿Acaso no estaba cerrado?

—Sí —asintió—. Soy su hermano, Levi Ackerman, estuve al tanto de todo… —murmuró serio, apretando suavemente el teléfono.

—Señor… debemos informarles a usted y a los familiares cercanos a esta mujer que aquel cuerpo quemado… era de otra de las mujeres que estaba en aquella zona muerta en aquellos momentos. El cuerpo era similar al de su hermana, hace unos días se terminó por comprobar este hecho al tratar de buscar los restos de otra mujer en aquellos sectores. El cadáver fue identificado como Ruby Smith, y se comprobó la identidad por medio de los registros dentales…

—¿Q-qué está diciendo? —susurró Levi apenas audible, sintiendo cómo su mano temblaba levemente en el teléfono—. ¡¿Qué demonios está diciendo?! —gritó exasperado.

—Señor, cálmese… —rogó el hombre—. Iniciamos otra búsqueda… y creemos que hemos encontrado a la verdadera Mikasa Ackerman —declaró el oficial, mientras el cuerpo de Levi yacía estático frente aquellas palabras—. En el hospital central de Sina, una paciente con rasgos similares fue llevada hace un par de años. Recibió un severo golpe en la cabeza, que la dejó en coma durante todo este tiempo —aclaró el hombre, haciendo sonar las páginas de lo que seguramente era un expediente—. En un principio fue imposible identificarla, por los problemas territoriales entre Sina y Rose, donde compartir cualquier tipo de información entre ambas estaba prohibido. Sin embargo, hoy en día y hace más de tres meses, conseguir cierta información es posible…

—Es-esto no p-puede ser… —susurró Levi alterado, mientras su corazón palpitaba incontrolable en su pecho.

—La mujer despertó hace un mes atrás… diciendo que se llamaba Mikasa Ackerman… que venía de Rose y que anhelaba volver con su familia —las palabras del hombre retumbaron en sus oídos.

Su pulso se aceleró, y su mano todavía temblaba en el teléfono. La impresión era increíble, al punto de aún mantenerlo paralizado al momento de al fin terminar la llamada y los detalles del informe del policía. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo debía actuar? ¿A quién debería decirle? ¿Qué ha hecho todo este tiempo? ¿Qué pasará con su madre? ¿Con Eren?

¿Qué pasará con su relación con Eren? ¿Qué pasará con su nueva vida…?

Mikasa no estaba muerta y sin embargo él… actualmente… le ha robado toda su vida.

N/A: Esta es una historia un poco más seria de parte mía, pero espero que igual pueda ser recibida cálidamente. Antes era un oneshot, pero decidí dividirlo para arreglar unas partes finales y para que la lectura no les resultara tan pesada. Mando un agradecimiento a mi Beta, Mabo, a pesar de que me está lanzando vistos últimamente y no me ha querido ayudar pero... este fic fue corregido por ella, gracias a su dedicación pude compartirlo, muchas gracias.

¿Me creerían si les digo que en menos de una semana subo la siguiente y última parte?

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